lunes, 28 de enero de 2008

La Familia

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

A través del tiempo se ha planteado la idea de que, dependiendo de la eficacia de la acción del Estado, los pobres dejarán de serlo como consecuencia de los “programas sociales”. Algunos piensan que se saldrá de la pobreza en la medida en que la sociedad resuelva por sí misma ciertas carencias, o presione al Estado para hacerlo. Otros plantean que todo dependerá de la capacidad para aprovechar las oportunidades que ofrece el proceso económico, lo que se relaciona con el concepto de “habilitación”, que apunta a identificar los factores personales y espirituales que inciden en que los pobres “surjan” (2)

Este concepto lleva a modificar la idea economicista clásica, en que los resultados materiales tangibles, como por ejemplo el disponer o no de una vivienda propia y nueva, son los factores determinantes en la superación de la pobreza, cuando en verdad debiera enfatizarse, junto a lo anterior, el desarrollo de capacidades individuales, familiares, comunitarias y de la sociedad en su conjunto.

Las declaraciones de las reuniones cumbres de organizaciones macrosociales demuestran el reconocimiento cada vez mayor de que es necesario disponer de múltiples programas sociales y de salud no sólo para el individuo, sino también para la familia y la comunidad circundante. Las metas escogidas constituyen un reto de dimensión mundial, y sólo podrán alcanzarse si se encuentran nuevas maneras de ampliar la cobertura a los grupos subatendidos.

Para avanzar más allá de la supervivencia y lograr crecimiento y desarrollo normales, con buena salud y avance integral de las familias, será necesario contar con un compromiso firme de los líderes políticos (3). Consideramos que la mayoría de las políticas públicas para elevar el bienestar de los pobres descuidan los problemas que precisamente los llevan a una integración deficiente con la sociedad. Prevalece en esto, el concepto de que sólo el mejorar las condiciones materiales, mejorará la calidad de vida en forma global.

Algunas de estas ideas están reflejadas en varios documentos emitidos por la Organización Panamericana de la Salud (3, 4), en los cuales se expresa la necesidad de promover políticas públicas que fortalezcan a la familia en forma integral, teniendo en consideración las transformaciones que ésta ha experimentado en las últimas décadas. Deben considerarse entre ellas, el aumento de la familia monoparental encabezada por mujeres, aumento en la edad promedio del primer matrimonio, incorporación de la mujer al mercado laboral, cambio de roles de género al interior de la familia, menor tamaño de las mismas y la mayor carga vinculada al aumento de los miembros dependientes.

La familia, al menos en teoría, es la institución fundamental que une a las personas vinculadas, por nacimiento o por elección, en un hogar y unidad doméstica. Se ha dicho que “la familia conforma un espacio de acción en el que se definen las dimensiones más básicas de la seguridad humana: los procesos de reproducción material y de integración social de las personas” (5). Se ha mencionado que la familia es esencial para la humanización de la persona, y que el desarrollo psicológico del niño tiene estrecha relación con el entorno donde es criado, en el amplio sentido de la palabra. Todo ello plantea la necesidad de generar políticas públicas que también consideren a la familia como el centro de la atención de salud, más allá de las condiciones físicas: la salud del sistema familiar representa más que la suma de la salud de los individuos que la conforman (4).

En discordancia con lo anterior, observamos que la mayoría de las acciones de salud pública y políticas habitacionales gubernamentales enfatizan la salud y la seguridad física vista en forma individual, centrándose en datos como número de viviendas, nivel de polución, agentes biológicos, tóxicos u otros; de esta forma, relegan a un segundo plano la salud mental individual, familiar y comunitaria, dejando también de lado la interacción entre el ambiente y el ser humano (6).

En esta línea se plantea que podrían existir tres fuentes de influencia del ambiente en el individuo:

1.- Como fuente de estrés: Elementos como la polución, el ruido, el hacinamiento, el temor a la delincuencia.
2.- Como influencia en la red social y de apoyo, que tiene que ver con amistades, conductas de vecindario y apoyo grupal.
3.- Como efecto simbólico y de etiquetamiento social; por ejemplo, hay barrios denominados “de tráfico de drogas” u otros “de delincuentes” o “de la gente linda”.

En relación con el entorno habitacional, existe la creencia generalizada de que el ambiente contribuye al estado del ánimo. De hecho, es fácil imaginar el efecto que una vivienda tiene en este aspecto cuando consideramos frases como “qué deprimentes los colores de la pieza” o “da gusto vivir en una casa como ésta”. En consecuencia, el averiguar qué factores de tipo habitacional, de la vivienda, la calle o el barrio, afectan los distintos elementos de la salud mental de un individuo, la familia o comunidad que habita ese espacio debiera constituirse en tema preferente de investigación psicosocial, ecológica y de salud mental comunitaria..

Enfermedad Mental y Vivienda

Existe evidencia que correlaciona el ambiente con la salud mental. En un artículo aparecido a comienzos del siglo pasado, se definió el síndrome de “neurosis suburbana”, en el cual se describió cómo los barrios, la distancia desde la casa al empleo, la pérdida de un vecindario familiar y el aislamiento social aumentaban el índice de trastornos ansiosos (7). Stafford y Marmot (8), en un trabajo basado en el estudio longitudinal de Whitehall II de 1997 a 1999 en la población británica, demostraron cómo el empobrecimiento individual y del barrio incrementaba el riesgo de depresión. Weich et al. (9) plantearon la hipótesis de que existiría mayor prevalencia de depresión en áreas donde existen “incivilidades sociales”, caracterizadas por edificios abandonados, abundantes graffiti o espacios públicos abiertos.

De gran interés es el estudio longitudinal realizado por Sundquist et al. (10), que abarcó la totalidad de la población de Suecia entre 25 y 64 años, con un total 4,4 millones de personas, por un período de tres años. Mediante el análisis de índices tales como el ingreso hospitalario por depresión o psicosis, se evidenció una clara relación entre niveles de urbanización, evaluado por densidad poblacional, e incidencia de psicosis y depresión. En el modelo ajustado por edad, el quinto quintil, conformado por personas que vivían en zonas con mayor nivel de densidad, presentó mayor riesgo de depresión (125 - 166 %) y psicosis (27 - 43 %) que el primer quintil.

Con respecto a la vivienda propiamente tal, Birtchnell (11) evaluó la asociación entre depresión en mujeres jóvenes casadas y variables de diseño de la vivienda, relacionadas principalmente con densidad, accesibilidad, privacidad y manejo de zonas “buffer” entre los espacios públicos y privados (por ejemplo, entradas comunes a las viviendas); el estudio demostró una relación significativa entre residir en viviendas más deficitarias y experimentar más patologías depresivas.

En relación con el tipo de vivienda, Evans et al. (12), tras una extensa revisión de la literatura, concluyen que casi todos los estudios (diecisiete trabajos versus uno) sugieren que los domicilios múltiples (por ejemplo, edificios) se asocian con hallazgos adversos en salud mental, en comparación con viviendas separadas, aunque los estudios presentan problemas metodológicos. Al analizar los efectos de habitar en pisos altos, de ocho estudios, seis presentaron asociación con pobre salud mental (evaluando depresión, número de incidentes psiquiátricos, niveles de neurosis, entre otros).

Los mismos autores (12) hacen notar que factores no habitacionales “moderan”, amplificando o atenuando, los efectos de la vivienda sobre sus moradores. Por ejemplo, las mujeres que se quedan en casa con niños pequeños, son especialmente vulnerables si viven en la parte alta de los edificios. Esto posiblemente es debido al aislamiento social causado por la imposibilidad de poder dejar jugar a los niños fuera de la casa. Otros moderadores serían el sexo, la edad, el nivel socioeconómico del vecindario, hacinamiento, ruido, etc.

Evans et al. (12), además, identifican cinco “procesos mediadores”, que corresponderían a los mecanismos psicológicos por los cuales un factor externo, como la vivienda, influye en el bienestar psicosocial:

1.- Identidad: La vivienda como símbolo de quien somos, tanto hacia nosotros mismos como hacia otros. (Ej.: estigmatización de residentes de viviendas sociales).
2.- Inseguridad: Movilización habitacional involuntaria. Preocupación sobre seguridad e higiene puede aumentar síntomas de ansiedad.
3.- Apoyo social: Aislamiento y soledad en residentes de edificios altos.
4.- Paternidad: Se ha asociado restricción de los juegos infantiles con escaso espacio en viviendas en pisos altos. Padres sin sitios de privacidad pueden estar menos dispuestos a interactuar con sus hijos.
5.- Control: El tamaño y la calidad del espacio pueden dificultar la regulación en las interacciones sociales. Ejemplo de esto es que las entradas de grandes edificios son difíciles de controlar y se han asociado a más eventos criminales.

Al analizar la calidad de la vivienda, Weich et al. (9), en un estudio que incluyó a 1,887 individuos en Gran Bretaña, encontró una asociación significativa entre depresión y habitar en una vivienda con problemas estructurales tales como humedad, goteras en el techo, maderas estructurales podridas y presencia de plagas. En una revisión que abarcó 27 estudios, la totalidad de ellos señalaron que la calidad habitacional se correlaciona en forma positiva con el bienestar psicológico de sus residentes (12). Se utilizaron múltiples medidas operacionales tales como presencia de roedores, humedad, moho, insatisfacción con la vivienda, etc. Lamentablemente, la mayoría de estos reportes no son concluyentes y presentan problemas metodológicos (por ejemplo: caracterización de la calidad habitacional basadas en auto-informes de los residentes).

En relación con la densidad intradomiciliaria, Gabe (13) describe, en mujeres inglesas, una relación positiva entre altos niveles de hacinamiento (1,5 personas por habitación) y estrés. Por otro lado, en un estudio realizado en Toronto, Canadá, Hwang et al. (14) encontraron un nivel comparativamente menor en salud física y mental estadísticamente significativo en relación con el resto de la población, en personas mayores de 35 años que vivían en habitaciones subarrendadas.

En esta misma línea se está realizando un estudio pan-europeo sobre vivienda y salud, entre cuyos objetivos está el generar recomendaciones concretas acerca de salud mental y vivienda, así como a estudiar la interrelación entre pobreza, vivienda y salud (15). Esta investigación se está desarrollando con información recopilada en ocho ciudades de Europa, con un total de 8,519 individuos y 3,373 viviendas. Los hallazgos preliminares, expuestos en la Cuarta Conferencia Ministerial en Ambiente y Salud Europea (16), pueden ser resumidos así:

Las personas son significativamente más depresivas y ansiosas cuando viven en viviendas que:

1.- No presentan suficiente protección ante agresiones externas: ruido, vibraciones, humedad, moho, corrientes de aire o frío en invierno.
2.- No tienen espacios de privacidad (hacinamiento o pobre diseño arquitectónico), o sus residentes manifiestan no sentirse “libres”.
3.-Carecen de luz y/o no tienen una vista agradable del exterior.
4.- No facilitan socialización (ausencia de parques o jardines).
5.- Presentan objetivos fáciles a acciones de vandalismo.

También se relaciona con depresión y ansiedad, el que los habitantes presenten:

1.- Bajo nivel socioeconómico.
2.- Temor a perder la vivienda.
3.- Incapacidad monetaria para cambiar de residencia.
4.- Una mala imagen del barrio.

Por otra parte, dilucidar si los índices deficientes en salud mental son causados por el medio ambiente o por migraciones selectivas hacia esos mismos barrios, también ha sido motivo de investigación. En tal sentido, un estudio longitudinal a 10 años, realizado en Oslo evaluó la influencia de estos factores, concluyendo que estresores ambientales tales como falta de servicios y posibilidades recreacionales, problemas económicos y déficit en las redes sociales, tendrían más influencia en la salud mental de sus habitantes (ansiedad y depresión), que migraciones selectivas de personas con mala salud mental hacia esos mismo lugares (17). Lo anterior da cuenta de la importancia del ambiente y su impacto directo en las políticas sociales de prevención e intervención.

Pobreza, Familia y Vivienda

Enríquez (18), en su estudio sobre familias de bajos recursos en México, observó que en mujeres pobres viviendo en zonas urbanas, el apoyo emocional se concentra en los propios miembros de la familia nuclear, lo que confirman otros estudios (19, 20). Por lo mismo, cuando se habla de la necesidad de disponibilidad de recursos emocionales, no sólo se debe pensar en el vecindario, o redes sociales del macrosistema (municipalidad, consultorio), sino en fomentar la mejoría en la disponibilidad de recursos intrafamiliares. Ello es aún más imprescindible en momentos de riesgo, como son las fases de transición en una familia; tal sería el caso de un cambio de vivienda, con toda la alteración que esta situación conlleva.

La situación de los allegados y sus relaciones familiares constituye otro elemento que debe ser considerado al momento de diseñar políticas habitacionales. En una encuesta realizada en Santiago de Chile (21), se concluyó que el allegamiento no es sólo un tema de vivienda, sino también de pobreza. Es una estrategia de sobrevivencia tanto de los hogares o núcleos de allegados como de los hogares receptores. Hay fuertes lazos de apoyo entre receptores y allegados, con una gran interdependencia y, por lo mismo, una nueva vivienda, en algunos casos, no es por sí sola una respuesta adecuada a esta situación. Algunos de los allegados no se definen como tales, sino como familiares o arrendatarios, y muchos ven su situación como permanente. Otro sondeo en Chile, en el año 2000, mostró que el 28,6% de los hogares urbanos y 14,5% de los hogares rurales presentan la condición de allegamiento (22).

Cuando se interviene en una comunidad, trasladando a un grupo de familias desde un lugar ligado a malas condiciones de vida a otro en que se supone estas condiciones se verán mejoradas, los resultados no siempre se dan en la dirección esperada. De hecho, hay estudios que muestran lo contrario. En el nuevo lugar se presentan altos índices de alteración de la salud mental y la aparición de un síndrome denominado “New Town Blues” (7), habiéndose determinado que el mayor causante del estrés era el cambio y no el nuevo ambiente per se. Algunos investigadores concluyen que esta alteración sería sólo temporal (23, 24).

Discusión:

En el documento “Mundo de los pobres” (25) se plantea que la pobreza se supera “cuando un grupo social inicia con éxito y paso seguro, un proceso de transformaciones internas que le posibilitan incorporarse a la sociedad y a su proyecto. El umbral de la pobreza visto desde esta percepción humanista y comprensiva se ubica, en el ámbito de la cultura, en el espacio de la esperanza. Es la capacidad de iniciar procesos acumulativos económicos y, sobre todo, educacionales, culturales y espirituales”.

Como hemos señalado, existe evidencia de la relación entre ambiente y salud mental. Barrios pobres se han asociado con aumento de trastornos mentales. Asimismo, las condiciones precarias a las que están expuestos los pobres, como alta densidad poblacional, contaminación ambiental, calles mal iluminadas, vivir en lugares húmedos y sucios, derivarían en conductas de aislamiento, incertidumbre y sensación de vulnerabilidad (26). A su vez, debido al restringido poder de decisión de la población en los barrios pobres y a sus escasas oportunidades de integrarse a la sociedad (27-29), éstos requieren especial atención y acción de los encargados de las políticas sociales en general, y habitacionales en particular.

Estas nuevas estrategias deberían considerar un enfoque integral. Barrios con adecuadas áreas recreacionales y verdes; diseños de viviendas que tomen en real cuenta la privacidad; apoyo al mantenimiento estructural de los inmuebles; programas que agrupen a familias relacionadas en zonas cercanas, para conservar los sistemas de apoyo familiar; mayores puntos de encuentro para facilitar las redes sociales entre vecinos; nuevos programas que identifiquen factores habitacionales de riesgo para la salud mental, generando intervenciones precoces y oportunas, son condiciones indispensables para poder influir, desde esta perspectiva, en una mejor salud mental de la población.

El fomentar modelos de intervención psicoeducacional a los individuos y familias que accedan a una nueva vivienda, debiera formar parte de los programas habitacionales latinoamericanos. Esto ayudaría a aquellas personas y familias que no disponen de los recursos emocionales ni conductuales adecuados, a enfrentar este cambio. Dada la diversidad de realidades en América Latina, se requieren más estudios que permitan (en función de las características culturales, sociodemográficas y económicas de la región) comprender el impacto de la vivienda, el barrio y medio ambiente en la salud mental, y así generar estrategias de intervención específicas para nuestra realidad. Para ello, más que un enfoque basado en el individuo o la familia, se requiere una visión centrada en el sistema que establece y rige al individuo, a la familia, su ambiente y a la sociedad entera.
Referencias:

1.- Dostoievsky F. Crimen y Castigo. Barcelona: Editorial Juventud; 1865.
2.- Tironi E. Algunas reflexiones sobre política social y pobreza. Estudios Públicos. 1995; 59(2):1-
3.- Organización Panamericana de la Salud, Organización Mundial de la Salud. Informe de la 37º Sesión del Subcomité de Planificación del Comité Ejecutivo. La Familia y la Salud. Washington, D.C.: OPS; 2003. (Documento oficial SPP37/6 (Esp.).
4.- Organización Panamericana de la Salud, Organización Mundial de la Salud. Informe de la 44º Consejo Directivo, 55a Sesión del Comité Regional. La Familia y la Salud. Washington, D.C.: OPS; 2003. (Documento oficial CD44/10 (Esp.).
5.-Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Desarrollo humano en Chile. Las paradojas de la modernización. Santiago, 1998.
6.- Cooper-Marcus C, Sarkissian W. Housing as if PeopleMattered. Berkeley: University of California Press. 1986.
7.- Taylor S. Suburban Neurosis. Lancet. 1938; 1:759-761.
8.- Stafford M, Marmot M. Neighborhood deprivation and health, does it affects us all equally?. Int J Epidemiol. 2003; 32:357-366.
9.- Weich S, Blanch M, Prince M, Burton E, Erens B,Sproston, K. Mental health and the built environment: cross-sectional survey of individual an contextual risk factors for depression. Br J Psychiatry. 2002; 180:428-433.
10.- Sundquist K, Gölin F, Sundquist J. Urbanization and incidence of psychosis and depression. Br J Psychiatry. 2004; 184:293-298.
11.- Birtchnell J, Masters N, Deahl M. Depression and the physical environement. Br J Psychiatry 1988;133:56-64.
12.- Evans G, Wells N., Moch A. Housing and Mental Health: A Review of the Evidence and a Methodological and Conceptual Critique. J Soc Issues 2003;59(3):475-500.
13.- Gabe J, Williams P. Women, Housing, and Mental Health. Int J Health Serv. 1987;17(4):667-679.
14.- Hwang S, Martin R, Tolomiczenko G, Hulchanski JL. The relationship between housing condition and health status of rooming house residents in Toronto, Can J Public Health. 2003;94(6):436-440.
15.- Bonnefoy X, Braubach M, Moissonnier B, Monolbaev K, Röbbe N. Housing and Health in Europe: Preliminary Results of a Pan-European Study. Am J Public Health. 2003;93(9):1559-1563.
16.- Bonnefoy XR, Annesi-Maesano I, Aznar LM, Braubach M, Croxford B, Davidson M, et al. WHO-EURO, Review of evidence on housing and health. Presentado como documento de respaldo en Fourth Ministerial Conference on Environment and Health. Budapest, 2004. (EUR/04/5046267/BD/1).
17.- Dalgard OS, Tambs K. Urban environment and mental health. A longitudinal study. Br J Psychiatry. 1997;171:530- 536.
18.- Enríquez R. Dinámica de las Redes Sociales y de Apoyo Emocional en Hogares Pobres Urbanos: El Caso de México. Presentado en la Reunión de Latin American Studies Association. Miami. Marzo 16-18, 2000. Hallado en URL:
http://136.142.158.105/Lasa2000/EnriquezRosas.PDF
19.- Bazán L. El último recurso: Las relaciones familiares como alternativas frente a la crisis. Ponencia preparada para la reunión de Latin American Studies Association. Chicago: Study Association, 1998.
20.- Lara MA, Medina-Mora ME, Salgado de Snyder VN, Acevedo M, Díaz-Pérez MJ, Villatoro JA. Utilización de servicios para problemas de salud mental en población femenina: tres estudios. Salud Mental 1996;19(2):42-49.
21.- Arriagada C, Icaza A, Rodriguez A. Allegamiento, pobreza y políticas públicas. Un estudio de domicilios complejos del Gran Santiago. Temas Sociales. Boletín del Programa de Pobreza y Políticas Sociales del Sur. 1999;25:1-11.
22.- Ministerio de Planificación y Cooperación, División Social, Departamento Estudios Sociales. Situación Habitacional 2000, Informe Ejecutivo. Resultados Preliminares. Santiago; 2001.[Citada 2004 Agt 20]. Hallado en: URL:
http://www.mideplan.cl/sitio/Sitio/estudios/documentos/informevivienda2000.pdf
23.- Willmot P. Social research and new communities. J Am Plann Assoc. 1967;29:123-126.
24.-Kasl SV, Will J, White M, Marcuse P. Quality of the residential environment and mental health. En Baum A, Singer JE, eds. Advances in Environmental Psychology. Hillsdale, NJ Lawrence Erlbaum;1982. Pp 1-30.
25.- Consejo Nacional para la Superación de la Pobreza. Mundo de los Pobres. Santiago, Chile;1994.
26.- Kotliarenco MA, Cáceres I, Fontecilla M. Estado de arte en resiliencia. Washington DC: Organización Panamericana de la Salud;1997.
27.- Wilson W. The Truly Disadvantaged. The Inner City. The Underclass and Urban Policy. Chicago: University of Chicago Press;1987.
28.- Wilson W. The Ghetto Underclass: Social Science Perspectives. Newbury Park. California: Sage Publications. 1993.
29.- Massey D. The age of extremes: Concentrated affluence and poverty in the twenty-first century: Demography. 1996;33(4):395-412.


La auténtica renovación

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


La lectura del Evangelio nos hace reflexionar en alguien que, después de mucho tiempo, vuelve a vivir según Dios Nuestro Señor. Sin embargo, nos podría suceder que al reflexionar sobre la oveja perdida, perdiéramos la verdadera esencia de este regreso. A todos nos puede llamar la atención cuando una persona que vivió durante mucho tiempo alejada de Dios, de pronto decide regresar debido a una enfermedad, un dolor, una pena, un consejo; y podríamos perder de vista que aunque es considerable el mérito de quien decide regresar, es mucho más el mérito de quien hace regresar. Quien hace regresar es Dios; Él es el único que lo puede lograr. Y es que la renovación de espíritu, la auténtica transformación del alma, no se produce por el hecho de que nuestra voluntad o nuestra libertad lo decidan. Cuántas veces nuestra libertad es tan débil que no es capaz de decir «sí» a Dios, cuando nos damos cuenta de lo que Él nos está pidiendo.

El primer actor de todo regreso es Dios que, como dice un salmo: "viene a renovar el mundo". Y Nuestro Señor no lo hace dándonos cosas diferentes a las que hemos conocido, no lo hace permitiéndonos encontrarnos con situaciones distintas de las que hemos tenido. Dios viene a renovar el mundo con su persona. La auténtica renovación del mundo no es que cambien las situaciones, sino que Dios esté más presente. La auténtica renovación del mundo no es que las circunstancias sean diferentes, sino que Cristo esté dentro de los corazones de los hombres.

Es en esto en lo que todos tenemos que insistir si pretendemos cambiar, si queremos transformarnos, si deseamos ser diferentes, si anhelamos que nuestra familia, nuestra vida y nuestra sociedad sean distintas. Podremos hacer mil obras, mil apostolados, tener mil actividades y realizar mil cosas, pero de nada sirve si Dios no está presente en nuestros corazones, si no nos atrevemos a gritar como el Profeta Isaías: "Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo".

La auténtica renovación es introducir a Dios en los corazones. En este Adviento sepamos hacerlo en nuestra existencia, dejando que el Buen Pastor nos cargue, nos lleve en sus hombros por donde Él quiere. Permitámosle a Dios entrar en la ciudad de nuestra vida para encontrarse con nosotros, porque entonces, estaremos cambiando el mundo y lo estaremos regresando al redil de la renovación, al lugar donde se está con Dios, donde se vuelve a tener el alma cerca de Él. Hagamos esto de la única forma que se puede hacer: a través de la oración y del testimonio de vida cristiana. Si hay estas dos cosas, aunque haya dificultades y problemas tendremos la certeza de que el Señor va a estar siempre a nuestro lado acompañándonos.

Pidámosle a Jesucristo que nos conceda la gracia de renovarnos de la única manera que el tiempo no agota, que la edad no hace pasar, que las distancias no separan: con la presencia de Dios, el único que puede cargarnos en sus hombros y hacernos regresar con Él.

Que ésta sea una plegaria por nosotros, pero también por todas aquellas personas que, a lo mejor, cerca o lejos de nosotros, todavía no han sabido subirse a los hombros del Señor para que el Buen Pastor los lleve otra vez a su redil.

La actitud ante los hechos

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


Las actitudes son más importantes que los hechos. La forma de reaccionar frente a la vida puede transformar dicha vida. El afrontar los problemas sanamente puede convertirlos en soluciones.

Dar razón para vivir, para sufrir y aún para morir, porque hasta el dolor y la muerte pueden aceptarse por una motivación tan formidable como es el amor. “Se es fiel sólo por amor, se es auténticamente feliz sólo en el amor, se es idéntico sólo amando”. El amor es la respuesta, es el por qué, es la primera y la última palabra.

Todavía tenemos derecho de sonreír, de esperar, de amar, de ser felices. Los que se hunden en el pesimismo alegan sus razones, razones que no quieren cambiar. Pero el amor es más grande. Y cualquier ser humano, si quiere, puede amar, y así redimirse. Dios es amor. El hombre debe hacer un esfuerzo gigantesco por arrancarse lo inhumano: el odio, la desesperación, el egoísmo brutal, la envidia diabólica, el materialismo seductor. Y debe, por otra parte, luchar por revestirse de lo divino. Lo divino es el amor.

Reto a cualquier indiferente, a cualquier amargado y cansado de vivir a que ame un solo día con todas sus fuerzas a Dios, a su familia, a su prójimo y aún a los animales, plantas y cosas. Si le va bien, que lo practique durante una semana. Si la semana se le vuelve celestial, que se decida a amar toda la vida. Al fin y al cabo la felicidad total y eterna del cielo consistirá en amar y ser amado infinitamente y para siempre.


Agosto / 2005

Hay que tomar en serio la vida

Por: Querien Vangal


Creo que todos pensamos que no resulta edificante vivir con cara de amargado, gesto fruncido o ojos tristes, como si estuviéramos listos para que no hagan una caricatura que haría reír a cualquiera. Creo que a todos nos disgustaría eso, y más bien todo lo contrario. Se trata de tomar en serio la vida, precisamente para que nunca nos falten la alegría y el optimismo, porque la seriedad de la vida es lo único que nos garantiza una vida valiosa y feliz.

Son muchas las veces que se nos habla y hablamos de moralidad, de lo que está bien y debemos hacer. Lo mismo que hablamos de la inmoralidad, de lo que está mal, hasta el punto de constituir un peligro grave de perdición. Podemos y debemos preocuparnos de la moralidad y de la inmoralidad, pues toda cautela es poca cuando se trata de ganar o perder la vida para siempre.

Sin embargo, hacemos poco hincapié en otro punto que influye decisivamente en nuestra existencia, como es la seriedad, y que está muy relacionada con la moralidad. Seriedad quiere decir tomarse la vida como se debe, con sentido de responsabilidad, valorando todas nuestras acciones y cumpliendo todas nuestras obligaciones. Es darse cuenta de que hay cosas que no valen la pena, y tan ligeras que sólo preocupan a personas de poca sensatez.

Nosotros, que nos juzgamos y queremos ser hombres y mujeres de valer, queremos ser personas serias, aunque estemos riendo todo el día, sabiendo que nuestra alegría no es otra cosa que la manifestación de una conciencia en paz porque cumplimos bien todo nuestro deber.

Un hombre tan serio y tan sensato como Ignacio de Loyola nos dio unas lecciones plásticas e inolvidables sobre la seriedad de la vida. Las leí una vez en su historia, y no las he olvidado nunca. A lo mejor nos pueden servir, una y otra anécdota, ocurridas en aquella primera comunidad de la Compañía en Roma. Digo este detalle para entender mejor lo que vamos diciendo.

La primera nos cuenta lo ocurrido con un joven novicio que estaba siempre alegre. Un compañero lo acusa ante el Fundador y superior de que procedía siempre con muy poca seriedad. En presencia del acusador, San Ignacio llama al culpable, y le dice:

-- Te acusan de muy poca seriedad en tu vida. ¿Sabes lo que debes hacer en adelante? Yo siempre te veo de muy buen humor, hijo mío, y me alegro de ello. Así te quiero ver siempre. El que se ha consagrado a Dios no tiene ningún motivo de tristeza, sino de alegría.

No hay por qué decir que el muchacho siguió más contento que nunca...

La segunda anécdota tiene un cariz bien distinto. Un Hermano cumplía sus oficios domésticos de manera algo descuidada. San Ignacio de Loyola no era un hombre para medianías, y llama al que trabajaba con tan poca diligencia.

-- Oiga, Hermano, ¿usted, por qué y por quién trabaja?
El Hermano responde con toda naturalidad y convencido:
-- Padre, yo trabajo siempre por Dios y para su gloria.
Aquí le esperaba Ignacio, que le avisa muy serio y con pocas bromas:

-- ¿Por Dios y para su gloria, y hace las cosas mal? Si me dijera que las hace por el Padre Ignacio, le perdonaría. Pero si dice que las hace así por Dios, le voy a poner una buena penitencia.

Cosas de Santos... Ignacio de Loyola es uno de los hombres más equilibrados que tenemos en el calendario. Con dos casos tan familiares como éstos, aprendemos lo que es la seriedad en la vida. No se trata de tristeza, sino de alegría, pero con un gran sentido de responsabilidad en todo lo que hacemos. Es lo que decimos con esa frase ya hecha: Tomar la vida en serio, tan distinta de tomar la vida a la ligera...

Nos ponemos ahora a pensar en nosotros mismos, y nos hacemos varias preguntas. ¿Se toma la vida en serio cuando uno se divierte alocadamente en una discoteca?... No parece que haya mucha seriedad en eso. ¿Está triste y deja de ser feliz el que ha pasado la noche del sábado en casa o amigablemente distraído y cumple después escrupulosamente con la Misa dominical?... Pareciera una vida muy aburrida.

Sin embargo, los dos puntos de arranque en la comparación --la discoteca y la Misa-- nos dan la respuesta adecuada. En la una hay mucha diversión y poca alegría, porque hay poca seriedad. En la otra hay mucha poca diversión y mucha felicidad, porque hay mucha seriedad.

El tomar en serio la vida es una fuente de paz, de alegría, de bienestar. La persona se da cuenta de que la vida vale la pena vivirse, porque se realiza y se llena las manos, ¡algo tan distinto de mirarlas vacías!...

El cristiano, consagrado en el Bautismo a Dios para llevar una vida en todo conforme a la de Jesucristo, es el hombre más alegre a la vez que el cumplidor más fiel de todas sus obligaciones.

Seriedad y alegría. Cara de cielo y brazos de bronce. Sabe trabajar y sabe reír. Nadie aprovecha la vida como el cristiano serio, tan formal en todo como feliz en cada uno de sus pasos....


Noviembre / 2005

miércoles, 23 de enero de 2008

El significado de Cristo para mi

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

La fe es necesaria al hombre. ¡Desgraciado el que en nada cree!

Cada quien debe buscar, con insistencia, su dimensión interior en su propia vida. En esta búsqueda veremos y entenderemos algunos de los efectos que debe tener esta dimensión interior en nosotros. No olvidemos que todo viene de un esfuerzo de conversión; todo nace de nuestro esfuerzo personal por convertir el alma a Dios, por dirigir la mente y el corazón a nuestro Señor.

¿Qué consecuencias tiene esta conversión en nosotros? En una catequesis el Papa hablaba de tres dimensiones que tiene que tener la conversión: la conversión a la verdad, la conversión a la santidad y la conversión a la reconciliación.

¿Qué significa convertirme a la verdad? Evidentemente que a la primera verdad a la que tengo que convertirme es a la verdad de mí mismo; es decir, ¿quién soy yo?, ¿para qué estoy en este mundo? Pero, al mismo tiempo, la conversión a la verdad es también una apertura a esa verdad que es Dios nuestro Señor, a la verdad de Cristo.

Convertirme a Cristo no es solamente convertirme a una ideología o a una doctrina; la conversión cristiana tiene que pasar primero por la experiencia de Cristo. A veces podemos hacer del cristianismo una teoría más o menos convincente de forma de vida, y entonces se escuchan expresiones como: “el concepto cristiano”, “la doctrina cristiana”, “el programa cristiano”, “la ideología cristiana”, como si eso fuese realmente lo más importante, y como si todo eso no estuviese al servicio de algo mucho más profundo, que es la experiencia que cada hombre y cada mujer tienen que hacer de Cristo.

Lo fundamental del cristianismo es la experiencia que el hombre y la mujer hacen de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Qué experiencia tengo yo de Jesucristo? A lo mejor podría decir que ninguna, y qué tremendo sería que me supiese todo el catecismo pero que no tuviese experiencia de Jesucristo. Estrictamente hablando no existe una ideología cristiana, es como si dijésemos que existe una ideología de cada uno de nosotros. Existe la persona con sus ideas, pero no existe una ideología de una persona. Lo más que se puede hacer de cada uno de nosotros es una experiencia que, evidentemente como personas humanas, conlleva unas exigencias de tipo moral y humano que nacen de la experiencia. Si yo no parto de la reflexión sobre mi experiencia de una persona, es muy difícil que yo sea capaz de aplicar teorías sobre esa persona.

¿Es Cristo para mí una doctrina o es alguien vivo? ¿Es alguien vivo que me exige, o es simplemente una serie de preguntas de catecismo? La importancia que tiene para el hombre y la mujer la persona de Cristo no tiene límites. Cuando uno tuvo una experiencia con una persona, se da cuenta, de que constantemente se abren nuevos campos, nuevos terrenos que antes nadie había pisado, y cuando llega la muerte y dejamos de tener la experiencia cotidiana con esa persona, nos damos cuenta de que su presencia era lo que más llenaba mi vida.

Convertirme a Cristo significa hacer a Cristo alguien presente en mi existencia. Esa experiencia es algo muy importante, y tenemos que preguntarnos: ¿Está Cristo realmente presente en toda mi vida? ¿O Cristo está simplemente en algunas partes de mi vida? Cuando esto sucede, qué importante es que nos demos cuenta de que quizá yo no estoy siendo todo lo cristiano que debería ser. Convertirme a la verdad, convertirme a Cristo significa llevarle y hacerle presente en cada minuto.

Hay una segunda dimensión de esta conversión: la conversión a la santidad. Dice el Papa, “Toda la vida debe estar dedicada al perfeccionamiento espiritual. En Cuaresma, sin embargo, es más notable la exigencia de pasar de una situación de indiferencia y lejanía a una práctica religiosa más convencida; de una situación de mediocridad y tibieza a un fervor más sentido y profundo; de una manifestación tímida de la fe al testimonio abierto y valiente del propio credo.” ¡Qué interesante descripción del Santo Padre! En la primera frase habla a todos los cristianos, no a monjes ni a sacerdotes. ¿Soy realmente una persona que tiende hacia la perfección espiritual? ¿Cuál es mi intención hacia la visión cristiana de la virtud de la humildad, de la caridad, de la sencillez de corazón, o en la lucha contra la pereza y vanidad?

El Papa pinta unos trazos de lo que es un santo, dice: “El santo no es ni el indiferente, ni el lejano, ni el mediocre, ni el tibio, ni el tímido”. Si no eres lejano, mediocre, tímido, tibio, entonces tienes que ser santo. Elige: o eres esos adjetivos, o eres santo. Y no olvidemos que el santo es el hombre completo, la mujer completa; el hombre o la mujer que es convencido, profundo, abierto y valiente.

Evidentemente la dimensión fundamental es poner mi vida delante de Dios para ser convencido delante de Dios, para ser profundo delante de Dios, para ser abierto y valiente delante de Dios.

Podría ser que en mi vida este esfuerzo por la santidad no fuese un esfuerzo real, y esto sucede cuando queremos ser veleidosamente santos. Una persona veleidosa es aquella que tiene un grandísimo defecto de voluntad. El veleidoso es aquella persona que, queriendo el bien y viéndolo, no pone los medios. Veo el bien y me digo: ¡qué hermoso es ser santo!, pero como para ser santo hay que ser convencido, profundo, abierto y valiente, pues nos quedamos con los sueños, y como los sueños..., sueños son.

¿Realmente quiero ser santo, y por eso mi vida cristiana es una vida convencida, y por lo mismo procuro formarme para convencerme en mi formación cristiana a nivel moral, a nivel doctrinal? ¡Cuántas veces nuestra formación cristiana es una formación ciega, no formada, no convencida! ¿Nos damos cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son por ignorancia? ¿Es mi cristianismo profundo, abierto y valiente en el testimonio?

Hay una tercera dimensión de esta conversión: la dimensión de la reconciliación. De aquí brota y se empapa la tercera conversión a la que nos invita la Cuaresma. El Papa dice que todos somos conscientes de la urgencia de esta invitación a considerar los acontecimientos dolorosos que está sufriendo la humanidad: “Reconciliarse con Dios es un compromiso que se impone a todos, porque constituye la condición necesaria para recuperar la serenidad personal, el gozo interior, el entendimiento fraterno con los demás y por consiguiente, la paz en la familia, en la sociedad y en el mundo. Queremos la paz, reconciliémonos con Dios”.

La primera injusticia que se comete no es la injusticia del hombre para con el hombre, sino la injusticia del hombre para con Dios. ¿Cuál es la primera injusticia que aparece en la Biblia? El pecado original. ¿Y del pecado de Adán y Eva qué pecado nace? El segundo pecado, el pecado de Caín contra Abel. Del pecado del hombre contra Dios nace el pecado del hombre contra el hombre. No existe ningún pecado del hombre contra el hombre que no provenga del pecado primero del hombre contra Dios. No hay ningún pecado de un hombre contra otro que no nazca de un corazón del cual Dios ya se ha ido hace tiempo. Si queremos transformar la sociedad, lo primero que tenemos que hacer es reconciliar nuestro corazón con Dios. Si queremos recristianizar al mundo, cambiar a la humanidad, lo primero que tenemos que hacer es transformar y recristianizar nuestro corazón. ¿Mis criterios son del Evangelio? ¿Mis comportamientos son del Evangelio? ¿Mi vida familiar, conyugal, social y apostólica se apega al Evangelio?

Ésta es la verdadera santidad, que sólo la consiguen las personas que realmente han hecho en su existencia la experiencia de Cristo. Personas que buscan y anhelan la experiencia de Cristo, y que no ponen excusas para no hacerla. No es excusa para no hacer la experiencia de Cristo el propio carácter, ni las propias obligaciones, ni la propia salud, porque si en estos aspectos de mi vida no sé hacer la experiencia de Cristo, no estoy siendo cristiano.

Cuaresma es convertirse a la verdad, a la santidad y a la reconciliación. En definitiva, Cuaresma es comprometerse. Convertirse es comprometerse con Cristo con mi santidad, con mi dimensión social de evangelización. ¿Tengo esto? ¿Lo quiero tener? ¿Pongo los medios para tenerlo? Si es así, estoy bien; si no es así, estoy mal. Porque una persona que se llame a sí misma cristiana y que no esté auténticamente comprometida con Cristo en su santidad para evangelizar, no es cristiana.

Reflexionen sobre esto, saquen compromisos y busquen ardientemente esa experiencia, esa santidad y ese compromiso apostólico; nunca digan no a Cristo en su vida, nunca se pongan a sí mismos por encima de lo que Cristo les pide, porque el día en que lo hagan, estarán siendo personas lejanas, indiferentes, tibias, mediocres, tímidas. En definitiva no estarán siendo seres humanos auténticos, porque no estarán siendo cristianos.

El Estado envenena a Sócrates; crucifica a Jesús; atormenta a San pablo; quema a Server; atiza las hogueras; pero no puede formar ideas; sin propagarlas ni sostenerlas con sus leyes; porque las ideas nacen del alm que, para ser verdaderamente religiosa, ha de volar a Dios sostenida en estas dos alas únicas, propias de los vuelos del alma: la libertad y la fe, inspirada por la razón o por el sentimiento, pero fe exclusiva de la conciencia.

Nisi Dominus, frustra.


Mayo / 2005

Feliz año nuevo: ¿borrón y cuenta nueva?

Por: Querien Vangal

Para algunos el inicio de un nuevo año, de un nuevo número que caracterice el final de todas las fechas y documentos, puede significar que todo empieza, que se hizo “borrón y cuenta nueva”. Sin embargo, no existe tal borrón, pues iniciamos el nuevo año con las deudas pendientes, con el mismo coche (a no ser que hayamos comprado uno nuevo), con el mismo esposo o esposa, con los mismos hijos y padres... Una serie de parámetros permanecen ahí, inmutables, y nos recuerdan, con nuestro nombre y apellido inmutables, que algo (o mucho) continúa, que recogemos el pasado y con él iniciamos la navegación incierta, y normalmente llena de esperanzas, del año nuevo.

En momentos especiales como estos, conviene no tirarlo todo por la ventana. Pero tampoco es oportuno sentirnos atrapados por el pasado, condicionados por lo que ha ocurrido. Mucha literatura psicológica nos ha ido “condicionando” hasta el punto de creer que muchos de nuestros actos, incluso aquellos que creíamos más libres, más creativos, no serían sino consecuencia de la acción que el “inconsciente” sigue ejerciendo sobre nosotros, como un dueño y señor misterioso y tremendo de nuestro destino, por más que no nos demos cuenta de su poderío.

Esta tentación del determinismo psicológico es mucho más vieja de lo que creemos. Basta con leer algunas tragedias griegas, escritas hace más de 2400 años, para comprender que también otros pueblos y culturas han creído en fuerzas ciegas que guían fatalmente los destinos humanos. El caso paradigmático de Edipo, destinado a matar a su padre para casarse con su madre, nos hace ver que incluso quien desea huir de las cadenas de la “predestinación”, no puede sino caer en ellas. No es extraño que el padre del psicoanálisis, Freud, haya usado nombres de personajes griegos, como el del mismo Edipo o el de Electra, para ilustrar sus doctrinas psicoanalíticas.

Frente a los que creen tener un folio en blanco cada año, y a los que creen que ya está todo escrito y fijado en nuestra psicología (o en el horóscopo, que viene a ser lo mismo), hemos de contraponer una visión más serena y equilibrada del ser humano, una visión que deje su lugar a la historia sin negarle su puesto a la fantasía y creatividad. El pasado, sí, nos condiciona, pero no nos esclaviza. Como decía un psicólogo, agudo crítico de Freud, los determinismos y condicionamientos no sólo no eliminan la libertad, sino que son como la gravedad que nos permite caminar (libremente) por la vida. Una visión realista debe hacernos comprender que hay que asumir con responsabilidad lo que somos y tenemos, las carencias y las cualidades, los fracasos y los éxitos anteriores, los cariños y los rencores, para, desde ahí, sin cerrar los ojos, preguntarnos con sencillez: ¿a dónde quiero llegar en este año que empieza? ¿Qué deberes he heredado del pasado? ¿Qué expectativas me rodean y orientan mis respuestas para el futuro?

Un año nuevo inicia en pañales. Lo cogemos con el temor de quien coge a un recién nacido. Pero lo cogemos desde las canas, las arrugas y las cicatrices que nos han dejado los muchos o pocos años que hemos transcurrido en este planeta. Quizá cuando empiece otro año nuevo, y volvamos los ojos a lo que fue el anterior, podamos respirar, con orgullo, al ver que algo ha mejorado, que el amor ha crecido, que la justicia ha sido más completa, que los rencores han empezado a ceder el paso a la generosidad del perdón. Quizá, Dios no lo quiera, tengamos que ocultar el rostro ante un año perdido en nuestro enriquecimiento integral.

Cuando el calendario tiene números bajos en el mes de enero (el mes primero, el mes más tierno), podemos trazar planes atrevidos, hacer propuestas de superación y de conquista. Desde lo que somos y tenemos, para que seamos un poco más y hagamos a quienes viven a nuestro lado un poco más felices.

Niños y animalitos

Niños y animalitos

Fuente: Fluvium.org
Autor: Enrique Monasterio

Leo en el periódico que, en un reciente proceso de divorcio, el juez ha concedido a la esposa la custodia de los perros de la familia, y al marido, el derecho a visitarlos cada quince días para sacarlos a pasear por el parque. No teman mis sufridos lectores. No voy a burlarme del amor a los animales, que, como todo el mundo sabe, es signo inequívoco de cultura y sensibilidad. A mí también me gustan los pájaros, y tal vez cuando sea viejo pueda tener un animal de compañía –un centollo por ejemplo con el que compartir las largas veladas de invierno.

Sin embargo me inquieta esa progresiva identificación animalito/niño, que empieza a alcanzar cotas grotescas en los civilizados cerebros del bastantes contribuyentes. Pase que algunas ancianitas solitarias llamen mi pichurrín a su gato y le besen en el hociquito todas las noches antes de acostarse. Pase que otras, o las mismas, dejen al minino herencias de millones de libras esterlinas y que obliguen a un albacea de la especie humana a rendir cuentas al afortunado felino. Pase que, en determinados países, se publiquen enternecedoras esquelas cuando fallece el perro, el loro o el pez espada de la familia, dejando un vacío irreparable en el hogar. Pero, por favor, que no me metan a los jueces en esto. Bastantes problemas tiene ya la Audiencia Nacional.

Ocurre además que, a medida que los animalitos se nos van convirtiendo en personitas, da la impresión de que hay quien empieza a tratar a los niños como a entrañables animales domésticos. Es lógico: el acercamiento entre las especies es recíproco. De tanto mimar bichos, uno ya ni distingue. Y nace el niño de compañía, el bebé gatito, el pichurrín humano, que disfruta de todos los privilegios de sus compañeros irracionales: campa a sus anchas como un pez tropical, es objeto de mil caricias como si de un gato persa se tratara, y engorda como una foquita monje.
Me encantaría estar completamente equivocado, pero temo que cada día hay más padres que piensan en sus hijos, más como objetos de disfrute que como personas.

Ahora que tanto se habla –y con razón– de los niños maltratados, no olvidemos que hay formas de maltrato más sutiles que las palizas convencionales, pero igualmente perniciosas para el cuerpo y el espíritu. ¿Hay peor atropello, por ejemplo, que tratar a un niño como a un animalito de compañía?

Valga como síntoma esa peligrosa manía posmoderna de dividir a los bebés en deseados y no deseados. La terminología, que algunos aceptan como inocua, es simplemente estúpida; pero debajo hay algo más macabro. Los niños no son cachivaches de adorno ni de consumo; tampoco son ratones colorados. Por tanto, no se les desea, se les ama. De ahí que quienes clasifican en serio a sus hijos de esa extraña forma, deban ser catalogados como padres indeseables. (Bien sabe Dios lo que me ha costado escribir esta frase).

Tan peligrosa mentalidad ha creado un tipo de niño que cabría definir como "bebé valium". Me refiero a aquellas criaturas que vienen al mundo, o entran a formar parte de una familia, sólo para resolver los problemas afectivos o las neurosis de ansiedad de un miembro de la pareja (suponiendo que de una pareja se trate). Son los nenes hiperapetecidos, histéricamente necesitados y conseguidos a cualquier precio.

Todas las patologías son respetables, pero a quien padezca un síndrome de este tipo hay que recetarle con urgencia una muñeca repollo o un gato persa. Y que haga experimentos con gaseosa, no con seres humanos.

Al niño valium los psicólogos y pedagogos suelen llamarlo "súper protegido". ¿Protegido, de qué? Se trata de niños realmente secuestrados. Al niño/valium no se le educa, se le domestica. Se le guarda en un estuche envuelto en algodones para que no sienta la tentación de rebelarse. Se le anestesia con la tele para que no moleste (el niño es buenísimo; no nos da ninguna guerra). Se le conceden todos los caprichos; se cuida de su salud hasta convertirlo en un hipocondríaco como papá, y se le alimenta a la carta como a un gato caprichoso.

El niño/valium, cuando se convierte en adulto, no se va de casa ni a rastras. Víctima del síndrome de Estocolmo, suele convertirse en un egoísta incurable que besa la mano de quien le alimenta y no se despega de ella ni con agua caliente.
— ¿No se estará pasando un poco?

Me temo que sí. Es más, quizá alguien se me haya enfadado por llevar demasiado lejos la ironía. Pero es que me falta espacio para matizar. Y yo debería explicar ahora en tres líneas que hay que mirar a los niños como Dios mismo los mira, con amor generoso y despegado. Y enseñarles a sufrir, a luchar, a vencer, esforzarse, a ser sinceros, a tratar a Dios, a trabajar, a ser generosos, a pensar…

Materias estas que no figuran en los manuales para la cría del canario.

Un niño

Por: Un niño mexicano

Dedicado a todos mis contemporaneos del mundo

Un niño, el presente y el futuro de la humanidad, ese pequeño ser humano que está en formación y desarrollo, esa personita que está moldeando su alma y su intelecto para poder ser un adulto con valores y con actitud de servicio y entrega que a su vez forme una familia que siga fortaleciendo la sociedad en la que vive… ese niño es hoy, por diversos factores y motivos, causa de violencia en la familia y fuera de ella. La violencia engendra violencia. La violencia no soluciona ni educa. La violencia solo enerva los ánimos y enseña a nuestros niños que la vía de solución para los problemas es la violencia misma… y luego vemos pandilleros, rateros, asesinos, iracundos… Sin duda hay que ser enérgicos y firmes y por momentos duros ante la educación de nuestros hijos, pero NUNCA faltarles al respeto por medio de la violencia… y menos someterlos a la más cruenta y aterradora de las violencias: el aborto.

sábado, 19 de enero de 2008

Noticias que impactan

Por: Antero Duks
Nov./2005

Hace un par de meses aproximadamente, leyendo un periódico me llamaron especial atención dos acontecimientos que me parecieron interesantes por el contenido de ambos.

Uno fue acerca del terrible terremoto que afectó a la zona de Cachemira, área en litigio entre Pakistán e India, en donde se han encontrado alrededor de 80 mil cadáveres en una zona ya de por sí devastada por la guerra y las diferencias ancestrales de carácter territorial y religioso entre ambas naciones, que mantienen casi ininterrumpidamente hostilidades en esa área desde el inicio de su complicada relación fronteriza.

Ahí, para sorpresa de la comunidad internacional, ambas naciones, tras discusiones de sus cancillerías que se extendieron por más de 12 horas, decidieron, dada la magnitud de este siniestro, abrir algunos de sus accesos fronterizos para permitir no sólo las labores de rescate, sino el que se puedan poner en contacto familiares y amigos separados por el conflicto, y que ahora comparten una desgracia de proporciones gigantescas.

Este acontecimiento, que hasta hace una semana era considerado como algo por demás remoto, se convirtió en una realidad, a pesar de que antes de la tragedia todas las gestiones políticas hubieran fracasado.

Moviéndonos en la geografía, la otra noticia a la que quisiera hacer referencia se dio en Jenín, en donde hace unos días, con motivo del fin del mes del Ramadán, un niño palestino recibió como regalo un rifle de plástico con el que esa misma tarde salió a jugar, lo que le valió nada menos que una bala de verdad le diera en la cabeza; el proyectil salió del fusil de un soldado israelí en esa zona del mundo, en donde se vive tanta tensión y donde se ha derramado tanta sangre.

Aunque ese hecho sucedió hace unos días, el motivo de mi sorpresa es que apenas ayer leía que los restos de este niño fueron donados por sus padres para que, con sus órganos, se pudiera salvar la vida o mejorar las condiciones de ésta en otras personas, en particular, niños.

Así, del cuerpecito del niño Ahmed al-Jatib, de 12 años, a quien ni siquiera se le dio la oportunidad de recibir la visita de su padre, por cuestiones de seguridad, se beneficiaron seis personas. El hígado, divido en dos fue donado a una señora de 56 años y a un bebé de seis meses; el corazón se le dio a una niña también de 12 años; los riñones los recibió un pequeño de cinco años, y los pulmones un niño de cinco años y una niña de cuatro.

Si leemos ambas noticias aisladamente, se trataría simplemente de notas informativas, incluso de no gran relevancia, dado que la violencia entre Israel y Palestina no es, por desgracia, un hecho aislado, sino el pan de cada día, así como los conflictos entre India y Pakistán ya no son sorpresa para nadie y los terremotos, aunque sean de magnitudes como ésta, son también algo que se ve desafortunadamente varias veces en los diarios cada año; lo que realmente es increíble de estos sucesos es precisamente lo contrario, es decir, ver cómo, en medio del odio, la incomprensión y la lucha armada existe aún el amor humano expresado en condiciones que, para los millones de personas que habitan este atribulado planeta, se sigue convirtiendo en una promesa para un futuro que haga vigente la innegable realidad de que, pese a los políticos, las culturas, los radicalismos religiosos y la incomprensión, sigue prevaleciendo la naturaleza humana.

¿Que podría haber movido a la familia de Ahmed a donar los restos de su pequeño e inocente hijo que falleció en esas circunstancias? ¿De qué tamaño debió ser la presión del sufrimiento que se vive en Cachemira, para que las autoridades de ambos países limítrofes decidieran abrir sus fronteras?

Tal vez podemos dar muchas explicaciones a estos acontecimientos, a mí sin duda me parecen sumamente relevantes porque detrás de ellos veo la prioridad más grande que debe tener todo ser humano y que no es otra que perseverar y respetar la vida de nuestros semejantes, de nuestra propia especie; de darnos cuenta, aunque sea por unos momentos y por determinadas condiciones, que la dignidad humana es la misma en cualquier parte, sin importar nada más que la propia naturaleza de ser hombre.

Es increíble y, además, sumamente alentador pensar que ahí donde se cobran a diario vidas humanas, muchas veces sin la más mínima consideración, sigue existiendo la preocupación frente al sufrimiento. Por más duros e indiferentes que nos hagamos no podemos dejar de ponernos en los zapatos de unos padres destrozados, viendo que su hijo ha muerto por una estúpida bala a los 12 años, y aún así decidir que su cuerpecito sirva para dar vida a otros en lugar de acrecentar el odio. Igualmente, no podemos dejar de ponernos en el lugar de esas familias dividas por una frontera creada por intereses, inventada por hombres en un mundo que nos pertenece a todos, en donde ahora se vivía igualmente la tragedia entre semejantes a uno y otro lado sin poder hacer nada.

Esas aisladas noticias, aunque duras, son buenas, excelentes noticias en un mundo al que cada día le sobra un poco más pero le escasea el principal de los recursos, el amor entre unos y otros.


Noviembre / 2005

El buen cristiano refleja buen humor

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

De risa y no de lágrimas es mejor escribir,
ya que reír es lo más humano.

¿Cuál puede ser hoy el valor del sentido del humor frente a los acontecimientos graves y serios por los que atraviesa la humanidad? ¿Se puede reír uno del mundo? ¿Podemos hacerlo sin ser acusados de vanos y superficiales? Sabios y santos han defendido el buen humor. ¿Para qué sirve el humor? ¿Es necesario? ¿Es aconsejable? ¿Cómo debe ser el buen humor de un cristiano?

Se cuenta que, hace ya bastantes años, el Papa Juan Pablo II estaba orando ante el sagrario cuando fue interrumpido por su secretario. Lo llamaba por teléfono el Presidente de «un importante país» (se deduce que era George Bush). El Papa no contestó. Siguió orando como si no lo hubiera oído. Una hora más tarde el Presidente norteamericano volvió a llamar y el secretario acudió de nuevo a la capilla, pero esta vez advirtiendo al Papa que debía tratarse de una cuestión muy importante. «Entonces, si se trata de algo muy importante, debo rezar más», respondió Juan Pablo II.

Existen dos formas de ver la vida que se contradicen o se complementan, según el modo en que se aborde la cuestión. Uno diría: el humor es la reacción del superficial, del que no sabe tomarse la vida en serio, del que no es capaz de llegar a los profundos fundamentos que la conforman, del que se evade cobardemente de ella. El otro diría: el humor es la atmósfera indispensable para que se den las virtudes, el signo inequívoco de madurez, la forma más realista de enfrentarse a la vida. Ambos tienen razón. El resultado del sentido del humor es la sonrisa, y su hermana mayor, la risa. Reír es un verbo; lo importante aquí está en analizar el complemento directo, es decir, de qué se ríe uno, o de quién se ríe uno.

¿La risa superficial nos ayuda?- No. La risa fácil, aquella superficial, es la que hace alejar al hombre de su prójimo. Las tomas falsas, las cámaras ocultas, los vídeos de primera, que a todos han hecho reír alguna vez, son ejemplo de un humor que se podría definir de superficial. No es reflexivo ni inteligente, a primera vista, no es dañino, pero en realidad fomenta en la persona una actitud negativa hacia los demás. El que se ríe de la caída de una persona, por muy graciosa que sea, demuestra, primero, que no tiene dominio personal y se deja llevar de lo espontáneo —la risa en esos momentos lo es—; pero, además, no está mirando al otro, se mira a sí mismo en una reacción egoísta: le hizo gracia la desgracia ajena.

¿Existe un humorismo cristiano?- Es un dato de hecho que algunos santos tenían una notable vena humorística; incluso supieron utilizarlo para transmitir el propio carisma. Tal es el caso —entre muchos— de San Juan Bosco que hasta tenía que hacer de mago y equilibrista. Indudablemente, si a un cristiano le falta el sentido del humor, es señal, entre otras cosas, de una educación religiosa demasiado centrada sobre el conformismo. Hablar de verdadero sentido del humor, o de un humor propiamente cristiano, es hablar de virtudes. Es la virtud que consiste en saber utilizar la distensión necesaria y saber jugar y reír. En una óptica específicamente cristiana, el humorismo sano asume las características de una virtud que también es don del Espíritu Santo.

¿De qué manera el humor ayuda a la vida espiritual?- La vida espiritual obtiene grandes beneficios de un sano uso del humorismo. Tanto la experiencia de cada día, también la religiosa, como el sentido común sugieren vigilar el fenómeno del humor. Si el sano humorismo es definible como «la capacidad de reírse de las cosas que se aman, incluidos naturalmente nosotros mismos, y seguirlas amando, el camino del humor en la vida espiritual estimula particularmente el diálogo del creyente consigo mismo y con Dios».

La simultánea capacidad de saber apartarse de las cosas y de comprometerse plena y apasionadamente en las cosas de Dios es algo más que la expresión de un profundo y sano humorismo cristiano. En los santos se nota perfectamente cómo su profunda libertad de espíritu es compatible con un profundo sentido del humor, que no sólo es simpatía humana, buen carácter o facilidad para ser gracioso, sino comprensión de lo tremendamente relativo que es todo fuera del Único inefable que es Dios y que no cabe en cálculos humanos.

Saber trascender todo lo que no es Dios viviéndolo en Dios es saber conjugar libertad de espíritu, humildad y humorismo, y saber subrayar siempre lo positivo de todo lo que pasa.

¿Cómo se hace compatible buen humor y fe cristiana?- No parece, desde luego, que esté el mundo para muchas risas, empezando por nuestra propia situación nacional. Y, sin embargo, nada hay más eficaz que el buen humor para expresar la plenitud de la alegría verdadera, que, si es tal, nada ni nadie, ni siquiera todos los males del mundo juntos, puede arrebatarnos. Si no es así, el humor se degrada, deja de ser bueno, y habría que cambiarlo de nombre. No era ningún tonto quien escribió que «amor se escribe con “h” de humor».

¿“Humor” y “amor” entonces vienen unidos?- Sin amor, ciertamente, es decir, sin fe y sin esperanza, la sonrisa se convierte en una mueca asquerosa, alejada de toda auténtica humanidad. Quizás nunca como ahora nos ha sido tan imprescindible el sentido del humor, ¡el buen humor!

Que alguien entre cadenas, encarcelado, diga que está contento y contagie su alegría a los demás, parecería cosa de locos, y hasta una broma de mal gusto, si no fuera porque se ha dado el caso real, realísimo, de tal experiencia, repetida una y mil veces a lo largo ya de dos milenios, desde que Pablo de Tarso, prisionero en Roma, escribiera así a los cristianos de Filipos: «Aun cuando mi sangre fuera derramada, me alegraría y congratularía con vosotros. De igual manera, también vosotros alegraos y congratulaos conmigo».

Es el imposible con el que se encontraron Juan y Andrés primero, y los otros apóstoles, y luego Pablo, y antes, la primera de todos, María de Nazaret: «¡Alégrate —le dijo el ángel—, llena de gracia, el Señor está contigo!». ¿Acaso no transmiten esa espontánea y, al mismo tiempo, indestructible alegría que llega a todos, con la única condición de la sencillez de corazón, las palabras y los hechos de Jesús, que llenan de estupor en su grandeza divina, tan impresionante y cercanamente humana, y que rebosan, en parejas proporciones, fuerza y ternura, seriedad e ironía?

Habían estado toda la noche bregando en el lago y no habían cogido un solo pez, y, al amanecer, Jesús resucitado, desde la orilla, va y les dice: «¡Muchachos, ¿tenéis pescado?!» Poca gracia tenía que hacerles la preguntita de aquel, en principio, desconocido; sin embargo, la ironía les resultó enseguida familiar, y Juan exclamó: « ¡Es el Señor!»

Sin duda se acordaron de cuando, con tan sólo cinco panes y dos peces, ¡para nada menos que cinco mil hombres!, les dijo: «Dadles vosotros de comer; que se sienten por grupos». No podían por menos que pensar: «¿Estará loco?»

Y de cuando, ante la pequeña hija de Jairo, muerta sobre el lecho, dijo a los que allí lloraban: «¿Por qué lloráis? La niña no está muerta; está dormida». No sorprende lo que cuenta el evangelista: «Se reían de Él». Paradójicamente, tan deseable locura, llena del más nítido sentido del humor, había hecho nacer la auténtica alegría.


Marzo / 2005

La reelección legislativa y la calidad de nuestra democracia

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

“Es preferible la peor Cámara que la mejor camarilla”
Querien Vangal

No es ningún secreto que numerosos sectores de la población no se encuentran satisfechos con la nueva realidad política de México; diversas encuestas nos muestran que muchos no se sienten representados por sus legisladores e incluso algunos estiman que la democracia no solamente no ha traído consigo mejores condiciones de vida, sino que, por el contrario, ha dejado tras de sí una estela de ineficacia y parálisis de la que no se vislumbra, de momento, ninguna salida. El altísimo abstencionismo de las últimas elecciones es un buen ejemplo de esta percepción: la gente no acude a las urnas porque cree que su voto sirve para muy poco.

De esta manera, es necesario que nuestra democracia se traduzca en mayores niveles de bienestar; urge, pues, una democracia eficiente, responsable y de calidad.

Una de las posibles medidas para conseguir lo anterior sería otorgarle al ciudadano el derecho de juzgar a sus representantes y decidir no solamente si son aptos para ocupar ese puesto, sino también si, una vez detentándolo, merecen permanecer en él. Esto podría lograrse si se aprobara una reforma constitucional que permitiera la reelección inmediata de los legisladores.

La posibilidad de que los legisladores se reeligieran generaría que éstos se volvieran mucho más responsables, ya que tendrían incentivos a hacer un buen trabajo legislativo y de gestoría para que sus electores volvieran a votar por ellos en la siguiente elección. Quedarían atrás esos políticos que sólo aparecen en sus distritos en tiempos de campaña prometiendo el sol, la luna y las estrellas pero que, una vez en el escaño, obedecen ciegamente los lineamientos de la cúpula de su partido y se olvidan de su electorado. De hecho, de existir la posibilidad de la reelección, las campañas de los candidatos a diputados y senadores se basarían más en hechos que en promesas, y la presión del oponente y aspirante a ocupar el mismo cargo provocaría que el titular hiciera un trabajo mucho más eficiente.

Así, por increíble que parezca, tendríamos diputados y senadores con un permanente contacto con su base electoral. Esto ocasionaría que nuestro Congreso fuera mucho más profesional, ya que sus integrantes, fuera cual fuera su origen social, se especializarían mucho más en los temas públicos y en los problemas de sus distritos y comunidades al poder permanecer más de un período en las Cámaras. Se elevaría la calidad de nuestras leyes y habría muchas más probabilidades de acuerdos entre los miembros de los diferentes partidos al ampliar el horizonte temporal de los mismos y convertir sus interacciones en permanentes y de largo plazo.

Christlieb Ibarrola como presidente y legislador del PAN impulsaba la reelección de los legisladores con los siguientes argumentos: “La reelección de los miembros del Congreso que en México fue tradición constitucional iniciada en 1824, sólo fue rota en 1933 para quebrantar al Poder Legislativo en beneficio del Ejecutivo, sin que las tendencias políticas de la Revolución siquiera se hubieran enfilado hacia la no reelección de diputados y senadores. Este quebranto no sólo se buscó contra la institución del Congreso, sino también contra los hombres que lo integran...”

“La no reelección de los diputados y senadores, contraria a la teoría democrática, encierra una restricción a la libertad del voto, si se toma en cuenta que la reelección de los miembros del Congreso implica un refrendo popular a los representantes que tienen capacidad y espíritu de servicio. Un Congreso con núcleos de diputados y senadores enterados y capaces, no sólo no atenta contra la división de poderes, sino que es supuesto necesario para el equilibrio que el sistema requiere.”

“La necesidad de legisladores experimentados resalta si recordamos que entre los argumentos más usuales para centralizar el poder en el Ejecutivo del Estado moderno, está el del carácter cada día más técnico de la legislación, que requiere el trabajo de especialistas con los que el legislativo rara vez cuenta, y menos contará, si sus miembros no tienen opción para hacer carrera parlamentaria. Si el Congreso no puede ver fructificar en la práctica el estudio y conocimiento de los problemas del país, por razón de la renovación constante de sus miembros, serán la institución misma del Poder Legislativo y el equilibrio entre los poderes los que habrán de sufrir merma… En México, difícilmente se formarán personalidades políticas parlamentarias en periodos breves, pues sólo hacen carrera política quienes, hayan o no sido legisladores, logran alcanzar un puesto prominente en la administración pública. De personalidades políticas parlamentarias –en bien de México- están urgidos todos los partidos…” (Christlieb, Crónicas de la No Reelección, “Las Razones de la Sinrazón”, 1965).

Cierto es que hay aspectos que habría que revisar de una posible reforma reeleccionista. Pero cualquier problema que con la misma arribara no sería mayor que los que ahora existen precisamente por su ausencia.

El tema del juicio ciudadano mediante la reelección ha llegado para quedarse en la agenda política de México. Hay cada vez un clima de opinión más favorable hacia el mismo: hace algunas semanas nos enterábamos, precisamente, de la constitución de una asociación de académicos que, bajo el nombre de Red Mexicana por una Democracia de Calidad, pretende impulsar el tema. Esperemos que llegue a buen puerto para que nuestra vida política gane en eficiencia, eficacia y responsabilidad.

miércoles, 16 de enero de 2008

¿Qué se debe?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


No es que las cosas se hayan puesto mucho más caras; es que nuestros bolsillos andan mucho más depauperados. Y, al escuchar el precio de las cosas, uno siente cómo el tembleque le sube desde el bolsillo hasta el cerebro. Y el cerebro se queda pasmado y como de una pieza de hielo... « ¡Dios mío, cuánto cuesta vivir!», suele exclamar uno. Sobre todo si «uno» -o mejor, «una»- es ama de casa tirando del carrito de la compra, padre de familia ante el presupuesto doméstico o usuario frente a cualquier factura de teléfono, agua o chapucilla de fontanero.

Por eso no sé si nos quedaríamos infartados por la emoción o zapatearíamos de contento si, al formular el fatídico interrogante de « ¿Qué se debe?», nos respondiesen con un: «No se debe nada... Gratis, por ser para usted» « ¡Arrea!», se diría uno ante tan inesperada y colosal noticia.

Bueno pues, en realidad, no haría falta preguntar. El mundo rebosa de cosas, sensaciones, placeres, premios, galardones y gratificaciones que son gratis, de balde, de oquis y por nuestra cara bonita. Como lo oyen. Como lo oímos.

Lo que pasa es que pasa precisamente lo contrario: que no oímos. Nuestras materializadas orejas son incapaces de escuchar los maravillosos y seductores cantos de sirena de estos dones gratuitos que nos rodean.

Muchas veces nos comportamos, bobamente, como si lo que no tiene un precio no poseyese ningún valor, como si lo que es de balde fuese, consecuentemente, despreciable.

Pues... ¡Se acabó! Creo yo que hay que entrar a saco y a mansalva en este inmenso supermercado de dones gratuitos que es nuestra vida, la de todos, y salir cargadísimos de regalos; de todo eso que la existencia ofrece -y que es muchísimo- sin pedir un céntimo.


«Sírvanse ustedes mismos -nos dice el mundo-, que es gratis»: el sol y la lluvia, pasear, una carcajada, discutir, apretar una mano hermosa deformada por el artritismo y el trabajo, escuchar la cháchara tonta e ilusionada de los críos...

Es gratis jugar a las adivinanzas, intercambiar recuerdos, solucionar en una tertulia los problemas del tráfico de las ciudades.


Es gratis contemplar minuciosamente los árboles que bordean un camino y las matas de jara y tomillo que pueblan un monte.

Es gratis caminar tranquilamente por la playa recontando los restos, los hermosos guijarros y las inverosímiles conchas que ha dejado sobre la arena el naufragio cotidiano.

La soledad es gratuita y no totalmente horripilante. No siempre es pavoroso quedarse unos minutos, unas horas, unos días a solas y ahondar hasta las raíces de uno mismo para ver qué ha quedado atesorado en las entretelas del alma.

Los amigos son gratis, salvo esas veces que piden tabaco o dinero. La amistad es un esparcimiento, un esponjamiento del espíritu que está ahí, cada instante, para que recarguemos las baterías de la felicidad.

También el dolor es gratis y, aunque a primera lectura, suene a burrada, hay que aprovecharlo: del dolor salen el temple, la paciencia, la fortaleza, que son otros regalos de aquí te espero.

Es gratis sonreír, pedir que se haga justicia y opinar sobre la guerra y la paz. Es gratis escuchar la música de una noche tranquila, cuando los coches y los hijos se han ido a dormir. Y es gratis disfrutar de la percusión de un chaparrón sobre el asfalto bien arrebujaditos entre las mantas de nuestra cama.

Es gratis dejarse empapar por el olor a tierra mojada. Y es gratis, salvo que diga lo contrario un guardia forestal, rozar la hoja peluda y cálida de una higuera.

El inventario, obviamente, no es exhaustivo ni pretende serlo: es el que se me ha ocurrido en unos pocos minutos, harto ya de pagar, cuando el uso de la tarjeta de crédito se me ha puesto en la coronilla... Completar o cambiar esta lista de dones de balde también es gratis, para que vean... Lo único que hace falta es un poco de tiempo. Y no crean a pies juntillas eso que se dice tanto de que el tiempo es carísimo, «oro»: El tiempo es otro regalo que nos pusieron en las manos desde el principio de los tiempos.

No hay vuelta de hoja, los mexicanos somos mestizos indígena-español-africano

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


Por mucho tiempo se ha manejado la tesis de que los mexicanos somos producto del mestizaje que se dio en América, entre indígenas y españoles, pero se ha soslayado que también de africanos, coincidieron en señalar investigadores sobre el tema de la afro-descendencia en México, quienes señalaron que dentro de esta diversidad cultural se ha soslayado el papel de este tercer origen que aún es evidente en muchas regiones del país.

María Elisa Velásquez y Ethel Correa, investigadoras de la Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), indicaron que esta omisión dentro de los estudios referentes a la influencia de los africanos en la conformación del mestizaje, se dio por razones diversas, como las relativas a las dificultades para la consulta de fuentes, porque la presencia africana se dio muy temprana en el siglo XVII, y por la mayor asimilación entre la población indígena y europea.

En el marco de la presentación del libro Poblaciones y culturas de origen africano en México, que se realizó como parte de las actividades de las Jornadas Culturales Negros Mulatos y Morenos de Guerrero y sus costas. Afro-descendientes y diversidad cultural, en este puerto; las especialistas en el tema, también manifestaron la necesidad de cambiar el uso del término tercera raíz, toda vez que en diversas regiones de México como es el caso de Guerrero, representa la primera.

En la medida que avanzan las investigaciones, precisó Maria Elisa Velásquez, se van encontrando nuevos datos sobre la presencia que a lo largo de la historia nacional han tenido los afro-mestizos mexicanos, y a partir de ello, se han revalorado y reconocido sus aportaciones. "Es como lo que pasaba con el estudio sobre las mujeres, que parecía que eran invisibles en la historia, hasta que realmente se les busca en los archivos y se les encuentra", dijo.

Por su parte, Ethel Correa aseveró que en esta diversidad cultural que se gestó con el mestizaje, se crean nuevas formas y se van transformando con el paso de los años y no es algo que prevalece lineal. "Es decir que los rasgos que llegaron de África no se mantuvieron intactos o igual", estableció.

Un ejemplo de lo anterior, a nivel histórico, es el suscitado a partir de la Revolución Mexicana, donde a partir de ella, se genera todo un movimiento nacionalista que trató de unificar una visión de los mexicanos como una sola nación. Esta política de la época hizo borrar la diversidad cultural, y cuyo esquema predominó también en otros países.

"Ahora se está dando una nueva relectura del pasado, en la que se observa la necesidad de reconocer esa diversidad cultural", indicó Maria Elisa Velásquez, al subrayar que se tiene que dejar de lado la idea de que África no tiene nada que ver con México, y aceptar que son culturas con muchas coincidencias.

Por lo que respecta a las metodologías de investigación bajo las cuales se ha desarrollado tradicionalmente el análisis de los afro-descendientes, la investigadora precisó que se han dado cambios para abordar el tema. "Ya no son sólo números que hablaban de piezas de esclavos, sino de individuos con una cultura, o ya no sólo son cifras notariales, sino ahora se busca saber sobre lo que hacían, su vida cotidiana, sus expresiones culturales", abundó.

Reconoció que aún cuando falta mucho por investigar, la forma de abordar el estudio de este sector de la población, tiene que ver también con el avance de las ciencias sociales y los enfoques históricos y antropológicos, a partir de los cuales se va abriendo un mosaico de posibilidades de estudios.

Conformado por una compilación de 21 trabajos de investigación, el libro Poblaciones y culturas de origen africano en México, ofrece una revisión de los estudios hechos a finales del milenio y principios de éste, en el cual además se plantean aspectos de cómo se realizaban los análisis de temas relativos a los africanos, cómo se abordan ahora y cómo deben abordarse en lo futuro.

La obra bibliográfica de la Colección Africanía, editada por el INAH, fue compilada por las especialistas Maria Elisa Velásquez y Ethel Correa. Se divide en dos partes: la primera analiza los problemas metodológicos y teóricos sobre la manera para abordar la presencia africana en México, y la segunda, alude estudios de casos en regiones particulares del país.

Es un balance de lo que se ha hecho recientemente, explicó Maria Elisa Velásquez, y responde
también a una revisión que era necesaria luego de los trabajos hechos por Gonzalo Aguirre Beltrán, pionero en los años cincuentas sobre el tema, y de lo realizado por Luz María Montiel, quien se destacó por promover el análisis en la materia.

"Se aborda la mitología, desde cómo pensar en categorías raciales, cómo buscar en las fuentes, cómo incorporar la presencia de las mujeres afro-descendientes si sólo se ha hablado de esclavos hombres", explicó la investigadora de la DEAS, al abundar que entre algunos de los estudios de casos que se integran en este libro, se encuentran los de la presencia de africanos en Puebla y Morelos, de las mujeres afro-descendientes en la Ciudad de México, o de los afro-mestizos en Oaxaca, entre otros.


Dios es el Señor de mi vida

Por: Querien Vangal

Transcurren los meses del año fugazmente y por fin llega el Adviento, que es la época del año en la que nos preparamos para recibir a Jesucristo, Nuestro Salvador, nos recuerda que el Señor viene, y viene en la pequeñez, en la sencillez y en la humildad. Sin embargo, el evento de Belén, la pequeñez de Jesús, el hecho de que todo se manifieste en un ambiente sencillo, escondido, oscuro, nos podría hacer perder de vista la realidad de que el que viene es el Señor. El Adviento para todos los cristianos debería tener una muy especial dimensión, porque cada uno de nosotros se tendría que atrever a preguntarse si Dios es el Señor y el dueño de su vida.

En teoría podríamos decir que sí, pero ¿realmente creo que el Señor es el dueño de mi vida? Cuántas veces no somos capaces de encontrar a Nuestro Señor porque no tenemos un corazón sencillo, abierto, transparente, sino que tenemos un corazón enredado, tergiversado por dentro; y damos vueltas a las cosas, y permitimos que el egoísmo vaya por mil vericuetos dentro de nuestra vida, y aceptamos que nuestra soberbia o nuestra pereza se conviertan en los verdaderos reyes y señores de nuestra existencia.

Muchas veces la cultura en la que vivimos nos impide reconocer a Dios como Señor, porque nos presenta otras muchas cosas que aparentemente son señores de la vida. Cuántas veces se nos puede presentar la riqueza como el señor de la vida, y parecería que con los bienes materiales puedes lograr todo; pero la riqueza lo que no te da es vida. O cuántas veces ponemos como señor de la vida el poder; sin embargo, nos engañamos, porque el poder no te realiza como persona, sino que te hace usar a las personas, con lo que tú mismo acabas perdiendo la dignidad. Y lo que en teoría te serviría para ser más libre, en el fondo te hace más esclavo.

¿Cómo podemos saber si nuestra vida está llena de la ciencia del Señor, si Dios es realmente el dueño, el Señor de nuestra vida? El Evangelio es muy claro, nos habla de dos dimensiones fundamentales. Por un lado, nos dice que tenemos que tener sencillez interior para poder recibir al Señor. Y por otro lado, nos habla de cómo Cristo es el Señor. "Te doy gracias porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los sencillos".

Cristo nos habla de la sencillez de corazón. Es decir, un corazón abierto, de una forma muy especial, de cara al Señor: a reconocer a Dios y pedirle que se haga su voluntad. Un corazón sencillo es el que acepta la voluntad de Dios, es el que no se busca a sí mismo, sino que se entrega de una forma generosa, sin esperar nada a cambio. Es el corazón que es capaz de saber quién es el Padre y quién es el hijo; es el corazón que es capaz de reconocer a Dios como Señor; es el que permite que Dios sea el que diga cómo quiere la propia vida.

Para lograr tener un corazón sencillo es necesario permitir que Dios vaya «invadiendo» todos los ámbitos de nuestra vida. Que Él sea el que va normando y señalando el camino concreto de nuestra existencia. Reconocer a Dios como Señor es permitirle que ilumine mi pensamiento, que fortalezca mi voluntad, que oriente mis sentimientos, que norme y marque el criterio de mi comportamiento.
Si yo acepto esto sobre cualquier circunstancia de mi vida, estoy reconociendo a Dios como el Señor de mi vida. Pero si no lo hago, no puedo decir que Dios es mi Señor. Cada uno tendría que entrar en su corazón y preguntarse de forma muy sincera y profunda: ¿Señor, dónde todavía no eres mi Señor? Y después, atreverse a bajar a aspectos muy concretos para descubrir en qué lugar mi egoísmo, mi modo de ser, mis conveniencias, mi historia o mi educación me impiden reconocer al Señor como mi Señor.

Sigamos este camino de Adviento buscando cultivar en nuestra alma el señorío de Cristo sobre nuestras vidas, porque entonces tendremos el gozo y la alegría. "¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron”. Nosotros veremos y oiremos sólo si permitimos que Cristo sea Señor de nuestra vida. Nosotros veremos, oiremos y nos alegraremos el día en que la ciencia del Señor llegue a nuestra existencia.


Diciembre / 2005

domingo, 13 de enero de 2008

Se concluyó una gran obra

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Recientemente se terminó la presa El Cajón en el estado de Nayarit. Su construcción fue casi milagrosa pues antes y durante el proceso hubo una oposición de gente que, para variar, influenciada y manipulada por la mafia de líderes corruptos y antimexicanos, quienes se oponen y se opondrán siempre a todo lo que signifique progreso, ya que con este corren, según ellos, el riesgo de que se les acaben las canonjías de que gozan y han medrado por años.

Pero dejemos esos tristes y lamentables accionares y vayamos a la parte interesante de la referida obra.

Se invirtieron en El Cajón 80,000 horas-hombre por cada mes de trabajo.

Se emplearon cada mes 80,000 horas-hombre para continuar con el programa de ejecución de la obra, lo que significa que hubo un promedio de 500 personas laborando al mismo tiempo para sacar adelante el proyecto.

Por su longitud, las anclas de los túneles alcanzarían para unir el Zócalo del DF con Ciudad Universitaria.

La longitud de anclas de acero utilizadas en los túneles serviría para unir el Zócalo de la Ciudad de México con Ciudad Universitaria. Es decir, el centro con el sur del DF.

Durante la construcción de El Cajón se logró la marca de 2 millones de horas-hombre sin accidentes, además de la marca mundial de ningún deceso en obras subterráneas.

Dada la dimensión y la dinámica de la fuerza laboral dentro y fuera de la zona de obras de El Cajón, se requirió de una planeación organizacional y de un sistema de funcionamiento que permitiera el trabajo en equipo y la realización de los objetivos.

Este principio de planeación y organización se sustentó en el sistema de gestión de calidad basado en las normas ISO (International Standarization Organization), que la Comisión Federal de Electricidad aplica con extremo rigor en todas las obras que realiza.

Los sistemas de gestión se dividen fundamentalmente en tres áreas: control de calidad de procesos, de medio ambiente y de seguridad y salud en el trabajo. Estos sistemas norman las actividades en el interior de la obra para garantizar los resultados en las tres áreas durante toda la construcción.

Así, el control de calidad de procesos se rigió según la norma internacional ISO 9001. Se efectuó un monitoreo sistemático y correctivo para mantener el orden en la ejecución de los procesos evitando al máximo la improvisación.

Con respecto a la gestión en medio ambiente, ésta se basó en la norma ISO 14001, la cual consiste en la identificación de los impactos ambientales tanto significativos como no significativos y el seguimiento de las condiciones ambientales.

Finalmente, gracias a los sistemas de seguridad y salud en el trabajo en esta obra, donde el equipo de protección obligatorio se convierte en la primera garantía, durante el proceso de construcción de El Cajón se logró la marca de dos millones de horas-hombre sin accidentes, lo cual equivale a tres meses sin accidentes. Además no se registró ningún deceso en obras subterráneas, lo cual representa una marca mundial.

Por su infraestructura de voz y datos, en 2005 El Cajón fue calificado como el proyecto de mayor innovación tecnológica en LA y uno de los 5 casos de éxito en el mundo.

La empresa Cisco Systems calificó en abril de 2005 la conectividad de El Cajón como el proyecto de mayor innovación tecnológica en Latinoamérica.

Aunado a esto, en mayo de 2005 la empresa Hewlett-Packard reconoció al proyecto El Cajón como uno de los 5 casos de éxito más relevantes a nivel mundial debido al diseño, configuración y operación de su red de voz y datos.

Todo esto en virtud de la combinación de diferentes plataformas tecnológicas de comunicación: enlaces satelitales, frame relay, wireless, LAN, WAN, voice IP, fax IP, telefonía pública, rural y celular.

De esta manera se mantiene una comunicación precisa y sin contratiempos entre 17 oficinas del sitio del proyecto, la ciudad de Tepic, la ciudad de México y el resto del mundo con el consecuente beneficio para las operaciones y procesos.

Cabe la Columna de la Independencia en la casa de máquinas de El Cajón.

La altura de la casa de máquinas de la presa El Cajón es suficiente para alojar la Columna de la Independencia de México y, por su longitud, cabe un estadio de fútbol profesional.

Resultado de la infraestructura del Proyecto El Cajón, se electrificó en su totalidad el poblado de Platanitos.

La infraestructura adicional de beneficio social para la población de la región se refleja en la ampliación de caminos: 10 kilómetros al poblado de Santa María del Oro, y 13 kilómetros al poblado de Ayotita, además de la instalación de líneas de transmisión al proyecto hidroeléctrico El Cajón y la electrificación del poblado de Platanitos, así como la construcción de pasos ganaderos, guardaganados y jagüeyes.

Es de destacar que en el sitio de la obra, desde marzo de 2004 se cuenta con una clínica del IMSS.

La CFE brinda servicios a casi 80 millones de mexicanos, es decir, a 80% de la población nacional
Es la empresa que genera, transmite, distribuye y comercializa energía eléctrica para 22.5 millones de clientes, lo que representa casi 80 millones de mexicanos. Si tomamos en cuenta que en México hay un promedio de cien millones de habitantes, significa que la CFE le brinda servicios a casi 80 por ciento de la población nacional.

Es importante mencionar que un compromiso de la empresa es ofrecer servicios de excelencia a los clientes, garantizando altos índices de calidad en todos sus procesos, al nivel de las mejores empresas eléctricas del mundo.

Caben 15 campos de fútbol en túneles de desvío de El Cajón.

En los túneles de desvío de la Presa El Cajón, bien cabría por su altura un edificio de 5 niveles y en longitud 15 campos profesionales de futbol.

Resultado del proyecto: se estima en Nayarit una derrama económica aproximada de 187 millones de dólares.

Se estima que en la región habrá una derrama económica de 187 millones de dólares, la cual contempla la creación de nuevos empleos y servicios en hoteles, restaurantes, comercios, centros recreativos, etcétera.La creación de empleos indirectos, principalmente en la ciudad de Tepic, Nayarit, se debe a que el personal que labora actualmente en el proyecto tiene a esta ciudad como destino final durante los fines de semana.

Miden los caminos de El Cajón, lo mismo que la Av. Insurgentes del DF, la más larga del mundo.

Para el desarrollo de la obra El Cajón fue necesario construir caminos internos cuya longitud es equivalente a la avenida de los Insurgentes en la Ciudad de México, la cual se extiende, al norte, desde el inicio de la Autopista a Pachuca y, al sur, con el camino a Cuernavaca.

Además, es considerada la más larga del mundo, ya que mide más de 25 kilómetros, cruza por siete delegaciones políticas, 35 vías primarias y une en línea recta a más de 40 colonias del Distrito Federal.

A diario se consumen en El Cajón 1,840 kilos de tortilla y 552 kilos de carne, además de otros alimentos.

Por segundo, el volumen de agua de los túneles de El Cajón es 100 el abasto de agua potable del DF.

La cantidad máxima de agua que puede pasar por los túneles en un segundo, igualaría el abasto de agua potable a la Ciudad de México en más de 100 veces.

Cabe hasta 10 veces la Pirámide de El Sol en la presa El Cajón.

La presa El Cajón tiene un volumen de enrocamiento de 10.9 millones de metros cúbicos, donde se podría ubicar diez veces la Pirámide de El Sol, con sus 65 metros de altura y una base cuadrangular de 225 metros por lado.

Después de conocer estas cifras que arroja la realización de un proyecto hidroeléctrico como el de la obra en comento, se queda uno verdaderamente impresionado, y no puede uno menos que estar definitivamente en contra de los que estorban por sistema la realización de cualquier proyecto que arroje los beneficios incalculables a la comunidad, no sólo nayarita sino de todo el país.

Pacomio, Abad

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


La extraordinaria vida de los ermitaños, con sus mortificaciones a veces exageradas y con aquella especie de encarnizamiento en sobrecargarse de abstinencias, ayunos, vigilias, era verdaderamente la traducción práctica del Evangelio. Su soledad podía de hecho tapar el engaño de sus extravagancias y de su orgullo.

Para eliminar este peligro un monje egipcio del siglo IV, San Pacomio, tuvo la idea de una nueva forma de monaquismo: el cenobitismo, o la vida en común, donde la disciplina y la autoridad reemplazaba la anarquía de los anacoretas.

Educó a sus monjes a la vida en común, constituyendo, poco lejos de las riberas del Nilo, la primera “koinonía”, una comunidad cristiana, a imitación de la fundada por los apóstoles en Jerusalén, basada en la comunión en la oración, en el trabajo y en el alimento y concretada en el servicio recíproco. El documento fundamental que regulaba esta vida era la Sagrada Escritura, que el monje aprendía de memoria y recitaba en voz baja durante el trabajo manual. Esta era también la forma principal de oración: un contacto con Dios mediante el sacramento de la Palabra.

San Pacomio nació en el Alto Egipto el año 287, de padres paganos. Enrolado a la fuerza en el ejército Imperial a la edad de 20 años, acabó en prisión en Tebas con todos los reclutas. Protegidos por la oscuridad, por la noche los cristianos les llevaban un poco de alimento. El gesto de los desconocidos conmovió a Pacomio, quien preguntó quién los incitaría a traer esto. “El Dios de los cielos” fue la respuesta de los cristianos. Aquella noche Pacomio rezó al Dios de los cristianos que lo liberara de las cadenas, prometiéndole a cambio dedicar su propia vida a su servicio.

Tan pronto recobró su libertad cumplió el voto uniéndose a una comunidad cristiana de una aldea del sur, la actual Kasr-es-Sayad en donde tuvo instrucción necesaria para recibir el bautismo.

Por algún tiempo llevó una vida de asceta entregándose al servicio de la gente del lugar, después se puso por siete años bajo la guía de un monje anciano, Palamone. Durante un paréntesis de soledad en el desierto una voz misteriosa lo invitó a establecer su residencia en aquel lugar, al cual después habrían llegado numerosos discípulos. A la muerte de Pacomio, los monasterios masculinos eran nueve, más uno femenino.

Del santo se desconoce el lugar de la sepultura, pues en su lecho de muerte dijo al discípulo Teodoro que escondiera sus restos para evitar que sobre su tumba edificaran una iglesia, a imitación de los “martyrion” o capillas construidas en las tumbas de los mártires.
Mayo / 2005