martes, 24 de marzo de 2009

Pescador

Por: Antero Duks


A medida que envejezco me doy cuenta
de que la vida se muerde la cola
y que otros poetas y otros pintores
ya no son competencia alguna.

El desafío es el cielo,
el cielo que todavía quiere ser descifrado,
con todo y que los astrónomos se esfuerzan
por escucharlo con sus inmensos oídos
eléctricos;
el cielo que nos murmura constantemente
los últimos secretos del universo;
el cielo que inhala y exhala
como si fuera el interior de una boca
del cosmos.

El cielo que es también la orilla de la tierra
y la orilla del mar también;
el cielo con sus muchas voces y ningún dios;
el cielo que encierra un mar de sonido
y nos trasmite un eco
como una ola contra un dique.

Poemas completos, diccionarios completos
enrollados en un trueno,
y cada atardecer una pintura abstracta,
y cada nube un libro de sombras
a través del cual vuelan libres
las vocales de las aves a punto de gritar.
Y el cielo está claro para el pescador,
si bien encapotado,

Él lo ve tal cual es:
un espejo del mar
a punto de caerle encima
en su bote de madera en el horizonte oscuro.

Tenemos que pensar en él como poeta,
frente a frente con la vieja realidad de siempre,
donde no hay pájaros que vuelen antes de la
tormenta.

Y él sabe lo que se le viene,
antes del alba él es su mejor vigía,
escuchando el sonido del universo
y cantando sus avistamientos
de la tierra de los vivos.

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