miércoles, 19 de noviembre de 2008

La gruta de R&R

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel
Un grupo de arqueólogos italianos anunció el hallazgo de una gruta en la que los antiguos romanos creían que una loba amamantó a Rómulo y a Remo.
"Es increíble pensar que puede haberse encontrado por fin un lugar mitológico que hoy se ha vuelto real", declaró el ministro de Cultura Francisco Rutelli al dar a conocer el descubrimiento de la gruta.
Las imágenes de fotografía y de video muestran una cavidad de unos ocho metros de altura por siete y medio de diámetro.
"Hay frescos, conchas marinas, mosaicos y mármol que una vez adornaron la gruta, y en el centro del domo hay un águila blanca, que era símbolo del Imperio Romano", explicó la corresponsal de la BBC en Italia Frances Kennedy.
El sitio, a 16 metros de profundidad, está cerca de la Casa de Augusto, en la zona donde la mitología cuenta que los hermanos -hijos del dios Marte y la vestal Rhea Silvia- fundaron Roma en el año 753 ante de nuestra era.
La loba Luperca
Según el mito, cuando el padre de la vestal se dio cuenta de que su hija había violado el juramento de permanecer virgen, ordenó que Rómulo y Remo fueran abandonados en la ribera del Tíber, donde los recogió la loba Luperca y los amamantó hasta que fueron mayores.
Los hermanos terminaron peleando entre sí por la altura de los muros de la ciudad, y Rómulo mató a Remo.
El superintendente de Arqueología Angelo Bottini declaró que por fin "tenemos la certeza de que se trata de la gruta de la loba", aunque ni él ni el ministro han explicado cómo se vinculan el lugar descubierto y el sitio mitológico.
El nombre de la loba se relaciona con la fiesta de la Lupercalia, que se celebraba cada año en lo que ahora es el 15 de febrero –Día de San Valentín, fiesta de los enamorados que se celebra el 14 de febrero. Probablemente la fiesta proceda de la celebración romana de las Lupercalis (15 de febrero) en que se honraba a Luperco, dios ítalo de los pastores (véase Mitología romana). Su propósito inicial era el de asegurar la fertilidad de los campos y los rebaños. Con el tiempo esta festividad se fue asociando con la de dos mártires romanos, ambos llamados Valentín, que vivieron en el siglo III (sin conocerse otros datos), y que se celebraba el 14 de febrero. San Valentín ha sido tradicionalmente considerado como el santo patrón de los enamorados (véase también Hagiografía). La costumbre de ese día es enviar tarjetas de felicitación u ofrecer algún regalo a la pareja elegida en prueba de amor.
Los jóvenes nobles (Luperci, nombre que se deriva de lupa, o loba) corrían de la gruta a las inmediaciones del Monte Palatino, una de las siete colinas de Roma, en un ritual de purificación.
Los sacerdotes sacrificaban un perro y dos cabras y ungían con sangre las frentes de los jóvenes, que se cubrían sólo con las pieles de los animales sacrificados y golpeaban las manos de las mujeres con tiras de piel de cabra para promover la fertilidad.
La cavidad fue descubierta durante los trabajos de restauración del palacio de Augusto, el primer emperador romano, aunque no se ha explorado por temor a que se venga abajo y dañe los cimientos de otras edificaciones, y los arqueólogos usaron endoscopios y otras herramientas para estudiar el sitio.
"Pueden imaginar nuestro asombro. Casi gritamos", dijo a la prensa el profesor Giorgio Croci, director del equipo de restauradores.
"Es claro que Augusto quería construir su residencia en un lugar que fuera sagrado para Roma", agregó Croci.
El Monte Palatino está cubierto con restos de palacios y monumentos que van desde el siglo VIII antes de nuestra era hasta una fortaleza medieval y villas renacentistas.
Partes del Monte que corrían el riesgo de desplomarse estuvieron cerradas durante varias décadas, aunque algunas de ellas se abrirán al público en febrero del año próximo después de un programa de restauración con valor de 17,7 millones de dólares estadounidenses.
Tal vez la única voz que no se sumó al júbilo fue el ex superintendente arqueológico de Roma Adriano La Regina, quien afirmó que "no hay certeza, porque la gruta debería estar más hacia el oeste, frente al Templo de la Magna Mater y la Victoria".

Reflexión sobre el amor

Por: Querien Vangal
Sólo el ser humano es capaz de hacer el amor. Sólo el ser humano es capaz de hacer el verdadero amor. Hace el amor cuando se ocupa del otro y se preocupa por el otro, cuando ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca. El ser humano hace el amor cuando el aprecio de los valores, la condivisibilidad de ideales, el interés y el deseo de lo mejor para ese otro alguien lo llevan a llamarlo amigo. Lo hace cuando, en la mutua donación, se abre a la vida generadora de un nuevo ser cuyo primer nombre será “fruto del amor conyugal”.
El ser humano hace el amor cuando manda y obedece, cuando ríe y llora, cuando se alegra y sufre, cuando sirve, cuando estudia, cuando se dona al prójimo más próximo y al más lejano…Pero el amor no se agota en un acto ni se reduce a un espacio de tiempo. El amor no es un cielo preñado de nubes que hoy están y mañana quién sabe. No es como la enfermedad que suele ser pasajera. El amor es perenne. Si fuese efímero sería otra cosa, menos amor. La enfermedad se padece; al amor se tiende, se le busca, se le necesita, se le lleva como suave yugo cuando las circunstancias son adversas y como insignia de oro al pecho cuando de ellas ha salido victorioso. Un poeta definió en un soneto el amor:
Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde, animoso: no hallar fuera del bien, centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo. Enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber licor por veneno suave, olvidar el provecho, amar el daño, creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño, esto es amor, quien los probó, lo sabe.
Quien lo probó sabe que el ser humano no puede vivir sin amor. El mismo es para sí un ser incomprensible; su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente: el amor es la impronta que se busca dar y recibir; característica única de la persona humana porque somos libres y el amor, ante todo, es un acto continuo de libertad suprema. Por eso cuando se ama se puede hacer lo que se quiere: porque si se calla, se callará con amor; si se grita, se gritará con amor; si se perdona, se perdonará con amor. Si está dentro de nosotros la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz.
Amor y libertad van de la mano, son inseparables. El acto supremo de la libertad es el amor y no se puede hablar de amor si éste no es libre. No hay amor sin libertad porque no se puede amar sin ser uno mismo y sin elegir al otro libremente. Velle alicui bonum, escribieron los filósofos para definir el amor; querer el bien del otro que no es aplicarle algo externo sino promover su libertad. Es a partir del amor a la libertad del otro que se ama efectivamente. Y es que el que tiene amor siempre tiene algo que dar; tiende a darse. Y porque se es libre, conciente de lo que se hace, del amor que se ofrece, se es responsable. La justificación de sus elecciones converge en la responsabilidad del ser humano con relación a su actuar. Del actuar del hombre es de donde nace su vocación, la vocación universal al amor; amor que es el océano a donde van a parar todas las restantes virtudes.
El amor nunca se da por concluido y completado; se transforma en el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo. Sólo el ser humano es capaz de hacer el amor. Esa conciencia debería llevar a aquel abandono que plasmó Virgilio en sus Églogas: “Todo lo vence el amor; cedamos pues, también al amor nosotros”.
Somos capaces de hacer el amor. El amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios. Cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios y es que amor es ver con los ojos de Cristo para dar mucho más que cosas externas necesarias: es ofrecer la mirada de amor que el otro necesita. Por eso amar a Dios y amar al prójimo son la única y misma cosa. No se trata de un mandamiento externo que impone lo imposible, sino de una experiencia nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser ulteriormente comunicado a otros.
El don más grande que da Dios al corazón humano es el de sepultar su egoísmo mientras su alma se enciende y ama. Si quieres ser amado, decía Séneca, ama.

Obedecer es de inteligenres

Por: Querien Vangal

Recuerdo que cuando era pequeño, sentía unas locas ganas de violar las reglas. Mi mamá me decía algo y yo quería y buscaba hacerlo del modo totalmente contrario, para probarme a mí mismo y a mis padres que era posible una segunda vía. Un día, en la escuela, hice un examen, y queriendo innovar seguí mis métodos de desarrollo, y pensé que había hecho un examen magistral. A los dos días llegó el resultado: reprobado. ¿Cuál fue la causa? No hice lo que el profesor quería. Esto me ayudó a comprender, que no siempre lo que pensamos o queremos va a ser el camino hacia la felicidad.
Ahora que ya soy viejo y retirado hace ya varios años de mi actividad profesional y de la que fue mi actividad preponderante, y puedo constatar sobre esa sed de libertad, y esa locura por innovar en las mentes y corazones de tantos jóvenes y personas. El lema, implícito o explícito, es Llevar la contraria, Nadar contra corriente, y todavía más se dice que a obediencia es para bobos.
La misma moda nos muestra esa carrera por ver quien es el más creativo (argollas en la lengua, en la nariz, barbas kilométricas, jeans desteñidos, etc.) y no se diga de la moral, en donde lo natural pasó a ser retrógrado, y lo anormal el común parámetro de conducta (casamiento entre hombres, noviazgo entre mujeres, suicidios asistidos, etc.) Y esa sed nos ciega, hasta el punto de creer que mi modo de vivir es el más lícito y el más excelente.
La obediencia, ese someter mi juicio a alguien, ese dejar de lado lo que pienso y quiero para pensar y querer lo que el otro quiera, parece lo más ridículo y loco para este mundo independiente. Obedecer implica un granito de humildad, para reconocer y aceptar que en esta ocasión o en otras más, no tengo la razón; implica honestidad y realismo, pues yo no soy el único ser en este mundo, sino que estoy rodeado de personas, que en su mayoría, tuvieron la misma edad que yo tengo, y que pasaron por la misma circunstancia y sienten lo mismo que yo siento. Obedecer no es acatar rabiosamente o inconscientemente una orden; no es hacer lo que el otro me pide, con la esperanza de que el otro se equivoque. Obedecer es confiar. Así como tú obedeces el semáforo, confiando que es por tu bien, así hemos de confiar también en los demás, sobretodo en los que tienen alguna ascendencia sobre mí: mis padres, mis abuelos, mis profesores, mis jefes de trabajo. La obediencia en fin, no es para bobos, sino que es para inteligentes, pues la inteligencia busca lo mejor para uno mismo, y cuando lo encuentra, lo presenta a la voluntad y ella lo elige y lo realiza.
Quien no confía ahora, quien no quiere obedecer ahora, los golpes de la vida serán sus mejores maestros. Tarde o temprano, hemos de aprender a dejar de ser bobos, y así aprender a ser inteligentes por el amor y la confianza.

Me tocó ver el accidente

Fuente: Yoinfluto.com
Autor: Ignacio Vargas Gabilondo
noviembre de 2008
Desde un edificio muy cercano vi el accidente del avión en el que viajaba Juan Camilo Mouriño. Sólo puedo decirles que haber vivido la explosión que éste causó supera por mucho todo lo que presentan las noticias y lo que vieron unos minutos después quienes se acercaron al lugar.
El avión no venía incendiándose. Cayó a una gran velocidad. Como ya estaba obscuro muy pocos pudieron distinguir que era una aeronave. La onda expansiva estremeció los edificios cercanos cientos de metros. Se levantó una columna de fuego de más de 70 metros de altura y el humo negro se veía a través de la noche.
Los helicópteros que llegaron después pusieron en alto riesgo a todos los mirones y a la gente que iba al rescate, pues volaban unos sobre otros, todo por ganar información. Estar consciente de que debajo de esa columna de fuego había gente quemándose es lo que más me impactó.
Hubo muertos que con la explosión desaparecieron, los peritos no pudieron encontrarlos.
Análisis de causas del accidente
Estructura: Fallas en la aeronave por defectos de fabricación o carencia de mantenimiento adecuado.
El historial del Lear Jet 45 no muestra desplome alguno por defectos de fabricación o carencia de mantenimiento, pero siempre hay una primera vez.
Sistema motopropulsor: Daños o funcionamiento defectuoso por alteraciones en la lubricación o en el aporte de combustible.
Durante el vuelo la aeronave se reportó en buen estado y, según el peritaje, los dos motores se encontraban trabajando a alta velocidad en el momento del impacto.
Mantenimiento: Las más importantes son la falta de revisión de motores y otros componentes mecánicos de la nave, esto en función de las horas de vuelo y el número de aterrizajes.
Faltas al reglamento. Otro problema frecuente es el incumplimiento de las modificaciones y órdenes técnicas que indica la normatividad aérea.
En la última conversación con el piloto se le pidió que bajara la velocidad (esto puede ser una causa de accidente dentro de la causalidad múltiple, veamos), y es entonces cuando se pierde la conversación.
Esto indica que a partir de este cambio es cuando ocurre algo inesperado, el resultado del peritaje arroja que el jet cayó a una velocidad mayor a los 500 kilómetros por hora. Según el radar venía a una velocidad mucho menor y se le pidió que la bajara aún más. Entonces, ¿qué es lo que pudo haber sucedido?
Al bajar la velocidad necesariamente se deben reacomodar los alerones para continuar el vuelo sin perder altitud, si éstos por alguna falla mecánica no responden correctamente, pueden provocar una cuantiosa pérdida de altitud por la desaceleración.
La reacción natural de cualquier piloto sería volver a acelerar los motores para recobrar la sustentación o plano del avión, por esto es que se estrella a tanta velocidad y con un ángulo de 30 grados, y no a una velocidad que concuerde con la aceleración de una caída libre y un ángulo menor a los 30 grados.
Factores Humanos: Implican, en general, el estado físico y mental de los tripulantes. A través de la bitácora de vuelo los investigadores determinan la actividad que desempeñaban en el momento del percance y obtienen datos sobre su estado general.
Hasta la última conversación, segundos antes del impacto, el piloto se muestra en estado normal.
Existe una condición fundamental para que un accidente suceda y es:
Acto inseguro unido a un riesgo mecánico y físico. Se da en este accidente y hablo de la desaceleración que se le pide al piloto segundos antes del accidente, conjuntamente con el riesgo que ésta conlleva y que se une a un problema físico-mecánico en los alerones.
En otras palabras, aquí cabe la teoría de la causalidad múltiple, que también encierra un mantenimiento inadecuado.
Les dejo este video en donde se ve a un Lear Jet 45, aquí se distingue la importancia de los alerones al bajar velocidad y la importancia de las turbinas al despegue. Todas éstas arrojan humo al acelerar, algunas muy obscuro, como el que se vio.

La cultura del lucro

Por: Querien Vangal

Un término en boga del actual cuadro cultural, es el de ganancia o lucro. Este concepto es referido la mayor parte de las veces al campo económico, reflejando la polarización cultural del mundo en una clave exclusivamente monetaria. Desde esta perspectiva viene juzgadas todas las demás esferas humanas, de modo que el dinero como centro y criterio de desarrollo personal, regional o nacional, se admite de modo absoluto e indiscutible. La política, la sanidad pública, la seguridad nacional, la educación, la cultura, etc. Todo en función de los centros de funcionamiento económico.
El poder adquisitivo, el nivel de vida económico, el Producto Interno Bruto, Deuda externa, la Bolsa, la inflación, la devaluación, la paridad de las divisas, etc., son conceptos comunes en los noticieros de las cadenas televisivas. El estado de las finanzas nacionales viene identificado y presentado normalmente al medio día, como si éste fuera el único pan de cada día.
Los países denominados en “vías de Desarrollo”, desarrollo, ¿Qué desarrollo?, económico, o ¿existe otro verdadero desarrollo para la mentalidad dominante?, deben necesariamente utilizar sus recursos culturales como una forma potencial de ganancia económica.
El comercio de lo cultural dentro de la globalización económica y social, supone en términos laborales, la uniformidad de una mentalidad que sabe apreciar bailes, ritos, ceremonias, vestidos; como adornos externos, pasados, exóticos, bizarros, de lo que debe ser el modelo uniforme de mentalidad, eliminando la memoria y el arraigo. De este modo se pretende mantener la competencia entre pueblos, en torno siempre al paradigma económico implantado precisamente por una forma servil del ver al hombre subordinado al dinero.
Las formas culturales tradicionales o populares vienen vendidas como folklore, a fin de poder continuar la vertiginosa carrera del mercado mundial. Ello genera entre otros efectos en los pueblos de tradición cristiana:
a) La disolución de la misma cultura popular, dado que el centro de la cosmovisión antropológica viene desplazado del campo trascendente de la fe a la inmanencia del dinero.
b) La cultura no viene ya vivida como expresión natural de los grupos humanos, sino como un elemento de producción económica, desnaturalizando así las relaciones interpersonales que la generaron, dado que la cultura es expresión del ser del hombre. Ello quiere decir, que aún cuando la intención de los seres humanos muestre conscientemente en sus relaciones interpersonales la intención del lucro, la condición personal de las relaciones culturales, escapa en su consistencia metafísica a la manipulación intencional de ganancia. Dicho de otra manera aún en una cultura del lucro es posible generar cultura.
Podríamos decir, que cada uno de nosotros tiene la posibilidad de buscar en las relaciones con los demás un canal de beneficio económico, pero, ninguno de nosotros tiene la posibilidad de eliminar la condición relacional en cuyo desarrollo pueden o no, ser buscados réditos financieros. La gratuidad, la contemplación de lo simple y la simple cotidianidad, libremente asumidas y buscadas, aparecen entonces como el paradigma antagónico, como la “mediocridad feroz”.
Sin embargo, si bien es verdad que la cultura es inherente al ser del hombre, no es menos verdadero es que la forma ontológica humana no es el único elemento de la antropología, pues aún siendo fundante al ser humano, reclama la también inherente dimensión histórica del hombre. Esta dimensión histórica viene gravemente lacerada y a veces aniquilada por la avidez de lucro, generando situaciones de verdadera explotación humana, una atmósfera de rencor, desconfianza, odio, indiferencia social, impunidad, venganza y resentimiento; en pocas palabras produciendo una anticultura de muerte.
c) Las tradiciones culturales cristianas, no desaparecen en su expresión, ya que son protegidas generalmente por las entidades gubernativas como folklore; pero vienen privadas de la fuerza y del talante de fe que las produjo, de la contemplación cristiana de la realidad y de las actitudes morales derivadas de ésta. La expresión tradicional de la fe como dato cultural corre el riesgo de transformarse en arcaísmo social, identificándolo con un momento ya superado de la cultura latinoamericana. El folklore reduce las formas culturales populares a teatros o museos vivientes, no pocas veces valorados como formas primitivas e retrógradas de sociedad.
Desgraciadamente este fenómeno de rechazo, abandono, o auto devaluación de la propia cultura, viene dramáticamente vivido en América Latina, constatable en los millones de personas que cada año emigran a otro país más industrializado o las grandes ciudades de su propia nación, víctimas la mayor parte de las veces de un modelo absolutista Neoliberal que ha fincado al centro de la dignidad humana el signo monetario.
Ganancia y solo ganancia pueden condicionar la duración de la vida y la cultura de estos hermanos nuestros. Cuanto más distante sea la propia cultura del modelo global, tanta mayor resistencia tendrá que enfrentar la persona para engranar en el proceso económico de ganancia.
Por ganancia y por la presión se sobre vivencia física, se coacciona a vender el recinto de la voz de Dios en el hombre. Una conciencia cristiana que busca revertir este modelo corre el riesgo de permanecer en la marginación y el descrédito. Vender la identidad cultural es vender el ser mismo del hombre, su memoria, su arraigo, implican tanto su dignidad metafísica de persona como su indisoluble condición histórica.
La corrupción e impunidad son los guardaespaldas, las muestras de un modelo que une lucro e irracionalidad, un modelo de explotación y control muy semejante al que describía Hannah Arendt con respecto al uso de la propaganda y el terror de los sistemas totalitarios, con la diferencia que en ellos se pretendía aniquilar cualquier ideología que fuese disidente del gobierno totalitario, mientras que, en nuestras sociedades, el modelo dominante, tiene como destinatario de su persecución y cacería, las diferencias culturales.
Pareciera que hemos olvidado, que el liberalismo agnóstico y el comunismo ateo, son hijos del mismo principio de autonomía y soberanía económica que el materialismo devorador ha generado. Uno mediante la posesión idolátrica de la individualidad, otro mediante la adoración de la colectividad. Ambos han erigido el altar sacrificial del dinero, un paradigma en el que se inmola el hombre, donde el creador se ofrece por su criatura, realizando una parodia grotesca de la Historia de la Salvación.
La tensión entre inmanencia y Trascendencia. Este reto acecha el desarrollo político económico con dos extremos igualmente perniciosos: El secularismo materialista y el fundamentalismo religioso, polos que en los últimos años se han visto confrontados a nivel político y armado.
Considero que es fatal confundir el movimiento inherente del ser humano de progreso integral, que requiere del desarrollo económico, con la mentalidad del modelo reinante neoliberal que subordina la persona al factor económico. En el primer caso, la economía permite el desarrollo de la dignidad humana “no se tiene para sobre vivir, sino para vivir”. En el segundo caso se condiciona la dignidad humana a la economía, “se sobre vive para tener, no para vivir”.
El desarrollo de una cultura sana y sólida exige que las condiciones materiales de vida no comprometan la libertad y la dignidad humana. Elementos que no pueden asegurarse en millones de personas que viven en esta latitud en extrema pobreza o miseria. O frente a más de 6 generaciones de ciudadanos que han nacido con una deuda externa que ni siquiera sus bisnietos podrán liquidar aún cuando en este momento se detuviera el monto total del débito. Así, mientras los pocos capitales consistentes son trasladados al extranjero, para asegurar únicamente un patrimonio individual, se corona un sistema piramidal de lesión al bien común, reforzando la arraigada cultura del lucro.
Pero, detrás de esta forma desproporcionada de ambición financiera, ¿Qué busca el hombre? ¿Qué efecto proporciona el dinero en cada uno de nosotros que le buscamos con tanto afán? ¿Cuál es la estabilidad que persigue? La palabra ganancia o lucro ¿No será un denominador cultural de la necesidad existencial de todo ser humano, de buscar una seguridad palpable? ¿La ganancia no estará indicando de laguna manera una acción desesperada de invertir el flagelo de la miseria vivida o temida, en un nuevo y real orden de cosas?

La cultura de la indiferencia religiosa

Por: Querien Vangal

Una locución, quizá no tan usada en el lenguaje ordinario de las sociedades contemporáneas es el de la indiferencia religiosa. Delante del fenómeno de la secularización que predecía la desaparición del ámbito religioso en la sociedad moderna, se ha comprobado, que lejos de desaparecer, el horizonte religioso ha crecido con nuevo vigor, aunque si bien con una orientación diversa.
La secularización del contexto moderno ha dejado una expresión religiosa de tipo subjetivista; despreciando cualquier clase de institucionalización de la esfera religiosa que pretenda proponer la verdad absoluta de su credo. Para algunos, el único canal de supervivencia de la religiosidad se encuentra en la presentación de contenidos religiosos evolutivos y polifacéticos, cualquier clase de desarrollo dogmático tradicional conduciría a la petrificación religiosa y a su anacronismo. Otros observan que la religiosidad permanecerá vigente en la medida que pueda ofrecer, una propuesta seria sobre al sentido de la vida, al que la modernidad no ha podido responder.
Por otro lado, los derechos del hombre vienen defendidos, pero sin referencia al Trascendente Personal. Estamos delante de un nuevo humanismo, un humanismo auto idolátrico, narcisista. “Yoísta”, del concreto individuo, no del género humano, como lo fueron el renacimiento, el racionalismo, el idealismo alemán o el marxismo, ni siquiera del tipo reflexivo existencialista, sino de la absoluta subjetividad hermética de cada individuo.
La decepción de la razón y su acelerada caída, han afirmado en la nueva religiosidad una ruptura entre creencias profesadas y regla moral. Cualquier pretensión de norma viene visto como atentado a la autonomía moral del individuo.
El hombre ya no es centro de todo, sino el “yo”. El hombre es solo, de ahí que busque una disolución de su soledad en la naturaleza, con la cual forma un solo elemento, pero que paradójicamente explota y destruye para lograr el confort, que constituye el valor absoluto de bondad.
Desde el ámbito fenomenológico la incredibilidad no se presenta como corriente de pensamiento ateo, mucho menos como fenómeno claramente manifiesto, sino como un dato extendido en la realidad occidental, que no es rechazado por la sociedad, ni contestado por los creyentes. Aparece pues, como una corriente envolvente, una mezcla de apatía, relativismo y tolerancia con respecto a la realidad trascendente. Hablar o no hablar de Dios, es realmente indiferente improductivo. El ateísmo teórico ha sido tan efectivo en las décadas pasadas, que se transformado en un estilo asimilado de vida, donde la fe, viene suplantada por el sentimiento religioso, expresión emotiva de la inmanencia. El ateísmo no necesita ya combatir la trascendencia de Dios, hoy se vive el sepelio de Dios en la cripta sentimentalista de la yo.
El paradigma dominante de bienestar, propone la felicidad como autosuficiencia y bienestar individual en materia económica, se erige como el único horizonte creíble de realización humana, para lo cual es preciso renunciar a la identidad histórica, la pertenencia familiar, la memoria regional, el marco de valores tradicionales y todo aquello que suponga un obstáculo a la uniformidad industrial de producción y a la generación económica. Las tradiciones son vistas como mero atavismo ancestral que impide la realización personal, por ello han de ser superadas por nuevas tradiciones, no comunitarias, sino individuales, ligadas a momentos "mágicos" de sentimiento. De este modo se intercambia la dimensión histórica de la fe y los sacramentos cristianos, con la expresión hermética de las propias formulaciones religiosas basadas en la emoción y la mágica fuerza de los amuletos personales.
La globalización como instrumento de propagación de este modelo atomizador, ha influenciado grandemente la no creencia, mediante un paradigma de felicidad norteamericano, que relativiza la relación con el Trascendente, recluyéndolo aún más en el ámbito subjetivo, igualando así las diversas formas de valores culturales y reduciendo el impacto y continuidad de la transmisión de la fe.
El resurgimiento religioso parece orientarse en dos direcciones precisas y diversas del desarrollo previo:
1) La negación de la objetividad de la realidad Trascendente, que por lo tanto no puede ser administrada u ofrecida por ninguna clase de institución religiosa; implicando así el desprecio por la dimensión histórica y Reveladora de la fe.
2) El rechazo o indiferencia a lo que signifique alteridad, la divinidad no puede ser “Personal”, ello implicaría diversidad, Autoridad y Obediencia. La vivencia colectiva sólo tiene valor en cuanto los otros sienten lo mismo que yo. La iniciación es válida para estas nuevas formas religiosas en la medida que permite sentirse o reconocerse como protagonista de esta acción o cuando permite tener emociones “fuertes”. Ello explicaría el auge occidental del modelo asiático monista de trascendencia lo humano y lo divino identificados y disueltos.
La opción religiosa o de creyente es asunto meramente subjetivo, de elección personal, cuyos efectos son también subjetivos y objetivamente en nada distintos de los que un no creyente experimenta. No hay diferencia entre creer y no creer. La creencia de fe no aporta ningún beneficio o privilegio objetivo, cualquier clase de razonamiento que intente mostrar que la fe da respuestas a lo que el no creyente no tiene, se ve observado como anticuado, iluso y autoritario. Esta situación proviene de la aceptación legal en que los no creyentes poseen valores propios, dignos de respeto e iguales a los cristianos. El impacto y las modalidades de secularismo y el relativismo presentes en la mentalidad hodierna de los católicos, podría requerir diversos convenios sobre el argumento, en esta ocasión será presentado por el Profesor Pedro Morandé, como uno de los rasgos culturales que configuran la actual sociedad tecnócrata.
Solamente cuando la fe es puesta como respuesta histórica al mensaje de Jesucristo, viene vista como objetivamente distinta a los valores de los no creyentes, pero precisamente por ser histórica, pero no viene valorada como opción de superioridad antropológica, sino sólo como una misión en la historia, no diversa del determinismo.
Así cualquier expresión radical de la fe es vista como sectaria. Hacer presente la fe en lo cotidiano se vuelve rareza. Del mismo modo la afirmación sin ambages de identidad católica es criticada como fundamentalismo, del mismo modo que la pertenencia a una experiencia comunitaria eclesial se denuncia como integrismo o gueto. Y esto, no por las demás religiones, sino por los mismos cristiana que ha fuerza de contemporizar con el secularismo, ha generado una propuesta cristiana “light”.
¿Será que la insatisfacción de la experiencia religiosa de la fe cristiana en nuestras sociedades, es el resultado de una vivencia intensa de la fe, descubierta como fraude? ¿No será más bien el rechazo a formas ingenuas, corrompidas y superficiales de una religiosidad popular “light”, de moralismo legalista e ignorancia histórica? ¿La indiferencia no estará invocando de alguna manera una forma más radical de experiencia del Trascendente precisamente en la historia y una vivencia más intensa y personal de la vida comunitaria?

Meditaciones y Reflexiones II

Por: Antero Duks

¨ Para salir del pecado siempre hay que abandonar algo propio, personal".

¨ No he venido a llamar a justos sino a pecadores".

¨ No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio".

¨ Una madre es la felicidad del hijo encarnada".

¨ El que no ha sufrido, no sabe nada, no conoce ni el bien ni el mal, ni a los hombres, ni a sí mismo. No existe nadie más Infortunado que un hombre que no haya que tenido que sufrir".

¨ Dichoso el que confía en el Señor, y cuya esperanza es el Señor...Dios mío confío en Ti...No dejes confundida mi esperanza...Tú eres mi esperanza, Tú eres mi refugio, en tu Palabra espero...No quedará frustrada la esperanza del necesitado...Mi alma espera en el Señor, como el centinela la aurora".

¨ “Amadísimo Jesús, esta noche, en el fondo de mi celda, sin luz, sin ventana, calentísima, pienso con intensa nostalgia en mi vida pastoral. Ocho años de obispo, en esa residencia a sólo dos kilómetros de mi celda de prisión, en la misma calle, en la misma playa...Oigo las olas del Pacífico, las campanas de la catedral. Antes celebraba con patena y cáliz dorados; ahora tu sangre está en la palma de mi mano. Antes recorría el mundo dando conferencias y reuniones; ahora estoy recluido en una celda estrecha, sin ventana. Antes iba a visitarte al Sagrario; ahora te llevo conmigo, día y noche, en mi bolsillo. Antes celebraba la misa ante miles de fieles; ahora, en la oscuridad de la noche, dando la comunión por debajo de los mosquiteros. Antes predicaba ejercicios espirituales a sacerdotes, a religiosos, a laicos...; ahora un sacerdote, también él prisionero, me predica los Ejercicios de san Ignacio a través de las grietas de la madera. Antes daba la bendición solemne con el Santísimo en la catedral; ahora hago la adoración eucarística cada noche a las nueve, en silencio, cantando en voz baja el Tantum Ergo, la Salve Regina, y concluyendo con esta breve oración: “Señor, ahora soy feliz de aceptar todo de tus manos: todas las tristezas, los sufrimientos, las angustias, hasta mi misma muerte. Amén”.
¨ Es una fe que actúa siempre movida por el amor".


lunes, 3 de noviembre de 2008

Un chip: solución a marchas y plantones.

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: René Mondragón

jueves, 12 de junio de 2008

Hoy amanecí de buenas. Es una de esas mañanas en las que da uno gracias a Dios por el canto de los pájaros, porque el cielo defeño se ve azul y no chapopote, porque puede uno ver el cerro del Tepeyac desde Peralvillo, porque a pesar de la hora no se alcanza a escuchar –todavía– ni una sola mentada de madre en el Periférico, y porque no ha llovido, lo que garantiza a la ciudadanía que tampoco será necesario llevar escafandra, lanchas con motor fuera de borda, o tanques de buceo para atravesar el Viaducto. Abrí mi computadora con ganas de leer buenas noticias, sin tener que preocuparme por lo que les va a pasar a los tres Reyes –a los panaderos de la telenovela–, y sin angustiarme porque los productores de Steven Spielberg estén pensando realizar su obra maestra para el festival de Cannes: “Juan Querendón, Parte 2, The Movie”.
Sin embargo, no es tan fácil desligarse de los valores cívicos y la proactividad del buen ciudadano que está dispuesto a traspasar el Manual de Carreño o, cuando menos, el Calendario de Galván.
La noticia resulta harto interesante porque el descubrimiento realizado en la India, permitiría que los mexicanos resolviésemos diversos y acuciantes problemas con los que nos enfrentamos al circular por esas calles de Dios. No importando si es el Circuito Interior, la Avenida Gustavo Baz en el Edomex; el Paseo Montejo en Mérida, la Macroplaza de Monterrey, la Avenida Madero en León, Guanajuato; la Minerva en Guadalajara, la Avenida Leyva en Los Mochis, Pino Suárez, 20 de Noviembre, el Paseo de la Reforma en nuestra otrora Ciudad de los Palacios o en la región más transparente de Ixtapalapa y Ciudad Neza. No importa.
El descubrimiento indio evitaría el grafiti en los monumentos históricos –con lo difícil que es quitarlo de la cantera, por ejemplo–, pero adicionalmente, eliminaría las posibilidades de asaltar comercios en la vía pública, secuestrar camiones, romper vidrios de las joyerías en el Centro Histórico, y le daría cierto orden a las protestas callejeras, respetando en todo la libertad de tránsito consagrada en la Constitución, la libertad de expresión y disenso, así como los derechos humanos.
¿Qué hicieron en la India?
La información de Notimex, firmada en Londres (1) no deja de llamar la atención. Se trata de un chip que ha comprobado su eficacia frente a la furia de los elefantes, situación que ha costado varias decenas de vidas entre la población, además de miles de dólares en daños materiales. La metodología es simple:
El chip, que se implanta a los paquidermos en el lado izquierdo de su cuello, contiene un código de seguridad de 10 dígitos que permite conocer datos del animal como edad, ciclos reproductivos, detalles de su salud y nombre de su propietario. De esta manera, según un reportaje publicado por el diario The Times of India, las autoridades buscan que en los actos públicos participen sólo elefantes que reúnan los requisitos necesarios y cuyos datos garanticen que no protagonizarán escenas violentas.
El planteamiento es genial. ¿Se imagina usted que los señores del EPR se manifestaran –con todo y pasamontañas– sin la necesidad de dinamitar los ductos de Pemex? ¿Se imagina usted a los grafiteros de su colonia, que programados con 10 dígitos, se dedicaran a despintar todas las huellas que han dejado en los varios miles de metros cuadrados que rodean el lugar donde usted vive, trabaja o simplemente circula?
Visualice usted por unos minutos a los macheteros de Atenco o a los muchachos de Flavio Sosa, garantizando que no protagonizarán escenas violentas.
Ya no sería necesario enviar agregados culturales a los campamentos de las FARC en territorio ecuatoriano. Los microbuseros de Indios Verdes atenderían con cordialidad, calidez y eficiencia a los usuarios. En el corralón de tránsito, los operadores de las grúas y los acomodadores, estarían certificados en ISO 9000.
Los comandantes de la policía del DF nunca más estacionarían sus patrullas bloqueando la cochera de la casa de usted, y los lecturistas de Luz y Fuerza tocarían a su puerta para informarle que le cobraron de más en el recibo anterior y que, en consecuencia, este mes pagará solamente el 10 por ciento, para quitarle el mal sabor de boca que dejó su equivocación.
Sería interesante, ¿no?


¡No quites el crucifijo!

Por: Querien Vangal

En un lugar de España, una escena imaginada. El funcionario llega, entre aburrido y molesto, a cumplir órdenes.
Entra en un aula. Sube encima de una silla. Retira el crucifijo. Lo mete en un saco de correos.
Luego, al aula siguiente, a repetir la misma maniobra.
En una de las clases hay una niña de 10 años. Se pone en la puerta y mira a los ojos al funcionario, con aire entre suplicante y retador.
-- “Señor, no lo haga, se lo suplico”.
-- “¿Por qué, mocosa?”
-- “Porque es mi Amigo, porque es mi esperanza, porque Jesús murió en una cruz por usted y por mí. ¡No quites el crucifijo!”.
-- “Tengo que cumplir órdenes. Venga, apártate y ve a jugar con los demás niños”.
La niña queda a un lado. El funcionario entra, sube a la silla, toma el crucifijo y lo mete en la bolsa.
Siente que unos ojos le observan, le taladran. Por unos momentos, ha recordado que él, de niño, aprendió a rezar con las manos juntas ante una cruz que tenía junto a la cama.
Casi empieza a sentir vergüenza de su gesto. Pero se repone y baja de la silla.
Camina hacia la puerta. La niña sigue allí. Sus ojos están rojos. Las lágrimas han dejado manchadas las mejillas.
El funcionario nota que un escalofrío baja por su espalda. Se acerca a la niña. Con un pañuelo de papel, le seca las lágrimas.
-- “Mira, hija, en la vida todos tenemos que cumplir órdenes. A mí me ha tocado este trabajo. A ti te toca estudiar. Además, ¿verdad que para vosotros esa cruz ya no decía nada? ¿No tienes entre tus amigos niños musulmanes o de otras religiones? Es que el mundo cambia...”
La niña murmura, con voz entrecortada, lo que tiene en su corazón:
-- “Jesús me ama, le ama a usted, ama a los musulmanes, ama a los ateos. Es bueno, tan bueno que muere en la cruz. ¿No podría volver a poner el crucifijo en la pared, por favor? ¿No nota lo triste y vacía que queda la clase sin tener la cruz?”
Los gritos aumentan por el pasillo. Pronto el pequeño ejército de niños ocupará los asientos de la clase. Casi todos notarán un nuevo y extraño vacío en la pared que está junto a la pizarra.
Una niña estará en clase entre lágrimas, mientras un funcionario lleva hacia el coche, con un respeto al que hacía tiempo no estaba acostumbrado, un saco lleno de cruces.
Esas cruces esconden una larga historia. Porque durante años y años, en España y en tantos rincones del planeta, millones de niños podían mirar en el aula hacia una cruz. Recordaban así que hubo un Hombre muy bueno que murió por los pecadores. Se llamaba Jesús, el Hijo del Padre y el Hijo de María.

A los que se van, pero no del todo

Fuente: Yoinfluyo.com
autora: Jessica Oliva

viernes, 31 de octubre de 2008

Para los mexicanos, la muerte no es una total desconocida. Es La Catrina, La Doña, la señora con la que compartimos el mole, el arroz y el pan de muerto una vez al año. Su figura encarna la festividad con la cual recordamos a aquellos que se nos han adelantado, a aquellos que extrañamos.
La celebración del Día de Muertos nos permite estirar la mano un poco, para saludar de lejos a nuestros seres queridos, a nuestros ancestros. Es nuestra forma de reconocer que, aunque ellos ya no estén aquí, no significa que hayan desaparecido.
Considerar a la muerte como una etapa más, un paso espiritual, es reconocer la trascendencia de la naturaleza humana y de la vida misma, independientemente de la religión que se profese.
En esta festividad, la muerte no se considera la enemiga, sino una puerta que tarde o temprano todos cruzaremos.
El festejo a los muertos es un ritual muy antiguo, tiene origen en el México prehispánico y se ha ido transformando y enriqueciendo a lo largo del tiempo. Sus rituales y manifestaciones han adoptado diversas caras, hasta llegar a los actuales altares vestidos de papel de colores, flores, cirios y calaveritas.
Sin embargo, detrás de todas las formas de celebración antiguas y contemporáneas, se encuentra latente un mismo pensamiento: la muerte no es sinónimo de la nada. No es el fin absoluto.
LA MUERTE PREHISPÁNICA
El festejo a los muertos se encuentra enraizado en nuestra historia, en nuestras culturas más antiguas. Es una celebración que, de una u otra forma, siempre ha formado parte nuestra identidad, religión e ideología.
Antes de que los festejos de este tipo adquirieran cualquier connotación cristiana, los aztecas ya consideraban a la muerte como una transición, en la cual los seres humanos daban un paso a otro mundo, a otra dimensión. Para ellos existían diferentes tipos de paraísos o “cielos”, a los cuales las almas viajaban dependiendo de la forma en que morían.
A diferencia de cristianos y católicos, las antiguas civilizaciones sí rendían culto a la muerte. El Dios azteca que la encarnaba era Mictlantecuhtli, señor de la tierra de los muertos, lugar al cual viajaban por cuatro años aquellos que habían fallecido de muerte natural. Su esposa o “Dama de la Muerte”, Mictecacacíhuatl, es actualmente relacionada con La Catrina.
La festividad que posteriormente se convirtió en Día de Muertos, se conmemoraba en el noveno y décimo mes del calendario solar mexica, que coincidía con la época de cosecha o recolección. De esta forma, tras meses de escasez, los vivos compartían los primeros banquetes con los muertos.
El festival estaba presidido por los dioses de la muerte, y en él se ofrecía comida, se realizaban sacrificios, y se lloraba a los parientes fallecidos. Comenzaba en agosto, el mes de la “Tierra florida” para los mexicas, en el cual las celebraciones eran dedicadas a los niños muertos.
Posteriormente, en el décimo mes o de la “fruta madura”, se hacía homenaje a las personas adultas.
Nuestras ofrendas y altares tienen su antecedente en estas festividades, pues los aztecas también colocaban este tipo de objetos en sus fiestas. Asimismo, en los entierros también se ofrecía al fallecido algunas cosas que había utilizado en vida, así como instrumentos para su viaje al inframundo.
DE CELEBRACIÓN PAGANA A FESTIVIDAD SANTA
Cuando los españoles llegaron a México, lucharon por erradicar los ritos y creencias paganas características de las culturas mesoamericanas, con el fin de convertir a los indígenas al cristianismo.
Al ver la celebración mexica en honor a los muertos, decidieron fusionarla con la conmemoración del Día de Todos los Santos, festividad cristiana europea instaurada el 1 de noviembre por el Papa Gregorio III, en el año 741. Esta festividad santa fue creada con el fin de contrarrestar los ritos del Halloween.
De esta forma, las costumbres y creencias españolas se combinaron con las tradiciones indígenas, lo cual dio como resultado un sincretismo cultural que sigue vigente en nuestros días. Las celebraciones en el estado de Michoacán son algunos de los mejores ejemplos de esta unión de culturas.
Posteriormente, en el año 998, San Odilón, abad del monasterio de Cluny, nombró el 2 de noviembre como Día de los Fieles Difuntos de la Iglesia Católica. Esta fiesta permite a los creyentes honrar también la memoria de sus seres queridos, y no sólo la de los mártires cristianos.
Tanto el Día de todos los Santos como el Día de los Difuntos, forman parte de lo que actualmente conocemos como festividad del Día de Muertos.
FUSIÓN CULTURAL
Con la llegada del cristianismo, la idea del infierno y el paraíso sustituyó las creencias de los múltiples cielos aztecas. Con esto, la forma de muerte ya no determinaba el destino del alma, sino la calidad moral de las acciones realizadas en este mundo.
Los misioneros españoles le dieron a la muerte la imagen de un esqueleto con guadaña, la cual conllevaba una connotación terrorífica. Ésta tenía como objetivo causar miedo entre los indígenas para educarlos en el respeto y temor del día del juicio.
La celebración actual del Día de Muertos presenta tanto elementos cristianos como precolombinos. No es extraño encontrar crucifijos, imágenes de la Virgen de Guadalupe y de Santos en los altares rodeados de incienso.
Por su parte, las flores de cempasúchitl y los tamales de maíz, típicos del banquete, pertenecen a la tradición indígena, así como aquellos objetos que representan a los cuatro elementos: el vaso con agua, las frutas de cosecha, el papel de china (que representa al aire) y los cirios y velas.