domingo, 1 de marzo de 2009

La historia, ¿llegó a su fin?

Recopiló: Antero Duks

Francis Fukuyama, tuvo la inteligencia y el acierto de plantear el debate sobre la inminencia -a finales de la década de los ochenta- del final de la historia, dado que ya no quedaban competidores ideológicos serios para la democracia liberal (monarquía, aristocracia, teocracia, fascismo, totalitarismo comunista).
Su libro, que justamente, se llamaba, El fin de la Historia y el Último Hombre, también sostiene que ese individuo contemporáneo sabe que es mejor no arriesgar su vida por una causa......
A partir de ello, se generó un interesante debate intelectual -del que a continuación daremos algunos ejemplos-, sobre lo acertado o no del "fin de la historia" y de la actitud del "último hombre".
Veamos que opinan algunos autores:
"Tanto Hegel como Marx creían que la evolución de las sociedades humanas no era infinita, sino que acabaría cuando la humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que satisficiera sus anhelos más profundos y fundamentales. Ambos pensadores, pues, postulaban un "fin de la historia"; para Hegel era el estado liberal, mientras que para Marx era una sociedad comunista.
Al llegar al final de la historia no quedan ya competidores ideológicos serios para la democracia liberal (monarquía, aristocracia, teocracia, fascismo, totalitarismo comunista). Lo único que queda es el islamismo.
El hecho de que en las más perfectas sociedades liberales continúen las principales desigualdades sociales significa que habrá una permanente tensión entre los principios gemelos de libertad e igualdad, en los cuales se basan esas sociedades. Esta tensión señalada claramente por Tocqueville, es tan "necesaria e inerradicable" como la desigualdad de la que se deriva. No hay ningún punto fijo o natural en el cual la libertad y la igualdad se equilibren, ni existe ninguna manera de alcanzar simultáneamente el grado óptimo de ambas.
El "último hombre", al final de la historia, sabe que es mejor no arriesgar su vida por una causa, porque se da cuenta de que la historia está llena de fútiles combates sin sentido en los cuales los hombres lucharon por si debían ser cristianos o musulmanes, protestantes o católicos, alemanes o franceses.
Las lealtades que empujaron a los hombres a desesperados actos de valor y sacrificio resultaron ser, a la luz de la historia subsiguiente, estúpidos prejuicios, como el Zaratustra de Nietzsche dice de ellos:"Pues así hablaste:"Somos enteramente reales, sin creencia ni superstición". Y así sacáis el pecho, pero ¡ay! está vacío", nos dice Francis Fukuyama en su libro El fin de la historia y el último hombre (Editorial Planeta - 1992).
"La democracia liberal que emerge en el fin de la historia no es totalmente "moderna". Para que las instituciones de la democracia y del capitalismo funcionen en forma adecuada, deben coexistir ciertos hábitos culturales premodernos que aseguren su debido funcionamiento. Las leyes, los contratos, y la racionalidad económica brindan una base necesaria, pero no suficiente, para la prosperidad y la estabilidad en las sociedades post-industriales es necesario que estas también estén imbuidas de reciprocidad, obligación moral, deber hacia la comunidad y confianza, que se basa más en el hábito que en el cálculo racional. Todas estas características, en una sociedad moderna, no constituyen anacronismos, por el contrario son el sine qua non de su éxito", nos dice Francis Fukuyama, en su libro Confianza (Trust) (Editorial Atlántida - 1996).
"Tras la victoria del capitalismo no se ha alcanzado en modo alguno el "fin de la historia", sino el fin del proyecto que tan osadamente se llamó "modernidad". Un cambio de época de dimensiones globales ha comenzado, dado que ya no son el ascenso y el bienestar sino la decadencia, la destrucción ecológica y la degeneración cultural las que determinan a ojos vista la vida cotidiana de la mayoría de la humanidad", nos dicen Hans-Peter Martin y Harald Schumann (ob. cit.).
"La derrota del comunismo difícilmente representa el fin de la historia. Es mejor asimilarla al fin de una guerra civil entre dos hijos de la ilustración europea. El fin de la guerra civil ha dejado, sin embargo, al ganador traumatizado. Ya no puede luchar una batalla negativa contra los males evidentes del totalitarismo burocrático. Ahora tiene que emprender una batalla positiva para realizar sus propios ideales de libertad e igualdad, y construir un orden político que inspire un apoyo fiel a una ciudadanía diversa y crítica. Y ello debe ser llevado a cabo frente a la resistencia de oponentes formidables. Los fundamentalistas religiosos en gran parte del mundo rechazan la separación del liberalismo entre iglesia y estado, y su insistencia en el derecho fundamental de cada persona para definir sus propios cielos e infiernos. Las sociedades neoconfucianas en Asia rechazan el desafío liberal a las jerarquías tradicionales y su celebración del derecho a ser diferente. Para las culturas indígenas de África y en algunos países de América Latina, los valores de la ilustración posiblemente son aún más difíciles de apreciar.
Dada la situación mundial, faltan 1000 años para poder sugerir, con Francis Fukuyama, que la victoria de la guerra civil contra el comunismo no deja a los liberales otra posibilidad que la de volver a las sórdidas satisfacciones consumistas de una sociedad de mercado. La verdad es muy diferente: si aprovechamos el momento, si extendemos el alcance de la democracia constitucional operando más allá del territorio central del liberalismo, quizás podamos ofrecer pruebas convincentes de que el liberalismo mereció ganar la batalla de 1989", nos dice Bruce Ackerman (ob. cit.).
"Vivimos un tiempo clave de la historia. Y aquí no se trata del "fin de la historia" (como han tratado de persuadirnos). Estamos en peligro, a merced de una economía despótica que al menos deberíamos situar, analizar, descifrar sus poderes y envergadura. Por mundializada que sea, por más que el mundo esté sometido a su poder, resta comprender, quizás decir, que lugar ha de ocupar la vida en ese esquema", nos dice Viviane Forrester (ob. cit.).
"Los choques de civilizaciones son la mayor amenaza para la paz mundial; un orden internacional basado en las civilizaciones es la garantía más segura contra una guerra mundial. En el mundo de la pos-guerra fría, las banderas son importantes y también otros símbolos de identidad cultural, entre ellos las cruces, las medialunas, e incluso los modos de cubrirse la cabeza, porque la cultura tiene importancia, y la identidad cultural es lo que resulta más significativo para la mayoría de la gente. La cultura y las identidades culturales, que en su nivel más amplio son identidades civilizacionales, están configurando las pautas de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo de la pos-guerra fría.
En este nuevo mundo la política local es la política de la etnicidad, la política global es la política de las civilizaciones. La rivalidad de las superpotencias queda sustituida por el choque de las civilizaciones.
El mundo de la pos-guerra fría es un mundo con siete u ocho grandes civilizaciones (China, Japonesa, Hindú, Islámica, Latinoamericana, Africana).
El argumento de que la difusión de la cultura Pop y de bienes de consumo por todo el mundo representa el triunfo de la civilización occidental trivializa la cultura occidental. La esencia de la civilización occidental es la Carta Magna y no el Big Mac. El hecho de que los no occidentales puedan zamparse este no tiene consecuencias a la hora de que acepten o dejen de aceptar la Carta Magna.
Modernización no significa necesariamente occidentalización. Se pueden modernizar y se han modernizado de hecho sin abandonar sus propias culturas y sin adoptar indiscriminadamente valores, instituciones y prácticas occidentales. La modernización, por el contrario, fortalece esas culturas y reduce el poder relativo de occidente. En muchos aspectos, el mundo se está haciendo más moderno y menos occidental.
En los años veinte del siglo XXI (a cien años de su máximo poderío - 1920) Occidente controlará alrededor de un 24% del territorio mundial (frente al 49% al que llegó en su punto más alto), el 10% de la población mundial (frente al máximo registrado del 48%) y quizás un 15 - 20% de la población socialmente movilizada, aproximadamente el 30% de la producción económica del mundo (frente a un máximo probable del 70%, quizás el 25% del volumen de la producción manufacturera (frente a un punto culminante del 84%) y menos del 10% del potencial militar humano a escala mundial (frente al 45% de su momento más alto)", nos dice Samuel P. Huntington (ob. cit.).
"La Europa de los ciudadanos. No puede nacer de una unidad natural que no existe. Para realizarse, debe aceptar y superar diferencias muy reales, ancladas en las costumbres y en el inconsciente de los pueblos.
Entre 1965 y 1990, la mayoría de los sistemas ideológicos europeos están afectados por una inexorable mecánica de descomposición que destruye las creencias, debilita los partidos, transforma la naturaleza de las alineaciones políticas y crea en todas partes el sentimiento de un vacío y de una pérdida de sentido. La fe, en el sentido más amplio del término, tanto ideológico como religioso, abandona la política europea.
La solución de las metafísicas religiosas y sociales, que representaban esfuerzos del espíritu para escapar del mundo real, revela en el fondo una reconciliación de los hombres con el mundo. La renuncia al referente futuro es la validación del presente. La aceptación de la sociedad, de la vida tal como es, mata lógicamente el más allá religioso, socialista y nacionalista", nos dice Emmanuel Todd, en su libro La Invención de Europa (Editorial Tusquets - 1995).
"La constatación de que existe una enorme diversidad de naciones europeas en lo que a su relación con el extranjero se refiere implica la necesidad de revisar la construcción europea. El análisis antropológico de la inmigración va derecho al corazón de la definición de los grupos humanos, con lo que pone en evidencia con toda crudeza, el carácter de abstracción carente de contenido de la noción de Europa. La hipótesis de una unificación de los valores en un sentido universalista parece tener muy pocas posibilidades de convertirse en realidad", nos dice Emmanuel Todd, en su libro El Destino de los Inmigrantes (Editorial Tusquets - 1996).
"Los más importantes conflictos del futuro ocurrirán a lo largo de la falla cultural que separa las civilizaciones. El choque de las civilizaciones se está produciendo y tendrá lugar en dos niveles. Al micronivel, los grupos próximos a las fallas luchan, a menudo violentamente, por el control del territorio. Al macronivel, los estados de las diferentes civilizaciones compiten por el poder militar y económico, luchan por el control de las instituciones internacionales y de los terceros países, rivalizan en la defensa y promoción de sus propios valores políticos e ideológicos. Los choques entre civilizaciones están reponiendo las fronteras políticas e ideológicas de la guerra fría como líneas de ignición para la crisis y el derramamiento de sangre.
En virtud de ello algunos predicen un futuro caracterizado por:
· la próxima confrontación de occidente con el mundo musulmán.
· nuevos grandes choques entre eslavos, turcos, y entre musulmanes e hindúes.
· la multiplicación de operaciones de "limpieza étnica".
· y por último, la posibilidad de que "la nueva guerra mundial, de producirse, sea una guerra entre civilizaciones", nos dice el Grupo Lisboa (ob. cit.).
Deseamos participar en el debate con algunas reflexiones que tienen la intención última de avivar la polémica.
Comenzamos preguntándole -literariamente- a Fukuyama, si cuando sostiene que el individuo contemporáneo sabe que es mejor no arriesgar su vida por una causa, está asumiendo para el hombre -¿último?- del siglo XXI el rol que Tom Engelhardt (ob. cit.) describe así: "En Estados Unidos, es posible que el deporte cumpla en la actualidad mejor que la guerra los requisitos de la televisión total. En la década de 1980, las ligas, temporadas, juegos y emisiones televisivas de deporte de todo tipo se extendieron hasta el punto de que se produjo una vasta telaraña solapada de posibilidades de ver deporte. Como narrativa genérica en curso, el deporte puede ser el perfecto sustituto para la carencia de relato. Por una parte, siempre hay una historia: la carrera por el banderín, la copa del campeonato; por otra, es intrínseco al deporte que el relato se divide constantemente y se reconstruya en cada temporada. Ciertamente el deporte ha resultado más eficaz para movilizar audiencias en la butaca del salón a largo plazo que todas las guerras unilaterales, desde la de Granada hasta la del Golfo".
Es probable que ese soldado que ya no va a arriesgar su vida por una causa sea "instruido" -¿programado?- debidamente para ello como nos relatan Mercedes Odina y Gabriel Halevi (ob. cit.): ....."Además de todos los problemas sociales y políticos que el sistema educativo estadounidense arrastra en los últimos años se le ha venido a unir otro, que los profesores universitarios circunscriben en un nuevo alumnado, caracterizado por ser impaciente y devorador cliente televisivo. A la edad de 20 años, un joven medio americano ha visto 800.000 anuncios televisivos, es decir, 800 semanalmente. Los profesores de la universidad se quejan de que actualmente los alumnos parecen no comprender o simplemente discuten principios académicos eternos, como por ejemplo el principio de contradicción en la narración. Es corriente que en los exámenes los estudiantes afirmen una cosa, un párrafo más allá digan todo lo contrario como si estuvieran manteniendo lo mismo y, finalmente vuelvan a mantener lo del principio, en una lógica dominada por el caos de la continuidad narrativa. Los profesores de más de 40 años presencian perplejos este fenómeno, y afirman que la influencia de la estructura narrativa televisiva combinada con el zapping ha sido lo que ha provocado esta original irrupción del non-sequitor en la expresión de los jóvenes americanos".
Si observamos la franja de los alumnos pre-universitarios (los mismos autores nos informaban en anteriores capítulos): "En los años noventa, uno de cada seis jóvenes de 17 años es analfabeto funcional y uno de cada diez americanos no pueden leer ni entender el menú de McDonald's".
Ahora veamos que pasa con los mayores. "En 1993 un estudio federal mostraba que la mitad de los adultos estadounidenses no tenían los conocimientos suficientes para escribir una nota en inglés sin cometer un error o entender el recorrido de un autobús leyendo los indicadores".
Si bien ese "vuelo" del "último hombre" nos deja "sin esperanza y con miedo", no desearíamos ser tan fundamentalistas para pensar que "faltan 1000 años" para poder sugerir que la victoria contra el comunismo no deja a los liberales otra posibilidad que la de volver a las sórdidas satisfacciones consumistas de una sociedad de mercado (según piensa Ackerman).
Como liberales integrales -en el sentido Ackermaniano- que nos sentimos, intentaremos examinar -en algunos aspectos- la situación de la historia, para ver si se merece el status de haber llegado al "cum laude".
Citaremos al mismo Bruce Ackerman, cuando dice: "Un sistema de laissez-faire, por una parte, vastas concentraciones de riqueza heredadas, y una clase desposeída, sin educación, por otra. La mala distribución sistemática de la riqueza constituye una burla al ideal de igualdad política; es compatible, así mismo, con todo tipo de fallos del mercado: monopolización, degradación medio ambiental, y explotación masiva de la ignorancia del consumidor. Ningún liberal sensible debería estar satisfecho con esas injusticias manifiestas. Se requerirán generaciones de esfuerzo movilizado -muchos más nuevos comienzos- antes de que cualquier sociedad occidental empiece a aproximarse al ideal liberal de igualdad sin dominación".
En una entrevista, al poco tiempo de la muerte del comunismo soviético por descomposición interna, al Dr., Luis Rojas Marcos -Director de Salud mental de los Servicios Sanitarios de la ciudad de New York- se le preguntó, cual sería en el futuro el "enemigo de los Estados Unidos". Su respuesta -profética- fue: "ellos mismos".
Pues de eso se trata. Y es la base de nuestra crítica fundamental. El hecho que el capitalismo -que no es lo mismo que el liberalismo- haya quedado sólo sobre el ring, no lo exime de la exigencia democrática de otra sociedad. "Un mundo posterior a la burguesía y el capital, en que pudiese florecer una verdadera comunidad humana" (como dice François Furet).
Busquemos en los economistas de ayer las preguntas de examen para esta historia finalista.
· El mercado libre no es un mercado indoloro (Ricardo)
· Las incongruencias económicas del capitalismo: Lejos de aplaudir al capitalismo la mano invisible finalmente lo hace pedazos (Marx):
1. caída de las tasas de ganancia y acumulación del capital
2. creciente concentración del poder económico
3. profundización de las crisis y depresiones
4. ejército de reserva industrial
5. creciente miseria del proletariado
Actualmente cuatro críticas y media (sólo no se cumple la caída de las tasas de ganancia) mantienen plena vigencia.
· Las potencias aplican la libertad de comercio según sus intereses (Smith)
· Los empresarios no defienden el interés general, sino su interés particular (Smith)
· Los gobernantes deben prevenirse contra la influencia de los intereses económicos (y sus lobbies) (Smith)- Las industrias estratégicas deben ser protegidas (Smith) Observaciones que mantienen plena vigencia e interés; y que son sistemáticamente tergiversadas por los apóstatas del liberalismo.
También hay un aforismo de Smith que convoca al examen de conciencia, humildad y regreso a las fuentes de más de uno de los "golden Boys" practicantes de la economía de Madonna:"Los principios que rigen la conducta prudente del jefe de familia "difícilmente" pueden considerarse insensatos en la de un gran reino".
Otras ideas de Smith que chocan con este final presagiado, pero no previsible, son las que nos recuerda John Kenneth Galbraith (en La cultura de la Satisfacción), cuando dice: "Quizás sea una lástima que pocos, quizás ninguno, de los que citaban a Adam Smith (como portavoz de la economía de la satisfacción) hubiesen leído su gran libro.
Smith fue en realidad el supremo pragmático y, entre otras cosas aceptaba plenamente un papel necesario y útil del estado. Expresaba también dudas alarmantes a algunas de las instituciones capitalistas más estimadas de nuestra época.
· se oponía clara y tajantemente al apoyo mercantilista del estado a la gran clase comerciante, pues ello hubiera otorgado a esta, grandes privilegios arancelarios y monopolistas.
· se oponía profundamente a las sociedades anónimas, a las grandes empresas que ahora llamamos corporaciones.
· también insistía en que un país civilizado tiene gran cantidad de gastos necesarios que no lo son en absoluto en un país "bárbaro".
· le atraía también la idea de un impuesto proporcional a la riqueza.
Smith no habría sido un firme defensor de los objetivos generales de la era de la satisfacción".
Sigamos encontrando asignaturas pendientes, capítulos sacrílegos e ideas de ayer que se resisten a ser enterradas por las leyes del mercado.
Nos comenta Albert Hirschman (ob. cit.) que: "Keynes mostró como, en una situación de subempleo, muchas instituciones de sentido común sobre las relaciones económicas no resultan de ningún modo falaces. Contrariamente a la Ley de Say, la sobreproducción general puede existir; el gasto deficitario del gobierno puede activar la economía; y, horror de los horrores, la imposición "mercantilista" de derechos de importación y los subsidios de exportación pueden mejorar la balanza comercial y el empleo doméstico".
Seguimos avanzando en el tiempo y el mismo autor nos dice: "Desde Carlyle y Marx hasta Marcuse y Fred Hirsch, el mercado (o la moneda) ha sido ásperamente criticado durante mucho tiempo por la manera en que subvierte todas las relaciones humanas y socava incluso los cimientos éticos de la sociedad, Robert Lane ha mostrado como "Todo un mundo de satisfacción y motivación.......cae fuera de los límites del intercambio. El mercado, al parecer, no es capaz de aprovechar algunas energías creadoras extremadamente valiosas que sólo se presentaran cuando no son provocadas por recompensas monetarias. La incapacidad del mercado para habérselas con lo "intrínseco" -algo tan importante como la satisfacción intrínseca del trabajo no recibe lo que le es debido en las cuentas que practica el mercado- es para él una razón fundamental del "fracaso del mercado".
Otro defecto importante del mercado es su poder de crear ilusión de que el éxito monetario posee la clave de la felicidad humana. Lane está convencido de que las dimensiones no monetarias de la felicidad -vida familiar y amigos, sentimientos de dirección y control sobre la propia vida, autoestima y cosas así- pesan mucho más que las dimensiones "meramente" materiales.
Para Lane, la gente a la que no le va bien en ciertos terrenos no monetarios esenciales de las relaciones humanas se sienten tentados a compensar estos fracasos mediante agotadores esfuerzos en el mercado. Trabajan en la ilusión de que teniendo éxito en el mercado alcanzarán la felicidad que se les ha escabullido. Así el mercado actúa como una tentación permanente que desvía a la gente de hacer un esfuerzo genuino por tomar en sus manos su propia vida allí donde eso es realmente importante. En este sentido la disponibilidad del mercado actúa como un peligroso saboteador de la verdadera felicidad".
Y llegamos, por fin, al ídolo de los "palmeros" de la libertad de mercado; Milton Friedman dice, que "la sociedad de mercado es una condición necesaria pero no suficiente para el surgimiento de la libertad política".
¿Podemos considerar que la humanidad ha alcanzado una forma de sociedad que satisface sus anhelos más profundos y fundamentales, como para reiterar, en 1995, junto a Francis Fukuyama en su libro Confianza (Trust) lo que podríamos llamar el "fin de la historia II”?.
Rizando el rizo el autor dice: "El corolario a la convergencia de las instituciones al "fin de la historia", es el reconocimiento generalizado de que, en las sociedades post-industriales, no será a través de la ingeniería social que se puedan lograr ulteriores mejoras. Ya no tenemos esperanzas realistas de poder crear una "gran sociedad" mediante abarcadores programas gubernamentales".
Intentaremos visualizar titulares y frases cortas -de muchos de los autores citados en capítulos anteriores- como si recorriéramos las autopistas de la información buscando hacer un balance de situación global:
Problemas internacionales: superpoblación, presión sobre la tierra, emigración e inestabilidad social.
· Problemas comunes: equidad, economía, ecología.
· Las tres cuartas partes más pobres de la humanidad padece de: malnutrición, hambruna, agotamiento de recursos, agitación social, emigración forzosa y conflictos armados.
· El cuarto más beneficiado tiene las siguientes dificultades: crecimiento de la pobreza y marginalidad, desigualdades socioeconómicas, agresión a los sistemas de mantenimiento de la vida en el planeta, concentración de poder en unidades económicas incontrolables, movilidad financiera y de capitales industriales a nivel mundial esquiva al marco regulador basado en el estado-nación, estructuras oligopólicas en el sector financiero e industrial, desmantelamiento de la legislación laboral y programas sociales, crecimiento de la indiferencia frente a los excluidos.
· Estados Unidos en particular tiene problemas de: asistencia médica, número de pobres, drogas, delincuencia y educación no superior.
· Depresión silenciosa; agriculturización; subclase; del american dream al american downsizing; una sociedad no basada en el trabajo; desempleo estructural; un largo y evidente Contrato Social fue rescindido sin preaviso; dualización; polarización; el nuevo ejército en la reserva; el miedo; lumpen proletariat; el pobre ni siquiera vota; continuo aumento del número de desocupados; estancamiento del nivel de vida de los trabajadores; bolsones de pobreza y de miseria relativa; institucionalización de la pobreza; empleabilidad - trabajador a cero hora; adaptación hacia abajo; ansiedad; desarrollo de una underclass; inseguridad; angustia; miedo al mañana; desocupación masiva - vulnerabilidad que tetaniza a la sociedad.
Si los anteriores eran los efectos, veamos ahora las causas:
· Capitalismo publicitario, financiero y corrompido.
· Capitalismo sustituyendo al estado.
· Liberación, privatización, desregulación.
· Deflación competitiva; economía de casino; financierización de la economía; mergermanía; la sopa global; la Mc globalización; economía de Madonna; la cultura de la satisfacción; economía simbólica; capitalismo salvaje; el patrón megabyte; la clase consumidora ecológica; los contentos; 20 a 80 y tittytainment; turbocapitalismo; capitalismo asesino; global players; era imperial; época medieval; occidentoxicación; sociedad de hobbies y lobbies; zappingántropo o reflejántropo.
Con esas causas y efectos, ¿qué puede ocurrirle al "paciente" global?
· Tendencia autodestructiva del capitalismo.
· El motín urbano.
· Conflicto mundial entre el decreciente número de los "poseedores", los ricos, los dominadores y la creciente masa de los "desposeídos", los miserables, los marginados.
· Las burbujas siempre estallan.
· Nos hallamos peligrosamente cerca de una gran depresión.
· Los jóvenes de los barrios "carenciados" marginados por su condición, definidos geográficamente antes de nacer réprobos de entrada, son los excluidos por excelencia. El desastre no tiene solución ni límites, ni siquiera ilusorios.
· A la gran mayoría le queda una última función importante que cumplir: la de consumidores. Consumir es nuestro último recurso. Nuestra última utilidad.
· La devaluación del mundo humano aumenta en relación directa con el aumento de valor del mundo de las cosas.
· Crisis de civilización y crisis del sujeto.
· Un proceso de sustitución de las víctimas del progreso.
· Reina un vacío total de significaciones.
· En lugar de sujetos autónomos, sólo hay situaciones efímeras y en lugar de un espacio no hay sino percepciones dominantes.
· Los perdedores tienen un voto y lo utilizarán. El terremoto social seguirá al político.
· La guerra mundial no sucederá a la paz. Pero ya nunca habrá paz. Las guerras futuras serán guerras sin frente.
¿Algo más que preguntar?
¿Qué tan lejos puede llegar la desigualdad antes de que el sistema se derrumbe?
¿Cómo se puede detener el doble movimiento de globalización y privatización que debilita las antiguas formas de vida social y política?
¿Pueden los políticos aportar soluciones globales a los problemas globales?
· Superficialidad, incoherencia, esterilidad de ideas y versatilidad de las actitudes son las características de las direcciones políticas occidentales.
¿Quién es el policía que monta guardia? ¿Quien es el administrador del sistema?
· A nuestro entender, los políticos hoy se dividen en, autores, cómplices o encubridores. Viven en un estado permanente de presunción de indecencia.
· La justicia -del príncipe- se comporta en forma lacaya, servil y genuflexa, con un poder económico "sin rostro" en permanente solicitud de indulto anticipado.
Con un estado patrimonializado, con una justicia secuestrada, nos parece, como poco una "imprudencia temeraria" dejar en manos de algún presidente"sexópata", o de otro "alcohólico", la administración global del sistema.
Finalizamos este inventario, esta radiografía, este electroencefalograma, preguntándonos, preguntándoles -ahora si, "sin esperanza y sin miedo"- ¿habremos llegado al fin de la historia?
Con todas estas asignaturas pendientes ¿habrá terminado "el curso"?.
De ser así el fin sublimado, podrán hacer lo contrario de lo que han dicho, pero no podrán decir lo contrario de lo que han hecho.

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