martes, 18 de septiembre de 2012

FORJADORES DE MÉXICO


Jorge Espinosa Cano

Calles y plazas deberían llevar sus nombres, los libros de historia tendrían que dedicarles muchos capítulos y desde los niños hasta los mayores conocer sus nombres, pero sobre todo sus historias y sus ejemplos.

Hoy cuando las ciudades están llenas de grupos que protestan por tantas causas muchas veces confusas, cuando la inseguridad llena de miedo los corazones de los ciudadanos y se mira con recelo al futuro, es reconfortante llevar la mirada hacia algunos de los personajes que forjaron nuestra patria que hoy transita por rutas incierta en parte porque se desconoce en mucho sus orígenes y a los personajes que le dieron forma y pensamiento.

Después de una feroz y heroica batalla que redujo a la bella ciudad de Tenochtitlán a escombros se hundió el imperio azteca frente a la habilidad y valor de Hernán Cortés que contó con la ayuda de los tlaxcaltecas y otras tribus que los odiaban por opresores.

Como nos podemos imaginar al ir llegando las noticias de la caída de la inexpugnable e invencible Tenochtitlán se generó una gran incertidumbre y un gran temor, sobre todo en aquellos pueblos que habían sido enemigos del vencedor Cortés.

Pero en España y también en Portugal existía una mentalidad que mezclaba los intereses materiales con los espirituales, es decir, estas naciones sentían que tenían la obligación de llevar la luz del evangelio a todos los pobladores de las tierras conquistadas, para ello había que terminar con el politeísmo y las practicas asociadas a estos cultos como eran los terribles sacrificios humanos.

Para esta tarea se requerían hombres extraordinarios y así fueron llegando a estas tierras los misioneros, la mayoría de ellos eran hombres que en verdad se tomaban muy en serio su misión, aunque tuvieran que arriesgar su vida frente a ciertas tribus verdaderamente salvajes que amenazaban sus vidas y enfrentarse a los mismos soldados españoles que muchas veces cegados por la ambición no respetaban la integridad de los indios.

Imposible sería en este breve espacio hablar de todos ellos, pero al menos mencionaremos a dos de los más importantes y conocidos, el primero fray Juan de Zumárraga que fue nombrado por el emperador Carlos V protector de los indios, este hombre que era muy humilde con los pobres al mismo tiempo demostraba un gran carácter para enfrentarse a los poderosos. La primera audiencia que fue una forma de gobierno que estaba encabezada por Nuño de Guzmán que era un auténtico Canalla, secundado por otros que no se quedaban muy atrás como Salazar y Delgadillo.

El franciscano hacía enormes esfuerzos por evitar los abusos de esta pandilla, pero resultaban insuficientes. Estos ilustres personajes creían que evangelizar era tan sólo enseñar a creer en Jesús y rezar, los misioneros tenían un concepto muy avanzado del significado del cristianismo como doctrina de justicia social.

Zumárraga intentaba por todos los medios hacer llegar la verdad al rey, pero los de la audiencia interceptaban sus cartas, hasta que el obispo tuvo que ir personalmente a Veracruz y conseguir que un marinero de Vizcaya en secreto llevara su correspondencia. El marinero escondió las cartas en un pan y las puso en un barril. El señor Zumárraga sabía que estaba arriesgando la vida si averiguaban lo que había escrito o era interceptada su carta.

El obispo pedía la destitución de los miembros de la audiencia y que fueran sustituidos por personas de toda virtud y que se les hiciera un juicio de residencia, o en palabras más actuales una auditoria. Pedía además que se le diera autoridad para castigar a todo el que maltratase a los indios, o tomara por la fuerza a alguna de sus mujeres o hijas, o a cualquier español que dijese que los indios no estaban sujetos a la protección de ninguna ley.

La lucha se recrudeció cuando los oidores no respetando el derecho de asilo apresaron a dos personas que lo habían solicitado, uno de los cuales había sido servidor de Cortés y se los llevaron con lujo de violencia a la cárcel pública para atormentarlos. El obispo encabezó una procesión que fue a protestar a las puertas de la cárcel, los oidores reaccionaron con violencia y atacaron a los participantes y aún estuvieron a punto de matar al señor Zumárraga.

Al fin después de meses, las protestas del obispo fueron escuchadas y creídas y fue sustituida en su totalidad la Audiencia nombrando en su lugar por fin a unas personas honradas y sabias, como don Antonio de Mendoza que no pudo llegar de inmediato, también entre los nombrados quedaría una personalidad que está inscrita en el corazón de todos por su labor gigantesca de civilización de la que hablaremos después, don Vasco de Quiroga que en ese entonces no era todavía religioso. Es difícil imaginar que hubiera sucedido sin la defensa de Zumárraga y los otros religiosos a los indígenas en esos tiempos de la primera audiencia.

Don Vasco de Quiroga, prestigiado abogado y juez de Valladolid se encontraba reposando cuando recibió sorpresivamente una carta urgente de la reina doña Isabel, esposa de Carlos V donde le decía a su "muy amado súbdito" que le haría un gran favor a ella y a su esposo el emperador aceptando el puesto de oidor de la Segunda Audiencia. La reina y el emperador, de las pocas parejas reales de las que se dice que se amaron y fueron felices se encontraban sumamente preocupados por las noticias que habían recibido sobre los atropellos que se estaban llevando a cabo en las nuevas tierras por los de la Primera Audiencia y otros muchos aventureros.

¿Pero quién era este señor que a su ya avanzada edad de 60 años aceptaba esta misión que cambiaría su vida y lo convertiría en uno de los pilares de nuestra civilización? Nació en Madrigal de las altas torres, ahí donde nació la reina Isabel y murió fray Luis de León. Se supone que hizo sus estudios de abogacía en la célebre universidad de Salamanca. Los abogados de esa época generalmente dominaban tanto el Derecho Civil como el Derecho Canónico.

Su primera misión era auditar al gobierno saliente. Nuño de Guzmán estaba fuera de la ciudad y se alejó aún más temeroso del castigo. Delgadillo y otros fueron enviados prisioneros a España, y fray Juan de Zumárraga declarado inocente de las falsas acusaciones de estos pillos.

Mientras don Vasco ejercía su labor de juez empezó a entrar en contacto con la población indígena que sufría injusticias. Había tantas quejas y juicios que pronto los oidores se quejaron de que tenían poco tiempo para dormir. La desunión de los españoles y la amenaza de motines de los indios convenció a los oidores que el problema de la nueva sociedad no se resolvería con el uso de las fuerzas armadas, sino de convencer a los indios de las bondades de la religión cristiana y poner en orden a los ambiciosos españoles.

Las instrucciones de los reyes contra la esclavitud y las disertaciones de los teólogos en España resultan muy difíciles de aplicar en tierras tan lejanas y en una época donde la esclavitud era vista como algo normal. Además se esgrimía el argumento que ésta sólo se aplicaba como un castigo a los indios rebeldes. Don Vasco nunca titubeó ni cedió por ningún argumento, pues no toleraba la idea de que los indios pudieran ser esclavos.

Conocedor de la utopía de Tomás Moro, además de Platón, Aristóteles Luciano y de otro de sus contemporáneos, Erasmo, empezó a soñar con aplicar los mejores ideales de los grandes pensadores para llevarlos a la realidad pero se quedó siempre en la teoría. Don Vasco también pensaba que por ser los indios más simples y no ser ni orgullosos ni ambiciosos los podría elevar a un nivel moral más alto que el de los españoles, una vez que lo hubiera empapado de la perfección de la doctrina cristiana.

Don Vasco elaboró un plan para que los indios vivieran en sus propios pueblos, se arraigaran en ellos y llevaran una vida muy social, donde podrían mantenerse a sí mismos por medio de su propio trabajo enviando esta petición al consejo de Indias tan sólo a seis meses de su llegada.

Con su propio dinero adquirió unas tierras para iniciar su gran proyecto basado en las ideas de los pensadores ya citados y así dar inicio a la que sería la gran obra de su vida y un notable experimento de vida comunitaria enfocada en el bien común que es digna de admiración a nivel universal. Lo notable es que a la edad de 60 años, muchos para esa época, este hombre emprendiera una obra que requería la energía propia de la juventud y que resultó tan exitosa que hoy en día todavía es recordado con enorme cariño como el "Tata Vasco".

Tomé tan sólo dos ejemplos para ilustrar la acción de estos forjadores de nuestra nacionalidad, pero fueron una multitud de franciscanos, dominicos, agustinos y luego jesuitas que no solamente enseñaban el catecismo como pretenden algunos, sino que educaban y civilizaban en el más profundo y completo sentido de estas palabras, fueron también grandes constructores, creadores de obras de beneficencia y caridad que hoy llamaríamos asistencia social, estudiosos de la naturaleza y recopiladores de la misma historia indígena.

Sin lugar a dudas los misioneros fueron además de evangelizadores piedras angulares en la construcción de nuestro querido México, por lo tanto resulta inconcebible que no sean honrados durante el mes de septiembre que se dedica a las fiestas patrias, civilizadores de proporciones universales deberían tener sus nombres en letras de oro en la Cámara de diputados y su figura y su recuerdo moldeando los corazones de nuestros jóvenes, que de esa manera trabajarían por hacer de México un lugar de justicia y paz1.

1 Se recomienda el libro La conquista espiritual de México de R. Ricard. Fondo de cultura Económica

@yoinfluyo





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