miércoles, 23 de julio de 2008

¿Y Dios..., dónde queda?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel.

Aunque Dios da a cada uno lo que es debido,
no es Dios deudor; pues no está ordenado por nada,
sino que todo está ordenado por Él.
Antonio Sertillanges.

Ego SUM qui SUM – Yo soy el que soy – Palabras de Dios a Moisés, cuando este le preguntó cuál era el nombre del que le enviaba, (Éxodo, Cap. III, V. 14) Los interpretes explican que Dios quiso dar a entender con estas palabras que era el Ser eterno, principio y origen de todo ser, el Ser por excelencia, el solo infinito, inmutable y necesario.
Deo ignoto – Al dios desconocido – Los atenienses, el pueblo más culto de la antigüedad, admitían sin trabas todas las religiones habidas y por haber, y a tal extremo llevaban su tolerancia en materia religiosa, que para estar a cubierto de cualquier olvido involuntario, levantaron su templo, con esta inscripción: “Al dios desconocido”. Cuando San Pablo compareció ante el areópago – Tribunal de Atenas --, se sirvió precisamente de esa inscripción para hablarles del Dios que ellos (los cristianos) adoraban sin conocerle y era precisamente el Señor, creador del cielo y de la tierra. Esta predicación causó un gran efecto y allí mismo se convirtieron varios al cristianismo, entre ellos Dionisio, que más tarde fue el primer obispo de Atenas.
“Si Dios no existiera sería preciso inventarlo”. VOLTAIRE en su Epístola al autor del libro “Los tres impostores” (1771) VOLTAIRE sentía una verdadera predilección por este verso, considerado como uno de los mejores salidos de su pluma; lo citaba con frecuencia en las cartas que escribía a sus corresponsales literarios. A vueltas con la fundación del culto al Ser Supremo, en los tiempos de la primera revolución francesa se valió Robespierre de esta afirmación para cerrar uno de sus discursos: “L´atheísme est aristocratique. L´idée d´un grand Etre, qui veille sur l´innocence oprime et qui punit le crime triomphant, est toute populaire. Si Dieu n´existait pas, il faudrait l´inventer”. Puestos a parodiar la frase volteriana, los comunistas franceses de 1870 no dijeron nada más que: “Si Dieu existait, il faudrait le fusillers”. Y después, tan descansada y cínicamente, pudieron entregarse al saqueo y demás excesos con toda tranquilidad. Una barbaridad semejante vale la pena no olvidarla, como ejemplo de los actos ignominiosos que han empañado los movimientos sociales que han sido necesarios para el desarrollo de la humanidad.
Desde Los tiempos remotos, según las diferentes investigaciones que han llevado a cabo los antropólogos, los seres humanos siempre han sido temerosos de un ser supremo, un dios creador, amo y señor del universo. Generalmente buscaban su presencia en la naturaleza y su fuerza que los rodeaba, así veían a sus dioses en el fuego, en el viento y tempestades, en la lluvia, en el sol, en la luna, etc., y como tales los adoraban y les ofrecían sacrificios --- de animales y muchas veces de humanos. Pero todos esos dioses, creados o inventados por la necesidad del sentimiento atávico del ser humano de sentirse dependiente y protegido por un ser superior, fueron cambiando en su concepción conforme se fue desarrollando la mente humana, de la irracionalidad a la racionalidad, de lo casi animal al pensamiento filosófico, de estudiar razonadamente de donde venimos, que somos y a donde vamos, que en síntesis es el orden del pensamiento humano. Con la cultura racional y filosófica nacieron el budismo u el shintoismo, que son dos de la corrientes filosofico-religiosas más importantes, sin olvidar los fundamentos también ya filosóficos de las mitologías griega y romana. El judaísmo modificó substancialmente los fundamentos humanos, entonces muy dispersos, dando lugar a normas morales que no se valoraban y que fueron fundamento del el formidable movimiento que cambió totalmente la concepción religiosa y filosófica de toda la humanidad: el cristianismo. Pero la humanidad es voluble, ahora, llena de soberbia e inmersa en la vorágine tecnológica, so pretexto de la modernidad está haciendo a un lado a Dios, en muchos aspectos lo está soslayando y va, a pasos agigantados, camino a olvidarlo totalmente. Alcanzada esa meta, la humanidad habrá logrado, lo que al menos así parece buscar, su propia destrucción. La supuesta fe en Dios de la humanidad es sólo de palabras, es hipocresía, es, en síntesis, una falacia. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír.
Precisamente, sobre “el hacer a un lado a Dios, soslayarlo e ignorarlo” que prevalece en los hechos actualmente en el todo el orbe, a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la periodista Jane Clayson del EARLY SHOW – periódico nortemearicano --entrevistó a la hija de Billy Graham, conocido predicador evangelista estadounidense. Anne Graham dio una respuesta sumamente profunda y llena de sabiduría. Dijo: -- “Al igual que nosotros, creo que Dios está sumamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole (a Dios) que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestro gobierno y que se salga de nuestras vidas. Y... siendo el caballero que Él es, creo que se ha retirado tranquila y respetuosamente. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé Su bendición y Su protección cuando lo hemos hecho a un lado y casi exigido que nos deje solos?”.
A la luz de ciertos sucesos recientes........ Ataques terroristas, balaceras en las escuelas, etc.; creo que todo comenzó cuando Madeleine Murria O´Hare (fue asesinada y hace poco se descubrió su cadáver) se quejó de que no quería que se rezara en nuestras escuelas, dijimos que estaba bien, y todos lo aceptamos.
Luego alguien dijo que mejor no se leyera la Biblia en las escuelas – la Biblia dice que No matarás, No robaras, Amarás a tu prójimo como a ti mismo, No le hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti, Da de ti antes de pensar en ti --, dijimos que estaba bien, y todos lo aceptamos.
Luego el Dr. Benjamin Spock dijo que no debíamos castigar a nuestros hijos cuando se portan mal, porque sus pequeñas personalidades se trucarían y podríamos lastimar su autoestima. Alguien dijo que los expertos saben lo que dicen, dijimos que estaba bien, y todos lo aceptamos.
Luego alguien dijo que los maestros y directores de las escuelas no deberían disciplinar a nuestros hijos cuando se portan mal y/o no cumplen con sus tareas. Los administradores de las escuelas dijeron que más valía que ningún miembro de la facultad de las escuelas tocara a algún estudiante que se porte mal y/o no cumpla con su tarea porque no queremos publicidad negativa y por supuesto no queremos que nos vayan a demandar (hay una gran diferencia entre disciplinar y tocar, golpear, cachetear, humillar, patear, etc.), dijimos que los administradores sabían lo que decían y/o hacían y todos lo aceptamos.
Luego alguien dijo que no nos preocupáramos si nuestras hijas se embarazan y que las dejemos que aborten si así lo quieren, y que además ni siquiera tienen que decirles a sus padres. Dijimos que estaba bien, y todos lo aceptamos.
Luego uno de los consejeros del Consejo de Administración de las escuelas dijo: -- “ya que los muchachos siempre van a ser muchachos y de todos modos lo van a hacer, démosles todos los condones que quieran para que puedan divertirse al máximo, y no tenemos por qué decirles a sus padres que se los dimos en la escuela”. Cuando trascendió, dijimos que estaba bien, y todos lo aceptamos.
Luego alguien dijo: -- “Vamos a imprimir revistas con fotografías de mujeres desnudas y decir que esto es una apreciación sana, artística y realista de la belleza del cuerpo femenino”. Pero otro, no-conforme con eso y llevando más allá esa apreciación, publicó fotografías de niños desnudos, y todavía más allá cuando las colocó en Internet. No nos pareció mal, dijimos que estaba bien, que había que respetar el derecho que tienen a su libertad de expresión, y todos lo aceptamos.
Luego la industria de las diversiones dijo: “hagamos espectáculos por televisión y películas que promuevan lo profano, la violencia y el sexo ilícito. Grabemos música que estimule las violaciones, el uso de las drogas, los suicidios y los temas satánicos”. Y dijimos adelante, al fin no es más que diversión, no tiene efectos negativos y de todos modos nadie lo toma en serio, así todos estuvimos de acuerdo y lo aceptamos.
Ahora nos preguntamos con extrañeza por qué nuestros niños no tienen conciencia, por qué no saben distinguir entre el bien y el mal, y por qué no les preocupa matar a desconocidos, a sus compañeros de escuela, o a ellos mismos.
Probablemente, si lo pensamos bien y despacio, encontraremos la respuesta. Creo que tiene que ver con “LO QUE SEMBRAMOS ES LO QUE RECOGEMOS” --- “Siembra vientos y cosecharás tempestades”. .
Es irónicamente curioso cómo la gente simplemente manda a Dios a la basura y luego se pregunta por qué la humanidad (y el mundo con ella) está en proceso de autodestrucción. Es curioso ver cómo creemos lo que dicen los periódicos y/o la televisión, pero cuestionamos lo que dice la Biblia. Es curioso cómo se mandan “chistes” por la red y cunden como reguero de pólvora, pero cuando empiezas a mandar mensajes del Señor, la gente lo piensa dos veces antes de compartirlos. Es curioso cómo hay artículos lujuriosos, crudos, vulgares y obscenos que circulan libremente por el ciberespacio, pero la discusión de Dios en público se suprime en las escuelas, los espacios de trabajo y, a veces, hasta en el hogar, tal parece que a la gente le da pena hablar de Dios.
Es curioso ver como nos preocupa más lo que piensan los demás de nosotros que lo que Dios piensa de nosotros.

Odisea jurídica

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel.

“Seamos esclavos de la ley para poder ser libres”
Cicerón.

Ley, ¿qué es ley?. El diccionario Larousse dice: “Regla obligatoria y necesaria”. Explicado en lenguaje común, ley es el conjunto de normas establecidas por la sociedad para regir sus actividades interrelacionadas. Un individuo solo establece su ley para autodisciplinarse, pero cuando trasciende y se relaciona con otro individuo, ambos tienen que modificar su ley para establecer otra que norme su relación. Así será sucesivamente, conforme aumenten los individuos que finalmente conforman las sociedades – familias, tribus, comunidades, pueblos, ciudades y naciones.

Los encargados de elaborar las leyes son los legisladores – senadores y diputados --, quienes son representantes de la sociedad – pueblo --, con fundamento en iniciativas formuladas por el presidente de la república – persona elegida por el pueblo para que dirija la administración de los bienes de la nación --, los mismos legisladores y las legislaturas de los estados – diputados locales.

Debemos comprender y aceptar que no hay ley que, por muy buena que se le considere, satisfaga a todos; pero también debemos entender y aceptar que toda ley es perfectible. En el mundo entero las sociedades, en todos sus niveles, han evolucionado vertiginosamente a partir de la segunda mitad del siglo XX, y por eso las leyes han tenido que irse adecuando a ese ritmo, aunque, lamentablemente, en nuestro país no ha sido así. Evidentemente no es igual legislar para 15 millones de habitantes que para 100; aquellos eran los habitantes de nuestro país en 1917 – cuando se elaboró la constitución vigente – y estos los actuales. Además, el progreso tecnológico ha modificado substancial y radicalmente las costumbres de las sociedades, y. las costumbres hacen leyes.

En México pareciera que es costumbre que las leyes no se cumplan y/o se violen fácil y cotidianamente. Se consigna “pareciera”, porque como las costumbres se hacen leyes, resultaría aberrante e inadmisible que existiera una ley que legitimizara la inobservancia y/o violación de las leyes, así es que mejor califiquémoslo como “vicio”. Así pues, este vicio es un mal endémico en nuestra patria; a diestra y siniestra, adelante y atrás, las leyes se violan o no se cumplen, que para el caso es lo mismo. Todos le rascamos y le buscamos para encontrar un pretexto que nos justifique violar o incumplir – ya apuntamos que para el caso es lo mismo --la ley, cualquiera que esta sea, y, además, mucha veces hasta nos regodeamos de ello como si fuera un mérito. ¿Por qué somos así?, ¿Atavismo de raza?, ¿Malformación causada por un largo periodo de un sistema de gobierno podrido? ; según los estudiosos en la material, la mayoría se inclina por el último argumento. Lo más lamentable de ese triste y oscuro pasaje de nuestra historia es que hayamos tenido tan bajo – mejor dicho: no tuvimos – espíritu para haber soportado tanta ignominia que nos llevó a niveles tan bajos. Pero ¿ahora qué hacer?, Como dice el dicho “ya ni llorar es bueno” y no nos vamos a sentar en la banqueta a hacerlo, por lo que no nos queda más remedio que sacar la casta, que esta si la tenemos y mucha, y ponernos a trabajar para reeducarnos cívicamente, pero primero hay que reconstruir el sistema educativo que anda por el callejón de la amargura.

El problema de marras, además de inconmensurable, es en lo general y en lo particular. Es inconmensurable porque es tan variablemente desbordante y sui generis que es imposible medirlo, y su fuerza destructiva tiene un alcance sin limites; mina, corroe, quiebra y acaba; ¡OH Dios!, Haznos despertar a la realidad y ayúdanos a combatir este monstruoso mal. Es en lo general, porque no hay ley, reglamento o disposición, de índole pública o privada, que no sea inobservada y/o violada por grandes y chicos sin distinción alguna. Es en lo particular, porque hay algunas leyes que son particularmente de especial importancia, y que su cumplimiento y/o violación acarrea muchos otros grandes males que proliferan como ramificación de árbol.

Las leyes electorales son particularmente favorecidas por incumplimientos y/o violaciones, empezando por el mentado lema dizque revolucionario “SUFRAGIO EFECTIVO Y NO-REELECCIÓN”, sobre el que hace tiempo un joven le preguntó a su papá qué significado tenía eso si nunca se cumplía, a lo que el padre lo único que acertó a contestar fue una sonora carcajada.

En síntesis, así se estilan las cosas jurídicas en nuestra amada patria, lo que desde luego no debe enorgullecernos sino al contrario y, si queremos cambiar, lo primero que tenemos que hacer es auto convencernos que del cielo no nos va a caer nada, somos todos los que tenemos que corregirnos, empezando por nuestras propias vidas y… por los maestros.

Para finalizar, surge como arrebatadora verdad lo que dijo un gallego, cuando España era flagelada por el anarquismo: “¡Rediez coño!, por la madre que nos parió, tenemos que disciplinarnos porque si no nos lleva el carajo ¡me cago en la sopa!”.



Enrique Galván-Duque Tamborrel
Junio de 2001

Nuestra verdad

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

La verdad por encima de todo, incluso de la patria.
Todo ciudadano viene obligado a morir por su patria;
nadie está obligado a mentir por ella porque sería denigrarla.
Querien Vangal.

Los deseos primarios de todas las personas son: la felicidad, progresar y ganar dinero. Una forma de lograr estos objetivos es siendo rico y próspero.

Así como hay personas pobres y personas ricas, hay países pobres y países ricos. La diferencia entre los países pobres y los ricos no es su antigüedad. Queda demostrado con los casos de países como India y Egipto, que tienen miles de años de antigüedad u sin embargo son pobres. Al contrario, Australia y Nueva Zelanda, que hace poco más de 150 años eran desconocidos, hoy son países desenvueltos y ricos.

La diferencia entre países pobres y ricos, tampoco está en los recursos naturales que disponen, pues Japón tiene un territorio muy pequeño y su 80% es montañoso, malo para la agricultura y ganado; sin embargo es la segunda potencia económica mundial. Su territorio es como una gran fábrica flotante que recibe materia prima de todo el mundo y los exporta transformados, acumulando su riqueza.

Por otro lado se encuentra Suiza, sin costas y tiene una de las mayores flotas náuticas del mundo; no tiene cacao pero si el mejor chocolate del mundo. En sus pocos kilómetros cuadrados cría ovejas y cultiva el suelo sólo cuatro meses al año, ya que el resto es invierno, pero tiene los productos lácteos de mayor calidad de toda Europa. Igual que Japón, no tiene productos naturales, pero da y exporta servicios con calidad muy difícil de superar, es un país pequeño que da una imagen de seguridad, orden y trabajo, que la convirtió en la caja fuerte del mundo.

Tampoco es la inteligencia de las personas la diferencia, como lo demuestran estudiantes de países pobres que emigran a los países ricos y consiguen resultados excelentes en su educación. Otro ejemplo son los ejecutivos de los países ricos que visitan nuestras fabricas, y al hablar con ellos nos damos cuenta que no hay diferencia intelectual.

Finalmente, no podemos decir que la raza hace la diferencia, pues en los países centro-europeos o nórdicos vemos como los llamados “ociosos de América Latina o de África, demuestran ser la fuerza productiva de esos países. Entonces: ¿Qué hace la diferencia?.
LA ACTITUD DE LAS PERSONAS HACE LA DIFERENCIA.

Al estudiar la conducta de las personas en los países ricos, se descubre que la mayor parte de la población cumple las siguientes reglas, cuyo orden puede ser discutido:

La moral como principio básico.
El orden y la limpieza.
La integridad.
La puntualidad.
La responsabilidad.
El deseo de superación en todos los ordenes.
El respeto a las leyes y reglamentos.
El respeto por el derecho de los demás.
Su amor al trabajo.
Su esfuerzo por la economía y acometimiento.

¿NECESITAMOS MAS LEYES?

¿No sería suficiente cumplir y hacer cumplir estas 10 simples reglas?.

En los países pobres sólo una mínima (por no decir ninguna) parte de la población sigue estas reglas en su vida cotidiana. No somos pobres porque a nuestro país le falten riquezas naturales, o porque la naturaleza haya sido cruel con nosotros. Simplemente por nuestra actitud. Nos falta carácter para cumplir estas premiosas básicas del funcionamiento de la sociedad.

Imbuyámonos y seamos todos portadores de este mensaje. Si amamos a sus hijos, y en bien de nuestra patria, trasmitamos esta reflexión para que mucha gente medite sobre este tema. Si esperamos que el gobierno solucione nuestros problemas, esperaremos toda la vida, y no se trata de que quiera o no, o pueda o no, sino de que es a nosotros, a la sociedad entera, a quien corresponde la responsabilidad de acción en esta materia.

Cuanto más empeño pongamos en nuestros actos y cambiemos nuestra actitud, puede significar la entrada de nuestro país en la senda del progreso y bienestar. Estos valores nos animan en cada proceso de cambio que impulsamos y sobre todo en la vida que llevamos.

“Debemos compartir todos esta mística para que juntos forjemos un país mejor.”



Mi agradecimiento para mi hijo Marco Antonio
Diciembre de 2002

La educación, insumo preciado en una sociedad sólida y piedra angular de su desarrollo

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


La educación como lo hemos dicho es el insumo más preciado en la construcción de una sociedad sólida, comprometida, competente, inteligente, hábil, una sociedad que sea capaz de sortear los obstáculos que implica competencia a nivel internacional, que tenga las habilidades que le permita insertarse plenamente en el avance de nuestro país.

Por eso los recursos que se destinan a la educación debemos de observarlos como una inversión en el capital humano del país, ahora bien, para que la educación tenga el efecto que deseamos debe ir acompañada de otras necesidades básicas que también se deben de cubrir, como la salud, alimentación, vivienda y es ahí donde la responsabilidad presupuestaria debe de imperar y encontrar un equilibrio entre las prioridades del gasto y los recursos disponibles.

Por eso una preocupación constante debe ser el uso adecuado del gasto público, uno de los principales fundamentos de la economía es que los recursos son escasos y es razonablemente fácil de aceptar, pues de existir e ilimitados no habría necesidad de discutir su uso ni fines, quizás ni siquiera su impacto, pues siempre existiría una fuente inacabable de estos, de lo cual debemos de echar mano.

Sin embargo, esto no sucede, debemos de operar en un contexto responsable, debemos también fiscalizar y hacer cumplir la norma que dicta que los recursos públicos no pueden ser utilizados con fines electorales, ni para cumplir caprichos de lideres sindicales.

Así también nos corresponde encontrar los mecanismos y procedimientos para que la burocracia se agilice y sea expedita, a los legisladores de la nación les corresponde conducirse con cordura y sensatez, pues sus decisiones ahora tendrán efectos en el futuro.

Es por ello que debe preocuparnos la fuente de ingresos del Estado, la cual evidentemente se refleja en la restricción presupuestaria a que está sujeto el gasto público. Al final de la legislatura pasada se presentaron dos iniciativas de ley de Educación Superior, lo cual considero un buen punto de partida para las deliberaciones y discusiones que precedan a su aprobación.

En este importante y complejo renglón que es la educación, piedra angular son los maestros. Cuan lejos quedó la responsabilidad, casi sagrada, de los mentores, que hacían de ella un verdadero apostolado. Recordar aquellas palabras que don Miguel de Unamuno escribiera a don Gregorio Marañón: “Ninguna actividad sistematizada y repetida influye en la Psicología y luego en la vida entera tan hondo como la rutina de enseñar”.

Esa mística quedó en el olvido, ahora los maestros han “logrado conquistas irreversibles” (?) y ya encontraron la rutina para destruir lo poco logrado con el esfuerzo titánico de ejemplares mentores que en México han sido. Pero como siempre sucede, cuando el mal cunde se traga al bien; así los maestros disidentes ---de lo único que disienten es del orden, la disciplina, la responsabilidad y el patriotismo--- convertidos en verdaderos trogloditas se lanzan a las calles a escandalizar y a destruir, dizque para hacerse notar y les hagan caso, creándose con esto, para sí mismos, una imagen totalmente opuesta a la deberían tener, y en vez de educar, deseducan.

Los líderes vivales manipulan como borregos a sus seguidores y de hecho ya convirtieron sus manifestaciones en un modus vivendi, situación por demás descarada dada la incongruencia de su eterno y aberrante pliego petitorio. Incongruente es que pidan y pidan en exceso, a sabiendas que un país con carencias económicas, como el nuestro, jamás podrá cumplir sus exigencias; además, piden y piden sin merecerlo siquiera. Por otra parte, cabe la pregunta: ¿cuánto le cuesta a la nación, moral y materialmente, los paros y manifestaciones que llevan a cabo rutinariamente (como dijo un estudiante de 6° año de primaria de Ixtepec: “cada tercer diario, un día si y otro también”)?

En síntesis, los maestros disidentes son culpables del delito de lesa patria, pues independientemente del daño económico a la nación, están afectando a lo más sagrado que tiene la patria que son sus niños y jóvenes.

Es bien sabido, por los índices que maneja la ONU, que México se encuentra entre los países mas rezagados en el renglón educativo, y el Estado de Oaxaca es de los más rezagados en nuestro país ---junto con Guerrero, Chiapas, Michoacán y Tabasco, coincidentemente en donde más presencia tienen los maestros disidentes---, lo que debe hacernos meditar seriamente para reaccionar positivamente.

El asunto que tenemos entre manos no es menor, nada más y nada menos que la formación humana, física, intelectual, moral de la niñez, de la juventud y de todos los mexicanos que también es piedra angular del desarrollo de México y una estrategia de largo plazo.

De cualquier cosa...

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


Si bien se entiende que esta respuesta refleja una gran necesidad más que un deseo, hay que tener en cuenta los efectos negativos que puede acarrear. El trabajo de “cualquier cosa” no existe. Más aún, ante la escasa oferta laboral existente –aunque parezca contradictorio– hay que ser muy selectivo para tener mayores posibilidades.
Cuando la búsqueda laboral se extiende mucho más de lo que habíamos imaginado, la necesidad de dinero se hace sentir y la incertidumbre se va transformando en desesperación. En esa circunstancia, hace falta –más que nunca– tomarnos el tiempo que sea necesario para reubicarnos y pautar estratégicamente los pasos a seguir. Lo ideal sería organizarnos de modo tal que la desesperación no llegue, pero si no ha sido así, no es tarde. Nunca lo es.
La búsqueda laboral siempre requiere algún método, el trazado minucioso de algún plan. Mucho más cuando las ofertas laborales son escasas y la situación del mercado es inestable y confusa. Debemos estar muy atentos a lo que yo llamo “los dos frentes”. El externo, que es el mercado y el interno, que es uno mismo.
En cuanto al primero, será importante tener la mayor información posible sobre la oferta laboral (visible e invisible) y reforzar la red de contactos. Pero esto depende –muchas veces– de las condiciones en que se encuentra el “frente interno”. Es obvio que debemos estar bien (o lo mejor posible) para encarar las circunstancias adversas en el “frente externo”.
Esto algunas veces se logra casi espontáneamente porque nuestra personalidad nos lo permite o las circunstancias no son tan adversas. Pero otras veces requiere de cierta preparación. En primer término, es necesario un análisis pormenorizado de nuestras habilidades y áreas de experiencia. Esto nos indicará hacia dónde es conveniente orientar nuestro esfuerzo. Es muy importante pensar con detenimiento cuáles son nuestras principales habilidades (en sentido amplio).
No confundamos habilidades con ocupaciones. Esto es clave. Por ejemplo, cuando coordino talleres de orientación laboral, y pregunto sobre habilidades, suelen responderme: “Sé vender”; “Tengo experiencia como asistente”; o “Puedo hacer tareas administrativas”. Quienes me responden así, están señalando actividades posibles, pero no habilidades.
Al confundir estos dos conceptos, cierran posibilidades en vez de abrirlas. La cuestión es concentrarnos en habilidades y entonces poder decir cosas como: “Sé tratar al público”; “Tengo facilidad para los cálculos”; “Puedo prever situaciones futuras”; “Soy buena coordinando diferentes tareas”.
Si pensamos en términos de ocupaciones nos estamos limitando, mientras que pensar nuestras habilidades nos permitirá, en un segundo paso, pensar qué tipo de actividades requieren esas habilidades que tenemos (las hayamos realizado alguna vez o no). Dicho de otro modo: si María se focaliza únicamente en que ella es una buena asistente bilingüe, buscará trabajo como tal; pero puede suceder que en ese momento el mercado no esté solicitando asistentes bilingües y la búsqueda se postergue más de lo conveniente.
Pero en cambio, si María piensa que es buena coordinando diferentes actividades, trabajando bajo presión, manejando temas confidenciales, comunicándose en más de un idioma y organizando tareas de otros, es probable que su universo de búsqueda se amplíe porque ya no sólo buscará como asistente sino que podrá emplear todo ese repertorio de habilidades para llevar a cabo otras actividades.
En circunstancias en las cuales la oferta laboral es por demás escasa, ampliar el horizonte de búsqueda de este modo es fundamental.
A partir de este análisis de nuestras habilidades es preciso encarar una búsqueda estratégica de oportunidades laborales. Esta búsqueda será amplia, por lo cual estaremos abiertos a diferentes posibilidades, pero tendremos en cuenta que al momento de hablar con otros debemos lograr que quede claro hacia dónde orientamos la búsqueda.
Por eso la expresión “de cualquier cosa” queda descartada. Nadie tiene habilidades para todas las tareas, y en un contexto altamente competitivo, debemos asegurarnos de estar enfocados hacia aquellas áreas en las cuales tenemos chances de competir con éxito.
Es sorprendente cómo el ejercicio de pensar las propias habilidades suele revelar, a quien lo realiza, situaciones hasta ese momento ignoradas. Muchas personas no tienen una adecuada “fotografía de sí mismas” y se presentan ante potenciales empleadores sin poder dar cuenta de su enorme potencial.
En un mundo que cambia velozmente es importante lo que cada persona sabe hacer, pero mucho más importante es lo que todavía pueden aprender, lo que todavía pueden desplegar. Para eso es primordial bucear dentro de uno y vislumbrar aquello que podrá desarrollarse todavía: nuestro potencial.
Aun cuando se pueda apelar a la solidaridad de los demás, debemos pensar que cada uno tiene suficientes problemas y cosas de qué ocuparse. Por lo cual, mientras más claro sea el mensaje que transmitimos, mayor posibilidad de ser recordado tendrá.
Por eso insisto en la necesidad de pensar nuestras habilidades, buscar estratégicamente y propiciar situaciones donde nuestro potencial pueda ser desplegado originando nuevas oportunidades laborales.
La búsqueda laboral estratégicamente encarada no es por sí misma garantía de éxito. Son muchos los factores que intervienen en la obtención de un empleo o en la viabilidad de una actividad laboral.
Sin embargo, trabajar sobre el “frente interno” es una buena forma de orientarnos en la mejor dirección posible y estar fuertes para enfrentar las adversidades de la época que nos ha tocado vivir.


Algo brilla en el camino

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

“A las crías de los pájaros Dios les da alimento,
-- Y su bondad se extiende a todos los seres creados”
Jean Racine

Tenemos muchos deberes que cumplir para con nuestros semejantes, y uno de ellos, quizás el primero, es el de tratar de suavizar o mitigar sus penas. Nuestro poder para realizar el bien es inmenso. No importa que no poseamos bienes de fortuna, si sentimos amor y compasión, si somos bondadosos y comprensivos, y si nuestra sonrisa está siempre presta a entregarse.

Pensemos con Amado Nervo, que decía: “Los males que no podemos remediar son infinitos; pero los que si podemos remediar también son infinitos”.

Los hombres superiores no se apenan por sus desdichas; pero sí por las ajenas. – Los que poseen nobles sentimientos, sufren con los que sufren y gozan con los que gozan. – Es preferible la bondad que la inteligencia. – Lo más digno de respeto en las personas es la bondad. Después de eso: el saber y el talento.

En el mundo hay muchos sentimientos y penas; pero también hay muchos deseos de remediarlos.....y almas llenas de nobleza y comprensión. – No hay que desaprovechar la oportunidad de hacer el bien. Desaprovechar una oportunidad así, es desaprovechar lo mejor que la vida puede darnos. Diariamente hay que lanzarse a la calle con el propósito de hacer el mayor bien en todos los sentidos.

Existe la creencia, por cierto lamentablemente bastante generalizada, de que las personas buenas son cobardes, tontas,........ ¡No hay tal! Lo que sucede es que por su bondad no les hace falta la maldad de los demás........ ¡Que hermosa labor de llevar paz a los corazones, aquietar el ánimo exaltado, sosegar las ansias, destruir los odios, desaparecer los malos entendimientos, las interpretaciones torcidas,........!

La capacidad de bien que hay en el alma humana es inmensa...... ¡Aprovechémosla! ........... En la bondad de tus acciones encontrarás la fuente de la alegría. – Que prevalezcan siempre los sublimes mensajes bíblicos: “da de ti antes de pensar en ti” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, así siempre habrá:

Una luz en el camino

Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de oriente, un hombre, que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna, como aquella.
En un determinado momento se encuentra con un amigo. Este lo mira, escudriñando en la tenue luz, y de pronto lo reconoce. Se da cuenta que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces le dice: -- ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano?, si tú no ves......
Entonces el ciego responde: -- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí...... No sólo es importante la luz que me sirva a mi, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.

Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil...... Muchas veces, en vez de alumbrar, oscurecemos mucho más el camino de los demás........ ¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento....... ¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás! ¿O no?








martes, 22 de julio de 2008

Si eres lo que debes ser, encenderás el mundo

Por: Querien Vangal

En el origen de nuestra vida encontramos un acto de amor infinito y omnipotente de Dios que, pronunciando nuestro nombre mucho antes de que nuestros padres lo hicieran por vez primera, nos llamó de la nada al ser: "Antes de haberte formado en el seno materno, te conocía, y antes de que nacieses te tenía consagrado" (Jr 1,5). No fuimos nosotros, por tanto, quienes escogimos vivir ni tampoco lo merecimos, pues ni siquiera tuvimos la oportunidad de hacer algo que provocase su amor. Existimos sencillamente porque Alguien nos quiso y continúa sosteniéndonos en el ser; porque Alguien nos ha amado gratuitamente tal como somos y para siempre.
Por este motivo cada hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, lleva impresas en su alma, por así decir, las "huellas digitales" de Dios. En este amor personal de Dios al hombre reside la grandeza y la dignidad más profunda de cada ser humano.
De este diálogo íntimo de amor entre Dios y el hombre se desprende la realización del hombre que alcanzará la verdadera felicidad, en la medida en que cumpla el fin para el que fue pensado desde toda la eternidad. Amar, pues, es el gran proyecto de nuestra vida, nuestro mayor negocio, la vocación más sublime en la que se resumen todas las demás. Y para nosotros cristianos, el amor como camino, verdad y vida no es una idea vaga o un proyecto filantrópico, sino que tiene un rostro muy concreto, Jesucristo.
La santidad, ser como Cristo, se convierte así en nuestro programa de vida. En Él encontramos el modelo del hombre perfecto, del amor realizado en la entrega y en la donación sincera de sí mismo a los demás.
Dios continúa llamándonos durante toda la vida
Dios continúa llamándonos todos los días; en cada momento va explicitando las exigencias de esa llamada original, que resuena como un eco en nuestro corazón. Cada gracia, cada evento o circunstancia que Él permite en nuestra vida es una ocasión para agradecer, una posibilidad de encuentro personal con Cristo, una nueva llamada a corresponder con generosidad a su amor.
Repasemos delante de Dios las principales gracias que Él nos ha concedido en nuestra vida. ¡Cuántas manifestaciones de su amor! ¡Cuántas llamadas a la conversión y a la correspondencia! El gran regalo de la vida y de la salud, la oportunidad maravillosa de haber crecido en una familia cristiana, etc.
De manera especial, el don del bautismo, que supera con mucho cualquier otro don natural –"tu gracia vale más que la vida" (Sal 62, 4)-, y por el cual podemos llamar a Dios ¡Padre!, puesto que realmente somos sus hijos (cf. IJn 3, 1). Y en consecuencia, también somos llamados a ser hijos de nuestra madre, la Iglesia, entramos a formar parte de la familia de Dios y nos hacemos herederos del cielo, nuestro verdadero y definitivo hogar. ¡Qué maravilloso es el don de la fe!
Como consecuencia de nuestro ser cristiano, gozamos de un verdadero banquete de bendiciones: los sacramentos; el alimento de la palabra de Dios en la Sagrada Escritura, la liturgia, la comunión de los santos; la ayuda de los sacerdotes; las enseñanzas y el ejemplo del Santo Padre, etc.
¡Cuántas voces de Dios, también, a través de la vida de todos los días, del encuentro fortuito con una persona, de una conversación, de una lectura, de una experiencia! ¡Cuántas lecciones Dios nos manda a través del sufrimiento y de las enfermedades, instrumentos especialmente eficaces de purificación y de desprendimiento interior, que nos ayudan a aferrarnos únicamente a Dios y a lo eterno!
Hay un don muy particular, del que no todos somos conscientes. El don del tiempo, como el espacio precioso de vida que Dios nos concede para poder realizar la misión para la que fuimos creados y de la que tendremos que rendir cuentas. Y, sin embargo, ¡cuánta omisión en el uso de este tesoro!
El tiempo del que disponemos no es nuestro, sino que lo hemos recibido de Dios para ponerlo a producir; y que como buenos administradores del mismo se nos pide ser fieles (cf. ICor 4, 2). Esta meditación, lejos de producirnos amargura o tristeza, debe entusiasmarnos y estimularnos a una creciente donación a la Iglesia y a los demás.
"Don recibido que tiende por naturaleza a ser bien dado" (cf. n 2).
a) Si eres padre de familia, Dios te ha regalado el sacramento del matrimonio, a través del cual participas de una manera especial de la intimidad del amor de Dios y por el que cada uno se convierte en un don para el otro.
La fidelidad a tu vocación de esposo(a) y padre cristiano, te exigirá en ocasiones el martirio callado e incruento de la vivencia genuina del Evangelio. No es fácil luchar todos los días contra el ambiente del mundo, que trata con insidiosa ferocidad, de atraparte con sus tentáculos de hedonismo y de materialismo, y que se filtra, casi imperceptiblemente, por las rendijas del propio hogar, sobre todo en el caso de las parejas jóvenes. No es fácil, tampoco, perseverar fieles a las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, que te implicará el heroísmo en tu amor para no vender la integridad de tu conciencia y de tu corazón a los mercaderes de la sociedad posmoderna, que pretenden por todos los medios imponer nuevos modelos de vida matrimonial y familiar, incompatibles con el Evangelio y con el designio de Dios para el hombre; y que tachan de intransigentes a quienes no se suman a su modo de pensar y de actuar. Quizás por esto mismo, la vida familiar se presenta en algunos aspectos más costosa y ardua que en épocas pasadas. Pero cuentas, también como antes, con el auxilio poderoso de la gracia de Cristo y con el testimoniode muchos matrimonios y familias auténticamente cristianos.
Forma a tus hijos en la fe, enséñales a amar a su madre, la Iglesia. Edúcalos en una conciencia recta y en una equilibrada jerarquía de valores conforme con la civilización del ser y no del tener. Sé generoso para ayudar y apoyar a tus hijos en los momentos en que tienen que tomar sus grandes decisiones. Deja que sigan el camino por el que Dios les llama a realizarse, (cf. n 5), ya sea en el matrimonio, o en la vida consagrada o sacerdotal.
b) Si eres joven y te encuentras en la edad maravillosa en la que tienes que poner los cimientos sólidos que sostendrán el edificio de tu vida; que quieres imprimir un rumbo seguro a tu existencia, y que buscas con anhelo tu felicidad, deja que Cristo entre en tu mundo personal, que se convierta en el punto de referencia de todas tus decisiones, ábrele tu corazón, busca conocerlo y amarlo cada día más. Estás en la etapa decisiva de tu camino, la edad de la escucha y del discernimiento de la llamada: ¿qué es lo que Dios quiere de mí? ¿Cómo realizarme y ser feliz? Ten la seguridad de que la respuesta nunca podrás hallarla fuera de la voluntad de Dios, al margen de Jesucristo.
No tengas miedo de escuchar la voz de Cristo que te invita a vivir con coherencia su fe, a morir a los criterios del mundo y a tus propias pasiones desordenadas para que Él reine en tu corazón. Lleva el Evangelio a todas partes, no puede haber un lugar que quede fuera del influjo de Cristo. Habla de Él con su testimonio y con sus palabras. Siéntete orgulloso de ser cristiano y de comportarte como tal.
c) Si eres mujer, has recibido una altísima vocación y una delicada misión en el corazón de la sociedad y de la Iglesia, al haber sido llamada por Dios de manera especial a la difícil tarea de reevangelizar la vida (cf. n° 3). Lucha, por vivir en plenitud el ideal de la mujer nueva que Cristo te propone. No te dejes seducir por los slogans fáciles y engañosos de pseudorrealización y de aparente libertad, que el mundo y la cultura tratan de inocularte. Eres, por designio insustituible y maravilloso de Dios, la custodia y el santuario de la vida, la que mejor puede colaborar en la humanización del mundo hasta transformarlo en una grande y única familia. En la Virgen María encontrarás siempre el modelo más auténtico y luminoso de la mujer cristiana.
d) Si ya eres abuelito o abuelita, tienes un papel más importante y decisivo de lo que, a simple vista, podrías imaginar. Tu misión en esta vida aún no ha terminado. Tienes en tus manos el rico patrimonio de tu experiencia de largos años que estás llamado a compartir con tus hijos y nietos, con tus amigos y cuantos te rodean. No renuncies a esta misión tan grande, no omitas ningún esfuerzo por llevarla adelante, con tu consejo acertado en el momento adecuado, siendo promotor entusiasta de la unidad familiar y de la solidaridad. Por medio de tu palabra y de tu testimonio puedes convertirte en el mejor transmisor de la fe cristiana y de los valores imperecederos. Pero esto sólo lo lograrás en la medida en la que pongas tu centro en Dios y en los demás, y no en ti mismo.
De esta manera todos estamos llamados a la santidad, a continuar edificando el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Una vocación que no debe quedarse únicamente en pensamientos o bellos deseos, sino que tiene que traducirse en una sincera y real voluntad de colaboración y de mutuo apoyo con la misión de la Iglesia; pues, en definitiva todos buscamos, el mismo fin: la gloria de Dios y la salvación de las almas.
Oración:
¡Gracias Señor por tu infinito amor! Enséñame a amar como tú nos has amado. Ayúdame a vivir la caridad en pensamientos, palabras y obras; aleja de mi corazón, de mi mente y de mi lengua la crítica, la maledicencia, la división. Enséñame a ser generoso y hazme un instrumento de tu amor para que reines en el corazón de todos los hombres.

Respeto al respeto

Por: Querien Vangal


“Por favor, respete las señales de tráfico”. “Tienes que darte a respetar”. “A tu madre la respetas”. “Respeta mis decisiones”. De ésta y otras muchas maneras, escuchamos y utilizamos con frecuencia la palabra ‘respeto’ en nuestra vida diaria. Detrás de esas siete letras se esconde un valor que la sociedad necesita y que toda persona recta debe buscar.

A la raíz de los grandes problemas de nuestro mundo, encontramos profundas faltas de respeto. En consecuencia, las soluciones que con tanto afán buscamos radican en la vivencia de este valor –tesoro de la humanidad–, en sus diversas facetas.

-Si aprendemos a respetar al medio ambiente y a administrar bien los recursos que nos regala la naturaleza, se evitarán catástrofes presentes y futuras; todos disfrutaremos de un lugar más próspero para vivir, como Dios quiere.

-Si todos respetamos las leyes de tráfico, ¡cuántos accidentes mortales estaremos previniendo!

-Si todos decidimos ser honestos – ¡respetando, por ejemplo, las leyes fiscales!–, redundará seguramente en el bien de muchos.

-Si pensamos antes en el respeto a los derechos de los demás que en los nuestros, tal vez habrá menos hambre, menos pobreza y marginación en el mundo.

-Si actuamos siempre de acuerdo a la máxima del respeto: “trata a los demás como quieras que te traten”, todos viviremos más felices y tranquilos, se acabará la violencia, la delincuencia y tantos otros males.

La lista podría extenderse. Pero pueden parecer falsas promesas o sueños irreales. Este ideal de respeto requiere una motivación justa y la educación en los detalles.

Se puede respetar por el puro temor a una consecuencia negativa; como quien no hace tonterías porque no quiere ganarse un castigo o el empleado que cumple su trabajo porque no quiere ser despedido.

El respeto también puede estar motivado por un auténtico sentido de justicia. Respetamos el trato hecho porque somos “hombres de palabra”. Respetamos las propiedades ajenas porque sabemos que no nos pertenecen.

Pero el respeto puede y debe ir más allá del temor y de la simple justicia. El amor es el motor que puede impulsar el respeto a mayores profundidades. Sólo el esposo que ama de verdad, respeta su promesa de fidelidad a su mujer. Sólo la madre que ama, educa con respeto y cariño a sus hijos. Sólo los hijos que aman y valoran lo que sus padres hacen por ellos, les estarán respetando de verdad. El novio respeta a su pareja si la ama de verdad. Respeto al amigo en el momento difícil; respeto a los demás con nuestras palabras, evitando la crítica; respeto a nosotros mismos, a nuestro cuerpo y a nuestra dignidad... todo esto es posible únicamente si nos motiva el amor. El respeto será auténtico y profundo en la medida en que está motivado por el amor.

Por amor a la verdad, es preciso respetar lo que es el auténtico respeto. Hoy se habla mucho de tolerancia y algunos entienden el respeto como dejar que cada quien haga y piense como quiera. Pero el respeto implica, ante todo, el respeto a la verdad. El vecino puede pensar que la vida del no nacido no vale nada. Habrá que respetar al vecino, como persona; pero también habrá que respetar la verdad y defenderla. Nunca faltaremos al respeto por decir y actuar conforme a la verdad.

La verdad última en la que se fundamenta toda forma de respeto nos remite al Autor de esta obra de arte que es el ser humano. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Cuando respetamos a la persona -al vecino, al aún no nacido, a los hijos, a los padres, a nosotros mismos-, podemos escuchar lo que Cristo dice en el Evangelio: "A mí me lo hiciste".

El nexo entre respeto y caridad es fuerte y profundo. El respeto, a fin de cuentas, no es sino una manifestación del amor. Del amor que Dios nos ha tenido. Y del amor que nos llama a reflejar.

Naúfragos espirituales

Por: Querien Vangal

Si, a veces me siento como un náufrago nadando en un mar de incomprensión espiritual, tratando de encontrar aunque más no sea una isla pequeña donde descansar ¿A qué me refiero?

Rodeado de la vida mundana, no se advierte que los demás miren este mundo aunque no sea más que un poquito, con los ojos de Dios. Escucho hablar a la gente de cosas que suceden, y se advierte de inmediato la mano de Dios en ello. Pero, ¿cómo decirlo, si no hay peor sordo que el no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver? Miro a derecha, a izquierda, por delante y por detrás, y sólo veo gente que no tiene la más mínima voluntad de introducir a Dios en sus vidas. ¡Un verdadero mar de frialdad espiritual! Miles de millones de almas viven totalmente ajenas a El. Mientras rezo en mi interior, y pienso en lo mal que se siente el Creador al ver semejante nivel de indiferencia, más y más me siento como un náufrago perdido en un mar de ignorancia y ceguera espiritual. Y ésta realidad me resulta visible en aquellos momentos en que, por Gracia de Dios, se abre mi corazón a ver la realidad con una mirada espiritual, porque el resto del tiempo entristezco al Señor con pensamientos y sentimientos del todo mundanos también.

En este mar apático se nada y se nada, buscando una isla donde aferrarse. Y esas islas aparecen, cuando cruzamos nuestro camino con alguien que ve a Dios en lo que ocurre a nuestro alrededor. ¡Y cómo nos aferramos a estas personas en esos momentos! Conversaciones vibrantes, plenas de amor a Dios, compartiendo tantas cosas que el mar-desierto espiritual que nos rodea ignora totalmente. Son momentos de descansar, de tomar fuerzas, de recordar que el Señor nunca nos deja desamparados. Y luego de gozar estos instantes de unión con esos hermanos en el amor a Jesús y María, a nadar nuevamente en el mar que nos rodea.

Creo que nuestra obligación, como hijos de Dios, es sobreponernos a éstas frustraciones del alma, y seguir luchando en medio de tan grande incomprensión. Debemos dar testimonio del amor por Dios, aunque nadie nos preste atención, a riesgo de que nos tomen por locos o aburridos, o pasados de moda, o el calificativo que sea. Imaginen que el pobre Jesús también nadó en este mar espiritual cuando vino a nosotros, y como siempre, la Palabra del Señor es el modelo de lo que debemos esperar de nuestras vidas, y también de cómo debemos reaccionar frente a la falta de amor del mundo.

Hoy nos sentimos náufragos, y también colaboramos con el naufragio general ante nuestra falta de amor por El. Pero, personalmente, creo que si cada uno de nosotros nada con fuerza en estas aguas, dando vigoroso testimonio del amor como único camino, se irán formando más y más islas a nuestro alrededor, hasta que se unan poco a poco.

Y esas islas, que son las almas de los que aman a Dios, unidas unas con otras formarán un continente espiritual, donde reine el Amor por nuestro Dios, donde se pueda pisar firme y confiado en tierras regadas por las lágrimas de quienes donaron sus vidas por el Salvador, a lo largo de los siglos.

Mediadores de un padre

Por: Querien Vangal

Siempre me ha gustado la parábola del hijo pródigo, tanto que la he citado más de una vez en mis libros. Es una de las parábolas más conocidas del Evangelio y precisamente por ello –como muchas veces ocurre con las cosas muy conocidas-- se expone a pasar por nuestros oídos sin que cojamos su gran dosis de provocación.

La historia es conocida por todos. Hay un hijo desvergonzado, como tantos en cada sitio y en cada tiempo, que de repente pretende tener su parte en la heredad del padre y se va lejos para buscar su destino. Sin embargo, las cosas no le salen bien y en poco tiempo se ve obligado a volver a casa, ofreciéndose como esclavo.

El padre, en vez de darle con la puerta en la cara como muchos harían, lo acoge con los brazos abiertos e inmediatamente, no obstante la hostilidad del hijo mayor –que fue el que se quedó en casa, respetando la tradición de obediencia filial-- hace celebrar una fiesta por su retorno.

Esta historia, aparentemente tan simple, es, creo, una poderosa metáfora de nuestro tiempo.

Jamás como en estos últimos dos siglos, en una carrera cada vez más loca, el hombre ha separado la inteligencia del amor y, con el orgullo de su saber, ha creído que puede ser el único artífice de su propio destino.

La libertad se ha transformado en uno de los valores fundamentales, pero en esta libertad –que de por sí es justa– se ha terminado por perder el sentido de orientación.

Liberarse de algo siempre quiere decir ser prisionero de otra cosa.

Y así nosotros, en vez de hacernos íntima y profundamente libres, hemos llegado a ser esclavos de la libertad.

Poco a poco nos hemos liberado de todo. Nos hemos liberado de los tabúes y de los límites, de las dudas y de las turbaciones, de las reglas morales. Sobre todo nos hemos liberado de la idea anticuada y oprímete de la existencia de Dios, con la certeza de ser ya los únicos propietarios de nuestro destino.

Sin embargo, la historia de este tiempo nos dice que no ha sido así. Nos dice que el cielo vacío no fue llenado con la grandeza del hombre, sino con su locura, con su orgullo, con su sed sanguinaria.

Esta libertad conquistada liberándose de quienes eran considerados cargas, demuestra ahora toda su fragilidad, su arbitrariedad. No ha conducido a ninguna parte, si no a un lugar en el que las personas han perdido el respeto por sí mismas, por los demás seres humanos y por todo lo que les rodea.

El hombre que tenemos ante nosotros ahora es un hombre pobre y profundamente perdido, un hombre frágil que vive suspendido entre la incapacidad de afrontar el presente y el ansia por el futuro.

Un hombre afligido por una forma grave de infantilismo, donde la dimensión infantil no es la de la plenitud, sino la de la vanidad y del egoísmo.

Como el hijo menor de la parábola, el hombre ha tomado sus bienes del padre –en este caso la inteligencia-- y se ha ido lejos a construir su destino. Pero un hijo, por cuanto lo niegue o no le guste, está unido indisolublemente a sus raíces.

El tema del retorno me resulta muy querido. El camino del retorno, por ejemplo, es la vía que buscan emprender también Walter y Andrés, los protagonistas de Anima mundi.

Y es precisamente Andrés –quien no será capaz de cumplir el camino hasta el final– quien afronta, con sor Irene, la parábola del hijo pródigo. Sor Irene lo narra a Walter así:

–«Por la tarde, después de cena, quiso que le indicase el pasaje de los evangelios donde se narra la parábola del hijo pródigo. La leyó varias veces ante mí y luego me dijo:

-- “Pero no es justo”.

-- “¿Qué no es justo?”

-- “Que los hijos que se han comportado bien sean tratados con indiferencia y que en cambio, para el regreso del delincuente se haga una gran fiesta. ¿Por qué no se rebelan? ¿Por qué no lo expulsa a patadas al lugar de donde vino? ¿Qué quiere decir? ¿Que lo mejor es portarse mal?”»

El pensamiento de Andrés es también el pensamiento del hijo que se queda fiel en casa. Es el pensamiento de todos los que no se sienten suficientemente amados y que envidian la luz que imaginan ver brillar en otro.

«He aquí», dice el hijo que se quedó con el padre, «que yo te sirvo desde tantos años y no he transgredido jamás un solo mandamiento tuyo, y tú no me has dado jamás un cabrito para hacer fiesta con mis amigos».

Se trata de un sentimiento extremadamente común, el sentimiento de quien no se arriesga y no se mete, pero que se mantiene fijamente fiel a lo que se debe hacer. Y por este mérito –dictado sobre todo por el miedo a vivir– se siente con derecho a juzgar.

Este es el punto que hay que iluminar en la parábola. ¡Cuántos hijos mayores hay entre nosotros! ¡Con qué facilidad el ánimo humano abraza la vía del deber en vez de la vía del amor!

No es una vía cómoda, la del deber, es una vía aburrida, repetitiva pero –y es esto lo que la hace apetecible– es una vía segura, sin riesgos, en la que lo que se tiene y lo que se da están regulados por cálculos precisos de contabilidad.

Pero quien no actúa y juzga –como el hijo que se queda– ciertamente no es mejor que quien, arriesgándose y errando, se aleja para buscar su camino, como el hijo menor. Aquel que reivindica, que se autocomplace en la propia diligencia, revela –antes que nada– una naturaleza no libre, incapaz de aperturas, y por tanto, de comprensión.

De hecho, la comprensión nace solo en quien ya ha caído, en quien ha probado la experiencia de la fragilidad y de la derrota, y la ha aceptado. Para resurgir, es necesario antes pasar a través de la opacidad de la muerte. Muerte a sí mismos. Muerte al propio orgullo. Muerte a la terca voluntad de construirse un destino extraño a la ley del amor.

El hermano obediente, víctima de la envidia y por tanto, del odio, está destinado a vivir en la cerrazón, en la mezquindad, en la inmovilidad. Anclado a estos sentimientos, no alcanzará jamás a comprender la absoluta libertad que dona el saber perdonar. Y así aunque siga juzgando a los demás, no será jamás un hombre de justicia.

Porque la justicia, en el curso de una vida, nace solamente de la comprensión de un recorrido, de la capacidad de liberarse del estado de esclavos obedientes para asumir el de hijos, y por tanto, de hermanos.

Lo que limita la visión de quien vive protegido de coartadas de buena conducta es la imposibilidad de comprender la dualidad del alma humana que oscila entre necesidad de certezas fuertes y el deseo de romper el orden.

Sin esta comprensión la vida está limitada a un deber ser –obedientes, respetuosos, fieles– y no es libre de adherir espontáneamente a un proyecto de amor que no contiene en sí ninguna forma de imposición.

Lo más grave es que el hermano-juez no ha entendido que la persona que hay que entender –en su dualidad no expresada– y perdonar –en su voluntad de justicia fiscal– es antes que nada él mismo.

Pero para perdonarse, es necesario conocerse, reconocer la poquedad de los propios sentimientos y el miedo a la propia libertad.

Solo así, a partir de la consciencia de los propios límites y de la propia fragilidad, puede iniciar el proceso de reconciliación. Consigo mismos y con los demás. Solo a partir de este punto puede iniciar la construcción de una verdadera justicia.

El hombre reconciliado es el hombre que ha cumplido hasta el final su camino de realización espiritual. Es paradójicamente el hombre que habiendo perdido todo, no tiene nada que perder.

Ha abandonado a lo largo del camino todo lo que fortificaba su ego, que lo hacía distinto de los demás y por tanto, en contraste.
Es el hombre que no conoce más el orgullo, ni la presunción. Y por ello está totalmente disponible para el amor.

«La lógica del amor es una especie de no-lógica», explica Sor Irene a Andrés en Anima mundi. «Muchas veces sigue vías incomprensibles para nuestro entendimiento. Existe la gratuidad en el amor, es esto lo que nos cuesta aceptar.

En la lógica normal, todo tiene un peso y un contrapeso. Hay una acción y una reacción. Entre una y otra siempre existe una relación conocida.

El amor de Dios es distinto, es un amor por exceso. La mayoría de las veces, en vez de ajustar, subvierte los planes. Es esto lo que pasma, lo que da miedo. Pero es también esto lo que permite que el hijo desenfrenado vuelva a casa, acogido no por el hastío sino por la alegría.

Se equivocó, se confundió, quizás hasta hizo mal, pero luego vuelve. No vuelve por casualidad, sino que escoge volver.Escoge volver a la casa del padre».

Magnanimidad

Por: Querien Vangal

Para la mentalidad del pueblo judío, las viudas y los huérfanos eran la imagen de la soledad y el desamparo. Tras la muerte del marido las viudas no heredaban y, en caso de no haber tenido hijos, debían regresar a la casa paterna: del sometimiento al difunto marido retornaban a la obediencia hacia el padre o hacia el hermano mayor. La legislación acentuaba el humanitarismo proveyendo que se les asignasen los restos de las cosechas que quedaban en el campo tras la siega y después de la recogida de la aceituna y la vendimia (Dt 16, 11 s.s.; 24, 19), lo que nos deja entrever la situación de penuria y estrechez en que vivían la mayoría de ellas.
Pero a la pobreza material, que podría justificar algún pequeño acto de egoísmo, se le antepone la virtud. En el Nuevo Testamento hay una viuda que me ha llamado la atención desde que escuché por vez primera el pasaje evangélico que a ella se refiere. Su actitud, sencillamente conmovedora, conquista con facilidad. El comentario que de ella hace Jesús la enaltece.
La escena no es difícil de imaginar: frente al receptáculo de las limosnas en el templo, Jesús observa las actitudes de los ricos que pasan a dejar sus monedas. Unos alardean las cantidades depositadas mientras otros se retan soberbiamente a ver quién es capaz de dejar más… De pronto, entre las finas telas de las túnicas de esas opulentas personas, se va abriendo paso un cuerpecillo encorvado que roba inmediatamente la mirada del Maestro.
Es una mujer adornada con la vejez de muchos años; una mujer envuelta en un largo y gastado velo negro. Arrastra las sandalias y camina con dificultad pero con paso seguro. No lleva algo en la mano, lo lleva todo. Los ricos la ven despectivamente mientras ella baja la cabeza y sigue su paso. Al llegar a la urna alza la mano con temblor, con un poco de pena ante los hombres que continúan viéndola. Apenas abrir la palma de su mano y los oídos perciben casi inmediatamente dos pequeños golpes nacidos del contacto del metal con el fondo… Y el Señor Jesús, que seguía todo con fina atención, mueve la cabeza con ese gesto tan conocido por los suyos, un gesto propio para cuando deseaba convocarlos sin necesidad de pronunciar palabras.
Todavía no se congregan todos sus discípulos cuando, sin quitarle la mirada a la ancianita, empieza a decir con firmeza: “Os digo de verdad que esa viuda pobre ha echado más que todos los que han echado. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir” (Mc 12, 43-44).
…No ha echado de lo que le sobraba sino de lo que necesitaba, cuanto poseía y tenía para vivir… Es que únicamente las almas grandes y virtuosas son capaces de darse enteramente y sin cláusulas. Sólo las almas generosas son capaces de actos como ese porque han penetrado el misterio de aquella máxima de la sabiduría popular que dice que hay más alegría en dar que en recibir. Pero no, la viuda del relato evangélico no era nada más una persona generosa.

Los generosos saben dar pero todavía arrastran el lastre de la sujeción al devenir de los estados de ánimo: hoy dan si se sienten bien pero mañana no saben si serán capaces; dependerá de cómo se sientan. Y es que nuestra viuda es una persona que ha conducido su generosidad al culmen, hasta la cima de la virtud, hasta la magnanimidad. Y no se puede pensar en que aquel gesto hubiese sido un hecho puntual aislado sino un acto más en esa cadena de buenos hábitos que dan esa áurea de virtud a su obra. Tan es así que se ganó el laurel del reconocimiento de un Dios que conoce los interiores de las personas.
Al recordar ese acto culmen de una mujer sencilla y en las condiciones propias de su viudez, ¿no nos interpela algo dentro a nosotros? La imitación, ciertamente, no consiste en reproducir el mismo acto –si bien no estaría de más tenerlo en lista– sino en cultivar las mismas actitudes, lo que está en el fondo. Nadie se vuelve magnánimo de la noche a la mañana sino a través de pequeños actos de generosidad diarios que a la larga se vuelven espontáneos y, poco a poco, magnánimos. Seguramente pocos tendrán los medios como para comprar una casa a un pobre vagabundo pero todos tenemos la oportunidad de ofrecer una cálida sonrisa, una palabra de aliento o un gesto de afecto a aquellos con quienes nos topamos diariamente.
No podemos esperar grandes oportunidades para ser generosos y, luego, poco a poco, magnánimos. Bastan las pequeñas ocasiones del día a día. Así, casi sin darnos cuenta, con el empeño constante, seremos capaces de dar como esa viuda, las “moneditas” que de no ser por ejercitarnos todos los días, jamás hubiésemos dado.

Las llaves perdidas

Por: Querien Vangal

“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Verdad manifiesta cuando se extravían las llaves. No nos interesamos por esos pedazos de metal dorado o plateado, sino hasta que nos damos cuenta de que los hemos perdido. Cuando las tenemos abrimos mecánicamente puertas, coches, vitrinas, armarios, cajones, cajas fuertes y demás cosas que estimamos.
Nos duele perder las llaves porque sin ellas se obstaculiza nuestro acceso a algo que es “de nuestra propiedad”. La llave ha llegado a ser un signo de aquello que encierra. “La llave de mi casa, de mi coche, de mi oficina”.
En la antigüedad confiar las llaves era el símbolo de delegar una autoridad, un signo de compromiso, una muestra de confianza, un gesto de responsabilidad. El siervo que recibía las llaves del amo era el de máxima confianza, el de mayor virtud y fidelidad.
Luego surgió el término de “amo de llaves” (si bien su forma más empleada es la femenina), para designar al hombre que disponía de los bienes de la casa según su prudente juicio, algo así como nuestro actual “administrador”. Para conocer el rango o importancia de uno de estos sujetos bastaba echar una mirada a la cantidad de llaves que cargaban y la clase de puertas que abrían. Muchas llaves o llaves grandes: gran responsabilidad.
Qué duda cabe que en la amistad sucede algo parecido. Sin recurrir a formas poéticas muy elaboradas, podemos afirmar con sencillez que en un amigo (esa otra mitad de nuestra alma) hemos depositado la llave de nuestro corazón. Nadie nos conoce mejor que un amigo, en nadie se confía más que en un amigo. Nadie está más pronto a escucharnos y darnos consejo. “La pena que se comparte con un amigo es un descanso”, decían los persas.
Pero nosotros no sólo tenemos amigos: también somos amigos de otras personas, ¿qué uso le damos a esta llave? Alguien confía en nosotros, como nosotros confiamos en otras personas. Puede angustiarnos mucho haber extraviado una llave importante. Es una pena mayor llenar de herrumbre el corazón oxidando una amistad.

El arte de dar lo que no se tiene

Por: Querien Vangal

A Gerard Bessiere le ha preguntado alguien cómo se las arregla para estar siempre contento. Y Gerard ha confesado cándidamente que eso no es cierto, que también él tiene sus horas de tristeza, de cansancio, de inquietud, de malestar. Y entonces, insisten sus amigos, ¿cómo es que sonríe siempre, que sube y baja las escaleras silbando infallablemente, que su cara y su vida parecen estar siempre iluminadas? Y Gerard ha confesado humildemente que es que, frente a los problemas que a veces tiene dentro, él "conoce el remedio, aunque no siempre sepa utilizarlo: salir de uno mismo", buscar la alegría donde está (en la mirada de un niño, en un pájaro, en una flor) y, sobre todo, interesarse por los demás, comprender que ellos tienen derecho a verle alegre y entonces entregarles ese fondo sereno que hay en su alma, por debajo de las propias amarguras y dolores. Para descubrir, al hacerlo, que cuando uno quiere dar felicidad a los demás la da, aunque él no la tenga, y que, al darla, también a él le crece, de rebote, en su interior.

Me gustaría que el lector sacara de este párrafo todo el sabroso jugo que tiene. Y que empezara por descubrir algo que muchos olvidan: que ser feliz no es carecer de problemas, sino conseguir que estos problemas, fracasos y dolores no anulen la alegría y serenidad de base del alma. Es decir: la felicidad está en la "base del alma", en esa piedra sólida en la que uno está reconciliado consigo mismo, pleno de la seguridad de que su vida sabe adónde va y para qué sirve, sabiéndose y sintiéndose nacido del amor. Cuando alguien tiene bien construida esa base del alma, todos los dolores y amarguras quedan en la superficie, sin conseguir minar ni resquebrajar la alegría primordial e interior.

Luego está también la alegría exterior y esa depende, sobre todo, del "salir de uno mismo". No puede estar alegre quien se pasa la vida enroscado en sí mismo, dando vueltas y vueltas a las propias heridas y miserias, autocomplaciéndose. Lo está, en cambio, quien vive con los ojos bien abiertos a las maravillas del mundo que le rodea: la Naturaleza, los rostros de sus vecinos, el gozo de trabajar.

Y, sobre todo, interesarse sinceramente por los demás. Descubrir que los que nos rodean "tienen derecho" a vernos sonrientes cuando se acercan a nosotros mendigando comprensión y amor.

¿Y cuando no se tiene la menor gana de sonreír? Entonces hay que hacerlo doblemente: porque lo necesitan los demás y lo necesita la pobre criatura que nosotros somos. Porque no hay nada más autocurativo que la sonrisa. "La felicidad -ha escrito alguien- es lo único que se puede dar sin tenerlo". La frase parece disparatada, pero es cierta: cuando uno lucha por dar a los demás la felicidad, ésta empieza a crecernos dentro, vuelve a nosotros de rebote, es una de esas extrañas realidades a las que sólo podemos acercarnos cuando las damos. Y éste puede ser uno de los significados de la frase de Jesús: "Quien pierde su vida, la gana", que traducido a nuestro tema podría expresarse así: "Quien renuncia a chupetear su propia felicidad y se dedica a fabricar la de los demás, terminará encontrando la propia". Por eso sonriendo cuando no se tienen ganas, termina uno siempre con muchísimas ganas de sonreír.

Dios ama cada día

Por: Querien Vangal

¡Gracias! Hace poco leí un artículo que empezaba con esas palabras. ¡Gracias! ¡Qué hermosa palabra! Un autor decía que es como una flor exótica en medio de la montaña de la vida. Es verdad, es muy difícil decir ¡gracias!, pero ¿Cómo no hacerlo con alguien que nos ha hecho tanto bien? Más de alguna vez he escuchado a personas decir que Dios no los ama, ya sea porque el sufrimiento no los ha abandonado, ya sea porque la fortuna nunca ha tocado a su puerta. Es una dura afirmación y, a la vez, triste.

Sin embargo, creo que Dios no ha dejado nunca de amarnos, Dios nos sigue amando cada día, a cada paso, a cada instante. Me apena que los hombres no descubramos ese amor bendito que no se esconde y que nos acaricia siempre.

Dios me ama cada mañana cuando me levanto y me doy cuenta de que estoy vivo, cuando me dirijo a la calle y puedo salir con mis propias piernas y moverme de un lado para otro ¿Cuántos hombres desearían dar por lo menos una de mis zancadas o golpear una vez un balón de fútbol? Dios me ama cuando, día a día, me permite mover estos brazos con los que estrecho a un ser querido o saludo a un compañero. Me ama cada día cuando escucho la voz de un niño o cuando veo una sonrisa o las lágrimas en su rostro. Y qué decir cuando sé que tengo unos padres que me quieren y unos amigos que jamás me traicionarían. Y aún más, cuando me acerco a la mesa y observo que jamás me ha faltado un plato y un poco de alimento. Dios me ama, me ama a cada día, a cada paso, a cada instante. Basta dejar de ser miope y descubrir a Dios en la trastienda de la vida para contemplar el milagro inaudito de su protección.

Pero si es maravilloso sentirse amado por Dios y experimentarlo a cada momento, lo es más el saberse particularmente amado. Dios me ama personalmente. Y sé que es así porque nadie más ha recibido mi vida, porque nadie más que yo ha salido a la calle con mis piernas, porque cada vez que abrazo a alguien son mis brazos y es mi corazón el que se alegra. Mis ojos son los que no se cansan de ver una amanecer. Los regalos de Dios no se dan en promoción y en grandes cantidades. Cada tonelada de amor de Dios es para mí solo. Él no ama multitudinariamente sino a domicilio.

No obstante nos empeñamos en sacarle la vuelta. Y cuando perdemos alguno de esos regalos (porque son eso, regalos), entonces volvemos la cara e incluso nos sentimos menos amados, a pesar de que Dios también ama con el dolor. No es Dios el que nos vuelve la cara somos nosotros, que la tenemos tan pegada a la tierra, que no nos damos cuenta de todo su amor. Somos nosotros los verdaderos culpables de la miopía de la sociedad, porque no alcanzamos a ver más allá de nuestros gustos y de nuestras vanidades. No valoramos lo que tenemos, nos limitamos a poseerlo, pero no a gozarlo y a agradecerlo.

Los hombres fuera de la memoria y de la misericordia divina no existen. Dios sigue amando con toda su omnipotencia y a cada uno. No somos unos extraños para Él. Por eso, regresa a la primera línea, vuelve a leerla, repite esa primera palabra y deja que esa flor exótica de la montaña se convierta en la flor más abundante del jardín de tu vida. ¡Gracias! porque Dios no deja de amarnos cada día, a cada paso, a cada instante.



Ante la mirada de Dios

Por: Querien Vangal

¡Que mirada tan profunda, tan serena, tan llena de paz y de ternura, tan llena de luz y de vida, es la mirada de Jesús! Es la mirada que resume tu vida y que te dice: te conozco más que tú mismo. Se quien eres, se de tus triunfos y fracasos, de tus buenas y malas obras, conozco al dedillo tus virtudes y defectos y sin embargo te amo. Es la mirada que en vez de condenarte, te perdona, en vez de reprocharte, te habla con dulzura, en vez de castigarte te premia y en vez de repudiarte (desde su pureza) por tus errores te sumerge en su costado abierto de misericordia, y en vez de lastimar tus heridas las sana y lava con su sangre y te conduce hacia fuentes tranquilas y en verdes prados te hace reposar.

Su mirada es como un rayo de luz que traspasa el cerco de nuestra intimidad e ilumina todo nuestro interior y nos hace aparecer ante su presencia desnudos de todas las caretas y disfraces que nos impiden vernos tal cuales somos. Pero no es para delatarnos y acusarnos, sino más bien, para romper las cadenas que nos atan y derribar los muros que nos encierran en nuestro egoísmo y tristeza, en nuestro odio y soledad, y darnos la oportunidad de ser liberados con el poder de su Santo Espíritu.

Pero, muchas veces, tenemos miedo de alzar nuestros ojos y entrecruzar la mirada con la del Maestro. Sentimos temor de aluzarnos en el espejo de Justicia porque en el estado de abandono y miseria en que nos encontramos, nos hace sentirnos indignos de ponernos en su presencia. Y no olvidamos de que Él es la fuente del Amor y la Misericordia, desde donde brotan ríos de agua viva que saltan hasta la vida eterna. Ignoramos que estamos como tierra reseca agostada sin agua y que necesitamos ser regados por el Agua de la Vida, para que podamos ser fecundos y dar frutos en abundancia.

Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana, en el pozo de Jacob, se le confesó como el dueño de esa fuente de agua viva que se prueba y colma nuestra sed para siempre. La fuente que todos los hombres ansían pero no saben cómo llegar a ella, pero que cuando la descubren son capaces de vender todo cuanto tienen para quedarse con ella, porque han encontrado la perla que tanto buscaban. Y es a través de su mirada que Jesús nos permite ver la gran riqueza que hay en Él, y la gran necesidad que tenemos de sus dones y gracias. Y el gran deseo que tiene nuestro Señor de compartir con sus hijos, lo que el Padre Dios le ha dado, porque nos ama con un amor eterno.

Su mirada nos descubre y nos busca entre la multitud y el bullicio de este mundo, se poza sobre nosotros y nos hace saber sentir la necesidad de acercarnos a Él. Es una fuerza irresistible y poderosa que emana de la fuente inagotable de su misericordia. Fuerza que nos hace sentir unidos y vinculados a un Dios vivo y cercano que por su infinito amor, nos ha incluido en su plan maravilloso de salvación y vida eterna.

No temas en mirar a Jesús, poner tu confianza y apoyo en Él, porque Él desea compartir tu cruz, tu peso y tu dolor y redimirte de un modo personal, de tal suerte que puedas ser un testigo auténtico de su amor. De ese amor que se derrama y te abraza con poder para que pises firme y puedas caminar sobre las aguas turbulentas.

lunes, 21 de julio de 2008

Responsabilidad en la crisis alimentaria

Por: Querien Vangal

Ante la crisis alimentaria que está involucrando a todo el planeta, es necesario asumir la responsabilidad del prójimo, afirmó el arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico y observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas.
Durante la Sesión 2008 del Consejo Económico y Social (Ecosoc), en el Debate para el Seguimiento de Alto Nivel, se pidió a los líderes mundiales reflexionar sobre los progresos conseguidos en respetar la agenda de desarrollo de Naciones Unidas y sobre la urgencia de afrontar las necesidades de desarrollo de las comunidades rurales.
La importancia del tema viene subrayada por la actual crisis alimentaria y por la involución económica en algunos países desarrollados.
No cabe la menor duda que la crisis alimentaria tiene impacto sobre todas sociedades, en algunos lugares se manifiesta de entrada en forma de escasez de alimentos, continuada por una mala nutrición y termina con hambre. En otros en precios más altos que resultan onerosos para las familias que tratan de hacer frente a sus necesidades fundamentales.
A pesar de las diversas manifestaciones, según el arzobispo el fenómeno deriva de una serie de causas concomitantes, entre las cuales políticas económicas, agrícolas y energéticas miopes, que provocan un choque entre la creciente demanda de alimentos y su producción insuficiente, el aumento de las especulaciones financieras sobre los bienes, el incontrolable aumento del precio del petróleo y las condiciones climáticas adversas.
Para lograr que el debate sea productivo y no un mero ejercicio retórico y un quede en el aire, el prelado exhortó a trabajar duramente para asegurar que este debate se acompañe de una acción inmediata y eficaz.
La crisis alimentaria mundial amenaza con malograr el objetivo primario para cada persona de ser liberada del hambre.
Así las cosas, la Resolución sobre el Derecho al Alimento, adoptada recientemente por el Consejo para los Derechos Humanos, subraya justamente el deber de los estados, con la asistencia de la comunidad internacional, de realizar todos los esfuerzos para hacer frente a las necesidades alimentarias de sus poblaciones con medidas que respeten los derechos humanos y la regla de la ley.
Al principio, hay que actuar para asistir a cuantos sufren desnutrición y hambre, porque es difícil pensar que, en un mundo que gasta más de 1.300 millones de dólares al año en armamento, los fondos ‘salvavidas’ para ayudar a los necesitados no estén disponibles.
Por este motivo, el prelado subraya que una sincera voluntad de afrontar la cuestión deber ser acompañada por la acción necesaria, no sólo por palabras e intenciones. Del dicho al hecho hay mucho trecho, hay que dar el brinco necesario para librarlo, porque hechos son amores y no buenas intenciones.
Del mismo modo, la ayuda económica de emergencia inicial debe ser acompañada por un esfuerzo concertado por parte de todos para invertir en programas agrícolas sostenibles y a largo plazo, a nivel local e internacional.
El arzobispo Migliore recordó que, en los últimos 25 años, se ha verificado un notable progreso para reducir el número de personas que viven en extrema pobreza.
Si no se invierte de nuevo en la agricultura, sin embargo, el progreso alcanzado con duro trabajo y dedicación corre el riesgo de perderse, deben llevarse a cabo reformas agrarias en los países en vías de desarrollo que puedan dar a los pequeños agricultores los instrumentos para aumentar la producción de modo sostenible, así como el acceso a los mercados locales y globales.
Las políticas agrícolas y ambientales deben seguir la vía de la razón y del realismo para equilibrar la necesidad de producir alimentos con la de ser buenos administradores de la tierra.
La actual escasez de alimentos, para el observador permanente, vuelve a subrayar la urgencia de explorar nuevas fuentes energéticas que no opongan el derecho a la alimentación a otros derechos.
Para resolver la emergencia actual, de todos modos, es imprescindible una eficaz colaboración internacional.
El siglo XX sufrió trágicamente por los efectos de pueblos y gobiernos que miraban sólo al territorio nacional y por la falta de consulta y de cooperación multilateral. La crisis actual es una oportunidad para la comunidad global de reunirse y asumir la responsabilidad del prójimo.

viernes, 18 de julio de 2008

Oaxaca y sus tradiciones

Las fiestas de los “Lunes del Cerro” se celebran en la ciudad de Oaxaca los dos lunes siguientes al 16 de julio, y constituyen un acontecimiento en el que participa todo el pueblo sin distinción de clase social.

Recopiló y complementó: Antero Duks

Al parecer, estas fiestas tienen su origen en la época colonial y están relacionadas con la llamada fiesta del Corpus del Carmen Alto que se celebraba los días domingo, lunes y martes siguientes al 16 de julio y se repetía ocho días después en la llamada “octava”.
Las fiestas de Corpus seguían fielmente la tradición española y se celebraban como parte del ritual de los templos católicos que tenía la ciudad, entonces llamada Antequera. El ciclo ritual se realizaba siguiendo un calendario anual y consistía en sacar en procesión a las imágenes de los santos patronos titulares de sus respectivos templos para recorrer con ellos el barrio correspondiente a su patronato. Acompañaba a la figura del santo patrón una custodia con el Corpus, hecho que le daba a las celebraciones su nombre genérico. El Corpus del templo del Carmen se celebraba el domingo posterior al 16 de julio, fecha señalada por el calendario litúrgico para la festividad de la Virgen del Carmen.
El Corpus del Carmen era muy productivo para el comercio y para algunos ramos de artesanos que vendían gran cantidad de géneros, calzado y demás piezas de vestir, pues por costumbre se creía una especie de obligación estrenar muy especialmente en la procesión y su legendario paseo del cerro.
La fiesta del Carmen causaba especial alboroto, pues los vecinos del barrio se esforzaban por hacerla lo más solemne posible y organizaban “convites”, que eran procesiones mediante las cuales los vecinos recorrían las calles para anunciar la “novena” de rosarios que se rezaban los nueve días anteriores a la fecha de la fiesta se esmeraban igualmente para organizar la “calenda”, que era otro desfile realizado dos días antes de la fecha principal para invitar al pueblo a unirse a la festividad, y en el cual se tronaba los más espectaculares fuegos artificiales (que se quemaban la víspera), para el regocijo popular.
En las calendas de los barrios aparecían las imágenes de los santos patronos y en sus inicios, las procesiones eran muy solemnes y las imágenes sagradas iban bajo palios acompañadas de los funcionarios del respectivo templo y de las congregaciones devotas de los santos, quienes portaban velas y rezaban.
A estas festividades, que en un principio fueron exclusivas de los españoles de la ciudad de Antequera, pronto se agregó el entusiasmo de los indígenas residentes en los pueblos vecinos, particularmente los del barrio de Xochimilco, que había sido fundado en 1521 por órdenes de Hernán Cortés, al norte de la mencionada ciudad. Ellos mantenían sus propias tradiciones y celebraban dos festividades: una dedicada a Xilomen, diosa del maíz tierno o elote, a quien le dedicaban grandes honores y ofrendas, y para quien las doncellas recogían las más bellas flores para ofrecérselas como símbolo de castidad y pureza de su alma, y otra llamada la fiesta de los señores que se hacía en honor de Ehécatl, dios del viento, nombre que llevaba el actual Cerro del Fortín. En los ocho días que duraban las celebraciones que daban comienzo el día 13 Técpatl del octavo mes llamadoHuey Tecnilhuitl(que corresponde al mes de julio de nuestro actual calendario) se verificaban extraordinarios bailes, danzas y la música no cesaba.
La coincidencia entre ambas fiestas, la indígena y la española, facilitó el sincretismo que dio lugar a las fiestas de los Lunes del Cerro, en las que aún se conserva la tradición de los oaxaqueños con gran entusiasmo, lo cual, además, está claramente relacionado con la creencia popular de que los lunes son días propicios para los ritos festivos.
Es posible que a esta tradición náhuatl le haya precedido otra ceremonia que está muy arraigada en las costumbres de los pueblos mesoamericanos en general, y que muy particularmente se manifiesta entre los zapotecos y los mixtecos, pueblos que coexistían en el valle de Oaxaca a la llegada de los españoles. Según estas costumbres, es necesario propiciar a las deidades del agua que residen en las cumbres de los cerros, para que escuchen los ruegos de que la lluvia caiga oportunamente, sin exceso, sin viento y sin granizo.
Aunque la conquista española aparentemente interrumpió la tradición indígena al imponer la religión cristiana, lo que ocurrió en realidad fue que mientras en la ciudad de Antequera los españoles reproducían fervorosamente su ritual católico, en los pueblos indígenas circundantes se mantenían, más o menos encubiertas, las prácticas rituales de su religión animista. Sin embargo, la inevitable interrelación de los grupos y el empeño de los evangelizadores por hacer aceptable la imposición de los ritos católicos, hizo posible el fomento de un culto en el que se incorporaron elementos de la tradición indígena, haciendo más festivos y espectaculares los actos litúrgicos externos.
A mediados del siglo XVIII, cuando la población española empezó a diluirse en el mestizaje, gobernó la Diócesis de Antequera el obispo don Tomás Montaño y Aarón, quien imitó los bailes de Tarasca que se organizaban en Corpus en España con gigantes cabezudos. Él fue quien estableció la usanza de celebrar un baile de gigantes y buscó los medios para costearlo. Los gigantes debían bailar las tardes del domingo posterior al 16 de julio en el atrio del Carmen Alto ante una selecta concurrencia, después del paseo de Corpus, y para el pueblo dispuso el obispo otra sesión que se celebraría al día siguiente en “el petatillo” del Cerro de la Soledad. El primer lunes que los gigantes bailaron en el cerro fue en el año de 1741.
Con la aplicación de las Leyes de Reforma, los gigantes dejaron de ir al cerro, pero la gente no dejó de asistir y después de la función religiosa del lunes en la iglesia del Carmen Alto, la concurrencia, estrenando ropa, se dirigía a pie al cerro, donde se entretenían haciendo ramos con las azucenas silvestres que nacían espontáneamente por esas fechas. Poco a poco se fueron estableciendo vendedores que ofrecían fruta y golosinas, así como puestos de chone que era una bebida de maíz teñida con achiote. La fiesta terminaba generalmente con la lluvia, que era considerada por la gente una bendición, al grado de que en lugar de molestarse porque se les arruinaba la ropa nueva, festejaban este hecho y le dieron el nombre de “remojo”.
En 1878, a solicitud de los parroquianos, el gobernador Francisco Meixueiro dio permiso al barrio del Carmen Alto para organizarse, hacer nuevamente los gigantes y bailarlos en el cerro con música ejecutada por bandas militares.
En el marco de estas festividades que, como queda dicho, fueron evolucionando a lo largo de la historia, se inscriben las actuales fiestas de los Lunes del Cerro, en las que destaca el espectáculo de música, danzas, bailes y cantos llamado Guelaguetza.
Guelaguetza, alegría y generosidad de los pueblos

Los colores, la danza y la música, los aromas de Oaxaca se reunirán este mes (julio) para continuar con la tradición de participar y ofrecer a los visitantes el patrimonio más valioso de los pueblos: la cultura en sus expresiones más alegres y festivas.

Cooperación, generosidad, participación y delicadeza, son las palabras que dan significado a lo que en idioma zapoteco se denomina con un solo vocablo: Guelaguetza, y que hoy designa una tradición popular alegre y festiva, que encanta a quien participa de ella.

Una fiesta indígena y mestiza

Sus orígenes se remontan a la época prehispánica, se retoma durante la Colonia con otras formas y se celebra con el nombre que hoy lleva desde mediados del siglo XX, siempre con nuevas sorpresas. En esta festividad son varias las leyendas y tradiciones que confluyen y han reunido a la diversidad oaxaqueña.

Se dice que en la antigüedad celebraba a la diosa del maíz tierno, Centéotl, e incluía el sacrificio de una doncella. Posteriormente, con la evangelización se transformó en la fiesta de la Virgen del Carmen, la cual perdura hasta nuestros días, ahora teñida de un carácter multiétnico y popular. Se ha convertido, dicen los oaxaqueños, en su celebración más importante.

Lunes y todo el mes

Dieciséis grupos étnicos de ocho regiones distintas bailan, hacen música, cantan, visten sus trajes tradicionales, y ofrecen frutos y delicias de la cocina regional en un acervo de colores que puede apreciarse durante las dos últimas semanas de julio, de las cuales los lunes son los días de mayor relevancia. Aunque en la actualidad, todo el mes de julio es el mes de la Guelaguetza y se pueden encontrar actividades diversas en el estado, e incluso fuera de éste, que incluyen a cantantes reconocidos, pintura, artesanía, además de la tradición.

La fiesta de los “Lunes del cerro”, como también se conoce a la Guelaguetza, ha tenido como escenario principal el Cerro del Fortín, en la ciudad de Oaxaca, en donde se sitúa el templo del Carmen, cuya construcción inicial se remonta al siglo XVI, cuando sustituyó al antiguo Teocalli de Huaxyacac.

Desde 1974, al edificarse el auditorio Guelaguetza, que es un teatro abierto con capacidad para albergar a más de 11,000 personas, la amabilidad de los pueblos de Oaxaca se ha concentrado en este espacio en donde, unos tras otros aparecen las danzas, la música y los regalos que las comunidades lanzan al público que los aplaude: fruta, sombreros, símbolos de la tierra.

Pero la generosidad y la celebración se extiende ahora a gran parte de la ciudad y del estado. Las calles de la capital se han convertido también en el escenario de nuevas formas de participar, así como otros teatros y espacios que resaltan por su belleza.

Una invitación para todos

Organizada como una calenda o desfile tradicional oaxaqueño para invitar a todos los habitantes y a quienes visitan a participar en la fiesta, las delegaciones pasean su colorido y su música por las calles. Dirigidos por la chirimía y el tambor, acompañados por los coheteros y encabezados por las marmotas (faroles de tela) y gigantes (representaciones populares de enorme tamaño que bailan al son de la música) y por las chinas oaxaqueñas, o mujeres que llevan canastas con ofrendas para ofrecer a la Virgen, cada delegación lleva su propia banda de música, una tradición y una distinción de los pueblos de Oaxaca.

Además, antes del lunes 23 de julio, primer “Lunes del cerro”, los participantes eligen a la reina, una mujer, indígena, que representará la cultura, la sabiduría y la belleza de su comunidad, y también a la fiesta.

De la tierra, para la tierra

Amuzgos, chatinos, cuicatecos, chinantecos, chontales, chochos, zapotecos, mixes, mixtecos, zoques, huaves, ixcatecos, mazatecos, popolucas, triques y nahuatlecos, todos participan con el orgullo propio de sus costumbres y tradiciones; con el arte renovado y ancestral de sus bordados y vestidos; con los frutos de su trabajo; con las delicias de su variada y rica gastronomía.

Y quienes disfruten de esta festividad podrán decir “salud” a la riqueza de la tierra con esa bebida artesanal y de tradición que es el mezcal, sin olvidar el ritual de rigor que debe preceder al primer trago: verter tres gotas de la bebida a la tierra para devolverle todo lo que nos da y seguir celebrando, cada año, al maíz, a la Virgen, y a la generosidad de los pueblos de Oaxaca.


Los Lunes del Cerro: una ceremonia del sincretismo mesoamericano-europeo

Del análisis de los códices, de la epigrafía y iconografía de Mesoamérica así como de los documentos escritos desde la Conquista durante la Colonia, en correlación con la religión mesoamericana, es posible considerar que la religión zapoteca, integrante de aquella, reconoce condición y acción del hombre como parte de un orden cósmico, que mediante una relación armónica con el resto de la naturaleza, aspira a una integración permanente e indisoluble


La religión zapoteca contaba con un complejo conjunto de deidades que reflejaban importantes aspectos de la vida mundana y de las actividades sociales de los miembros del grupo.

El calendario ritual de 260 días para el ordenamiento del cosmos, llamado Pije o Piye sintetizaba su visión religiosa. Dicho calendario se dividía en cuatro periodos de 65 días presididos por dioses llamados Cocijos o Pitaos, a los cuales se les hacían ofrendas.
El Yza era el calendario agrícola básico de 365 días (probablemente tenia 18 "meses" de 20 días cada uno, a los que al final se agregaba un periodo de cinco días), que complementaba su cosmovisión, la cual no sólo funcionaba para aumentar la solidaridad de los grupos sociales y enfatizar el carácter distintivo del pueblo, sino también para aliviar las constantes crisis en la vida cotidiana de cualesquiera de sus numerosas comunidades.
Cabe destacar que si la civilización mesoamericana, y por ende la cultura zapoteca, surgen con la invención de la agricultura, la concepción religiosa zapoteca da la mayor importancia a las divinidades relacionadas con la agricultura y la subsistencia. Dentro del orden cósmico las relaciones de respeto mutuo entre el hombre y la naturaleza se dan en la búsqueda del equilibrio entre el hombre y el universo que lo contiene, práctica de la que derivaban los innumerables ritos y mitos que conformaban el complejo ceremonial zapoteco.
Los ritos más importantes se realizaban en honor de los principales dioses: a Bidoo Cocijo, dios de la lluvia y del rayo, que también presidía los cinco puntos cardinales, dios patrono de todo el valle oaxaqueño, y a Bidoo Cozobi, dios del maíz, de todo alimento y de los mantenimientos abundantes. Era a quienes los zapotecos del valle, desde antes de la invasión ibérica, ofrendaban ricos presentes, cantos y danzas para que devolviesen con creces sus cosechas y los liberasen de las calamidades.

Estas celebraciones se efectuaban en Sola al cortar de sus plantas la primera cosecha de chile, y que en una ceremonia similar lo hacían en los Valles Centrales, sólo que al cortar el primer elote.
Así pues, la ceremonia del maíz se celebraba en honor a Bidoo Cozobi, el día señalado por el Maestro cualquier día de julio, por ser en este mes cuando el producto de los sembradíos de maíz alcanza el punto de su primer consumo: el elote tierno. A partir de la dominación ibérica, la ofrenda al dios del maíz se empezó a realizar los lunes, por ser éste el primer día de trabajo de la semana en la concepción de la cultura occidental.
En la Relación de Teocuicuilco se dice que en la cima de un cerro "ofrecían los sacerdotes sacrificios... implorando buenas estaciones agrícolas", como en la actualidad en Oaxaca se ofrece en el cerro del Fortín; en Zimatlán en el cerro de Yavego, etcétera.
Los Lunes del Cerro, por tanto, resulta una ceremonia de sincretismo cultural zapoteca-europeo, que se impuso con la invasión ibérica a partir de 1521, a la caída de Tenochtitlan.
Finalmente, consideramos importante destacar que a raíz del dominio mexica sobre la capital zapoteca de Zaachila, en el año de 1495, con la influencia cultural de los mexicanos se empezó a considerar a su dios del maíz, Centéotl. Los zapotecos de los Valles Centrales oaxaqueños, sin embargo, en el afán de rescatar nuestra matriz cultural zapoteca, debemos agradecer las abundantes lluvias que nos envía Bidoo Cocijo, con las que recogemos las espléndidas cosechas bajo la mirada complaciente de Nuestro Dios del Maíz y de Todo Alimento: Bidoo Cozobi.

La leyenda de Donají

La historia de la princesa zapoteca y su sacrificado amor por su pueblo es uno de los momentos más emotivos que se presentan durante la popular fiesta de la Guelaguetza.

Muchas son las actividades que caracterizan el despliegue de folclor y colorido de la Guelaguetza, la fiesta más importante del estado de Oaxaca, aunque ninguna es tan emotiva como la que relata teatralmente la historia de la princesa indígena Donají y su amor incondicional por el pueblo zapoteco, el cual finalmente la llevó al sacrificio.
Cuenta la tradición que antes de la llegada de los españoles, cuando Oaxaca se encontraba dominada por un grupo de nobles indígenas pertenecientes a las culturas zapoteca y mixteca, el rey Cocijoeza, soberano de la ciudad de Zaachila, tuvo una hija a la que se le otorgó el nombre de Donají, que quiere decir “Alma grande”.
El trazado cosmogónico del destino de la princesa fue encargado al sacerdote Tiboot de Mitla, quien vaticinó una gran desgracia para la pequeña, ya que ella se sacrificaría algún día por amor a su pueblo.
Después de que mixtecos y zapotecos enfrentaron juntos a los mexicas que trataron de conquistar la región de Oaxaca para anexarla a su imperio, una serie de eventos sembraron la discordia entre los dos pueblos, provocando su distanciamiento y al mismo tiempo el inicio de violentas disputas entre ambos.
En medio de tales enfrentamientos, un guerrero mixteco fue hecho prisionero por los zapotecas, y puesto a disposición del rey. Durante su estancia, la princesa Donají descubrió al cautivo, de nombre Nucano, quien a la sazón era un príncipe, enamorándose de él y cuidándolo hasta que se hubo recobrado por completo, momento en el que pidió a Donají su libertad para continuar en la lucha.
Liberado por la princesa, Nucano alentó a su pueblo a terminar con la guerra, mientras Donají hacía lo mismo con su padre. Ambos pueblos pactaron la paz, aunque el recelo de los mixtecas les hizo solicitar que Donají se convirtiera en prenda de paz para garantizar la promesa del rey, ya que de lo contrario sería sacrificada.
Anteponiendo el amor a su pueblo antes que su propia vida, la princesa dio aviso a los guerreros zapotecas de que sus carceleros se encontrarían al anochecer en Monte Alban, lugar donde fueron sorprendidos y diezmados por la gente de Cocijoeza.
Descubierto el plan de Donají, los mixtecas decidieron vengarse del rey sacrificando a la princesa cerca del río Atoyac, lugar donde fue sepultada. Se dice que al momento de encontrarse su cadáver, este no presentaba rastros de putrefacción, y que de su cabeza había nacido un lirio silvestre que de inmediato se convirtió en símbolo del pueblo zapoteco.
El príncipe Nucano, convertido en gobernador de la gente de Donají, dedicó el resto de sus días a velar por el pueblo de su amada hasta su muerte, cuando finalmente fue enterrado en la iglesia de Cuilapan de Guerrero, donde también había sido sepultada Donají.

Guelaguetza en Zimatlán de Álvarez (Oaxaca)

Aunque se trata de una población zapoteca, su nombre es de origen náhuatl, cuyo significado, según una versión, es "lugar de la raíz del ayocote", planta de la familia de los quintoniles que produce un frijolón, el cual es la base de la dieta de los zimatecos. El apelativo de Álvarez es en honor de Melchor Álvarez, destacado personaje de la Independencia.

Zimatlán de Álvarez está situado en los Valles Centrales de Oaxaca, a tan sólo 30 Km de la capital del estado, rumbo a Sola de Vega, y es regado por un afluente del río Atoyac. De su fundación no se tienen datos concretos, pero para ubicarla se cuenta con las crónicas sobre la nueva traza del lugar durante la conquista, en 1558, realizadas por fray Bernardo Acuña de Alburquerque y fray Luis de San Miguel, miembros de la Orden de Predicadores de esa región.
Su lengua original está casi perdida, pero los pobladores conservan las festividades que los unen y los mantienen en contacto con sus orígenes; un ejemplo de esto es la fiesta del "Lunes del Cerro" o "Guelaguetza".
La tradición de los habitantes de esta región es la guelaguetza, la cual es una costumbre muy vieja que viene de los antiguos. Y la entendemos como el yo te doy y tú me das, y así nos ayudamos; eran los mayordomos que teniendo la manda con algún Santito pedían al compadre, al hermano, al amigo o al vecino la ayuda para cumplir. Se pedía la guelaguetza y al recibirla se obtenían los ingredientes para la fiesta: frijol, maíz, tabaco, mezcal, gallina o cuando menos el huevo y las tortillas; incluso algunos apuntaban en un libro donde quedara asentada toda contribución por grande o pequeña que ésta fuera, para en el futuro tener el registro y devolver la ayuda recibida a quien lo solicitase.
El lunes del cerro era otra fiesta, los conquistadores la ajustaron a su calendario y se realiza el primer lunes después de la fiesta de la Virgen del Carmen, a fines del mes de julio; es una festividad que forma parte del antiguo calendario agrícola y es esa la razón de por qué se realiza en esas fechas, ya que en esa época del año los campos irradian un verdor que nos alegra, pues es así como vemos compensado nuestro esfuerzo en la labranza del campo, trabajo duro para hombres recios...
Los bailes y las danzas representan la riqueza y variedad de las siete regiones. Al final de cada danza los ejecutantes regalan al público frutos de la región a la que pertenecen; son manzanas, naranjas, limas, granadas, piñas y hasta algunos productos como café o tejidos. Esta es la costumbre de visitar año con año al cerro Yavego, que es el nombre zapoteco y que significa cerro de la tortuga.
SI VAS A ZIMATLÁN DE ÁLVAREZ
Saliendo de Oaxaca, capital del estado, tome la autopista en dirección sur, al finalizar ésta diríjase por la carretera federal núm. 131 rumbo a Sola de Vega, y a unos 30 Km. llegará al pueblo de Zimatlán de Álvarez, hoy cabecera municipal del mismo nombre.