viernes, 19 de septiembre de 2008

¿A dónde vas, América Latina?

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Federico Müggenburg

Desde su independencia del Imperio Español y del Imperio Portugués, América Latina ha estado sujeta a la codicia, influencia y presiones de otras naciones poderosas. Los imperios competidores de España y Portugal anhelaban dominar los virreinatos de la Nueva España, de la Nueva Granada, del Perú, del Río de la Plata y del Brasil.
Con la excepción del Brasil, que mantuvo su integridad territorial en paz, los demás virreinatos se fragmentaron en una diversidad de naciones, en medio de guerras que se desarrollaron por más de una década.
El Imperio Británico, el Imperio Francés y los Estados Unidos de Norteamérica, compitieron por asumir el control y el dominio de las nuevas naciones. Las luchas fratricidas impulsadas por la insidia de sectas decimonónicas, llegaron a extremos no imaginados. ¡Algunos efectos perduran hasta nuestros días!
Con el tiempo se fue imponiendo la llamada "Doctrina Monroe", utilizando su molesto y ambiguo lema: "América para los Americanos". A finales del siglo XIX y principios del XX, poco se pudo hacer para lograr la reintegración de las fragmentadas naciones latinoamericanas.
Entre la 1ª y la 2ª Guerra Mundial se iniciaron algunos proyectos de acuerdos y/o pactos bilaterales y regionales latinoamericanos, pero esto fue más claro a partir de la primera etapa de la Guerra Fría (entre los "Acuerdos de Yalta", en 1945, y la "Crisis de los Misiles en Cuba", en 1962).
Los dos lastres que más han pesado en contra del desarrollo de América Latina son: la falta de instituciones sólidas, y el fracaso en el combate a la corrupción. A esto hay que añadir varios elementos, como son:
 La "ideologización" de los problemas, que en vez de resolverlos los agudizan y acrecientan posponiendo su solución.
 La inseminación ideológica de hegelianos y marxistas, con todas sus variantes, que dañó fatalmente a: jóvenes universitarios, jóvenes obreros, y jóvenes eclesiásticos.
 La directa injerencia soviética en Cuba, que modificó en cierto sentido la estrategia geopolítica de los norteamericanos con el proyecto de la "Alianza para el Progreso", la cual nunca pudo compararse en su alcance, profundidad y cuantía, con el formidable y exitoso "Plan Marshall", logrado en Europa.
El final de la Guerra Fría, con el derrumbe del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, dieron paso a la "globalización" que muy pronto fue calificada por los "ideólogos globalifóbicos" como "la llegada del mundo unipolar" y del "pensamiento único", fundado, dicen, en el "Consenso de Washington", a lo que ellos oponen ahora con "mentalidad dialéctica", el "pensamiento crítico", expresado en sus lemas: "otro mundo es posible" y "otra iglesia es posible".
En América Latina la conjunción del "castrismo tardío", con la presencia de la "nebulosa globalifóbicoaltermundista" en el "Foro Social Mundial de Porto Alegre", dio a luz el monstruo bicefálico del "nuevo socialismo del siglo XXI" y el "nuevo arrianismo el siglo XXI", al que ha venido a sumarse recientemente el "nuevo sultanismo del siglo XXI", configurado por los talibanes y ayatolas, las redes de Al Qaeda y el conglomerado "Hut" con sus figuras paradigmáticas: Bin Laden y Ahmadineyad.
Hoy día, la dirección y el control de los globalifóbicos se hace desde el "Centro Tricontinental" y el "Foro Mundial de las Alternativas", de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, dirigidos por el Canónigo Francois Houtart; y la "Internacional Attac", con sede en París, dirigida por Bernard Cassen, Ignacio Ramonet y Jaques Nikonoff.
El "nuevo socialismo del siglo XXI" fue ideado por Ignacio Ramonet, Heinz Dieterich y Marta Harnecker, quienes lo han "troquelado" en la cabeza de Hugo Chávez. Desde que Fidel Castro lo proclamó su heredero en América Latina, y el petróleo alcanzó el precio estratosférico actual, Chávez unció a su "revolución bolivariana" a Evo Morales en Bolivia; lo intentó con Ollanta Humala y Andrés López en Perú y México (respectivamente); lo consiguió con el regreso de Daniel Ortega en Nicaragua, Rafael Correa en Ecuador, y la más reciente adquisición, del obispo renegado Fernando Lugo, en Paraguay.
Por lo que se refiere al "nuevo arrianismo del siglo XXI", la red se integra por el grupo "Amerindia" y sus destacados adalides: Jon Sobrino S.J., Frei Betto O.P., y Leonardo Bof ex O.F.M. Una obra colectiva que evidencia su posición es: "Bajar de la Cruz a los Pobres. Cristología de la Liberación".
En cuanto al "nuevo sultanismo del siglo XXI", hay que considerar los convenios y coinversiones de Ahmadineyad con Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Morales en Bolivia, y Correa en Ecuador, más el significativo riesgo de los "custodios y garantes de la inversión, que están llegado" a América Latina.
Es menester registrar las redes de reclutamiento de los talibanes y ayatolas, operando en el Magreb y el Shael, en África, y la vida errante pero impune de Bin Laden y los activistas del partido Hut, controlados desde Indonesia.
A este cuadro hay que añadir un peligro más: el de los "socialistas democráticos" que "abandonaron" a Marx y "adoptaron en secreto" a Engels, haciéndose llamar "socialdemócratas", de entre los cuales, el modelo más completo es José Luis Rodríguez Zapatero, quien nos muestra todo su talante "engelsista" en el libro-entrevista titulado: "Madera de Zapatero. Retrato de un presidente", de Suso del Toro.
Ya se sienten los pasos de sus imitadores en América Latina, empezando por Lula da Silva, en Brasil; la Sra. Kirchner, en Argentina; y en Chile con el binomio Lagos-Bachelet. Por todo ello, es importante ajustar la pregunta inicial: ¿A dónde vas América Latina?, por: ¿A dónde te quieren llevar? O mejor: ¿A dónde quieres ir?
Para lo cuál es imprescindible también preguntar: ¿De dónde vienes? ¿Cuáles son tus raíces? Y más seriamente: ¿Estás dispuesta a refrendarlas?

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