domingo, 16 de diciembre de 2007

Comentarios Mínimos

Autor: Antero Duks
Artículo Num. 1.- De los discursos oficiales
marzo de 1991


Los funcionarios del gobierno, o gobiernícolas como yo los nombro, se avientan a veces unos discursos tan claros que hasta los niños les entienden.

Hace algunos años, si mal no recuerdo durante la administración de nuestro bien amado Lic. Luís Echeverría Alvarez, compareció --una de tantas y uno de tantos-- un alto funcionario ante la Cámara de Diputados y se aventó un discurso que conmovió, obviamente, a los señores diputados presentes, que dicho sea de paso nunca son todos.

“Honorables ciudadanos diputados: …. La crisis por la que atraviesa el país no debe apesadumbrarnos, sino al contrario, debe servirnos de acicate para luchar con entereza para que, con base en una estrategia direccional balanceada, se pueda establecer una programación transaccional continuada. De esta manera la retracción global integrada producirá el efecto deseado, la que, aunada a una movilidad estructural paralela, nos permitirá, en un corto plazo, lograr que la proyección logística estabilizada optimice cualitativa y cuantitativamente los recursos.”

Ya encarrerado, hizo una pausa, tomó un sorbo de agua y continuó: “Sin embargo, no debemos soslayar la coyuntura que significaría el que la implementación operacional insumida se eleve a niveles que pongan en peligro la dinámica dimensional sistemática, porque se correría el riesgo de caer en el campo de la flexibilidad funcional totalizada y perder los logros obtenidos con la instrumentación central equilibrada.”

Nueva pausa, otro sorbo de agua y, ya muy entrado, continuo: “Es por esto señores diputados, que podemos finalmente concluir con la exaltación revolucionaria del valor que para nosotros, los de pensamiento liberal y revolucionario, tiene la instrumentación opcional coordinada. Muchas gracias.”

¡SOPAS!

Uno de mis hijos, a la sazón de 6 años de edad, que video-escuchaba conmigo la televisión, se conmovió tanto que aventó se cochecito de cuerda y se puso a llorar. No se imaginan lo que tardé en calmarlo de lo emocionado que estaba. Y yo… mejor no digo. ¡ABUR!


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