domingo, 18 de octubre de 2009

Hablando de héroes y patriotas. El patrita inmaculado.


Por: Jorge Espinosa Cano
jueves, 15 de octubre de 2009

Ahora, en medio de una crisis económica llena de violencia y de decadencia moral; como a raíz del mal llamado Bicentenario estamos hablando tanto de héroes y patriotas, me gustaría recordar algo que decía José Vasconcelos en su libro La Flama, donde ya vislumbraba la crisis que padecería México, desencadenada por los frutos de la Revolución Mexicana: "Las almas sumisas y confusas necesitan que alguien les denuncie el mal y les dé esperanzas de corregirlo".

Más adelante dijo que: "Después de la caída de Madero, la simulación remplazó a la sinceridad, el negocio sustituyó al patriotismo; el bribón se vio encumbrado, el fraude y la fuerza anularon el voto. Caciques negociantes, fingiendo adhesión al proletariado, organizaron monopolios y saquearon los fondos públicos. Embriagados con su éxito, tomaron disfraz de patriotas".
Y más adelante: "Durante las más implacables tiranías recientes, ha habido mexicanos que levantan la voz y también el brazo, en airado intento de castigar a los opresores y a los malvados".

Asimismo, refiriéndose al personaje de este artículo, escribió: "Desde fuera de la Revolución, un patriota inmaculado, Anacleto González Flores, desarrolla en Jalisco propaganda doctrinaria de contenido más profundo que la mayoría de los programas revolucionarios; es perseguido y resiste, por fin sucumbe a manos de verdugos zafios".

Muchos años después, el domingo 20 de noviembre de 2005 en un Estadio Jalisco pletórico y entusiasmado hasta las lágrimas, durante la ceremonia de beatificación de Anacleto y sus compañeros mártires, en el sonido monumental se escuchaban las siguientes palabras:

"Anacleto González Flores entrega su vida al Creador, después de una vida de intensa piedad y audaz apostolado. Durante su vida, después de recibir una sólida formación humana y cristiana, se dedicó a luchar por los derechos de los más desprotegidos. Conocedor fiel de la doctrina social de la Iglesia, buscó, a la luz del Evangelio, defender los derechos de los cristianos en una época de persecución. Dentro de los derechos que más defendieron Anacleto González y sus compañeros mártires, se encontraba el de la libertad religiosa; derecho que se desprende de la misma dignidad humana".

Anacleto fue un héroe de Dios, pero lo fue igualmente de la patria, pues era un enamorado profundo de México y de su libertad, buscaba la justicia social, pero por caminos diferentes a los de la Revolución.

No veía en el obrero sólo un elemento de productividad, que como contraprestación debería tener una justa remuneración, sino también acceso al conocimiento de sus derechos como persona, y a una educación y formación que le hiciera tener conciencia de ser portador de un destino trascendente como hijo de Dios, creado no sólo para esta vida sino para la eternidad.

Por ello, luchó para desarrollar un sindicalismo que defendiera todos los derechos del hombre y no uno de tipo demagógico que luchara por los derechos de sus líderes y fuera un instrumento de los gobiernos revolucionarios para controlar a la población.

Anacleto fue, desde luego, un personaje ejemplar, cuya personalidad fascinante y pensamiento muy original pueden ser analizados desde tantos ángulos que resulta un reto hacerlo. Fue una persona plenamente libre porque se conquistó a sí mismo para Dios y quiso hacer partícipes de esa conquista a los demás hombres.

Enseñó el camino para logarlo y proyectó ese sentimiento con un sentido social y místico, sin perder nunca contacto con los más sencillos y manteniendo siempre una alegría natural, un gusto por la música, por la contemplación de la belleza, y un amor por la cultura.

Pero además, Anacleto fue un hombre universal, que creyó en el hombre y vio en la civilización una obra de Dios. Sobre esto habló en diversas obras, y afirmó en las sugerentes frases lo siguiente:

"Voy a hablar del ideal más noble y más santo de todos cuantos existen, a saber: la civilización".

"La civilización no es más que la verdad aplicada hasta sus últimas consecuencias en la vida del género humano".

"Civilizar es influir poderosa y fuertemente en el género humano para que se desarrolle armoniosa y convenientemente".

"Es Dios quien ha querido fijar un término a todas las razas y que ese término sea la civilización, es la humanidad entera, que empujada fuertemente por el torrente de los siglos, busca con ansia indescriptible y con afán delirante una cumbre: la del progreso".

"El retorno a Cristo es ineludible si se quiere ir a la civilización".

Anacleto luchó contra la persecución fanática que llevaron a cabo los gobiernos revolucionarios, sobre todo el de Calles, en contra de la libertad de los mexicanos, no sólo en lo referente a la libertad religiosa, sino a todo tipo.

Anacleto González Flores soñaba con un México que fuera grande por la transformación interna de todos sus ciudadanos, en hombres plenamente conscientes de su responsabilidad social, que hicieran práctica de la caridad evangélica, que lucharan pacíficamente contra todas las tiranías, pues así se alcanzaría el verdadero progreso y la justicia social en el país.
Anacleto, por ser totalmente congruente con su pensamiento, fue cruelmente torturado y asesinado en una farsa de juicio, pero su espíritu perdura, y Vasconcelos lo plasmó en el siguiente coro:

"¿Hosanna Anacleto! ¡Canten por ti los celestes coros! ¡México, por él mantienes tu puesto en la familia inmortal de los pueblos elegidos porque produces mártires y santos!".

Cómo hace falta conocer a personajes de nuestra historia de esta talla, si éstos fueran los modelos de nuestra juventud, no tendíamos que pasar la vergüenza de escuchar las groserías y bufonadas de ciertos funcionarios, como sucedió en días pasados en la Cámara de Diputados, porque tendríamos otro nivel de representantes.



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