lunes, 3 de noviembre de 2008

Un chip: solución a marchas y plantones.

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: René Mondragón

jueves, 12 de junio de 2008

Hoy amanecí de buenas. Es una de esas mañanas en las que da uno gracias a Dios por el canto de los pájaros, porque el cielo defeño se ve azul y no chapopote, porque puede uno ver el cerro del Tepeyac desde Peralvillo, porque a pesar de la hora no se alcanza a escuchar –todavía– ni una sola mentada de madre en el Periférico, y porque no ha llovido, lo que garantiza a la ciudadanía que tampoco será necesario llevar escafandra, lanchas con motor fuera de borda, o tanques de buceo para atravesar el Viaducto. Abrí mi computadora con ganas de leer buenas noticias, sin tener que preocuparme por lo que les va a pasar a los tres Reyes –a los panaderos de la telenovela–, y sin angustiarme porque los productores de Steven Spielberg estén pensando realizar su obra maestra para el festival de Cannes: “Juan Querendón, Parte 2, The Movie”.
Sin embargo, no es tan fácil desligarse de los valores cívicos y la proactividad del buen ciudadano que está dispuesto a traspasar el Manual de Carreño o, cuando menos, el Calendario de Galván.
La noticia resulta harto interesante porque el descubrimiento realizado en la India, permitiría que los mexicanos resolviésemos diversos y acuciantes problemas con los que nos enfrentamos al circular por esas calles de Dios. No importando si es el Circuito Interior, la Avenida Gustavo Baz en el Edomex; el Paseo Montejo en Mérida, la Macroplaza de Monterrey, la Avenida Madero en León, Guanajuato; la Minerva en Guadalajara, la Avenida Leyva en Los Mochis, Pino Suárez, 20 de Noviembre, el Paseo de la Reforma en nuestra otrora Ciudad de los Palacios o en la región más transparente de Ixtapalapa y Ciudad Neza. No importa.
El descubrimiento indio evitaría el grafiti en los monumentos históricos –con lo difícil que es quitarlo de la cantera, por ejemplo–, pero adicionalmente, eliminaría las posibilidades de asaltar comercios en la vía pública, secuestrar camiones, romper vidrios de las joyerías en el Centro Histórico, y le daría cierto orden a las protestas callejeras, respetando en todo la libertad de tránsito consagrada en la Constitución, la libertad de expresión y disenso, así como los derechos humanos.
¿Qué hicieron en la India?
La información de Notimex, firmada en Londres (1) no deja de llamar la atención. Se trata de un chip que ha comprobado su eficacia frente a la furia de los elefantes, situación que ha costado varias decenas de vidas entre la población, además de miles de dólares en daños materiales. La metodología es simple:
El chip, que se implanta a los paquidermos en el lado izquierdo de su cuello, contiene un código de seguridad de 10 dígitos que permite conocer datos del animal como edad, ciclos reproductivos, detalles de su salud y nombre de su propietario. De esta manera, según un reportaje publicado por el diario The Times of India, las autoridades buscan que en los actos públicos participen sólo elefantes que reúnan los requisitos necesarios y cuyos datos garanticen que no protagonizarán escenas violentas.
El planteamiento es genial. ¿Se imagina usted que los señores del EPR se manifestaran –con todo y pasamontañas– sin la necesidad de dinamitar los ductos de Pemex? ¿Se imagina usted a los grafiteros de su colonia, que programados con 10 dígitos, se dedicaran a despintar todas las huellas que han dejado en los varios miles de metros cuadrados que rodean el lugar donde usted vive, trabaja o simplemente circula?
Visualice usted por unos minutos a los macheteros de Atenco o a los muchachos de Flavio Sosa, garantizando que no protagonizarán escenas violentas.
Ya no sería necesario enviar agregados culturales a los campamentos de las FARC en territorio ecuatoriano. Los microbuseros de Indios Verdes atenderían con cordialidad, calidez y eficiencia a los usuarios. En el corralón de tránsito, los operadores de las grúas y los acomodadores, estarían certificados en ISO 9000.
Los comandantes de la policía del DF nunca más estacionarían sus patrullas bloqueando la cochera de la casa de usted, y los lecturistas de Luz y Fuerza tocarían a su puerta para informarle que le cobraron de más en el recibo anterior y que, en consecuencia, este mes pagará solamente el 10 por ciento, para quitarle el mal sabor de boca que dejó su equivocación.
Sería interesante, ¿no?


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