viernes, 23 de octubre de 2009

Mary Ann Gledon, defensora de los derechos humanos en México


Por: Raúl Espinoza Aguilera
lunes, 19 de octubre de 2009

Recientemente se celebró el simposio internacional sobre "El Estado Laico y la Libertad Religiosa" en la Ciudad de México.

Sin duda, la figura relevante fue Mary Ann Glendon. ¿Quién es este personaje? Ella ha sido embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede, representó al Vaticano durante la Conferencia Internacional de la Mujer en Beijing. Ha sido presidenta de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Actualmente, es catedrática de la Universidad de Harvard, prestigiosa abogada y brillante conferencista.

Durante muchos años se ha dedicado a dar la batalla para defender la vida humana de los no nacidos, promover a la familia y la verdadera identidad de la mujer, los derechos de los padres a la educación de sus hijos y los valores de nuestra civilización.

Participé en este simposio sobre libertad religiosa y he de reconocer que su conferencia me impactó positivamente.

En primer lugar, me dio mucho gusto observar a una intelectual, de primera magnitud y con una vasta cultura, defendiendo los ideales cristianos. ¡Cuánta falta hacen en nuestro medio la presencia de intelectuales de este nivel y prestigio que influyan en nuestra sociedad! –pensé–.En segundo lugar, me sorprendió gratamente el orden lógico de su exposición. Sus conclusiones resultaron verdaderamente claras y contundentes.

Después, me llamó la atención el gran dominio que tiene del Magisterio de la Iglesia y del pensamiento de múltiples filósofos, intelectuales y pensadores.

Hubo una idea de fondo que ella manejó desde diversos ángulos: Si la libertad religiosa se niega o se reprime, se ponen en riesgo otras libertades fundamentales; si la religión es combatida para que desaparezca, entonces la libertad en una sociedad se desvanece.

Citando al filósofo Habermas, comentó: "El cristianismo es la base primordial de la libertad, de la democracia, del respeto por la dignidad de la persona, etcétera. Todo lo demás, es ‘cháchara’ postmoderna".

Y afirmó con determinación que la misma democracia depende de la libertad religiosa. Aseveró que ya desde principios del siglo XIX, el pensador Tocqueville sostenía que la religión es el guardián de las costumbres, y las costumbres la garantía de las leyes y la promesa para la conservación de la libertad misma.

Se preguntaba: ¿Dónde tienen su raíz los valores y las virtudes? Y se respondió: "Este subsuelo cultural de nuestra sociedad lo ha dado, sin lugar a dudas, la religión. Todos somos herederos de su rica herencia cultural".

A propósito de la letra de una canción de Bob Dylan, en que el músico poeta canta: "Algo está ocurriendo y no sabemos qué es. ¿Lo sabe usted Mister Jones?" ("Balada del hombre delgado"), Mary Ann Glendon presentó un panorama esperanzador de cómo en muchos países se está reconociendo, cada vez más, la libertad religiosa como un derecho fundamental.

Por ejemplo, mencionó al Presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien afirma que la cristiandad es un "patrimonio viviente" para su país y "sería imprudente privarnos de las contribuciones de ese patrimonio en nuestra vida intelectual y cultural".

También, al ex Primer Ministro Británico Tony Blair, que sostiene que así como el siglo pasado fue la centuria de los totalitarismos (el marxismo, leninismo y el nacionalsocialismo), el siglo XXI debería de ser el siglo en que se respeten a todas las religiones y en el que cada ciudadano pueda confesar abiertamente la fe que profesa, sin represalias ni reacciones adversas de un Estado que, por este solo hecho, sienta que se pone en peligro y bajo amenaza su condición de "Estado laico".
En Estados Unidos, sostuvo Mary Ann Glendon, la dimensión religiosa es respetada y valorada como el alma de la nación. Esta interesante experiencia histórica ha demostrado que un Estado secular y las religiones pueden coexistir pacíficamente y prestarse mutuas ayudas solidarias y subsidiarias.

El reto de nuestro tiempo, también aseveró, es fomentar la libertad religiosa, así como un clima de apertura, de respeto, de diálogo y no permitir que la religión se politice o se imponga mediante la violencia. Aunque se requiere de sabiduría para evitar caer en el relativismo y perder la propia identidad religiosa.

"Mis modelos –confesó¬– son los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes utilizan y subrayan el papel de la razón para enfatizar y profundizar en sus creencias religiosas y morales, demostrando que no existe incompatibilidad entre fe y razón".

Finalmente, hizo una reflexión que me parece muy aprovechable. Comentó que a los fieles laicos nos corresponde estar activos en el ámbito secular y participar en los diversos foros públicos de debate, en los que se externen y defiendan razonadamente las propias convicciones religiosas, con valentía y sin miedos ni complejos de inferioridad.

"Admiro a una sociedad que aprecia a la religión como un don dado por Dios y a sus ciudadanos cuando la confiesan, con naturalidad, en el foro público", puntualizó.

Sin duda, Mary Ann Glendon es una de las intelectuales más sobresalientes de nuestra época y una infatigable líder y luchadora social por los derechos humanos. También, para todos los cristianos, me parece que es un ejemplo vivo de cómo hay que participar e influir en la vida pública de la sociedad.



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