domingo, 15 de marzo de 2009

La hermana piedra en el camino

Enrique Galván-Duque Tamborrel

Angeliquita, hija mía adorada, siempre que se nos presenta un problema, los seres humanos acostumbramos decir, en forma despectiva y molesta, que se nos atravesó una piedra en el camino. Me he preguntado varias veces ¿por qué tenemos que pensar mal de un pedazo de la tierra que nos vio nacer y en donde finalmente reposarán nuestros restos mortales? Entonces pensé escribir algo para esa piedra que mal tratamos, y como en esa eternidad que la acerca al creador está tu imagen pura e inocente, escribí pensando en ti, tú que estás muy cerca de Dios., a ti te lo dedico.

… Y tan humildemente caída en el sendero,
hermanita del polvo y de la brisa nueva
(elegante hermanita de cabecita loca,
adornada de ruidos y de tirabuzones)
ves la senda que corre adelante y atrás,
serpenteando su baile.

¡Y tú quieta en el polvo,
con tus ojos sencillos que se apagan de buenos!
¡Y tú quieta en el polvo, transida de parálisis!

¿Qué pensarás, sencilla, o quizás torturada
por la ortiga humillante de un deseo de pies?
¿Qué pensarás hermana?

Yo iré hasta tu camino perdido entre los prados,
y para recogerte me pondré de rodillas.
Mi hermanita mayor de hace siglos y siglos.
Porque naciste invalida, yo te quiero querer.
Porque naciste buena.

Octubre / 2004

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