domingo, 15 de agosto de 2010

¿Una sociedad de ancianos?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2008

Eurostat, la oficina de estadística de la Unión Europea, dio a conocer un informe en el que se destaca que debido a la poca natalidad en esta región, para el año 2015 las muertes superarán a los nacimientos; y para el año 2060, por cada anciano de más de 65 años habrá sólo dos personas en edad laboral.

La BBC informaba que este crítico invierno demográfico es el resultado de la caída de la tasa de natalidad y el incremento de los abortos en muchos de los países de la Unión Europea y hará que, pese a la inmigración, la población en esta parte del planeta comience a decrecer desde el año 2035 en adelante.

¿No les parece que esto es el fruto maduro de la aplicación de la cultura de la muerte, y el fin al que lleva una dictadura relativista? ¡Pobre Europa! El continente que ha movido el mundo, convertido en una sociedad de ancianos. Dicho esto último como menosprecio a los ancianos, no, estos son y serán siempre venerables, sino en cuanto a que la producción de la riqueza material corre siempre a cargo de de los jóvenes, guiados por la gente madura. O sea: la Primera Edad, guiada por la Segunda Edad para asegurar una Tercera Edad con medios suficientes para sustentar un final de vida con calidad.

Pero qué se siga dándole vuelo a la hilacha y daremos al traste con todo lo que tenemos y qué tanto nos ha costado. Aborto, degradación y disolución de la familia, educación deficiente, aspectos que llevan por necesidad al incremento de la delincuencia y a la degradación total de la sociedad.

Lo lamentable y a todas luces muy triste es que la sociedad mexicana se mantiene pasiva ante ese verdaderamente serios peligro. La pregunta que nos hacemos los viejos de hoy: ¿Qué pasará con el mundo? ¿Qué será de nuestra Patria?



Una historia de la vida real


 Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Noviembre / 2007

 

El próximo viernes, 31 de octubre, en el "Aston Villa Leisure Centre" de Birmingham, West Midlands, Reino Unido, el jornalero británico Peter Buckley, considerado por muchos como "el peor boxeador activo de la actualidad", estará colgando los guantes, después de una carrera de 19 años y 299 peleas en el boxeo profesional, cuando se mida ante su compatriota Matin Mohammed, en un combate pactando a cuatro asaltos.

En una carrera que comenzó el 10 de octubre de 1989, Buckley, de 39 años de edad, acumulo un record en el boxeo profesional de 31-256-12 (8 KOs). Si, leyó bien, 31 victorias, 256 derrotas, 12 empates y 8 de esas victorias por la vía del nocaut. En ese trayecto, Buckley ha perdido frente a cuarenta y dos futuros campeones mundiales, europeos, británicos y de la Commonwealth.

Peter Buckley quizás ha perdido más peleas que cualquier otro púgil en la historia del boxeo, después de haber boxeado 1680 asaltos. El británico esta obstinado en lograr su pelea #300 y asegura que será su última pelea. "Mis amigos dicen que no me podré retirar, que me ofrecerán pelear más adelante y diré que sí", declaro Buckley recientemente en una entrevista con los medios locales. "Tenía puesto el ojo en la número 300. Es un hito que quiero lograr, pero no seguiré peleando. Y esta vez va en serio." La comisión de boxeo local ha obligado a Buckley a pasar por varias pruebas médicas, antes de sus combates, pero siempre la supero. El británico amerita su buena salud y condición a que siempre se mantuvo cerca del gimnasio, en espera de una nueva oportunidad en el ring. "Me paso todo el tiempo en el gimnasio, así que si me invitan a boxear con sólo dos horas de antelación, digo que sí…El boxeo me ha dado buenas vacaciones, una casa, un coche y mi mujer y mi hija viven bien. Pero no he boxeado por dinero. El boxeo me evitó ir a la cárcel. El boxeo me sirvió para respetar a los demás y para respetarme a mí mismo," sentencio Buckley.                                                                                                                                    

 


 



Si pudiese ver mi alma...



Por:
Querien Vangal

diciembre / 2008

 

Si Dios me concediese ver mi alma tal cual es, quizá sentiría una pena profunda al descubrirla tan llena de egoísmo, de maldad, de pecados. Quizá me dominaría un sentimiento de terror ante tanta oscuridad, tanta miseria, tantas cobardías.

Pero si Dios me concediera ver mi alma plenamente, en toda su pobreza y en toda su riqueza, descubriría también que está envuelta por un Amor inmenso, misericordioso, magnífico. Vería con claridad que Dios me ama.

Me ama, porque me ha creado. Me ama, porque me ha redimido. Me ama, porque conoce que soy débil. Me ama, porque quiere sacarme del pecado. Me ama, porque me ha enseñado el camino del Reino. Me ama entrañablemente, con amor de Padre, y por eso me pide que también yo empiece a amar a mis hermanos.

Debe ser una gracia maravillosa: descubrir que Dios, Amor, está más dentro que lo íntimo de mi alma, y que está por encima de lo más alto de mis pensamientos. Lo decía san Agustín, y podemos experimentarlo cada uno si podemos ver, desde la luz del Espíritu Santo, nuestra propia alma.

Si Dios me concediese ver mi alma tal cual es, le pediría simplemente que me ayudase a fijarme más en su mirada que en mis miserias. Y que me concediese también la gracia de poder susurrar, los días que me queden de vida, a tantos corazones que están a mi lado que también ellos tienen en los cielos un Padre misericordioso que los busca, que los espera, que los ama.

Su mirada sostiene mis pasos. Su amor explica mi vida. Su verdad me enseña el camino. Su misericordia perdona mis pecados. Su justicia me pide acabar con el egoísmo. Su paciencia salva muchas almas y me pide un poco de paciencia y comprensión para ese familiar, ese amigo, esa persona que me ha hecho tanto daño...

Si Dios me concediese ver mi alma...



 


viernes, 13 de agosto de 2010

Se terminó la época del ensayo y error

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel
Diciembre / 2008



Los servicios de consultoría no son exclusivos de las empresas trasnacionales, hoy en día, es importante que tanto pequeños y medianos negocios se acerquen a un Coaching y hagan de él su consejero de cabecera, sobre todo en el aspecto de la selección y capacitación de su capital humano.

"La consultoría es un proceso en el cual intervienen especialistas encargados de hacer un diagnóstico de lo que ocurre en una empresa. A partir de ese estudio, proponen soluciones a seguir para que ésta maneje correctamente su capital humano", señala Martha Novelo, socia consultora de la firma Coaching and Consulting México.

Egresada de la Universidad Iberoamericana y Coaching certificada, Novelo comenta que es de vital importancia que las Pymes paguen el servicio de consultoría, ya que desde su perspectiva la mayoría de las pequeñas y medianas empresas aún trabajan bajo el esquema de "ensayo y error": "Las Pymes no han terminado de definir una estructura que les permita optimizar sus procesos. Comúnmente hacen las cosas bajo el esquema "ensayo y error", lo que les impide identificar el talento humano que poseen", señala.

A lo que agrega, "deben identificar el talento de sus empleados, a fin de sacar el mayor provecho de su conocimiento, aptitudes y habilidades. Sólo así, incrementarán su rendimiento y, sobre todo, serán más competitivas".

10 consejos de la consultaría de capital humano

Para que las Pymes logren aprovechar y potenciar al máximo a su personal, Novelo recomienda que apliquen los siguientes pasos:

1) Identifiquen cuál es su visión y misión como empresa. De lo contrario podrían darle al público interno y externo un mensaje equivocado.

2) Definan quiénes son y quiénes quieren ser dentro del mercado.

3) A partir del punto anterior, concreten el tipo de personal que desean tener y la imagen que van a proyectar: el capital humano es para fundamental del triunfo de una Pymes.

4) Desarrollen un proceso de selección eficiente con la ayuda de profesionales y dejando de lado los "amiguismos".

5) Las cabezas de cada equipo deben predicar con el ejemplo.

6) En el caso de las empresa familiares eviten perder de vista que lo principal es el negocio. Los empleados suelen desmotivarse cuando se mezclan los problemas personales en los asuntos laborales.

7) Creen vínculos de convivencia y procuren mantener una comunicación abierta, sólo así, evitarán los malos entendidos.

8) Hagan juntas mensuales para informar la situación real de la empresa; tomen en cuenta al empleado.

9) El aumento de salarios es un factor motivante; sin embargo, cuando la empresa no puede realizar un reajuste de salarios, es fundamental que le den seguridad al trabajador por medio de un contrato que le garantice que su empleo es formal y sus pagos los recibirá puntualmente.

10) Brinden un trato amable al trabajador, él necesita sentirse reconocido y valorado por la labor que realiza.

Decálogo para emprendedores

Con un posgrado en Recursos Humanos por el ITAM, Martha Novelo señala las palabras estratégicas que deben aplicar los directores de Pymes para conseguir optimizar el rendimiento laboral de su personal: "No son los 10 mandamientos, sin embargo, son 10 términos clave que deben permanecer día y noche en el vocabulario de toda empresa, ya sea pequeña, mediana o grande. Tomarlos en cuenta, puede ayudar a los empresarios a conseguir sus metas de una manera más eficiente y ordenada", aconseja Novelo.

1) Escuchar

2) Visión

3) Sensibilidad

4) Entusiasmo

5) Complicidad

6) Alianza

7) Gratitud

8) Creatividad

9) Ambición

10) Organización

Como toda buen Coaching, Martha no se puede ir sin dejarle un mensaje a los emprendedores: "Las Pymes deben saber que para todo hay expertos. Es importante que se abran a recibir asesoría que les permita generar cadenas de acciones que incrementen el rendimiento de su personal y, por lo tanto, la fortaleza de su negocio, franquicia o empresa".


Un gran don de Dios: ser abuelo

Por: Querien Vangal

Noviembre / 2007


El día 28 de agosto se celebró el «Día del Abuelo». El INAPAM, responsable nacional de los adultos mayores, ha sintetizado en dos frases el hondo sentido que este año se le ha querido dar: «Acércate a ellos» y «Haz que este día sea muy especial para ellos». En realidad son dos lemas que se complementan mutuamente.

En algunas diócesis hay algunas parroquias que celebran esta fiesta, aunque lo hagan en otras fechas. En, por ejemplo, a partir de este año, el último día de de agosto en algunas parroquias estuvo dedicado a ellos de modo especial, sin perjuicio de que la parroquia designada corra con la organización y desarrollo de toda la ceremonia. Desde aquí quiero invitar a todos las personas mayores, especialmente a los abuelos, a hacerse presente en este día de, para pedir a por sus nietos y por sus propias necesidades.

Los ancianos han sido siempre punto de referencia en todas las civilizaciones. La cultura y religión judías, por ejemplo, sentía verdadera devoción por ellos. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, la figura de Tobías, el cual, con humildad y valentía se compromete a observar la ley de Dios, a ayudar a los necesitados y a soportar con paciencia la ceguera, hasta que experimenta la intervención sanadora de Dios?

En la cultura griega y romana también eran tenidos en gran consideración. El poeta latino Ovidio escribió: «En un tiempo, había una gran reverencia por la cabeza canosa». Y, siglos antes, el poeta griego Focílides amonestaba: «Respeta el cabello blanco: ten con el anciano sabio la misma consideración que tienes con tu padre».

En el Nuevo Testamento encontramos abundantes testimonios. Por ejemplo, cuando María y José presentan al Niño en el Templo de Jerusalén, se encuentran con el anciano Simeón, que proclama a Jesús como «el Mesías», que él había esperado durante tanto tiempo. Junto a él, la profetisa Ana, anciana de ochenta y cuatro años, se puso a alabar a Dios y hablaba a todos del Salvador. Anciano era también Nicodemo, miembro notable del Sanedrín, que visita a Jesús de noche, pero da la cara en el momento de su muerte.

Actualmente, en algunos pueblos la ancianidad sigue siendo tenida en gran estima y aprecio; en otros, en cambio, lo es en mucho menor grado, debido sobre todo a una concepción utilitarista y productiva. A causa de esta actitud, la tercera o cuarta edad son frecuentemente infravaloradas y hasta despreciadas, juzgando que su existencia ya no es útil y proponiendo incluso la eutanasia.

Pienso que entre nosotros, aunque existen personas que tienen esta mentalidad utilitarista y materialista, son mucho más numerosos los casos en los que los abuelos son tratados con respeto, amor y -en no pocas ocasiones- verdadero mimo. De todos modos, es urgente recuperar una adecuada perspectiva de la vida, descubriendo que la ancianidad tiene una misión que cumplir en el proceso de la progresiva madurez del ser humano en el camino hacia la eternidad.

Además, no se puede olvidar que los ancianos ven los acontecimientos como expertos en sensatez y, por ello, están en condiciones de ofrecer a los jóvenes consejos y enseñanzas preciosas. Su misma precariedad física o psíquica es una llamada y una oportunidad para la solidaridad que une a las diversas generaciones entre sí.

Por último, los ancianos con frecuencia prestan impagables servicios a sus hijos y nietos, cuidando de los niños, llevándolos al colegio, dándoles de comer, educándoles en las virtudes humanas y cristianas, dando por segunda vez los mimos y castigos que dieron a sus hijos. Realmente, el aprecio, amor y reverencia hacia nuestros mayores no es sólo un deber de justicia sino una garantía de humanidad. Que el Día del Abuelo sea, por tanto, un día para acercarnos a ellos con más cariño y un día que deseamos sea muy especial para ellos. 

 



Un caso patético

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Noviembre / 2007

 

 

Luisa es una joven mujer, tiene actualmente 35 años, sin embargo aparenta tener más de 45.  Vivió un caso verdaderamente patético que casi terminó con su vida, el remordimiento le ha socavado la mente.

Relato una historia dramática, provocada por un aborto inducido:

"Tengo 35 años y hace cinco que asesiné a mi hijo en un changarro abortista. Mi historia es dolorosa. Todo pasó cuando conocí a mi novio y quedé embarazada. No tenía medios económicos.

 "Con alegría fui a contarle a mi madre que estaba encinta. A partir de ese momento empezó mi pesadilla y mi calvario. Mi alegría pasó a una tristeza profunda, nerviosismo y angustiosa desesperación.

"Mi novio me dijo: tienes que abortar. Comencé a llorar desesperada, quería a mi hijo, lo sentía ya dentro de mí y no quería abortar. Llegué al cuchitril. Quería salir corriendo pero no podía, estaba paralizada, mis verdugos estaban a mí alrededor. Quería proteger a mi hijo, pero nadie me ayudaba.

"Vomité tres veces. Un médico me llamó para que entrara a la sala. Ya sentía a mi hijo, le latía el corazón. Eso de que los niños no sienten y que no es un ser vivo, es todo mentira.

"La habitación estaba húmeda y hacía frío, todo era muy tétrico, se olía a muerte en cada rincón del chamizo. Entré en la sala para que asesinaran a mi hijo y me temblaban las piernas y me desmayé. Me ataron al potro con correas.

"Desperté llorando, estaba vacía. No sentía a mi hijo. Lo habían matado. Me sentía sucia y una mala persona. Después de abortar sentí que aquello era mi muerte, estando viva.

"Perdí 15 kilos, empecé a beber y todos los días lloraba por la muerte de mi pequeño. Ahora tomo antidepresivos y estoy acudiendo a unas sesiones de atención psicológica en AVA. Si no fuera por su ayuda me habría quitado la vida, que se acabó el día que maté a mi hijo. El aborto me destrozó la vida".

Cuantos hechos similares, o peores, suceden a diario a lo largo y ancho de México, qui la sa, el caso es que en verdad que los legisladores que propusieron y aprobaron la despenalización del aborto no tuvieron, ni tienen, una pizca de conciencia humana.

 



¿Será que sólo con reformas habrá crecimiento?

 

Por: Antero Duks

Diciembre / 2008

 

 Un mayor crecimiento económico repercute, como cualquier economista lo sabe, en un mayor bienestar para la población; sin embargo, no basta desearlo para lograrlo. Son necesarias una serie de condiciones que, más allá de ideologías y partidos, se deben alcanzar.

La desaceleración de la economía estadounidense ha reducido el crecimiento en casi todos los países subdesarrollados. No obstante, China, a pesar del estancamiento de Estados Unidos, creció en 2007 a niveles superiores al 11 por ciento; Chile, 5.9; y Brasil, 4.4, mientras México sólo un 3.2 por ciento. ¿Por qué?

La causa fundamental es que no hemos generado la suficiente inversión privada, pública y extranjera para sostener mayores niveles de crecimiento. El requisito indispensable para crecer más es una mayor inversión, y ésta no puede lograrse mientras exista la imposibilidad de dotar a México de una infraestructura jurídica más competitiva.

Más allá de revanchismos políticos y posturas ideológicas, son necesarias reformas en el aspecto laboral, fiscal y energético que nos permitan ser más productivos y competitivos internacionalmente.

En muchos países los partidos de izquierda, de centro y de derecha, como los casos de Chile o Brasil, discuten sobre programas gubernamentales, pero están de acuerdo sobre la constante modernización del entorno jurídico para incentivar mayores inversiones nacionales y atraer a los extranjeros.

El año pasado, por primera vez y a pesar de nuestra cercanía con Estados Unidos y el Tratado de Libre Comercio, Brasil nos superó en inversión extranjera. La causa: las reformas que en México todavía bloquea la izquierda ya se hicieron en Brasil por gobiernos izquierdistas.

Es una incongruencia que, por un lado, personajes y partidos políticos que se dicen de izquierda se opongan a la modernización de la legislación energética, laboral y fiscal, y por otro, pidan o exijan mayores crecimientos económicos.

El Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo (PRONAFIDE), recientemente anunciado, deja claro que para lograr crecimientos mayores al 5 por ciento es necesario aprobar, entre otras, la tan vapuleada por la oposición radical, reforma energética.

Lo extraño de esto es que en los foros, mesas de análisis, en los medios, y en fin en todos los lugares en donde "los expertos" hablan de este asunto nadie hace referencia que con el alto porcentaje de gente que holgazanea, estorba y/o impide el desarrollo sustentable del país. 

Los que se dedican a marchar, escandalizar y bloquear, además de que no producen nada,  por el contrario, le cuestan al país; y que además impiden a otros que trabajen, son los verdaderos responsables, no sólo del estancamiento del país, sino de su retroceso.  Seamos honestos y no le andemos buscando culpas en donde no las hay. 

Que las reformas son importantes, sí, pero de que servirán si seguimos siendo un pueblo en donde en donde el trabajo y producción nos importen un bledo, seguimos pensando que la Virgencita de Guadalupe va a hacer que nos llueva riqueza del cielo.  Cuando se aprobaron las reformas de PEMEX escribí, y lo sigo sosteniendo, de nada servirán mientras siga el dominio inexplicable de los líderes corruptos del Sindicato Único de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, que han sido, son y seguirán siendo, mientras el Poder Legislativo lo siga permitiendo, amos y señores de la industria petrolera de nuestro sufrido país.



Tras la liberación de Betancourt, ¿qué?

 
Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2008

Participó en los diálogos de paz entre el gobierno y a guerrilla en Colombia durante el gobierno de Andrés Pastrana, entre 1999 y 2002. Fue alcalde de Medellín en la época más violenta que tuvo la ciudad (1987 - 1989). Fue congresista entre el 2002 y 2006. A propósito del rescate de 15 secuestrados de parte del Ejército, entre quienes se encontraba Ingrid Betancourt, Juan Gómez Martínez, embajador de Colombia ante la Santa Sede, habló sobre la situación anterior y actual de Colombia. 

A la pregunta de que ¿cómo se veía el panorama de paz en Colombia antes del rescate de los 15 secuestrados?

Juan Gómez respondió:

-- "Se esperaba un arreglo entre Gobierno y la guerrilla. Había una intención de parte del Gobierno y los países amigos. La propuesta de ambas partes era cierta pero la Guerrilla la rechazó. El Ejército preparó muy bien su operativo del pasado 2 de julio. La sorpresa fue tal que cambió la mentalidad de los colombianos. Fue muy bien manejado, totalmente secreto, sin interferencias. Muchos se oponían a un rescate porque lo relacionaban con el uso de las armas. Pero el Ejército tenía que actuar" 

--¿Cuál ha sido el papel de la Iglesia en los acercamientos que ha tenido el Gobierno con los grupos armados ilegales con la intención de buscar la paz?

--Juan Gómez: En los diálogos de paz entre el gobierno y los grupos armados ilegales, hubo una mediación de la Iglesia liderada por el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, arzobispo de Medellín. Yo hice parte del comité temático. Monseñor Luis Augusto Castro, era en ese entonces el obispo de San Vicente del Caguán, (que en ese tiempo operaba como la zona de despeje) y trabajó mucho en el tema de los acuerdos de paz con la guerrilla.

Nosotros estábamos convencidos de que ellos tenían buenas intenciones, de 13 encuentros que se habían planeado terminamos en 26. Lamentablemente, de lo que recogimos ahí no quedó nada. Ellos trataban los temas con aparente seriedad, pero nos engañaron. Luego, en el año 2006, la Conferencia Episcopal Colombiana propuso crear una zona de encuentro para sentarse a conversar con los actores armados. Es una propuesta lógica que aceptó el Gobierno porque es una conversación en igualdad de condiciones.

--¿Qué cree que ocurrirá con quienes permanecen secuestrados en Colombia?

--Juan Gómez: Es imposible repetir un operativo como éste. El Gobierno está buscando otro sistema. El Ejército no puede bajar la guardia, debe trabajar para rescatarlos, para llegar a un acuerdo. La comunidad tiene que seguir insistiendo en que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejen las armas y el narcotráfico. Entre todos debemos buscar un arreglo.

--En sus primeras declaraciones Ingrid Betancourt dio gracias "a Dios y a la Virgen" por su rescate. ¿Qué piensa de las raíces católicas de Colombia?

--Juan Gómez: Supongo que durante su secuestro Ingrid meditó y recordó sus raíces católicas porque su papá Gabriel Betancourt, quien murió cuando ella estaba en cautiverio, era profundamente católico. Él era un ejemplo de fe muy grande. 

--¿Cómo ve ahora el panorama de paz en Colombia?

--Juan Gómez: Siempre he sido muy optimista a pesar de lo que hemos sufrido. Colombia es un país tan grande, rico, con un pueblo tan bueno que tiene que recuperar su esperanza. Es un pueblo de convicciones que ha dejado de lado pero que debe recuperar. La fe católica es una de ellas, hay la esperanza y ahora un futuro despejado. En ese sentido creo que va a seguir siendo una fortaleza para América Latina. Sino fuera por al violencia estaría muy lejos en todos los aspectos.  

 



Ver para creer

Por: Querien Vangal

Noviembre / 2007

 "Nos importa la unidad de nuestro pueblo",
Warduni

El pasado mes de septiembre, el cardenal Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos, con sede en Bagdad, mantuvo un encuentro con el líder del Consejo Supremo Islámico Iraquí (SIIC), Abdul Aziz Al Hakim. El SIIC es el partido chií (Chiíta) con más representantes en el Parlamento.

El cardenal Delly reconoció "los esfuerzos del gobierno de Bagdad para promover la seguridad y la estabilidad, así como la unidad entre todos los iraquíes". Por su parte, el líder del SIIC recordó "los históricos lazos que el país tiene con la comunidad cristiana".

Por otro lado, monseñor Shleimun Warduni, patriarca vicario de la Iglesia caldea, afirmó en declaraciones al órgano de información de los católicos iraquíes Baghdadhope, que en su parroquia de la Virgen María de Palestina, se celebró en estos días una cena en la que estuvieron presentes unas 50 personas entre musulmanes y cristianos.

"Éramos cristianos, musulmanes, árabes, kurdos", relató. "Estaba el Sayyd Jassim al-Jazairi de la mezquita cercana, un representante de la oficina del Gobierno para los asuntos de los no musulmanes, y muchos representantes de las familias que viven en la zona".

Estos encuentros, añadió monseñor Warduni, "son menos raros de lo que se piensa. Nuestras relaciones con el resto de miembros del país que quieren el diálogo son buenos", añadió.

"Ciertamente, nos importa la unidad de nuestro pueblo. Los iraquíes comparten el amor por el único Dios y Dios es amor en los corazones, amor que debe llevarnos al acuerdo".

A pesar de las dificultades que atraviesan los cristianos en Irak, afirma el prelado, "el entendimiento entre todos es de importancia primordial para que nuestro amado país pueda reencontrar la paz y su justo lugar en el mundo", añadió.

"Lo hacemos como hijos de este país, cristianos que lo han habitado desde tiempos remotísimos, y que aún ahora, a pesar de la emigración, viven en él y quieren continuar haciéndolo", concluyó.

 



Se alquila útero, objeto embarazo

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2008

 
En los últimos tiempos, la mejor garantía para que una estrella acapare portadas, es tener gemelos. Tras los gemelos de Jennifer López y Marc Anthony, han llegado los de Brad Pitt y Angelina Jolie, quienes eran ya famosos antes de nacer. Jolie nos fue preparando luciendo su embarazo por toda fiesta y festival que se precie.

Sin embargo, ha sido Ricky Martin quien ha dado el campanazo, al anunciar por sorpresa que se ha convertido en "padre de hermosos gemelos", y que va a dejar la vida loca por un tiempo para dedicarse a criarlos.

Lo novedoso de los gemelos del astro de la canción latina es que no se sabe de qué útero han salido. Las fotos muestran a Ricky Martin jubiloso con un hijo en cada brazo, pero solo. La oficina de prensa del cantante se ha limitado a decir que "nacieron vía método de subrogación gestacional".

No hay modo más directo de normalizar una práctica antes mal vista, que buscarle un nuevo nombre tan aséptico como sea posible. Antes se llamaba a esto "madre de alquiler" o "útero de alquiler", pero es demasiado crudo, evoca el dinero y hasta puede dar argumentos de telenovela latinoamericana. Así que llamémoslo "subrogación gestacional", que suena tan neutro como "nacidos por cesárea".

Hay que suponer que Ricky Martin considera que se basta él solo para criar y educar a sus hijos. Después de todo, la Ricky Martin Foundation que preside, se dedica a abogar por los derechos y el bienestar de los niños. En su Web un lema nos recuerda que: "Todo niño tiene derecho a jugar, a reír, a aprender el ABC, y a ser saludable".

Pero parece que en la nueva concepción de familia alternativa, los niños han perdido un derecho que antes no se discutía: el derecho a tener un padre y una madre.

En la declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la ONU en 1959, se lee en el principio número 6 que el niño "siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y (...), salvo circunstancias excepcionales, no deberá separarse al niño de corta edad de su madre".

Siempre ha habido niños que, por fatalidad o abandono, no han podido contar con sus dos padres; pero lo nuevo del fenómeno actual es la normalización de "huérfanos de encargo" para satisfacer las ansias de maternidad o de paternidad de un adulto.

Sin duda, quien toma esa decisión piensa que con el amor que tiene a ese niño lo va a criar perfectamente y sin que nada le falte. Pero el cariño no suple la ausencia objetiva de uno de los progenitores.

En estos casos de procreación artificial en solitario, un adulto decide que su hijo no necesita una madre o un padre. Pero, ¿qué pensaríamos de unos padres que decidieran que su hijo no necesita amigos, porque ya están ellos para darle apoyo, cariño y compañía?

No deja de ser curioso que se intente "normalizar" la maternidad de alquiler en un momento en que la ciencia está comprendiendo mejor que "el embarazo no consiste sólo en llevar a un bebé; es una experiencia fundamental que modela a los dos protagonistas: la futura madre y el niño en gestación", advierte el ginecólogo francés René Frydman.

"Apenas estamos empezando a descubrir la complejidad y la riqueza de la interacción entre la madre y el bebé en el útero". Pero la "subrogación gestacional" sólo atiende a los deseos del que hace el encargo.



lunes, 9 de agosto de 2010

Saber decir… ¡adiós!


Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2008

 

Cuando hay un dolor profundo, el corazón pesa. Se siente su abatimiento y es como si una enorme losa nos aplastara el pecho. Con esa sensación mortificante y amarga el dolor sube hasta nuestros labios y se convierte en oración:

"Tú lo sabes Señor, lo sabes mejor que nosotros porque Tú conoces a la perfección el corazón de los hombres. Y Tú sabes lo adolorido que está este pobre corazón porque tiene que decir adiós".

Decir adiós es una cosa y saber decir adiós es otra. Decir adiós es abandonarse a ese dolor que tiene sabor a muerte.

Decir adiós es sumergirse en esa profunda pena que nos brota del corazón y se asoma a nuestros ojos convertida en lágrimas.

Decir adiós es quedarse con un hueco en el pecho... es levantar la mano en señal de despedida y darnos cuenta que es el aire, lo único que acarició nuestra piel.

Es volver a casa y ver tantas y tantas cosas del ser amado y junto a esas cosas, un sitio vacío.

Es llorar, desesperarse, vivir en la tristeza de un recuerdo.

¡Decir adiós es tan triste y hay muchos adioses en nuestras vidas! El adiós al ser querido que se nos adelantó, el adiós de las madres a sus hijos en países en guerra, el adiós a quién amamos y se aleja del hogar... el adiós que se le da a la tierra que nos vio nacer...

¿Cómo lograremos saber decir adiós, dónde encontraremos una forma diferente para que este adiós nos sea más soportable?

Para saber decir adiós nos ayudaremos con el recuerdo o más bien con la meditación de cómo debió de ser el adiós entre María y su hijo Jesús. A mí en lo personal me gusta pensar que fue después de una comida. Nada nos dicen los Evangelio de estas escenas, ya que fueron escritos después, bastante tiempo después. Jesús vivió tres años fuera de su hogar dedicado a su misión de predicar.

Solos estaban ya la Madre y el Hijo puesto que ya habían dado el adiós a José tiempo atrás.

Comida de despedida, de miradas llenas de ternura, de silencios cargados de amor más que de frases. La madre solícita y tierna y al mismo tiempo firme y serena. El Hijo empezando a sentir el primer dolor con un adiós para ir al encuentro de la Redención de la Humanidad.

La tarde es calurosa y el camino polvoriento. Por él van un hombre y una mujer. Una madre y un hijo que se despiden, que tienen que decirse adiós...

Y yo creo que María acompañó a Jesús hasta el final del sendero donde el hijo tomaría el camino definitivo. Nada sabemos de lo que hablaron, nada sabemos de lo que se dijeron... pero tuvo que ser un adiós de inconmensurable grandeza y amor. También de dolor. Dolor que se hace incienso y sube hasta el Padre Eterno.

Otra vez en los labios de María el SÍ y en los de Jesús el primer sorbo del amargo cáliz que beberá hasta la última gota. Pero serenos y firmes, llenos de amor el uno por el otro, cumpliendo, aceptando en sus corazones la Voluntad del Altísimo: Saben como hay que decir adiós.

Así nosotros, con este ejemplo de despedida hemos de saber decir adiós. Renunciación, olvido de uno mismo y oración por el que se va. Un abrazo, corazón con corazón y si se puede... una sonrisa.

Y mi oración termina así:

"Señor, sabes que me duele el corazón pero Tú me vas a enseñar a "saber decir adiós".

«Adiós hijos míos sabed que os llevo dentro, muy dentro de mi ser, en lo profundo de mi alma»



«Reprobación masiva»

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2008

 

 

«El ser humano está siempre dispuesto a negar todo
aquello que no comprende.  Así como los espíritus
mediocres condenan generalmente todo aquello
que no está a su alcance»

 

 

Ese fue el resultado del examen de oposición que presentaron los docentes para concursar por las plazas del ciclo escolar 2008-2009. 

Además de ser motivo de vergüenza, esa noticia nos ayuda a comprender por qué tenemos una población así, con un grado tan bajo de educación, pobreza y desnutrición.

Por eso, muchos ciudadanos no tienen la capacidad necesaria para plantear sus necesidades y exigencias a quienes nos gobiernan.

Su prioridad es garantizar su sobrevivencia cotidiana.  Así lo muestra la pirámide de Maslow (1908-1970): lo primero es lo primero.

Los resultados obtenidos por los maestros(as) nos permiten entender, pero no justificar, por qué tenemos gobiernos abusadores, corruptos e incapaces.

También nos queda claro por qué la gente difícilmente consigue mejores condiciones de trabajo y remuneración.

Muchas personas reciben de una a dos salarios mínimos por una jornada completa de trabajo.

En cambio, robar, delinquir, extorsionar, en cambio cargar el maletín de un delincuente o ser su chofer son "ocupaciones" que generan más ingresos y garantizan "estatus".

Trabajar en la ilegalidad no sólo asegura el acceso a lo básico, sino también mujeres, buen carro –aunque sea prestado—ropa cara y billetes verdes.

La falta de seguridad en que vive la nación está vinculada al tema de la pobreza.

Por eso es necesario seguir buscando opciones de empleo y crecimiento.  Hay que preparar  a jóvenes emprendedores que puedan obtener un mejor ingreso y que, al mismo tiempo, generen fuentes de trabajo, lo que significan oportunidades para la población menos favorecida.

Pero ¿quien educa a esta población?  Pues justamente los docentes reprobados. ¿Qué se puede esperar de ellos?

Ahora tenemos una prueba más de que la SEP lleva años de hacerse la desentendida.  Es cómplice de las normales y tapadera del sindicato, quien a su vez juega al tío Lolo, ya que se limita a pedir más recursos para controlar más y educar menos.

Urge que el compromiso presumido por el gobierno actual sea real y duradero, que no sirva sólo para publicar una foto más en los medios.   

Sabemos que todos estos males que ahora afloran, realmente se gestaron durante el oprobioso régimen hegemónico de la Trinca Infernal –PNR-PRM-PRI–, pero ahora es que la gente empieza a reparar y, por ende, a echarle la culpa al gobierno actual, para el cual la labor de limpieza, rectificación y reencausamiento, como es natural, la está costando mucho trabajo, ojala no claudique. 

La realidad es que durante los regímenes de la Trinca, el gobierno y los funcionarios del mismo eran partícipes de los negocios turbios y por lo tanto se hacían los desentendidos.  Manejaban las leyes a su arbitrio y por tanto creció a niveles inconmensurables la impunidad.  El Sindicato de los Trabajadores de la Educación operaba, como todos los sindicatos –no los sindicatos en sí, sino los líderes y sus camarillas que siempre han engañado a los trabajadores a cambio de hacerse de cuantiosas fortunas. Por cierto que esta camarilla de líderes corruptos son también creación de el oprobioso régimen de la Trinca– ha consentido y prohijado la mediocridad y, claro, ahora los maestros no sólo la enseñan, sino que se revelan contra las exigencias para elevarla.  

Por otra parte, no es al gobierno a quien le corresponde quitar a los líderes corruptos, así se acostumbraba antes, en que el presidente en turno quitaba y ponía a quien quisiera, según fuera su voluntad y su estado de ánimo, y claro, nos mal acostumbramos.  Es a los trabajadores a quien les corresponde hacerlo, además de denunciarlos si así se justifica, para que el gobierno los enjuicie y, su caso, los condene.

Pero resulta que ahora los seudo maestros agrupados en la ya tristemente célebre CNTE, protestan contra la Alianza para la Calidad Educación.  Estamos lucidos ¡VIVA MEXICO!

Es un secreto a voces que el que está azuzando e la CNTE es Andrés Manuel López Obrador, si esto es cierto, este señor se está haciendo acreedor a ocupar un lugar  en la historia de México, a lado de los traidores, pues eso es lo que significa su proceder: traición a la patria.  Por cierto a la que tanto dice amar, pero esta  contesta: "HAY AMOR YA NO ME QUIERAS TANTO".

 



Reconocida labor de Cáritas y maestros en Colombia

Por: Querien Vangal

Diciembre / 2008

 

Según el secretario general de Caritas Colombia, después de seis años en cautividad, Ingrid Betancourt fue rescatada el pasado 2 de julio. Pero el conflicto silencioso de Colombia continúa, y dura ya cuarenta años, explica el secretario general de Caritas Colombia.

Un conflicto "silencioso" --explica en un mensaje enviado por Caritas Española-- porque muchas otras tragedias que ocurren en este país no salen a la luz.

Muy poca gente fuera de Colombia ha oído hablar del trabajador de Caritas asesinado el pasado 24 de junio, o de los cuatro maestros secuestrados en aquella misma semana, dos de los cuales fueron posteriormente ejecutados, o de los tres niños que fueron destrozados al pisar una mina cuando iban a recoger fruta justo un día antes de la liberación de Ingrid Betancourt.

"La liberación de Ingrid Betancourt es una muy buena noticia para la Iglesia y un gran paso para resolver la crisis humanitaria en Colombia", explica monseñor Héctor Fabián Henao, secretario general de Cáritas Colombia.

Al mismo tiempo, añade que "debemos esperar para tener un mapa más claro de la situación, porque esta es una crisis muy complicada".

Es una crisis en la que tres actores combaten en la misma guerra: grupos guerrilleros izquierdistas, paramilitares de extrema derecha y el Ejército. Esto ha provocado el desplazamiento de cuatro millones de personas desde 1985 en Colombia, que es también el país del mundo con más accidentes provocados por las minas.

"Los obispos de Colombia están realizando grandes esfuerzos para convencer a los grupos armados que establezcan las condiciones para una paz justa y negociada en nuestro país", dice monseñor Henao.

En algunas ocasiones, los obispos actúan como un puente entre los grupos armados y las comunidades para tratar de resolver cuestiones humanitarias. También trabajan con distintas organizaciones para que el Parlamento apruebe leyes que otorgue compensaciones a las víctimas de la violencia y de los desplazamientos.

En su trabajo sobre el terreno, Cáritas Colombia apoya a las víctimas de la violencia y sus familias e intenta involucrar a las comunidades en sus actividades a favor de la paz.

Monseñor Henao explica que los que trabajan para Cáritas en este nivel corren un gran riesgo y a veces han pagado con sus vidas, como es el caso de Felipe Landázuri, asesinado el pasado 24 de junio por hombres armados en Candelilla de la Mar, Tumaco, cerca de la frontera con Ecuador.

"Algunos grupos armados no entienden el compromiso de la Iglesia --dice el responsable de Caritas Colombia--. Se confunden y piensan que si trabajas a favor de las víctimas del conflicto estás contra ellos". Así, por ejemplo, los cuatro maestros que fueron secuestrados recientemente en la diócesis de Ipiales, donde a veces hay combates intensos, podrían haber sido considerados por la guerrilla como sospechosos de pasar información al Ejército", dice monseñor Henao.

Otros maestros han sufrido amenazas después de ser secuestrados. "En estas zonas los maestros son las únicas personas que trabajan junto con los sacerdotes para asistir a las comunidades locales". En su opinión, este es un problema muy grave, dado que la diócesis tiene una importante red de pequeñas escuelas para niños de familias campesinas pobres, y si las amenazas  continúan disminuirá el número de enseñantes.

"La diócesis está intentando convencer a los rebeldes que deben cambiar su posición y permitir que los maestros hagan su trabajo en las escuelas, porque de los contrario de aquí a muy poco los niños no tendrán acceso a la educación", concluye monseñor Henao.

 


Prioridades matrimoniales


Por: Querien Vangal
diciembre / 2008

 

«El estado de los casados es estado
noble y santo y muy preciado de Dios»
 
 

La primera dimensión de la fidelidad se llama búsqueda. Quien no busca ardiente, paciente y generosamente a su pareja ideal jamás tendrá a quien serle fiel. En esta dimensión hay que preguntarse a quién debo entregarle el resto de mis años para ser feliz buscando su felicidad.

Acogida, aceptación es la segunda dimensión. El "a quién debo consagrar mi vida" se transforma en un "te acepto". Aceptar a tu pareja es confesar que estás pronta para todo lo bueno y difícil que venga. El momento crucial de la fidelidad es aceptar al amado como es.

La tercera dimensión de la fidelidad se llama coherencia. Vivir conforme a los compromisos por amor. Ser coherente significa aceptar incomprensiones y buscar soluciones a través del diálogo antes que permitir rupturas. He aquí el núcleo más íntimo de la fidelidad.

Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La cuarta dimensión es la constancia. "Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida".

Es fiel quien no traiciona en las tinieblas lo que aceptó comprometiéndose. Ojalá que al final de tu matrimonio se pueda decir: "¡Siempre fieles!"

«En un marido no hay más que un hombre; en una mujer casada hay un hombre, un padre, una madre y una mujer, en síntesis, la mujer es el eje y tronco de la familia»



 


El fantasma de la vejez

Por: Querien Vangal

 

El fantasma de la vejez sobrecoge a muchos. Se piensa en que se acabarán los placeres de la juventud. En que la pesadez de los miembros hinchados por la artritis apenas dejará movernos con lentitud. En que quienes hoy nos dan un cariño apasionado, mañana se alejarán con frialdad de nosotros. En que ya no tendremos ni esperanzas ni proyectos, sólo una vida árida y oscura, preludio de la muerte.

 

Sin embargo, quizá la vejez no sea como la pintan. Al menos, no para los que reconocen que la ancianidad es la edad de la sabiduría, quienes viven con miras más altas y piensan, por el contrario, que la vejez será su meta. El artista, inmaduro en su juventud, va a encontrarse por fin a sí mismo con los años. El sabio necesita tiempo y más tiempo para sus investigaciones.

En la medida en que hay espíritu, la ancianidad deja de ser una amenaza para convertirse en una ardiente promesa. No estaría mal hacer una prueba para medir la espiritualidad de las personas, fundándose en esta cuestión: ¿Qué piensa usted de la ancianidad? En nuestra época, la mayoría saldría de la prueba con cero. Hoy no se estima la valía de un individuo, sino su productividad económica: se le mide con el mismo criterio con que se juzga a una máquina o a una vaca.

Es que ahora no somos cultos, sino simplemente civilizados. En épocas de cultura, los viejos han sido considerados los grandes de la nación. A ellos se les confiaba el más alto de los oficios: el de gobernar. El Sanedrín de Israel estaba integrado por 72 ancianos. El Senado Romano tenía tanto o más poder que el César (senado viene de senectus: viejo).

Y entre los genios que se han significado en la Historia, muchísimos han realizado lo mejor de su obra en «la tercera edad»: Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Fidias y otros más en Grecia. Moisés contaba ya 80 años cuando liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Goethe escribió su Fausto también por esa edad. Miguel Ángel pintó El juicio final ya decrépito. Sería interminable la lista.

Un país culto y no decadente estimula a sus ancianos, pues sabe que en ellos reside la parte sabia de la humanidad. Hasta el humilde carpintero senil que ya no puede manejar la sierra, instruye a los novatos: es el maestro. Al anciano no le corresponde hacer, sino enseñar a hacer… no importa que lo haga desde una silla de ruedas. Desperdiciar la fuerza más fina y sutil de la nación resulta crasa necedad.

Nosotros mismos, espiritualizándonos, podemos prepararnos una brillantísima vejez, en lugar de vivir temiéndola. Nadie afirmará que la senectud carece de sinsabores; pero, ¿no padece también el niño grandes penas? ¿Y la pubertad? Cada edad tiene su cruz, y la de la ancianidad no es la más pesada, al menos para quien sabe ser viejo.

 

El doctorado de la vida

La psique de los viejos está hoy deprimida y deteriorada. Han de recobrar la conciencia de su valer, de su potencial anímico, de la preeminencia que les otorga habernos adelantado en las batallas de la vida. Y hacer que asuman su obligación de servicio, hasta comprometerlos para que se desaten del marasmo y se levanten a guiar y conducir, mostrando el norte en las diferentes tareas a las generaciones titubeantes que aún no se han realizado. Se pueden haber jubilado de un empleo, pero no de la vida.                  

 

La muchedumbre de longevos normalmente vive en su hogar, ejerce una profesión liberal, labora en oficinas, o dirige una empresa; está en los comercios, en las aulas, en los tablados del teatro y en los estudios cinematográficos, en los centros de investigación científica, en el barbecho, en la fábrica, en el gobierno.

Pero entre esta mayoría hay neuróticos que se repudian a sí mismos porque piensan que a esa edad ya no se tiene para qué vivir; o también los conturbados por la amenaza probable del cese; o desgraciadamente los hallamos de inútiles y estorbosos en casa esperando la muerte.

¡No, no y no! A estos veteranos de la lucha vital hay que obligarlos a que se revaloren. Deben reconquistar la dignidad, el respeto y el amor a ellos mismos. Hay muchas tareas generosas que los aguardan. Allí está un mundo desorientado y lleno de dolor que pueden guiar y consolar.

Hay que hacerles sentir estas verdades. Deben grabar en su mente que esperamos lo mejor de cada uno, en ésta, su edad provecta, «la buena edad», como la califica el escritor inglés Alex Comfort.

Nadie, pues, haga de su vejez un fracaso, cuando debe hacer de ella la brillante edad del espíritu. ¿Por qué ahora los mayores se niegan a ser grandes? ¿Y por qué nuestra cretina sociedad se atreve a impedir o a eclipsar la carrera gloriosa de la ancianidad, que de suyo debe ser ilustre?

Las personas mayores suelen negarse a reconocer que ya son ancianas. Y todo el mundo hasta evita esa palabra considerándola injuriosa. Generalmente se recurre a eufemismos como el de «personas mayores», «gente de edad», «señora grande», etcétera. Muy hermoso. Y aquí también los usamos, aunque a guisa de sinónimos solamente, pero el eufemismo crónico ¡es pura vergüenza de ser viejos!

Reivindicaremos las palabras «viejo» y «anciano». ¡Hay que pronunciarlas con orgullo! ¿Acaso no hemos indicado que al sacerdote católico se le da el tratamiento de «presbítero» (en griego «viejo») para honrarlo, porque la ancianidad es título de sabiduría? Esos vocablos castizos deben volver a ser empleados y con el mismo o mayor respeto con que se designa a alguien «doctor»: el docto, el experto, el que cursó el último grado del saber.

La juventud es apenas la escuela primaria de la vida; la madurez representaría los cursos universitarios de licenciatura; pero el doctorado del vivir sólo se alcanza en la ancianidad. ¿Quién se abochorna o toma a ultraje que le llamen doctor? Ha de enorgullecerse también de que lo llamen anciano.

 

¡Ancianidad obliga!

La vejez tampoco debe verse como un cúmulo de enfermedades orgánicas, aunque lo sea. Porque es más, infinitamente más que eso. ¡Cuánto disminuye el cuerpo, empero, cuánto crece el alma!

Verbigracia, haría el ridículo el biógrafo de Miguel Ángel que redujera la vida de aquel genio a la simpleza de su «historia clínica»; pues también sería grotesco describir la tercera edad como arteriosclerosis, cataratas, hemorroides, espondilitis y demás desperfectos. Además, las enfermedades no han sido óbice para llegar a la cumbre. Las averías corporales serán un estorbo y un fastidio, pero quedan al margen de la ascensión ¿Acaso la parálisis de las piernas impidió a Delhano Roosevelt escalar la presidencia de Estados Unidos?

 

Las metas que ofrezcamos a los viejos para inyectarles vida —vida que les escamoteó el ambiente materialista— han de ser las más nobles, las más dignas del ser humano, las supremas: el bien, la verdad, la belleza. Todos deberán elaborar sus objetivos, ya no económicos, sino de índole espiritual. La alta o baja calidad de nuestros proyectos es lo que confiere la baja o alta calidad de nuestra persona.

Se sufren, pues, achaques físicos que obligan a suspender las acciones externas y también se oscurecen el entendimiento, la memoria y la voluntad, semejante a lo que ocurre a los santos y a los yoguines cuando les es arrebatado el espíritu y acá dejan el cuerpo, aparentando estar muertos.

Sin embargo, aun el señor que pasa de los 90 ó 100 años, aparte de su misteriosa actividad celeste en provecho de su salvación eterna que ya está muy próxima, debe seguir sirviendo a la humanidad. ¡Que no haya decrépito inútil! Hasta el postrado en el lecho con grave enfermedad —que parece imposibilitado para todo— puede hacer algo, y algo principalísimo, esencial: puede orar y ofrecer sus sufrimientos, dar ejemplo moral de paciencia, de valentía ante el dolor, de cortés consideración para quienes le hacen el favor de atenderlo.

Hay que comprometer a los ancianos, incluso a los paupérrimos, también a los nonagenarios, lisiados o enfermos. ¿Y por qué no hasta a los agonizantes? Pues aun la muerte debe ser ejemplar: hay que saber morir y enseñar a morir. Mostrar cómo se debe morir será el último servicio que podamos ofrecer. Porque «Nobleza obliga». Sabiduría obliga. ¡Ancianidad obliga!

 

Los 7 dones de la vejez

Existen siete razones sólidas y convincentes para demostrar que es deseable la ancianidad Y de hecho la están anhelando todos, aunque sin darse cabal cuenta.

1. Jubilación.- En castellano «jubilación» deriva de la voz «júbilo»: alegría. Suena en la existencia la campana del Angelus que pone fin a tantos años de labores económicas; aparece en el cielo la primera estrella que señala el término de los afanes esclavos. ¡He aquí la hora de la libertad!

Y si los jóvenes arden por ya ser libres, deben saber que están apeteciendo librarse del horario, por tanto desean, sin formulárselo, arribar a la jubilación, ser viejos; pues sólo entonces lograrán mayor libertad.

 

2. Realización personal.-  No siempre el oficio que se ha venido desempeñando era del agrado; mientras que la auténtica vocación fue inhibida. Quizás el médico clínico prefería la investigación histórica; o el abogado el trabajo al aire libre de una granja; o la cajera del banco tocar el violín.

Para la mujer de hogar, una especie de jubilación ocurre cuando los hijos se han casado, o ya trabajan, o ingresan a la universidad. Y será entonces cuando ella tal vez decida establecer un negocio, o acaso entrar en la política, o cursar la carrera con la que siempre soñó.

El trabajo para conseguir el pan y cuidar de la familia ha cesado. Va a ser el momento de realizar al cabo los más bellos planes. Debe pensarse la vejez como el fin de semana, el asueto. La ancianidad es el sábado y el domingo de la vida, para lo cual solemos forjar previamente los proyectos.

3. Logro de las ambiciones juveniles.- El cadete que aspira a las barras de sargento, ascender a coronel y por fin a general, no ha de ver su pretensión saciada hasta que sea antañón. O el escritor que suspira por la gloria, acaso llegue a merecer el premio Nobel, mas irá a Suecia cuando ya ande muy lejos de la mocedad.

Todos en la juventud hemos clavado nuestras ambiciones allá, en la cumbre nevada de la vida, en nuestra ancianidad. Las metas se alcanzan hasta el atardecer. Y si todos aspiramos al logro de nuestros objetivos, estamos ansiando implícitamente la edad que nos ofrendará su cumplimiento.

4. Dominio de las pasiones.- Las pasiones menoscaban el libre albedrío. Anidan en nosotros desde la infancia y no nos abandonan nunca: la vejez no está exenta de ellas. Pero en la primaveral juventud las afecciones nos traían y llevaban a su antojo, éramos víctimas de esos impulsos que nos indujeron a cometer mil desatinos, de los cuales tal vez habremos de pagar de por vida las crueles consecuencias.

En cambio, al establecernos en nuestro otoño, aunque las pasiones sigan allí, tumultuosas y delirantes, son ahora como fieras encerradas en barrotes y poseemos la llave de la jaula. Esto es, se hallan sometidas a nuestro mando. Ya no, sin la aquiescencia de la voluntad, nos ataca impetuosa e inoportuna, la cólera; sino que le damos rienda suelta sólo cuando juzgamos que hay algo digno de levantar enérgica protesta.

¿Por qué temer a la ancianidad? Lo temible es la juventud con sus errores pasionales de largas y dolorosas consecuencias que no sólo afectan a quien cometió la equivocación: también laceran a inocentes.

5. Experiencia, técnica profesional y arte de vivir.- ¿Quién no aspira a ser un experto? Es obvio que la experiencia no se adquiere con los libros, ya que requiere dos cosas: haber cruzado muchos lustros del camino y haber reflexionado inteligentemente sobre cada uno de los acaeceres de la prolongada ruta.

Sólo el homo viator de larga caminata adquiere el gran saber. Experiencia es distinguir el bien del mal en cada caso; haber aprendido las causas de los aciertos y éxitos existenciales y también las causas de los daños y desastres. Tal sabiduría no le es dada todavía al efebo, al novato de la vida.

El joven, aunque posea preclara inteligencia, es un turista que acaba de llegar a la laberíntica ciudad de la existencia y, desorientado, se mete en callejones sin salida; o corre impetuoso en sentido contrario a donde debe ir; o choca y se hiere contra los árboles, contra los muros, o atropella en su carrera vehemente a quien se atraviesa por su camino. «Más sabe el diablo por viejo que por diablo».

Cierto que Fausto demandó en su vejez permutar el cuerpo decrépito por uno de radiante juventud; pero de ninguna manera solicitó que también se le trocara su alma vieja y sabia por una inexperta.

6. Desapego del propio cuerpo.- Además, directamente contra la angustia del deterioro corporal, la vejez ofrece una dádiva que funge como antídoto. Acontece en los grandevos un fenómeno psíquico extraordinario y providente. Ocurre al menos en quienes no se quedaron rezagados mentalmente en otra edad y viven su etapa cumbre con autenticidad. Tal modificación consiste en que esos seres maduros dejan poco a poco de identificar su yo con su cuerpo.

Un día encuentran que su cuerpo es nada más «su» cuerpo, su propiedad. Sólo su pertenencia, desde luego la más íntima y amada, pero que no se le confunde con el yo, que se le distingue del ego como tal. Los mayores ya no son su cuerpo, son su alma.

La ancianidad tiene el remedio de sus males físicos: los sentirá como ajenos. Así podrá uno conservar la serenidad e incluso la alegría, aunque no se le oculten los daños, pues los contempla desde el alto puente como las turbulencias del río, sin ser arrastrado por sus aguas.

7. Mística.- En los años grandes se siguen contemplando con placer las cosas terrenales; mas como quien disfruta de la vista del valle vislumbrándolo hacia abajo desde la cima alpinista de la montaña, sin mezclarse con su prosaísmo y sus ímprobos afanes.

Llega el ocaso de la vida. En el crepúsculo los objetos del mundo pierden interés al irse desdibujando sus contornos y tintes en la sombra. Opuestamente, en la altura contrasta con su luz el firmamento que se enciende en mágicos colores y aparecen las estrellas que no se habían advertido durante la jornada diurna. En el místico atardecer de la vida la mirada se extravía hacia el más excelso de los misterios: se descubre a Dios.

 

Educación juvenil para la vejez

Lamentablemente, no todos los longevos son viejos de verdad, si por vejez entendemos madurez y sabiduría. ¡Hay tantos que desprestigian con sus necedades, con su conducta, la edad divina…! Antañones sin seso mancillan hoy su alto rango y han sido los culpables de la repugnancia de los jóvenes hacia los viejos.

La causa es negarse a que se efectúe la ley de la metamorfosis mental. Le es dado al individuo decidir anclarse en etapas existenciales ya transpuestas. Es posible la regresión nostálgica a otra edad anterior, fenómeno que designa Freud como esencia de la neurosis. Los desventurados pseudo ancianos que por torpe añoranza voluntariamente se rezagan, no gozarán de los placeres de su fingida juventud ni tampoco recibirán los maravillosos dones que ofrece la metamorfosis al anciano auténtico. ¡Qué pobreza la suya y cuánta pesadumbre!

 

Es necesaria una intensiva educación para alcanzar la vejez, para aprender la ciencia vital que conduce al doctorado de la personalidad. Si nos proponemos educar para la vejez, no habrá necesidad de amonestar al joven exigiéndole respeto por los grandevos, porque los nuevos ancianos brillarán, serán respetables y dignos de amor. Habrán ganado con sus virtudes y méritos ocupar el sitio principal y principesco en el hogar, en el trabajo, en la comunidad. No podrá menos la juventud de mañana que mirarlos como a su modelo, su ideal.

 

Las cuatro metas del joven

Para hacer nuestra la cara experiencia, la sabiduría de vivir, hay una condición básica: la de poseer mente introversa, habituada a la reflexión. Sólo así se aprovecha cada acontecimiento grande o pequeño de la vida. Si no se medita sobre cada éxito y fracaso, cada dolor y placer, y se desentrañan sus causas, y se lo coloca en una jerarquía de valores, habrán transcurrido los años en balde, nada se habrá aprendido del arte de vivir. «Hay viejos que son muchachos», advierte la Biblia. Son los que se ahorraron reflexionar. 

 

La educación, antes que nada, ha de proponerse suscitar en los jóvenes la costumbre de pensar. Pero al mismo tiempo deberá dar al pueblo un hermoso concepto de la vejez, un sentido de la vida como amor servicial; y también la preparación específica para la ancianidad modificando la conducta personal en cuatro aspectos fundamentales enfocados a crear generaciones modelo de valores que den lo óptimo de su ser cuando alcancen la edad dorada.

Sobre la idea de la vida como servicio de amor, hay que asentar cuatro aspectos educativos: económico, físico, profesional y espiritual o mental.




Aspecto económico:


La infraestructura material desde la perspectiva del espíritu

Es preciso que el joven sea ahorrativo para que de anciano pueda ser generoso. Por otra parte, quien no aseguró económicamente su vejez, terminará refugiado en la casa de alguno de sus hijos donde habrá de soportar las vejaciones de la nuera, del yerno, de los nietos, lo cual menoscaba la dignidad y el honor que han de resplandecer siempre en el anciano.

Por el contrario, las personas mayores, como han de ser objeto de máxima veneración, jamás han de constituirse en una carga para su familia ni para el Estado. El prudente habrá amasado, en los años productivos económicamente, una moderada pero suficiente fortuna —en la medida de su clase y nivel social— para no llegar a ser un arrimado, sino que a él se le arrimen los hijos en momentos de necesidad. Así, conservará el puesto de soberanía entre los suyos.

Es falta de caridad, de amor, malgastar hoy el dinero ateniéndose a que habrá alguien que cargue con nosotros en la vejez. De ahora en adelante la persona ha de responsabilizarse de sí misma, no la beneficencia pública, no la seguridad social del gobierno. Estas sólo han de atender imprevistos, cuando a pesar de las previsiones no queda más remedio que ser una carga.

Sumemos otro punto de vista para reforzar la idea de educar en lo económico. No hay dignidad sin libertad, y la propiedad será siempre el baluarte del libre albedrío. El anciano sin posesiones habrá de someterse a la voluntad de quien representa su apoyo, se volverá esclavo. Con un capital razonable, será libre de elegir su trabajo, sus esparcimientos, de vivir donde le parezca, y, sobre todo, podrá dedicar suficiente tiempo a su familia y al servicio de la sociedad, que necesitará de su pericia y consejo.

Esta área de la educación es fundamental. Representa la infraestructura material, sólo que desde la perspectiva del espíritu.


Aspecto físico:


Mente sana en cuerpo sano

También habrá que educar en el cuidado del cuerpo. Aunque no será posible evitar el desmejoramiento de las cualidades físicas, con una vida ordenada y la ayuda de la ciencia sí se logra retardar o disminuir los desgastes.

Y como todas las comunidades necesitan peritos sanos para servir, habrán de preocuparse los gobiernos por mantener en el pueblo las costumbres profilácticas y morales, que han de ejercitarse desde la niñez a lo largo de la vida.

Conviene que el Estado sostenga campañas permanentes tanto de higiene física como mental: de prevención de enfermedades corporales y de morbos psíquicos. Así, verbigracia, junto a la promoción deportiva, las técnicas psicológicas aptas para evitar las nocivas preocupaciones y liberarse de la tensión mortal a que nos somete nuestro siglo.

Más que nada habrán de promoverse de continuo campañas contra la pornografía y contra cada uno de los vicios devastadores, como el alcoholismo, la pereza, la drogadicción.


Aspecto profesional:


Sembrar la semilla de expertos

La educación profesional en todas las ramas con miras al peritaje es la que interesa más inmediatamente a los países en vías de desarrollo que, más que levantar su economía, requieren ya dejar de ser administrados por políticos improvisados y ambiciosos, para serlo por expertos.

La mejor fortuna, el energético más preciado de una nación, es disponer de diestros conocedores que sepan solucionar problemas técnicos y sean aptos y sapientes para guiarla.

La educación ha de encargarse de crear el contagio colectivo de una entrega apasionada de cada cual a su propio oficio. En ello consistirá la siembra de la semilla de expertos. Y aunque no en todos fructifique, muchos llegarán a peritos y ellos ofrecerán bienes sin cuento.

Hay que crear un ambiente idealista acerca del significado del trabajo; recrear aquel espíritu de otrora. En siglos pasados lo normal era que desde el oscuro artesano hasta el funcionario ilustre consideraran la retribución económica como cosa secundaria, pues lo cautivador y motivante era expresarse en el trabajo, igual que el poeta en su poema: con esa misma dedicación y amor.

Hoy se multiplican las quejas de cesantía. Se está haciendo costumbre despedir u hostilizar al empleado que cumple 40 ó 45 años para que renuncie, así sea un ejecutivo. Pero esto ocurre a los mediocres, no a los expertos que se han hecho insustituibles. A ellos, aun después de la jubilación, se les llama porque se requiere su consejo y peritaje, considerando que son los únicos verdaderamente capacitados.


Aspecto espiritual:


Paradigmas vivos

Se entiende que las cuatro áreas educativas han de ser simultáneas, aunque aquí hayamos de enumerarlas en sucesión. Hecha esta advertencia, pasemos a la cuarta meta, la mental, moral, espiritual o como quiera designársele.

Nada se ganaría con haber formado hombres realmente expertos, con buena salud y sin problemas económicos —educados en esas tres perspectivas— si aquejan a su carácter aquellos defectos que los convierten en seres antisociales si son egoístas, malhumorados o deshonestos. Todas las ventajas se anulan cuando se carece de virtudes morales.

El ejercicio de la ética ha de llenar la vida entera desde sus comienzos, y estará encomendada a las tres agencias educadoras: el hogar, la escuela y el Estado.

Cierta vez le preguntó alguien a Napoleón desde cuándo debía educarse a un niño y respondió: «20 años antes, educando a sus padres». La formación de padres resulta indispensable. Y, sobre esto, llevar a la pareja a la convicción de que es grave error empeñarse en criar a los hijos para ser felices en vez de educarlos para ser buenos.

Las virtudes requieren vigilancia permanente y propósito diario de fomentarlas y acrecentarlas, en tanto que los defectos y vicios se desarrollan y medran por su cuenta conforme avanza la edad, con lo que llegan a ser insoportables y destructores en la época senil.

Un ejemplo es el joven que sólo en reuniones tomaba unas copas de más y ahora es alcohólico o el estudiante acostumbrado a protestar siempre en apoyo de causas justas e injustas, que se convertirá en el viejo gruñón a quien nada le parece y a todo le halla defecto, inaguantable en su trabajo, en su hogar, con sus amigos, y acabará la familia por deshacerse de él enviándolo a un asilo.

Al contrario, el grandevo que aparecerá mañana en el mundo ha de ser paradigma de peritos a la par que espejo de virtudes. («Virtud —decía Cicerón— tiene nombre de varón». Viene de vir, que significa «fuerza»). Estos seres fuertes se constituirán en modelos vivos para las otras generaciones, de manera que ofrezcan la enseñanza objetiva de cómo se debe vivir. Entonces infundirán el respeto que los longevos de hoy han perdido, levantarán a su paso la admiración, conquistarán el amor. En sus ancianos, como en la mejor de las cátedras, aprenderán los pueblos a amar con pasión los valores.

Con el brillo del bien moral en la frente de los ancianos habrá una lección de continua sabiduría que arrastrará las voluntades; una cátedra humanista de cómo se debe vivir y cómo se debe morir.

Quien enseña a abatir el temor de la muerte, abrirá la fuente de la alegría de vivir, pues con ello habrá arrancado la raíz de toda angustia. La valiente sabiduría del morir libera de arrastrarse por el camino con la muerte a cuestas. Así, el joven educando de hoy se convertirá en el máximo educador de las generaciones futuras.

 

Quizá el cambio más impresionante, entre los que he podido advertir, fue en Juan Pablo II, quien después de 20 años de pontificado, fue el del rostro. Semicerrado el ojo izquierdo, ahondadas las arrugas, los labios en apretado rictus distendido intermitentemente por una sonrisa. No termina allí el deterioro corporal de quien fue Papa. Estuvieron, ante millones de ojos, el temblor de la mano izquierda agitada por el Parkinson, la fragilidad de las piernas que se movían y flexionaban con evidente dificultad, el encorvamiento de la espalda, el flaquear momentáneo de la voz, el cabello agostado y la piel deshidratada.

A Juan Pablo II no le dio miedo ni le causó vergüenza ser un viejo. Ni parecerlo. Ni ser visto en sus debilidades. No usó peluca, no disimuló su cojera, no se hizo maquillar, ni reconstruir el párpado dañado, no escondió su necesidad de apoyarse en un bastón ni la de hacer una pausa a mitad de una escalera; se muestra como es. 20 años antes, cuando lo acompañaban la fortaleza de los músculos y el pleno control del cuerpo, tampoco dudó en dar prueba de su energía y vitalidad. Aceptó el tiempo y los efectos del tiempo. Sabía que este es la materia prima de la eternidad. No ignoró que el hombre está sometido al tiempo y en el tiempo.

El Papa Juan Pablo II que fue obrero, actor, estudiante, alpinista, remero, caminante y corredor hubiera podido disimular la carga de los años, el dolor de la enfermedad, el temor de la inseguridad material. Pero no. No nos tendió ni cayó en la trampa según la cual la imagen de Dios sólo puede ser la de la frescura de la infancia, la del ímpetu de la juventud, la de la seguridad de la madurez, a las que rendimos culto casi idolátrico los hombres y las mujeres de hoy, cumpliendo mandamientos de moda, higiene y gimnasio: no fumarás, no comerás carbohidratos, amarás la salud y la lozanía sobre todas las cosas, honrarás a tu báscula, no envejecerás, no sufrirás. Juan Pablo II se sometió a la ley del hombre que es la de la vida, la del amor, la de la muerte.

Juan Pablo II hizo de su asumido deterioro físico un himno a eso que ahora llamamos tercera edad. Un sacramento a la vejez. Un poema a la debilidad. Una proclamación del dolor como parte esencial de la redención. Un canto a los abuelos