lunes, 27 de febrero de 2012

Laicidad y sexualidad

 

Roberto Blancarte

Fuente: Catholic.net

 

El Estado laico y los derechos sexuales y reproductivos están ligados
Análisis de las de razones por las que la defensa del Estado laico es central para la defensa de los derechos sexuales y reproductivos

 

El Estado laico y los derechos sexuales y reproductivos están ligados intrínsecamente por diversas razones. La principal es por la obligación del Estado moderno de preservar la libertad de conciencia, frente a cualquier amenaza que atente contra su libertad. Esta obligación surge de la convicción de que nadie puede ser obligado a creer en algo por la fuerza, siendo entonces necesario respetar las creencias de cada quien.


Lo anterior es resultado, entre otras cuestiones, del proceso de pluralidad religiosa y de la necesidad de construir un Estado que garantice a todos los ciudadanos la posibilidad de creer o no creer. La consecuencia de ello es que, en la medida que no se afecten ni el orden ni la moral publica (regresare luego sobre este punto), ni los derechos de terceros, también se convierte en obligación del Estado garantizar el derecho de todos, incluidas las minorías, de vivir y practicar las acciones de acuerdo con sus creencias. Esto generara ciertamente muchos debates acerca de cuales son los derechos humanos que se deben respetar y garantizar por el Estado y al mismo tiempo constituirá la plataforma sobre la cual pueden desarrollar su labor las organizaciones de defensa de los derechos sexuales y reproductivos.


La segunda razón, es que la libertad de conciencia genera inevitablemente una pluralidad de creencias, las cuales pueden ser o no religiosas, pero que obligan a la relativización de cada una de las creencias en el ámbito publico y a la generación de normas morales y de conducta aceptables a todos, ajenas a una doctrina religiosa especifica y por lo tanto seculares o laicas.


Los estadounidenses llaman a esto la "religión cívica", herramienta mediante la cual todos los políticos hacen referencia a un Dios, sin por ello acudir a elementos confesionales de una sola Iglesia o religión. En México o en Francia, la solución que se le ha dado, por ejemplo en la escuela publica, es a mantenerla libre de toda influencia religiosa y a construir en ella una serie de valores comunes universales (democracia, tolerancia, respeto a la diversidad, libertad de conciencia, etc.) que permitan a los ciudadanos un ideal común, independientemente de las creen

 

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