jueves, 12 de marzo de 2009

El acontecer mundial

Por: Antero Duks
“La esperanza es la espera fruta de grandes
corazones y muy fecunda en aciertos.”
Los recientes acontecimientos que se han manifestado en el mundo están generando un ambiente de desesperanza.
En México, el accidente en el que un jet cayó en un lugar céntrico de la cuidad, causando la muerte de personas que transitaban en la calle, así como de funcionarios del gobierno que iban en el avión, entre los que se encontraba el Secretario de Gobernación, hizo que se incrementara mucho la sensación de desesperanza dados todos los acontecimientos.
En la actualidad abundan los comentarios de alerta que reflejan la gran preocupación de muchas personas sobre la crisis económica del mundo y el efecto que está teniendo en los países en vías de desarrollo, entre ellos México.
Ya el Papa Benedicto XVI ha definido esto como una crisis de esperanza. No es para menos perder el trabajo, los ahorros y la capacidad de compra. Y qué decir de los que sienten inseguridad, miedo a la delincuencia, a la guerra, a los enfrentamientos fraticidas de África y del mundo, a las intolerancias religiosas y a la falta de diálogo y de acuerdos por el bien común.
¿De qué nos estamos perdiendo? Nos estamos perdiendo de la oportunidad de ser felices y de convertirnos en agentes de cambio, de esperanza; estamos cayendo en una de las peores actitudes del ser humano que le quitan su libertad… la actitud de dependencia.
En general la gente se siente mal, está detenida y no sabe qué hacer. No se quiere arriesgar, no quiere invertir, y mucho menos hacer más de lo que le toca. Causó tristeza que la última Navidad no pudo comprar los regalos que hubieran querido, e incluso ni vacaciones acostumbradas tuvieron… ¿Qué tanto dependemos de los sucesos? ¿Qué tanto dependemos de la Bolsa de Valores? ¿Qué tanto dependemos del dinero?
Estamos perdiendo la esperanza, ¿pero qué es la esperanza? Es darnos la oportunidad de ver el futuro con una perspectiva en la que estaremos mejor que hoy. El diccionario dice de la esperanza que es “la confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea”. En este sentido, la esperanza depende de cada uno de nosotros en la medida en que tengamos claro qué es lo que deseamos o cómo nos visualizamos en el futuro.
Las preguntas obligadas son: ¿qué es para nosotros estar mejor que hoy?, ¿qué es lo que deseamos? La respuesta es personal; sin embargo, puede ubicarse en el tiempo: el corto, el mediano y el largo plazo.
Si tenemos claro qué queremos lograr en el largo plazo, sabremos qué debemos hacer en el mediano y en el corto plazo, porque todas las cosas que se tienen que hacer hoy irán encaminadas a lo que se quiere lograr mañana.
En este sentido, es muy claro que el día de hoy se tienen que hacer y dejar de hacer muchas cosas para lograr alcanzar la meta futura. El alpinista lo tiene muy claro cuando quiere subir a una montaña, no cualquiera puede subir la montaña más alta sin una preparación previa y sin metas de mediano plazo. En el corto plazo, el alpinista tendrá que exigirse, levantarse temprano, dejar de ir a fiestas, entrenar, subir varias montañas, dejar de comer cierto tipo de comidas.
El resultado será la cima. Seguramente en el transitar del tiempo se presentaron innumerables imponderables, obstáculos que pusieron en peligro la consecución de la meta. Ya sobre la montaña seguramente se podrán encontrar nubarrones, ventarrones y mal clima. Sin embargo, cuando en la cabeza se tiene la meta, llegar a al cumbre, todas esos obstáculos podrán detener un poco el tránsito, pero nunca el sueño y el intento constante de lograr la meta.
Frente a los obstáculos, la solución no es lamentarse, ni sentarse y ponerse a llorar. Hay que buscar y encontrar soluciones de forma creativa, rutas a seguir que siempre habrá. Tal vez haya que enfrenarse y quizás retroceder un poco, pero nunca perder de vista la meta.
La vida es igual, la certeza de llegar a la cima es la esperanza, que al mismo tiempo es nuestro deseo y objetivo. La certeza dependerá mucho de la forma en que se proceda para llagar a la meta.
Mientras más lejos esté la meta, ésta será más relevante; mientras más trascendente, más lejana. En este sentido, la meta que todo ser humano tiene es ser feliz, ser útil a nuestra comunidad y trascender.
Hoy que vivimos signos de desesperanza, debemos preguntarnos: ¿cuál es nuestra meta?, ¿el tener más?, ¿el ser mejor?, ¿trascender?
En el contexto de la crisis en la que está inmerso el mundo, que no es más que un nubarrón, cada quien asumirá el momento con la mayor o menor garra y creatividad con la que aprecie esa meta. Si la meta está en el tener más, es claro que estos tiempos, en lugar de ser tiempos de oportunidad, serán de amargura y tristeza.
Si la meta está en trascender, estos tiempos son de gran oportunidad…
Suave esperanza, derrama sobre mí tu etéreo bálsamo y tus alas de plata sobre mi frente agita.

Y… dime: ¿tú dónde tienes tu esperanza?

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