domingo, 22 de noviembre de 2009

El sexo, ¿un tema oficialista?

 

Por: Eamonn McGinnis

noviembre / 2009

 

La Cartilla de Salud sobre el derecho sexual y reproductivo de alumnos entre los 10 y 19 años que se está implementando en todas las instituciones educativas y que es distribuida por la Secretaría de Educación Pública (SEP), está causando revuelo.

 

No pretendo analizar el tema de la cartilla en sí, ya que tiene cosas positivas, como el historial médico del alumno, etcétera. Deseo limitarme a una sencilla reflexión sobre la desvinculación que existe en nuestra sociedad y especialmente en los medios de comunicación masiva, entre la sexualidad y el ser humano. En este caso, entre la sexualidad de los niños y su persona, su ser sexuado, su individualidad y personalidad.

 

Pareciera ser que somos por un lado, sexo; versión hombre y versión mujer. Y por otro lado seres humanos, con nuestras facultades superiores de inteligencia y voluntad. Esta desvinculación nos hace preguntar: ¿Eres persona o eres puro sexo?

 

Hablando de niños y jóvenes entre los 10 y 19 años de edad, considero que el tema de la cartilla de salud ha despertado tanta problemática precisamente porque transparenta la intención de trivializar derechos y obligaciones paternales, como es el de informar y formar a los hijos en todo tema relacionado con la intimidad de la persona y la sexualidad. ¡Que no por tener 9 años de edad un niño o una niña deja de ser persona humana, con su propia intimidad!

 

Todo indica, por la opacidad y falta de comunicación durante el proceso de implementación de la cartilla, que ni la misma SEP sabe de dónde vienen los tiros. Será que somos muy mal pensados, pero pareciera que detrás hay un condicionante de algún poderoso organismo internacional que está por encima no solamente de la SEP, sino del mismo Gobierno Federal.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) me suena como perfecto sospechoso, más en tiempos de escasez de la vacuna contra la AH1N1; o alguna otra organización de buena voluntad con intereses sobrenaturales.

 

Pero más allá del génesis de la cartilla, lo que nos preocupa es que en su conjunto, su planteamiento contiene una premisa peligrosa para cualquier persona, familia o sociedad. Que el sexo y la sexualidad, la intimidad y todo lo relacionado, sea un tema público, oficialista.

 

Es decir, que el Estado impone una educación, ideología, una serie de enseñanzas concretas sobre el tema en cuestión, induciendo a los padres de familia u obligándolos a educar según dichas enseñanzas. Lo que equivale a decir que ya no somos libres de formar a nuestros hijos en estos temas. Esto es grave.

 

¿Por qué? Acaso nuestro hijo menor de edad –o cualquier ser humano– ¿no puede disfrutar de su sexualidad sin tener relaciones sexuales, sin buscar placer a través de la estimulación sexual? ¡A poco la sexualidad está en los labios, en el corazón, en el cerebro o en alguna parte del cuerpo! Es más, ¿dónde está la sexualidad, el sexo?

 

Varios puntos de la cartilla de salud restan importancia y denigran nuestra condición de seres humanos, de nuestro ser. No podemos permitir la introducir en nuestras familias de una visión parcial, banal y reduccionista de la persona y de la sexualidad humana.

 

En todo esto, nosotros, padres de familia, integrantes de la sociedad y actores principales en la formación de la niñez y de la juventud, no perdamos de vista que el sexo no se palomea en ninguna cartilla de salud, no se implementa, no se vacuna y menos se comercializa.

 

Bienvenida toda iniciativa y herramienta que nos sirva para valorarnos como seres sexuados, como seres humanos, que nos haga descubrir el misterio y lo maravilloso de nuestro ser hombre, ser mujer, y que nos ayude a recapacitar y a disfrutar ese tesoro de la sexualidad humana.

 

 

 

«Por mi patria hablará la razón de la justicia»
 



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