lunes, 28 de febrero de 2011

NO PENSAMOS EN LAS PROXIMAS ELECCIONES, SINO EN LAS PROXIMAS GENERACIONES


Alberto Nuñez Esteva


Somos muchos los ciudadanos que estamos decididos a luchar por el México que queremos.


No sólo pensamos en las próximas elecciones, sino sobre todo, en las próximas generaciones.


Visión de estado de largo plazo, con acciones a corto plazo. Visión global con acción local, para enclavarnos en un mundo competitivo, orientado a la innovación y al conocimiento. Respetuosos, en este caminar, de nuestra soberanía, nuestra idiosincrasia y nuestro sentido de pertenencia.


Queremos poner la vista en el futuro y sus retos, apoyándonos, pero no sujetándonos, a un pasado de aciertos y errores.


Los ciudadanos, las personas, en el centro de las decisiones políticas, económicas y sociales. El ciudadano como sujeto y no como objeto de quienes detentan el poder. Nunca más una sociedad súbdita de los poderosos.


Hablamos por muchos de los que no tienen voz, pero que ahora se han expresado a través de los medios electrónicos o en foros abiertos en el rico ejercicio de México a debate


Exigimos, nosotros los ciudadanos, un nivel educativo competitivo a nivel mundial en donde todos, particularmente los grupos más vulnerables, se vean beneficiados.


Exigimos, nosotros los ciudadanos, un desarrollo sostenido capaz de alentar a los emprendedores y generar las oportunidades y los empleos dignos que requiere nuestra creciente población.


Exigimos, nosotros los ciudadanos, un avance sin pausa hacia un pleno estado de derecho y, por tanto, un drástico abatimiento de la impunidad y la corrupción, causas principales del avance del crimen organizado. Recordamos a nuestros dirigentes que la misión primordial del estado es la de preservar nuestra integridad física, nuestra tranquilidad, y nuestras legítimas pertenencias.


Exigimos, nosotros los ciudadanos, a nuestros mandatarios, que promuevan las reformas políticas y tomen las acciones necesarias para alcanzar la gobernabilidad que requiere el país Todas estas exigencias responden a un gran objetivo, que es el que le da sentido: desterrar la miseria que padece uno de cada cinco mexicanos y reducir drásticamente la pobreza que afecta a la mitad de la población y la desigualdad económica y social que nos avergüenza.


Las exigencias que como sociedad hacemos, se nutren de las fortalezas que como país tenemos:



o Somos la doceava economía una de las más grandes del mundo


o Para bien o para mal, tenemos una frontera de 3 mil kilómetros con el país más poderoso de la tierra;


o Contamos con recursos naturales que muchos países quisieran tener, playas bellísimas, cultura ancestral orgullo de nuestra raza, salidas por océanos que nos unen al mundo, principalmente a los continentes europeo y asiático;


o Vocación empresarial, talento para el trabajo, para las artes y la cultura;


o Gente buena, cariñosa, jacarandosa, que ama a su país.


Pero hemos tenido una clase dirigente, principalmente política, que no ha estado a la altura de las circunstancias; y nosotros los ciudadanos, tampoco hemos hecho nuestro trabajo, pues más que ser un factor fundamental de la solución, nos hemos recogido en nuestra zona de confort, listos para juzgar, pero poco dispuestos a actuar. Y hemos contemplado la pérdida de valores y el desgajamiento del tejido social derivado en parte por la permisividad de los padres de familia hacia sus hijos, de un sistema educativo ajeno a los valores, y de medios de comunicación que resaltan lo malo y poco hablan de lo bueno que acontece


Hemos carecido de los liderazgos que tanta falta hacen en este país y que tenemos que desarrollar con sentido de urgencia. Líderes, lideres y lideres es lo que necesitamos, liderazgos políticos, empresariales, ciudadanos, religiosos, mediáticos y culturales. Lideres entre los ciudadanos de a pie en los estados, en los municipios y entre los vecinos.


Queremos que los líderes, ahora ocultos, salgan a la luz y ejerzan ese liderazgo a favor del bien común. Líderes, algunos de ellos, que están entre la gente que me escucha y que tienen una misión que cumplir. Tengamos como misión todos nosotros el impulsar al ciudadano a que descubra el líder pleno de valores que lleva adentro, abandone la apatía y transite por los caminos que no se había atrevido a pisar, buscando así el verdadero sentido y la trascendencia de su vida.


Que los empresarios emprendan con audacia y generen la riqueza y los empleos que tanto necesita el país.


Que los trabajadores y las personas que colaboran en las empresas se reconozcan y sean reconocidos como el alma de la organización y se transformen en un factor vital para alcanzar la competitividad sobre la que se apoya el desarrollo sano y compartido de su fuente de trabajo.


Que los académicos y los profesores impartan ese conocimiento de vanguardia sobre el que se apoya nuestro desarrollo y conduzcan al educando a su plena realización reconociéndolo como el sujeto principal de su actividad.


Que la mujer encuentre el espacio que merece como empresaria, como trabajadora, como política, como académica, y se reconozca como el pilar de la familia, la cual, a su vez, es el pilar sobre el que se construye una comunidad sana; y que ellas, junto con sus parejas, sean los principales educadores de sus hijos y participen y exijan esa calidad de la educación en las escuelas.


Que los voluntarios y los dirigentes de las organizaciones de la sociedad civil impulsen a éstas a alcanzar su misión, pues han hecho y siguen haciendo una enorme contribución al país.


Que nuestros hermanos indígenas luchen por preservar su cultura que nos enriquece a todos y es digna de admiración, y hagan el esfuerzo necesario para incorporarse también a este mundo global a través de su propio esfuerzo y contando con la solidaridad de la sociedad.


Que los jóvenes tengan fe en México e impulsen desde su trinchera una ola de esperanza que contagie a toda la población. Un líder excepcional de talla mundial dijo, hace algunos años, que ustedes, jóvenes, son la sal de la tierra y la luz del cielo, marcando así la trascendencia de su actuar.


Esta es la sociedad y estos son los ciudadanos que merece nuestro país y que serán el factor fundamental para alcanzar ese futuro promisorio que todos deseamos.


Pero estos ciudadanos de alta intensidad requieren de los dirigentes políticos para alcanzar sus metas.


Y los dirigentes políticos necesitan de los ciudadanos para cumplir su trascendental labor, que no es otra sino la de facilitar el camino a favor del bien común a través de la realización plena de la persona y de sus organizaciones.


Es por ello que un número creciente y entusiasta de ciudadanos, mas de 110,ooo en este momento, impulsados en su origen por 210 organizaciones de la sociedad civil y 1200 personas, todas ellas con un profundo amor a México, promueven –promovemos- la firma de un



Acuerdo nacional


Impulsado por la ciudadanía a través del cual nos demos la mano políticos y ciudadanos y nos comprometamos a hacer la parte que a cada uno corresponde, sin escatimar esfuerzo alguno, para dar ruta al país y alcanzar su pleno desarrollo en una visión de largo plazo con acciones inmediatas.


Hemos presentado en este acto un documento emanado de una amplia consulta ciudadana que ha logrado, a su vez, un amplio consenso.


Un acuerdo político que nos una a todos los mexicanos en lo esencial, por arriba de ideologías y partidos políticos todos ellos muy respetables


Un acuerdo político que señale metas, plazos y responsables de su cumplimiento y se lleve en su momento a los estado y los municipios para provocar la participación activa de todos los ciudadanos, de los ciudadanos de a pie.


Un acuerdo político que promueva el fortalecimiento de las instituciones, las cuales son el pilar de la democracia participativa que estamos impulsando



Un acuerdo político que impulse el desarrollo sustentable en un marco de paz y respeto mutuo que no descarta, en forma alguna, la legítima lucha partidaria por alcanzar el poder y la presentación de las tesis que cada partido sostenga y proponga a los ciudadanos para captar su voto. Así es la democracia, y nosotros debemos y tenemos que impulsarla sin temor alguno.


A partir de este acuerdo nacional, debe impulsarse con la mayor energía la promulgación de las reformas necesarias para dar sustento al mismo, empezando por una reforma política que permita fortalecer la gobernabilidad.


Debe impulsarse la transformación del sistema educativo, y el tránsito hacia un pleno estado de derecho en donde se pugne por la transparencia y rendición de cuentas, el abatimiento concertado de la corrupción y la impunidad y la corresponsabilidad para abatir la violencia y recuperar la tranquilidad que merecemos los ciudadanos.


A partir de este acuerdo nacional debemos comprometernos a romper la desesperanza que ahora nos ahoga y promover con la participación de todos, incluyendo necesariamente a los medios de comunicación, un ambiente de esperanza y fe en nuestro México querido, esperanza y fe que se irá alimentando con el cumplimiento de los compromisos contraídos.

Llevemos este mensaje y compromiso, en su momento, sin prisa pero sin pausa, a los estados y municipios, a los ciudadanos que aman a su país, a todas aquellas personas que estén dispuestas a hacer su parte para salir adelante. No más que eso, pero no menos que eso. Estemos conscientes de que la transformación del país pasa por la de los estados, que ésta pasa por los municipios y que ésta pasa por las familias para llegar al cambio de actitud de los ciudadanos.

De una ciudadanía de alta intensidad como la que hemos descrito, se derivará una clase política de estatura moral que busque el fortalecimiento de las instituciones.


Los mexicanos, unidos en lo esencial, podemos lograr hazañas que muchos pensarían que son irrealizables. No hay nada que no se pueda lograr si creemos en lo que pensamos y actuamos con congruencia, audacia y energía creadora.


Empecemos ahora a recorrer este largo pero promisorio camino. Los primeros pasos ya se han dado. La firma del acuerdo será un salto hacia el futuro ¿quién, que ame a su país, puede estar en desacuerdo con ello?


Demos respuesta y ofrezcamos una esperanza fundada a los millones de jóvenes que buscan oportunidades de trabajo después de su estudio.


A los hombres y mujeres de ciudad Juárez, y de Tamaulipas, y de Michoacán y de guerrero, que con lágrimas en los ojos nos han pedido que les mostremos el camino para preservar sus hogares y vivir en paz.


A los adolescentes, casi niños, que nos han dicho de viva voz que prefieren una vida corta siendo alguien en el crimen organizado, que una vida larga siendo nadie en la sociedad.


Juntemos sus lágrimas con las nuestras, pero que estas lágrimas abonen el terreno en donde debe surgir la esperanza, sí, la esperanza fundada en un México renovado que empezamos a reconstruir a partir de su tejido social, desde sus mismos cimientos. Tejido social en donde todos somos hilos pero al mismo tiempo tejedores de esa trama. Si los mexicanos nos unimos en lo esencial, no habrá obstáculo que nos impida avanzar hacia el destino que nos hayamos trazado.

Exhortamos a la ciudadanía a que continúen participando activamente en este ejercicio de México a debate y que día con día sean más los ciudadanos que apoyan esta visionaria iniciativa y exijan que arribemos a un acuerdo nacional.


Y esperamos la respuesta, la entusiasta respuesta de la clase política a esta propuesta de ciudadanos comprometidos con el futuro del país, ¡Va por México!






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