jueves, 4 de septiembre de 2008

El Concilio que preparó a la Iglesia para el nuevo milenio

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Fernando Sánchez Argomedo


1959 fue un año crucial para la historia mundial. El 1 de enero triunfó la Revolución cubana, tomando Castro el poder; el presidente de Estados Unidos era Dwight David Eisenhower, y el de México, Adolfo López Mateos. En marzo se puso en órbita el primer satélite alrededor del sol, y el 4 de octubre se obtuvieron las primeras fotografías de la cara oculta de la luna. El 20 de noviembre se firmó la Declaración de los Derechos del Niño en la ONU, y el 1 de diciembre se creó el BID.
En medio de este panorama internacional, el 25 de enero, el Papa Juan XXIII, quien había sido elegido Papa tres meses antes y a la edad de 77 años, anunció un nuevo Concilio: el Concilio Vaticano II.
Pío XII encabezó un papado largo e importante que ha sido calificado como heróico y místico en
medio de los terribles años de la Segunda Guerra Mundial. Fue un Papa que se opuso a cualquier
forma de totalitarismo, y que durante la guerra mantuvo un exquisito neutralismo entre los
beligerantes para conservar a la Iglesia al margen de la guerra.
Después de la guerra, advirtió a los católicos que cualquiera que apoyase al comunismo quedaría
excomulgado. También instó a la clemencia y al perdón a quienes participaron en la guerra,
incluyendo a los criminales de la misma. En el ámbito de la doctrina, en 1950 promulgó la Asunción de la Virgen como dogma de fe, y escribió la encíclica Fidei donum en la cual invita a reactivar el espíritu misionero, especialmente en África.
EL ANTECESOR DE JUAN XXIII
Frente a un papa político y extremadamente culto, la llegada de Juan XXIII, de 77 años, al papado fue vista como una transición en la Iglesia.
La vida de la Iglesia estaba muy encerrada y atrincherada, con una mentalidad eurocéntrica, y un centralismo "romano". Había factores internos y externos que exigían de la Iglesia una renovación:
1. Los elementos internos eran el renacimiento de los estudios bíblicos en los años treinta, y la renovación catequística y litúrgica que la Acción Católica difundía en múltiples países, así como el nuevo espíritu misionero que el mismo Pío XII había impulsado. A lo largo de los años 1950, la investigación teológica y bíblica católica había empezado a apartarse del neoescolasticismo y el literalismo bíblico que la reacción al modernismo había impuesto desde el Concilio Vaticano I.
Esta evolución puede apreciarse en teólogos como los jesuitas Karl Rahner o John Courtney Murray, que se habían venido esforzando por integrar la experiencia humana moderna con el dogma cristiano, así como en otros como Yves Congar, Joseph Ratzinger (ahora Papa con el nombre Benedicto XVI) y Henri de Lubac que buscaban lo que veían como una comprensión más ajustada de la Escritura y de los Santos Padres, un retorno a las fuentes (ressourcement) y una actualización (aggiornamento).
2. Los elementos externos eran la reconstrucción europea después de la Segunda Guerra Mundial, el surgimiento de los dos grandes bloques a nivel mundial, la guerra fría, el armamentismo que comenzó a proliferar, la escasez de recursos en los países pobres, el neo colonialismo y el racismo, así como la explotación del tercer mundo. Al mismo tiempo, los obispos de todo el mundo venían afrontando tremendos desafíos asociados al cambio político, social, económico y tecnológico. Algunos de ellos aspiraban a formas nuevas de responder a esos cambios.
Hubo quien se desconcertó con estos antecedentes cuando Juan XXIII, quien había sido un humilde campesino, sorprendió a propios y extraños al lanzar una idea que él definía como "una flor espontánea de una primavera inesperada" y como "un rayo de luz celestial": convocó al
Concilio Vaticano II.
En su oración para preparar el Concilio, el Papa Bueno hablaba con acierto de "un Nuevo
Pentecostés". No debía ser un concilio para combatir algún error doctrinal o alguna ideología
anticristiana, debería ser un concilio de diálogo, de apertura, de reconciliación y de unidad. Por eso el título de "ecuménico", pero su apertura se extenderá mucho más allá de las Iglesias cristianas, llegando a interpelar, como era costumbre del Papa Bueno, a todos los hombres de buena voluntad.
«Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior».
La mañana del 11 de octubre de 1962 se inauguraron los trabajos del Concilio Vaticano II con la
asistencia de dos mil 500 obispos. Muchos detractores pertenecientes a la curia habían preparado con desprecio la sesión, con un orden del día maratónico, con un listado de temas doctrinales que rebasaba los setenta proyectos, con una imposibilidad en la comunicación dado que no había traducción simultánea y las celebraciones eran extremadamente largas. Sin embargo, el Papa Juan XXIII sorprendió a todos en su discurso inaugural: "La Madre Iglesia se
alegra y exulta de gozo". Luego, el Papa no dejó de señalar con firmeza a los falsos "profetas de desdichas". "En el ejercicio diario de nuestro ministerio apostólico sucede con frecuencia que disturban nuestros oídos las voces de aquellas personas que tienen gran celo religioso, pero carecen de sentido suficiente para valorar correctamente las cosas y son incapaces de emitir un juicio inteligente. En su opinión, la situación actual de la sociedad humana está cargada sólo de indicios de EL CAMINO DEL CONCILIO (ver anexo LOS CONCILIOS DE LA IGLESIA) ocaso y de desgracia... Tenemos una opinión completamente distinta que estos profetas de desdichas, que prevén constantemente la desgracia, como si el mundo estuviera a punto de perecer.
En los actuales acontecimientos humanos, mediante los que la humanidad parece entrar en un orden nuevo, hay que reconocer más bien un plan oculto de la providencia divina". Estas frases motivaron a los obispos y disiparon dudas sobre la necesidad o no de un Concilio.
En su discurso, Juan XXIII planteó que este concilio no trataba de copiar a los anteriores o de
promulgar nuevos dogmas, sino de considerar la herencia de veinte siglos de cristianismo como algo que, por encima de todas las controversias, se ha convertido en patrimonio común de toda la
humanidad. Y precisamente por eso, decía él, no se trata de conservarnos atrapados por lo antiguo; por el contrario, hay que realizar, con alegría y sin temor, la obra que requiere nuestro tiempo.
En la convocatoria al concilio, el Papa hablaba de los signos de los tiempos y de cómo interpretarlos adecuadamente. Con ello, Juan XXIII restablecía el espacio y la tarea profética de la Iglesia en el corazón de la historia.
Aquel día terminó con el famoso discurso improvisado de "la caricia para los niños" frente a cien mil personas que se congregaron con antorchas en la plaza San Pedro. Esta celebración espontánea de la apertura del Concilio recordaba la aclamación popular en el Concilio de Éfeso y era una imagen clara de la Iglesia pueblo de Dios (UMBRALES n. 109, p. 18). El pueblo de Dios, incluyendo a los niños, se había hecho presente en la primera jornada del Concilio. Las palabras sencillas, claras, cariñosas, llanas y paternales del Papa, revelaban una vez más que él no estaba para proteger infalibilidades o privilegios, ni ante sus hermanos los obispos reunidos en Concilio, ni ante cualquier persona; su misión era mucho más trascendente: sentar las bases para guiar a la Iglesia del Siglo XX al futuro, al Siglo XXI, a través de una "reforma permanente" para presentar el mensaje cristiano con claridad: "Preocupémonos por lo que une, y dejemos aparte lo que nos divide", dejando así entrar el viento renovador del Espíritu.
El último discurso de Juan XXIII en el Concilio se llevó a cabo el 8 de diciembre de 1962. El Papa
estaba pálido y muy enfermo, sus médicos le habían pedido no asistir a esa celebración. Los obispos le miraban en silencio, conmovidos. Pero él habló: "Un largo camino queda por recorrer, pero ustedes saben que el pastor supremo los seguirá con afecto en la acción pastoral que desarrollarán en cada una de sus diócesis. Nos esperan, ciertamente, grandes responsabilidades, pero Dios mismo nos sostendrá en el camino".
El lunes de Pentecostés, el 3 de junio de 1963, el Papa Bueno moría, pero el nuevo Papa, Pablo VI, retomaba con entusiasmo el enorme reto del Concilio, convocando inmediatamente una segunda sesión para los últimos meses del mismo año. La tercera y cuarta sesión serán respectivamente en los últimos trimestres de 1964 y 1965.
Un concilio busca siempre la unanimidad de sus miembros, por lo mismo, el Vaticano II pasó por
momentos de fuerte debate que exigían tiempo y paciencia, con varias reformulaciones de un mismo documento. En un testimonio del Cardenal Bea, se lee: "En una audiencia concedida a un grupo de obispos durante la primera sesión del concilio, Juan XXIII advirtió cómo algunas personas estaban preocupadas por el lenguaje violento que muchos obispos usaban en el Concilio: ‘Pero, ¿de qué se preocupan? –les dijo–. No son un grupo de monjas que tienen que estar siempre de acuerdo con la madre superiora’... Juan XXIII estaba interesado en la libertad de los obispos, pero unas cuantas molestias le proporcionó el asegurársela".
En el concilio hubo múltiples participantes: los 2 mil 450 obispos de la Iglesia, el único grupo que
fue excluido son los obispos del bloque comunista chino, por lo que faltaron unos 200 obispos, participaron algunos abades de grandes congregaciones (franciscanos, conventuales, dominicanos), teólogos invitados del Papa como consultores, no como miembros plenos (Yves Congar, Karl Rahner, Henri de Lubac Philips; podían escuchar pero no hablar en el aula), teniendo como tarea guiar y escribir aquellos decretos ya discutidos, consultores de Iglesias ortodoxas y de las iglesias protestantes, observadores, y católicos laicos (cf. Mary Goldic, Ospite a casa propia, ed. en inglés), y periodistas (se dieron muchas publicaciones, pero en especial, Times (Raniero en la Valle Avennie; Caprile en Civiltá Católica; Frank Furteer en Allgemeine Zeitung; Le monde, Assomptionisti, La Croix; F-X Murphy CSSR bajo el pseudónimo de Xavier Rynne en New York; también algunos libros YVES CONGAR, non journal du concili).
En las sesiones se trataron varios temas:
1.- Liturgia. Este fue el único texto preparatorio que había sido bien acogido por los padres conciliares. Gracias a este documento, la Iglesia en todo el mundo pasó rápidamente de la lengua latina a los idiomas nacionales; se subrayó la importancia de la Iglesia local y de la liturgia de la Palabra. Se aprobó con 2 mil 147 obispos a favor y sólo 4 contrarios, el 4 de diciembre de 1963. Pocos meses después, con la cuaresma de 1964, la Reforma litúrgica entraba en vigor en todo el mundo.
2.- Comunicación y los Medios de comunicación social fue otro de los temas considerados en las primeras etapas del Concilio. Se subrayaban los pros y contras, ventajas y desventajas. Se proclamó el derecho a la información, que debía surgir de la verdad, de la justicia y del amor.
También se subrayó la importancia de la opinión pública y la formación crítica en el uso de los medios.
3.- La Constitución conciliar sobre la Iglesia fue titulada en latín Lumen Gentium (La luz de los pueblos), y es el documento conciliar más importante. El cardenal Gian Battista Montini (el futuro Papa Pablo VI), había lanzado al comienzo del Concilio la interrogante esencial: "Iglesia,
¿qué dices de ti misma?". Los obispos, casi por unanimidad (2 mil 151 a favor y 5 en contra), contestaron al mundo entero: brillando con la luz de Cristo, la Iglesia es el signo ("sacramento") de la unidad del género humano. La Iglesia, presentada en la Biblia con muchas imágenes (rebaño, campo, viña, edificio, templo, ciudad santa, como germen que crece y como cosecha...), se fundamenta en la palabra y en la obra de Cristo, de cuyo Reino representa el comienzo en la tierra. La Iglesia, cuerpo místico y pueblo de Dios en camino, es al mismo tiempo comunidad visible y espiritual. Habla también de la Iglesia, Pueblo de Dios, que todos los seres humanos están llamados a integrar; luego explica la función de los obispos, sacerdotes y diáconos y presenta un capítulo entero dedicado a los laicos. Después de explicar que todos en la Iglesia están llamados a la santidad, presenta el llamado específico de los religiosos. El documento termina con un importante capítulo dedicado a la Virgen María, Madre de la Iglesia.
4.- El Decreto sobre el ecumenismo es otro de los grandes temas que caracterizaron la asamblea conciliar.
5.- Más adelante se aprobaron muchos otros decretos: sobre los obispos, los presbíteros, la vida religiosa, la formación sacerdotal, la educación cristiana; sobre las religiones no cristianas y la libertad religiosa; sobre el apostolado de los laicos, y sobre la actividad misionera.
6.- Se aprobó la Constitución dogmática sobre la Revelación divina en la Biblia que manifiesta la importancia que este Concilio vuelve a asignarle a la Palabra de Dios revelada en la Biblia. El mismo Juan XXIII ordenó retirar el primer texto sobre el tema que había sido objeto de una fuerte polémica.
El último documento del Concilio en ser aprobado, y por eso el fruto más maduro de la larga
asamblea de los obispos, fue la Constitución "pastoral" (por primera vez se usa este calificativo) sobre la Iglesia en el mundo actual. Como es costumbre, se conoce este documento con las primeras palabras en latín que lo encabezan: Gaudium et spes (Los gozos y las esperanzas). "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón".En la primera parte se analiza la vocación del ser humano: la dignidad de la persona, la comunidad humana y su actividad en el mundo... En la segunda parte se analizan los problemas más urgentes: la dignidad del matrimonio y de la familia, el progreso cultural, la vida social y el desarrollo económico, la vida política, la cooperación internacional y la promoción de la paz.
1. AGGIORNAMENTO, que es el esfuerzo de toda la Iglesia para mirar positivamente al mundo,
buscando estar al día en la lectura de los "signos de los tiempos" que se presentan en la realidad.
2. COLEGIALIDAD, que es la revalorización del "colegio" de los obispos presidido por el obispo
de Roma, el Papa. Los obispos no son subalternos del Papa, sino responsables pastorales de su Iglesia local. La colegialidad se expresa por medio de algunos organismos a nivel mundial, como el Sínodo de los obispos, y a nivel nacional, como las Conferencias Episcopales.
3. DIÁLOGO, promovió un diálogo hacia todas las direcciones siguiendo la propuesta de la Encíclica programática de Pablo VI, Ecclesiam suam, del 6 de agosto de 1964. De aquí en más, el diálogo será herramienta fundamental del anuncio y de la misión de la Iglesia.
4. COMUNIÓN, la Iglesia Católica se define como una comunión de Iglesias locales. A nivel más
profundo, la Iglesia es comunión con Dios y entre los hombres. La pluralidad y la diversidad son entendidas como elemento positivo.
5. LIBERTAD RELIGIOSA, la cual va asociada a la libertad de conciencia. El Papa Gregorio XVI
la consideraba en el siglo XIX como un "delirio". Por primera vez, la expresión "libertad religiosa" figura en un texto oficial católico, y el subtítulo del documento precisa: "El derecho de la persona y de la comunidad a la libertad social y civil en materia religiosa".
6. LITURGIA, llegar pronto a una reforma litúrgica cercana al pueblo que permitiera su participación. Redescubriendo las antiguas tradiciones litúrgicas, el pueblo vuelve a ser protagonista de las celebraciones y de la vida eclesial.
7. ECUMENISMO, la Iglesia de Cristo no se reduce a la Iglesia Católica romana. Las diferentes
Iglesias que están en comunión imperfecta, pero real con la Iglesia Católica, forman parte de la única Iglesia de Cristo. La finalidad del camino ecuménico no es la incorporación de los demás, sino la búsqueda de un diálogo serio y exigente para favorecer el encuentro.
8. PALABRA DE DIOS como fundamento de toda la vida cristiana. El Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio. Todo el Pueblo de Dios puede y debe acercarse a la Biblia para que ésta ilumine su vida.
9. PUEBLO DE DIOS, valoriza la condición cristiana de todos los integrantes de la Iglesia, laicos
y ministros. Propone también una nueva inserción en la historia y en el mundo, y una nueva configuración de relaciones en el interior de la Iglesia.
10. PRESENCIA, la Iglesia se percibe como presencia frente a Dios y frente a los hombres. En el
mundo esta presencia es de servicio. La Iglesia centrada en el Evangelio se abre al mundo. Constituciones:
 Dei Verbum (Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación)
 Lumen Gentium (Constitución Dogmática sobre la Iglesia)
 Sacrosanctum Concilium (Constitución sobre la Sagrada Liturgia)
 Gaudium et Spes (Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual)
Declaraciones Conciliares
 Gravissimum Educationis (Declaración sobre la Educación Cristiana)
 Nostra Aetate (Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las Religiones no
cristianas)
 Dignitatis Humanae (Declaración sobre la libertad religiosa)
Decretos Conciliares
 Ad Gentes (Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia)
 Presbyterorum Ordinis (Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros)
 Apostolicam Actuositatem (Decreto sobre el apostolado de los laicos)
 Optatam Totius (Decreto sobre la formación sacerdotal)
 Perfectae Caritatis (Decreto sobre la adecuada renovación de la vida religiosa)
 Christus Dominus (Decreto sobre el ministerio pastoral de los Obispos)
 Unitatis Redintegratio (Decreto sobre el ecumenismo)
PALABRAS CLAVES DEL CONCILIO DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO II
 Orientalium Ecclesiarum (Decreto sobre las Iglesias orientales católicas)
 Inter Mirifica (Decreto sobre los Medios de comunicación social)
Mucho hablar del Concilio… pero, ¿es hoy aplicable?, ¿sigue siendo vigente? Juan Pablo II repitió, y Benedicto XVI también lo ha hecho, que la vigencia del concilio es incuestionable, pues plantó líneas generales para un mundo moderno y cambiante.
El cardenal Walter Kasper, hablando de la vigencia del concilio, ha planteado que "la Iglesia,
impulsada por la Palabra de Dios, celebra los sacramentos de Cristo en bien de todos los hombres
siguiendo su triple misión:
1) El anuncio de la Palabra de Dios (kerygma, martyria).
2) La celebración de los sacramentos (liturgia).
3) El servicio de la caridad (diakonia).
Tal como hicieron los primeros cristianos (Hechos de los Apóstoles) y continuaron ininterrumpidamente las generaciones cristianas hasta el día de hoy, siempre en comunión con el
Obispo (colegialidad), en koimonia ("nihil sine comunitate") para llegar a ser alternativa al proyecto del mundo. En realidad, la Iglesia es: colegialidad –sinodalidad o corresponsabilidad– comunión. Así, uno de los grandes mensajes del Concilio es hoy, más que nunca, vigente: el de practicar el amor hacia los necesitados de toda clase. Esta invitación pertenece a su esencia tanto como el servicio de los sacramentos y el anuncio del Evangelio".
Por su parte, el Papa Benedicto XVI, cuando se cumplieron 40 años de la clausura del Concilio, se
refirió a la vigencia de este en una homilía en la Basílica de San Pedro: "los temas de la formación de los sacerdotes, de la vida consagrada y del ministerio episcopal han sido objeto de tres Asambleas Ordinarias del Sínodo de los Obispos, las cuales han tomado y profundizado ampliamente las enseñanzas del Vaticano II".
"Desde siempre –continuó haciendo referencia al documento sobre la educación– la Iglesia está
comprometida en la educación de la juventud, a la cual en Concilio le reconoció una 'extrema importancia' tanto para la vida del hombre como para el progreso social".
Profundizando sobre el tema educativo, el Papa afirmó que "en la época de la comunicación global, la Comunidad eclesial advierte toda la importancia de un sistema educativo que reconozca el primado del hombre como persona abierta a la verdad y al bien". También hizo notar que "los
principales y primeros educadores son los padres, ayudados, según el principio de la subsidiariedad, por la sociedad civil. Una especial responsabilidad educativa tiene la Iglesia, a la cual Cristo ha confiado la labor de anunciar «el camino de la vida»".
Sobre la Nostra Aetate, el Pontífice afirmó que es de "grandísima actualidad, porque se refiere a la actitud de la Comunidad eclesial en el confronto de las religiones no cristianas. Partiendo del
principio que 'todos los hombres constituyen una sola comunidad' y que la Iglesia 'tiene el deber de promover la unidad y el amor' entre los pueblos, el Concilio 'nada niega de cuanto es verdadero y santo' en las otras religiones y anuncia a todos a Cristo, 'camino, verdad y vida', en quien los hombres encuentran 'la plenitud de la vida religiosa’".
Es claro que hoy por hoy, la Iglesia Católica se encuentra focalizada en hacer vida las conclusiones del Concilio. Los fieles católicos deben enfocarse a lo mismo para, de esta manera, poder hacer realidad los planteamientos del Concilio con frutos concretos.
CONCLUSIONES
ANEXO LOS CONCILIOS DE LA IGLESIA CONCILIO PAPA CARACTERÍSTICA
Nicea I San Silvestre
1. Contra el arrianismo.
2. Definió la consubstancialidad del Verbo: El Verbo es verdadero Hijo de Dios, de la misma substancia del Padre, y por lo tanto, verdadero Dios.
3. Definió la fecha de la celebración de Pascua.
Constantinopla I San Dámaso
1. Reafirmación de la divinidad del Espíritu Santo.
2. Reafirmación de la divinidad y humanidad de Jesucristo y, por lo tanto, la condición de María como Madre de Dios.
3. Reafirmación de la transmisión del pecado original que es borrado a través del bautismo.
Éfeso San Celestino I
1. Unidad de persona de Cristo: hombre y Dios: Unión hipostática substancial.
2. Condena errores pelagianos.
3. Maternidad divina de María.
Calcedonia León I Magno
1. Condenó el eutiquianismo que no reconocía en Cristo la distinción de las dos naturalezas perfectas, que están unidas no confundidas ni mudadas ni alteradas.
Constantinopla II Virgilio
1. Se ratifica la naturaleza de Jesucristo y se condenan los errores de concepción de la naturaleza divina y humana de Cristo.
2. Se asegura que en Cristo hay dos voluntades como hay dos naturalezas aunque sea una sola Persona.
Constantinopla III San Agatón I y San León II
1. Se permite la veneración de las imágenes y de los iconos, siempre y cuando no sea la imagen la venerada sino al santo a quien representa.
Nicea II Adriano I
1. Diferencia el culto de veneración y el culto de adoración a las imágenes.
2. Entre el imperio oriental y el occidental había muchas discrepancias y piques, el Concilio buscó conciliar posiciones.
Constantinopla IV Adriano II
1. Afirmación del Primado del Romano Pontífice.
2. Confirmación del culto de las imágenes
Letrán I Calixto II
1. Contra las investiduras: se prohibió que los laicos nombraran obispos, abades y entregaran el báculo y anillo propio de ese cargo.
2. Propuso a los príncipes cristianos emprender las cruzadas.
3. Se condena la simonía y el concubinato de los eclesiásticos como herejías.
Letrán II Inocencio II
1. Por la disciplina y las buenas costumbres.
2. Por la rebeldía de los cátaros se ponen reglas para obediencia a la autoridad religiosa y evitar la anarquía.
3. Se niega la tansmigración del alma.
Letrán III Alejandro III
1. Se regularizó la elección del Papa 2/3 de los votos de los cardenales.
2. Leyes contra la simonía.
Letrán IV Inocencio III
1. Por la fe y la moral.
2. Organizó una cruzada.
3. Revisó y fijó la legislación eclesiástica sobre impedimentos matrimoniales.
4. Impuso obligación de confesión y comunión anual.
5. Hubo importantes definiciones sobre la Trinidad, la creación, Cristo Redentor, los Sacramentos y otros errores.
Lyon Inocencio IV
1. Llevó a cabo una sentencia de deposición contra el emperador Federico II, usurpador de bienes y opresor de la Iglesia, y reguló el proceso de los juicios eclesiásticos.
2. Declaraciones rituales y doctrinales para los griegos (Sacramentos, legitimidad de las segundas nupcias, Purgatorio, Paraíso, Infierno).
Lyon II Gregorio X
1. Por la unión de las iglesias. Restableció la unión con los griegos.
2. Tomó nuevas medidas para una posible Cruzada.
3. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un solo principio.
4. Suerte de las almas después de la muerte.
5. Sobre los siete Sacramentos y sobre el Primado del Romano Pontífice.
Vienne Clemente V
1. Decidió la supresión de la Orden de los Templarios.
2. El alma es verdadera y esencialmente forma del cuerpo.
Constanza Gregorio XII
1. Fin del cisma occidental.
2. Se condenan los errores de Wickleff sobre los sacramentos y la constitución de la Iglesia.
3. Se condenan los errores de Juan Huss sobre la Iglesia invisible de los predestinados.
Ferrara - Florencia Eugenio IV
1. Reconciliación de griegos y latinos (los armenios, los jacobitas, los mesopotamios, los caldeos y los maronitas).
2. Fue en varias etapas y sedes.
3. Trató unión de diferentes Iglesias autónomas para unificar criterios sobre el Espíritu Santo, los Novísimos, el decreto sobre los Sacramentos y la Encarnación.
Letrán V Julio II
1. Buscó fórmulas conciliatorias para tratar las relaciones entre los príncipes cristianos sin recurrir a la guerra.
2. Reformar costumbres disciplinarias en las que se habían introducido abusos escandalosos.
3. Dictó normas para las instituciones religiosas y condenó herejías contrarias a la inmortalidad del alma (una para cada persona).
Trento Paulo III, Julio III y Pío IV
1. Contra errores del protestantismo y por la disciplina de la iglesia (Lutero).
2. Muestra el esplendor de la verdad revelada y el valor de la vida sobrenatural.
3. Sufrió varias interrupciones.
4. Fortificó la disciplina eclesiástica y estrechó los lazos entre el Papa y los miembros de la Iglesia.
5. Revisión general de la doctrina.
6. Aclaró conceptos dudosos, afianzó verdades, promulgó nuevas leyes y anunció sanciones a infractores.
7. Defensa de la Sagrada Escritura, doctrina sobre el pecado original, la santificación y la gracia, los sacramentos, la Eucaristía, la misa y el culto a imágenes, así como indulgencias.
Vaticano I Pío IX
1. Contra el racionalismo y el galicanismo (el Papa decidía en cuestión de dogma, pero era válido sólo si lo aceptaba el Concilio), por lo cual se declaró la infalibilidad del Papa cuando habla ex cátedra en materia de doctrina y costumbres. Esto sucede sólo cuando se cumplen 3 condiciones:
1. Enseña cosas referentes al dogma o moral.
2. Se dirige a la Iglesia Universal.
3. Habla en calidad de Maestro supremo de la cristiandad.
1. Dogma de la Inmaculada Concepción.
2. Puntualizó la relación entre fe y razón.
Vaticano II Juan XXIII y Paulo VI
1. Aggiornamento o puesta al día de la Iglesia, revisando forma y fondo de la Iglesia.
2. Apertura dialogante con el mundo moderno, con un nuevo lenguaje conciliatorio ante problemas actuales y antiguos.
3. Se buscó conciliar a los cristianos separados de la unidad católica.
4. Se habló de la Iglesia, la Revelación, la Liturgia, la Libertad religiosa.
5. Recordó la llamada universal a la santidad.
6. Su fin era promover el desarrollo de la fe católica y lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.
7. Tiene 16 documentos. Sus características son renovación y tradición.

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