miércoles, 25 de marzo de 2009

Piedad

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

En mi soledad, un solo recuerdo:
Angélica, bien mio de la lejana,
y a la vez en los recuerdos tan cercana,
añorada e inolvidable juventud


Con el alma encendida como una luminaria,
y tensa y dulce como una nota de flauta,
en la tarde que declina me llego a tus umbrales
a pedirte piedad.

La luz de tus caricias
me ilumina lejana
con un recuerdo impreciso
de pasadas piedades.

No lágrimas de fuego,
ni lágrimas de nieve,
ni lágrimas exaltadas hasta el delirio.
No es esto lo que voy a pedir.

Ruego al Señor, que al despertar me encuentre
siempre con tu recuerdo,
que sea todo el día en mi alma un aroma
de filial confianza.

Ruego al Señor, que la primera sonrisa de mis labios
sea para ti, como un beso prístino;
y la segunda, y la tercera, y las demás sonrisas
para nuestros hijos y todos nuestros semejantes.

¿Pensarás que te digo que quiera sonreírme
como quien se ha vestido sus ropas por la mañana?
No; que sea sincero; y mi sonrisa sea
la verdad tamizada.

Que mi sonrisa para mi prójimo sea
como la que te ofrendo a ti, por la mañana:
franca, leal, sincera, que semeje
hablar: ¡Si yo pudiera te llevaría aquí dentro...!

Y aún más interna, aún más.
Que me recuerde a ti cuando sonrío
y al prójimo que me cruza sombrío en la calle,
y al cara de lirio, y al serio como un hito.

Diome Dios que al recordarte en el trajín del día
sea tu recuerdo como un plácido aroma
que me levante el pecho en un suspiro:
Gracias, por su recuerdo, Señor.

Diome Dios que al ver a la avispa
caída por el suelo,
y al gorrión en el alero del tejado
refrescándose con la brisa,
y al gusano multiplicando sus curvas,
y al árbol que se va desnudando,
sienta piedad por ellos,
y te eleve los ojos para decirte: ¡apiádate de mi!

Te he pedido piedad con un íntimo anhelo.
No vayas a creerte
que es oración de tópico, de los labios afuera.
--Tú debes sentirlo--.
Es el íntimo y último anhelo de lo que quiero ser.
Porque yo te confieso que no tengo piedad para mi.
Porque tú eres piadosa, porque yo soy tuyo...
--¡Anda, dame piedad!

E.G.D.T.

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