domingo, 16 de diciembre de 2007

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Autor: Antero Duks
Artículo Nº 02.- De la Participación Activa de los ciudadanos.
Abril de 1991

Ciudad Obregón, Sonora. Nadie que la conozca podrá negar que es una bonita ciudad; ejemplo y envidia, orgullo y lustre del noroeste de nuestro país.

Hace poco más de 30 años Ciudad Obregón no pasaba de ser una polvosa población, con servicios municipales deficientes, en fin, como una de tantas que, por desgracia, aún existen en nuestra amada patria. Pero… ¿Qué pasó?, ¿cómo y por qué cambió?

Un día, en una reunión cívica ---de esas que organizan los ayuntamientos, en las que hablan únicamente los que ya se sabe y que además ya saben lo que tienen que decir---, un hombre, de los que se suponen que nada más van a oír y aplaudir, de recia estirpe norteña, pidió permiso para hablar, y después de del natural desconcierto que causó su inesperado pedimento, y no antes de una viril insistencia, le concedieron la tribuna.

Con arrogante prestancia empezó a hablar: “Ciudad Obregón, ¡válgame dios!, ¿qué tuene de ciudad este pueblo?, perdón, no quiero herir a los localistas recalcitrantes, no, les juro que no, pero si les pido que pongan los pies en la tierra y que analicemos esta con honestidad.
Veamos, una población cualquiera que sea, en la que los elementales servicios municipales como son: agua potable, drenaje, eliminación de basura, pavimentación, banquetas, etc.; en la que las construcciones sean anárquicas, que quien quiera construye lo que quiere y como sea, sin respetar reglamento alguno; en fin, que todo sea como es aquí, difícilmente podríamos considerarla como de tercera categoría.

El problema radica en la poca o nula participación de todos los que aquí vivimos. Claro, el vulgo dice: es que el gobierno no hace, y con eso tratan de eludir su responsabilidad. No, el pueblo, ¡todos! Debemos tener participación activa, el gobierno es depositario del mandato del pueblo, es mandatario no mandante, éste lo somos todos, el pueblo. La participación de todos es definitiva, Obregón pudiera en verdad ser Ciudad, de hecho no sólo de nombre, y una bonita ciudad si todos nos propusiéramos a que así fuera. Que el gobierno no atiende su responsabilidad, pues exijamos que lo haga, con el uso de la razón no con escándalos como salvajes, pero cooperemos todos y no nos conformemos. Viene al caso recordar aquella , que no se quien fue el autor, pero si sé que es muy máxima, valga la redundancia: LOS PUEBLOS TIENEN EL GOBIERNO QUE SE MERECEN.

¿Queremos vivir en mejores condiciones, que tengamos servicios dignos de una población de primera, en fin, que Obregón sea verdaderamente Ciudad, de hecho y de nombre?, pues participemos TODOS. Todos, en la medida de nuestra voluntad y posibilidades, podemos hacer todo lo que nos propongamos- No te duela conciudadano, hazlo y no te arrepentirás”.

Aquellas palabras --dichas por aquel hombre sencillo pero de férrea voluntad, uno de esos forjadores tan escasos en nuestro medio, de los que hablan poco pero hacen mucho— sacudieron a todos, y a partir de aquel día, con el empuje de todos sus habitantes, empezó el cambio de aquella polvorienta población, hasta convertirse en lo que es hoy Ciudad Obregón.

¿No podemos hacer aquí lo mismo para que Ixtepec sea verdaderamente Ciudad, y una bonita ciudad, orgullo y lustre del Istmo? Nos toca decidirlo a todos los que aquí vivimos. ¡ABUR!

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