domingo, 27 de diciembre de 2009

Cuando la ciencia cierra la puerta a la Ética

Por: Fernando Pascual

Diciembre / 2009

 

El desarrollo de las nuevas técnicas no podrá dejar de lado el respeto que merece cada hombre, cada mujer, en su integridad, en su patrimonio genético

Los padres que tienen hijos enfermos sufren infinitamente. Días, meses, años, transcurren entre esperanzas de curación y fracasos de la técnica. Se buscan nuevas medicinas, se llama a una clínica famosa, se intentan terapias experimentales. Algunas enfermedades genéticas, todavía hoy, son un reto para la medicina, mientras miles de personas mueren cada año por falta de soluciones, y otros sueñan en el descubrimiento de nuevos caminos para la curación.

Las posibilidades que se abren a la ciencia con las técnicas de fecundación artificial están dando esperanzas a algunos de esos padres. Hijos con talasemia o con otras enfermedades que requieren un transplante de células o de tejidos necesitan encontrar un donador (seguramente un hermano) que sea genéticamente compatible. Si tal hermano o familiar no existe, ¿por qué no "prepararlo" por medio de la fecundación artificial? Tomamos varios óvulos de la esposa, fecundamos con el esperma del marido los mejores de esos óvulos, hacemos un diagnóstico sobre sus características genéticas antes de implantarlos en la mujer, y sólo destinamos a continuar su vida a aquel que pueda donar tejidos al hermano enfermo.

Este método encierra problemas éticos de no poca importancia.

El primero se refiere a la misma técnica. Sabemos que cada hombre o mujer que inicia la aventura de la vida merece respeto y protección por ser lo que es: un individuo humano, o, en lenguaje más preciso, un hijo, nuestro hijo. El lugar más digno para su concepción no puede ser la probeta de un laboratorio, sino el seno de su madre. Querer que nazca un hijo que pueda curar a su hermano no nos da permiso para recurrir a una técnica que implique poco respeto por su vida, como ocurre cada vez que permitimos la fecundación en un ambiente de cultivo que no responde a los derechos del embrión a su máxima seguridad y a iniciar su existencia en su lugar natural.

El segundo problema ético es mucho más profundo. Una pareja necesita un hijo sano que tenga ciertas características genéticas. Son concebidos varios embriones en el laboratorio. Entonces, se hace el diagnóstico pre-implantacional de cada uno de los embriones, se escoge al que puede ser compatible para el futuro transplante, se le implanta en el útero de la madre, y esperamos que se desarrolle y que sus células estaminales o algunos de sus tejidos puedan curar al hermano enfermo. ¿Y los demás embriones? Sencillamente, no sirven, sobran, a no ser que la pareja decida congelarlos o darles una oportunidad de vivir.

Esta selección de embriones (uno destinado a vivir, esperamos, los otros destinados a morir o a ser guardados como material "que sobra") implica una grave injusticia. Ningún hombre, ninguna mujer, puede ser eliminado o impedido en el camino de su crecimiento, de su vida, por el hecho de no reunir unas cualidades escogidas por los adultos. Cada ser humano vale, aunque sea débil, pobre, de una raza o de otra, de un ADN o de otro. Si vale, merece ser respetado: nadie puede impedirle continuar su aventura humana.

Dar la oportunidad de vivir sólo al embrión que "servirá" como donador y discriminar a los demás nos muestra hasta qué punto el hombre puede tomar opciones injustas, incluso con instrumentos técnicos altamente esterilizados, de una precisión antes inimaginable, y con un resultado tan maravilloso como lo puede ser la curación de un niño enfermo (o de un adulto, quizá de su padre o de su madre).

Hoy, como ayer, la ética nos dice que no todo lo que nos resulta de utilidad coincide con lo que sea éticamente correcto. Nos escandalizaría, nos resultaría grotesco, el ver una foto de un niño sonriente, debajo de la cual estuviese escrito: "Este niño ha sido curado gracias a unos traficantes de órganos que arrancaron su riñón a un niño pobre de Asia". Nos rebelaríamos, sentiríamos que la humanidad ha sido pisoteada, herida, en la defensa de los más débiles, los más pobres, si un niño de un país rico fuese curado con la sangre robada a un niño de una nación pobre.

La humanidad también es pisoteada cuando un niño empieza a sanar gracias a un hermano suyo, seleccionado entre otros hermanos que fueron concebidos en probeta y luego condenados al abandono o a la destrucción.

Alguno dirá, todavía, que defender los principios éticos cerrará las puertas de la esperanza para tantos padres que desean encontrar un camino para la curación de sus hijos. Otros negarán que los embriones sean seres humanos dignos de respeto. Otros, en fin, defenderán la autonomía de la investigación: si ponemos barreras éticas a los laboratorios, la medicina no podrá salvar a miles, quizá millones de seres humanos.

No es fácil responder a todos. Quizá tendríamos que volver a escuchar la voz de un Sócrates que nos dijese a nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, que no importa tanto conservar la vida si ello implica traicionar a un amigo, herir a un inocente, permitir la destrucción de embriones que han sido concebidos fuera de su lugar natural, en un mundo que sólo los quiso por la posible utilidad que tuviesen para curar a otros.

Además, una barrera ética nunca será un obstáculo para la investigación. La mejor manera de estimular al científico a buscar caminos de curación en el máximo respeto de cada ser humano nace precisamente del respeto de la justicia y la dignidad de cada hombre. Cuando los principios éticos nos ayudaron a comprender que no se podía asesinar a un feto porque el parto podría resultar difícil para su madre, la medicina desarrolló y mejoró el parto cesáreo. Gracias al mismo viven miles de madres y de niños, uno de los cuales es uno de mis mejores amigos.

Nuevos caminos de esperanza a miles de enfermos

El transplante de células estaminales y de tejidos ofrece hoy nuevos caminos de esperanza a miles de enfermos, niños y adultos. El desarrollo de las nuevas técnicas no podrá dejar de lado el respeto que merece cada hombre, cada mujer, en su integridad, en su patrimonio genético, en su inicio (desde la concepción) y en su camino hacia la maduración. Escoger, seleccionar y eliminar embriones con la esperanza de curar a un ser humano, no son caminos éticos, no son dignos del ser humano. Sigue en pie, por lo tanto, la idea expresada por el poeta Juvenal: no está bien, para salvar una vida, perder los motivos del vivir...

 

"Envejecer es el unico medio de vivir más tiempo"
 



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sábado, 19 de diciembre de 2009

El idiota que buscó a Dios en la Navidad

 

Por: Norma Mendoza-Alexandry

diciembre / 2009

 

Durante la última Jornada Mundial de la Juventud, Benedicto XVI señaló que: "En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marcha igualmente sin Él. Pero al mismo tiempo existe un sentimiento de frustración, la insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así!".


Por su parte, Karol Wojtyla, siendo Arzobispo de Cracovia, decía que "la pérdida del Creador difumina a la creatura". Y un santo sacerdote, Josemaría Escrivá, estaba consciente de que "el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima".

 

Pero veamos qué nos dice un autor estadounidense, comentarista de temas de política y sociología, Dinesh D'Souza, sobre el llamado "nuevo ateísmo".


"El viejo ateísmo enfocado a la separación de la Iglesia y el Estado no era muy atractivo para las masas, el nuevo ateísmo es diferente. No contento con dividir los lazos entre Iglesia y Estado, quiere atacar la creencia en Dios y no sólo eso, desea atacar a la religión también en su esfera privada".


Quiere que el creyente se sienta un idiota por creer en Dios. De este modo, es más ambicioso, más agresivo en su agenda. Los nuevos ateos son como un "conjunto afable" que golpea una "postura rebelde", refiriéndose a la gente joven, dice D'Souza. Y el blanco a donde apuntan es precisamente a los jóvenes.


El objetivo de los nuevos ateos es "dejar que los padres religiosos los engendren para ganárselos más tarde con silogismos". Por ello, D'Souza habla de lo que él llama los tres argumentos más importantes de los nuevos ateos:


El primer argumento contra la religión es que Dios no es necesario para ser bueno. En este argumento D'Souza ha sido retado pidiéndole que nombre cualquier virtud que no pueda ser practicada por un no-creyente.

 

Él contesta enlistando las virtudes más apreciadas por los ateos: la ciencia, el individuo, el derecho a disentir y criticar, la igual dignidad de la mujer, compasión y la abolición de la esclavitud. Y afirma que "todas estas virtudes llegaron a Occidente y al mundo por la cristiandad. Otras culturas como la Antigua Grecia y Roma no tenían estas ideas. Aun los valores seculares de nuestra cultura están enraizados en la tierra fértil de la cristiandad".


El segundo argumento del ateísmo es que la religión está contra la ciencia. Los nuevos ateos señalan por ejemplo que la Iglesia insistía que la Tierra era plana. Pero D'Souza contesta que la idea de la Tierra plana era una leyenda y que la gente educada sabía que era esférica, aun en tiempos de Cristo y en la antigua Grecia, pues "todo lo que necesitaban era observar un eclipse –y en esa época eran grandes observadores de la Naturaleza–, al observarlo, puede verse la sombra de la Tierra en la Luna que es redonda".


También se pregunta por qué los ateos se refieren a antiguas controversias de la ciencia y parecen ignorar recientes descubrimientos que indican la existencia de un Divino Creador, como la manera en que las leyes del universo son tan exactas que permiten el desarrollo de la vida.


El tercer argumento del ateísmo es que la religión no es solamente errónea, sino que es perniciosa y peligrosa. Para probarlo mencionan la Inquisición, las Cruzadas y los juicios de las Brujas de Salem. Esto es materia de respuesta evidente, por ejemplo: la Inquisición española duró 375 años y murieron aproximadamente 2 mil personas (cinco personas por año).

 

En los juicios de Salem murieron 19 personas. La cantidad de 2 mil 19 son muchos, sin embargo, las muertes causadas por ateos no han parado hasta la fecha. Simplemente en los regímenes ateístas de Stalin, Mao y los nazis murieron ¡100 millones de personas!

 

Esto significa –dijo D'Souza– una enorme montaña de cuerpos, un océano de sangre. El ateísmo y no la religión es responsable de los crímenes masivos de la historia.


Por otro lado, se habla de una República Universal ("Humanum Genus") y de una Carta de la Tierra, ONU. La primera quiere forzar a los pueblos a mezclarse como una gran licuadora para formar un pueblo universal que no reconozca naciones ni particularidades propias de sus psicologías, vocaciones ni familia de almas.

 

Sin fibra ni osamenta, el hombre microfracturado tampoco tendrá religión. Esta masa idiotizada tampoco tiene ideales ni sentido trascendente. Es inmediatista, ansiosa, moralmente liberal, pragmática e indiferente al acontecer mundial. En todo será en esencia y última consecuencia, anticristiana. Para ello los propulsores de la República Universal requieren de un gobierno mundial. El intento de globalización vuelve este estado de cosas evidente.


La destrucción de un orden cristiano (–orden por excelencia en cuanto se fundamenta en el Bien y la Verdad en sí mismas¬–) requiere la imposición de aspectos del mal y desorden metafísicos esenciales.

 

A fin de exaltar el orgullo destructor y de paso eliminar cualquier Verdad suprema que rija a los hombres más allá de sus pasiones, necesita establecer en los corazones la igualdad entre los hombres y Dios. Así lo afirman sus doctrinas panteístas y esotéricas.

 

Y para quienes no quieren sostener la ridiculez de hombres iguales a Dios, les propone el ateísmo y el laicismo que niegan su existencia o proponen vivir como si Dios no existiese. Sin Él no hay fundamento personal ni social sostenible. Prevalecerán sin este pilar las ideologías liberales de los enemigos de la Iglesia y el bien común.


Del mismo modo, primero exaltaron el patriotismo, exigieron el derecho a la independencia y el establecimiento de nuevas naciones y gobiernos. Hoy exige la eliminación de diferencia entre el gobernante y los gobernados. La masa se hace obedecer. Pero más allá del exclusivismo de esta parodia de democracia como única forma legítima de gobierno, hoy se quiere la eliminación de las fronteras y del sano patriotismo.

 

En cierto modo, el concepto de soberanía nacional es un reflejo del derecho de propiedad afirmado en los Mandamientos de Dios. Sin soberanía no hay posibilidad que un solo gobierno del mundo que lo domine y lo sofoque todo. Ésta es la igualdad en la esfera política nacional e internacional que persiguen los enemigos de la cristiandad.


Para la República Universal, la familia se encuentra en la mira prioritaria a destruir, pero mientras no consiga abolirla intentará desprestigiarla, rebajarla, mutilarla tanto como tenga medios a la mano..


Un intelectual que fue asesor de la Casa Blanca en "domestic affairs", EU (1979-1980) conocido como Amitai Etzioni (Werner Falk), dice que el hechizo del Siglo de las Luces distrae profundamente a muchos occidentales que hacen opinión pública en cuanto a que el incremento mundial de la religión o es ignorado o es visto como un reto mayor, en lugar de verse como fuente de re-moralización de la sociedad.

 

La enseñanza secular no entra en profundos temas que toca la religión, tales como: ¿Qué es una vida virtuosa? ¿Cuáles son nuestras obligaciones para con nuestra familia, amigos o nuestra comunidad? ¿Es la muerte la amenaza de un fin que todos debemos temer o solamente el pasaje a una mejor vida? ¿Estamos realmente mejor entre más tenemos?

 

El secularismo occidental intenta evadir estos temas, su hedonismo consumista tiene apariencia propia aunque cada vez más y más personas conocen que esto no lo es todo. El Occidente tendrá que resurgir tanto en un humanismo secular enriquecido y en creencias religiosas si no desea perder la batalla sobre las mentes y corazones de la mayoría de la gente en el mundo. Necesita de un resurgimiento espiritual en lugar de un resurgimiento militar, resume Etzioni (6 de marzo de 2009).


El pasado día 3 de noviembre, el Vaticano denunció a la Corte Europea de Derechos Humanos por dictar que poner crucifijos en escuelas públicas de Italia viola la libertad religiosa y educativa. El Vaticano declaró que la Corte está ignorando el papel del cristianismo en la formación de la identidad europea.

 

En Inglaterra acaba de ser propuesto el "Harriet Harmon's equality bill" por el gobierno laborista (del trabajo), el cual, entre otras cosas, intenta desaparecer las raíces cristianas europeas, pues impide las festividades de Navidad "para no ofender a personas de otras religiones"; se prohíben las luces, y la misma palabra "Navidad" está siendo removida al promover en su lugar "Felices Fiestas" solamente. ¿Cómo revigorizar la fe en una Europa en donde aumenta el secularismo? Es un gran reto de nuestra época.


En la Primera Encíclica de Juan Pablo II ("Redemptor Hominis") se recordaba que la religión es un fenómeno universal, unido desde el principio a la historia del hombre, siendo la más profunda aspiración del corazón humano. Cabría recordar la conocida frase agustiniana: "Nos hiciste Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".

 

Nada es imposible con Dios, ni siquiera ser agnóstico o relativista porque Él respeta delicadamente nuestra libertad. No es imposible siquiera vivir como si no existiera. Pero es muy triste que su ausencia quiera ser impuesta.


"Si acudimos a San Agustín, nos encontramos con que Dios es 'intimius intimo meo', más íntimo que mi propia intimidad. Y si nos vamos al Salmo 139 leeremos:


¿Adónde alejarme de Tu espíritu?

¿Adónde huir de Tu presencia?

Si subo al Cielo allí estás Tú;

Si bajo al Sol, allí Te encuentras

Si monto en las alas de la aurora

Y habito en los confines del mar

También allí me guiará Tu Mano

Me sujetará Tu Diestra


"Se ve que ya no se trata de si es posible sin Dios o si es imposible con Dios, es felizmente inevitable" (P. Cabellos Llorente).

 

 

«Por mi patria hablará la razón de la justicia»
 



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jueves, 17 de diciembre de 2009

Lo desechable según Eduardo Galeano

Para Mayores de 40 años

 

Por: Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo

 

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco...

 

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

 

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

 

Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

 

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

 

¡Guardo los vasos desechables!

 

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

 

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

 

¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

 

¡Es más!

 

¡Se compraban para la vida de los que venían después!

 

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.

 

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

 

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

 

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?

 

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?

 

¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

 

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

 

Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

 

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

 

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!  ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!

 

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)  No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

 

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor... Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.

 

Mi cabeza no resiste tanto.

 

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

 

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

 

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

 

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.... ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de

la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

 

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

 

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

 

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

 

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

 

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

 

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

 

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

 

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.



 

«La ley disciplina nuestro cotidiano vivir»

 





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martes, 15 de diciembre de 2009

La ética en el periodismo

 Por: Antero Duks

 

La capacidad de observar, estudiar, comprender y comunicar las leyes que regulan el universo es una característica típica y única de la humanidad.


Entender el funcionamiento del orden que gobierna nuestro planeta y el cosmos permitió a los hombres construir instrumentos y descubrir técnicas que mejoran y prolongan su esperanza de vida.


En este proceso, fue decisiva su capacidad de comunicar sus descubrimientos. Sin comunicación, las civilizaciones no se habrían desarrollado cultural y socialmente.


Los medios de comunicación tienen una influencia cada vez más profunda en los cambios socioculturales de nuestro tiempo.


Juan Pablo II escribió, en el mensaje para la XXX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, de 19 de mayo de 1996: "Los medios de comunicación (prensa, cine, radio, televisión, industria musical, redes informáticas), son el areópago contemporáneo en el que las informaciones se reciben y se transmiten rápidamente a una audiencia universal, y en el que se intercambian ideas, se forjan comportamientos y de hecho se va delineando una nueva cultura".


Es evidente que los medios de comunicación influyen en millones de personas, para bien o para mal. Pueden crear o destruir, informar o servir a intereses particulares.


Una máxima de cierto periodismo americano decía: "No permitas que la verdad te estropee una buena noticia". Es el cinismo llevado al extremo de contar historias mirando sólo los índices de audiencia y los ingresos publicitarios.


El periodismo está dejando de ser una profesión ética para convertirse en un mercado. Sin embargo, los principios éticos del periodismo están muy claros en todos los códigos deontológicos de la profesión. Muchos de estos principios son convergentes con los valores del cristianismo.


Una información veraz, honesta, contrastada, que respeta a los indefensos, a los menores, que es voz de los sin voz, que defiende la justicia y, sin pretenderlo directamente, con su buen decir y hacer, promueve la paz, el entendimiento y el diálogo, es ética, en contraste con aquella que sólo pretende el lucro a toda costa, incitando los instintos más primarios del ser humano o explotando la desinformación.

 


«El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»

La conversión de Stalin y unos cuantos más

 

Por: Jorge Enrique Mújica

Diciembre / 2009

  

Todo parecería indicarnos que la fe ya es cosa del pasado, una "superstición" superada. Nos invaden con películas y propaganda anticristiana –por no hablar propiamente de la persecución real contra los cristianos que mueren a diario a causa de su fe–, y además estigmatizan a los que creen: es decir, no es que haya precisamente un ambiente que propicie las conversiones. Y al catolicismo menos.

 

Pero los testimonios y los hechos dicen mucho y significan más. Son actuales, de hombres y mujeres que se encontraron con Cristo o, por mejor decir, que Cristo les encontró. Su vida ahora ya no es igual y a pesar del contexto hostil contra el cristianismo en general, y el catolicismo en particular, son felices porque son parte de la Iglesia que Jesucristo fundó.

 

Para convertirse no importan las edades

 

"Decidí bautizarme tras leer la Biblia". Y lo hizo con 90 años cumplidos, en la iglesia de la Santísima Trinidad de Kariobangi, en Nairobi, el pasado mes de  mayo de 2009. Se llama Kimani Ng´ang´a Maruge –ahora Stephen, después de su bautismo– y fue el escolar más viejo del mundo, pues hace cinco años, cuando tenía 85, se inscribió en la escuela para aprender a leer y escribir. De hecho, quedó registrado en el libro Guinnes de los récords, al grado de que era compañero de clases de dos de sus 35 nietos.

 

Malika El-Hazzini es más joven que don Stephen, pero coinciden en esa experiencia de encuentro con Cristo. De origen marroquí y modelo de profesión, Malika se casó en 2004 con el vicepresidente del club de futbol Milán, Adriano Galliani. Vive en Italia.

 

A raíz del nacimiento de su hija, fruto de una relación anterior, su itinerario espiritual siguió un derrotero preciso: "La primera vez que entré en una iglesia, nada más nacer mi hija, me quedé extasiada al escuchar los cánticos y las oraciones que alababan el amor y la ayuda al prójimo. Soy una persona extremadamente sensible. Amo a las personas, las cosas bellas y el arte. Me gusta compartir mis sentimientos. Creo en el amor y Jesús es amor", afirmó Malika.

 

A los ocho años bautizó a su hija porque la misma niña lo pidió. En declaraciones al diario italiano "Il Corriere della Sera", Malika cuenta que desde "hace muchos años voy a misa, conozco las oraciones y colaboro con religiosos". Musulmana de nacimiento, comenzó su proceso de conversión para ser acogida formalmente en la Iglesia Católica mediante el bautismo.

 

En este proceso de conversión, la Virgen María desempeñó un papel decisivo: "Desde pequeña me hacía llamar María porque ya tenía mucho afecto a la Virgen", refiere. Y no es casual que concretamente en el santuario mariano de Loreto haya hecho público su proceso de conversión. De hecho ya eligió su nuevo nombre como católica: se llamará María Magdalena.

 

¿Escritores y periodistas? También los hay

 

Podría parecer paradójico, pero también de esas profesiones en donde suele abundar el prejuicio anticristiano y el odio al catolicismo pueden suscitarse conversiones.

 

Alina Reyes es conocida por literatura erótica como "El carnicero", "Satisfacción" o "Detrás de la puerta". Sus padres fueron comunistas y en el comunismo se educó. Pero justo este 2009 declaró que está viviendo un descubrimiento de Dios y del catolicismo.

 

Así lo refleja en sus últimas obras como "A la luz del tiempo", "Salmos de la época actual" y el reciente ensayo "La joven y la Virgen", una composición que nació justamente después de visitar el santuario de Lourdes. "Estoy reescribiéndome por completo", confiesa (cf. "La Razón", 01.07.2009), a la vez que define a Dios como "Aquel que me acompaña desde la infancia, un Dios que me ha tomado de la mano".

 

Patrick Kéchichian se alejó de la fe en la que había nacido. De origen armenio, es periodista y actualmente colabora en el diario católico de mayor impacto en Francia, en "La Croix".

 

Pero en su etapa de alejamiento de la fe católica fue jefe de redacción y crítico literario del suplemente de literatura del diario "Le Monde", "Le Monde des livres". Su conversión, motivada en parte por la lectura de autores franceses-católicos como Claudel, Bernanos, Lubac, Pascal y Francisco de Sales, le llevó a renunciar a su puesto en "Le Monde", donde su fe debía quedar como un asunto privado, cosa a la que no estaba dispuesto.

 

"Cuando se acepta la totalidad del dogma, ante nuestros pasos se abre una multiplicidad de caminos posibles (…) La fe no es ni puede ser un asunto privado", dice, en declaraciones recogidas por el diario "La Razón" (cf. 29.10.2009).

 

El caso de la hija de Stalin

 

Pero quizá uno de las conversiones más impresionantes es la de Svetlana Stalin. Hija del dictador y genocida comunista, Svetlana nació y creció en una sociedad atea.

 

Escritora de profesión, pasó los primeros 36 años de su vida en la Rusia atea, viviendo en un hogar de ateos militantes. Pero los ejemplos de fe de su abuela paterna, que era campesina, doña Ekaterina Djugashvili, y de su abuela materna, doña Olga Allilouieva, de quien escuchó hablar de Dios por vez primera, dejaron una semilla e inquietud dentro de Svetlana.

 

Cuando a los 18 años un hijo de Svetlana enfermó de gravedad, ella se refugió de modo natural y espontáneo en Dios: "No conocía ninguna oración, ni el "Padrenuestro". Pero Dios, que es bueno, no podía dejar de escucharme. Me escuchó. Después de la curación, un sentimiento intenso de la presencia de Dios me invadió".

 

Pasó poco tiempo y llegó el bautismo en la fe ortodoxa, concretamente el 20 de mayo de 1962. Se casó y se mudó a EU, donde sufrió un dolor muy grande a raíz de su separación conyugal.

La cercanía de un sacerdote italiano que ejercía su ministerio en Pennsylvania, el apoyo que desde 1976 encontró por parte de una familia católica (Rose y Michael Ginciracusa), que le conmovió profundamente, la lectura de literatura católica y el contacto con católicos, la llevaron a ingresar en la Iglesia Católica un 13 de diciembre de 1982.

 

"Los años desde mi conversión han sido plenos de felicidad. La Eucaristía se ha hecho para mí, viva y necesaria. El sacramento de la reconciliación con Dios a quien ofendemos, abandonamos y traicionamos cada día, el sentido de culpa y de tristeza que entonces nos invade: todo esto hace que sea necesario recibirlo con frecuencia", afirma Svletana.

 

Y hablando de la Virgen María dice: "…fui llevada a los brazos de la Virgen María a quien no tenía costumbre de invocar, teniendo la idea de que esta devoción era cosa de campesinos iletrados, como mi abuela Georgiana, que no tenía otra persona a quién dirigirse. Me desengañé cuando me encontré sola y sin sustento. ¿Quién otro podía ser mi abogado sino la madre de Jesús? Imprevistamente, ella se me hizo cercana" (cf. ReligionenLibertad.com, 05.09.2009).

 

 

No menos impresionante es la historia de Fabio Quartulli, hoy sacerdote de la prelatura del Opus Dei. ¿Por qué? Fue militante marxista: a los 15 años ya había leído "El Manifiesto" y parte de "El Capital", de Carlos Marx, y estaba adscrito a las juventudes comunistas. De la Iglesia pensaba que "su mensaje era bueno, pero que no lo cumplía".

 

Dios le salió al paso cuando tenía 19 años: un supernumerario del Opus Dei le invitó a su casa, pues había perdido el tren y el próximo salía al día siguiente. En esa casa leyó un folleto titulado "Por qué y cómo confesarse": "Desde ese día recibo el sacramento de la confesión cada 15 días",

declaró a la revista  francesa "Il est vivant!", No tardó mucho en ser admitido como numerario y ser ordenado sacerdote en 2007: "En el cristianismo descubrí la atención a cada persona".

 

Reversiones: catedráticos, actores, cantantes…

 

También los hay que después de un periodo de alejamiento vuelven a la fe de cuando eran niños.

"Yo perdí la moral y al perder la moral se pierde la fe. (…). Cuando ya has perdido la moral y vives libertinamente, dejándote llevar de todas tus pasiones, entonces ya no te interesa que Dios exista para que no te reproche nada; entonces caes en el agnosticismo o el ateísmo. Porque cuando no se es capaz de vivir como se piensa, como se cree, se termina justificando cómo vives". Son palabras de Vicente González, catedrático emérito en Vizcaya, España, quien perdió la fe cuando estudiaba la universidad.

 

¿Y cómo sucedió la salida de ese mundo de hedonismo donde sólo contaba el placer? Leyendo al filósofo Henry Bergson, concretamente una frase del intelectual francés que decía: "vosotros los españoles tenéis en la mística la más alta filosofía. Vuestros grandes místicos como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz han conseguido de un salto lo que nosotros los filósofos no somos capaces de conseguir". Tomó el libro autobiográfico de Teresa de Jesús y lo leyó entre sollozos y lágrimas. Y entonces comenzó su conversión, también a los 40 años.

 

Gerard Depardieu es un conocidísimo actor francés que desde su juventud ha tenido muy presente la jaculatoria "¡Señor Jesús, ten piedad de mí". Nacido en una familia pobre y numerosa, fue bautizado pero vivió sin practicar. Cuando al final de su adolescencia dejó su tierra natal, se sabía cargado de espiritualidad, de una espiritualidad que ha tratado de ir escuchando y transmitiendo a lo largo de su vida.

 

Después del éxito de la película "El guardaespaldas", la vida de Whitney Houston no fue la misma. Su fama llegó a donde no se imaginó y con ella la adicción a la drogas. ¿Cómo salió de ahí al grado de lanzar al fin un nuevo material discográfico este 2009? Gracias a la fuerza de Dios, como ella misma reconoció en el programa de Oprah Winfrey, el pasado mes de septiembre de 2009.

Cuando viene la tentación de la recaída, ¿qué hace? "Me lleva un minuto olvidarme de eso, rezo y se va".

 

Otro famoso, aunque éste fotógrafo, que redescubrió la importancia de Cristo en su vida es Michael Belk. Fotógrafo de publicaciones como "Vogue", "Elle" o "Vanity Fair", decidió reflejar este redescubrimiento de Cristo en un proyecto fotográfico titulado "Journeys with the Messiah".

 

Dejarse conquistar por Cristo conduce a conquistar a más para Él, incluso olvidándose de uno mismo. Es lo que le pasó a Joaquín Zuazo, actual misionero laico en Burundi y a quien le correspondió organizar la boda de los príncipes de Asturias, hace varios años.

 

Después de una vida de juergas nocturnas y un poco de drogas, experimentó una conversión en 2005. Una conversión que le llevaría del mundo materialista y hedonista, de la pompa y lo fastuoso, a uno de entrega generosa en Bujumbura, la capital de Burundi. Es ahí donde actualmente impulsa la Fundación María Ayuda (se puede conocer más acerca de su trabajo en http://unvoluntarioenburundi.blogspot.com).

 

 

Todas historias son reales y de personas verdaderas. Sus vidas nos dejan ver que la acción de Dios en las almas, incluso en pleno siglo XXI, son una constante. Aunque la fe cristiana en general, y católica en particular, desde una perspectiva humana, esté a la baja.

 

 
«El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»